EXILIUM TREMENS. ENSAYO DE LA CUBANA LILLIAM MORO. PINTURAS Y GRABADOS DEL ARGENTINO MARTÍN LA SPINA

 

1 Millones que esperanMillones que esperan

 

Crear en Salamanca se congratula por publicar este oportuno y necesario ensayo escrito por Lilliam Moro (La Habana, 1946). Estudió Letras y Artes en la Universidad de La Habana. Poeta, narradora y especialista en edición y corrección de textos para varias editoriales (Alianza, Verbum, Gredos RBA, Castalia o Colibrí). Ha ofrecido conferencias en la Universidad Complutense y en la Universidad de Sevilla. Sus libros de poesía son: ‘La cara de la guerra (1972), ‘Poemas del 42’ (1988) y ‘Cuaderno de La Habana’ (2005). El pasado año se reunió su poesía en el volumen ‘Obra Poética casi Completa’ (Editorial Silueta, Miami, 2013, pp. 317. Prólogo de Carlos Espinosa y nota de contracubierta de Pío E. Serrano). En 1965, y por su cuaderno ‘El extranjero’, obtuvo en La Habana el Premio Universitario de Poesía. Su novela ‘En la boca del lobo’ (2004) fue Premio de Novela Corta “Villanueva del Pardillo” en Madrid. Tras residir muchos años en España, actualmente vive en Miami.

 

2 A la derivaA la deriva

 

 

EXILIUM TREMENS

(Para Alfredo Pérez Alencart)

Se dice que en la vida del ser humano no importa tanto adonde se quiera llegar como el camino que se emprende y que se va convirtiendo en un viaje iniciático, por ejemplo, el europeo Camino de Santiago. Pero si vamos un poco más atrás en el tiempo, tenemos la aventura que se convierte en trascendente de Sidartha Gautama cuando abandona el reino ilusorio donde vivía protegido del dolor del mundo para enfrentarse a la realidad que se le había escamoteado. Y ¿cuál sería el pasado desconocido, no se sabe en dónde, del Maestro Jesús antes de aparecer cerca de Jerusalén, ya adulto, con el propósito de salvar el mundo?

La historia del individuo es la historia de un eterno desarraigo, ya se trate del bíblico Paraíso Perdido o de la tierra natal. No podemos por menos que recordar, entonces, ese verso de José Lezama Lima: “Deseoso es aquel que huye de su madre.” O sea, el abandono de la raíz esencial.

Esa “migración del ser” tiene algunas variantes que repasaremos a través de autorizadas acepciones recogidas en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.

 

Migración.

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(Del lat. migratĭo, -ōnis).
1. f. emigración.
2. f. Acción y efecto de pasar de un país a otro para establecerse en él. Se usa hablando de las migraciones históricas que hicieron las razas o los pueblos enteros.
3. f. Viaje periódico de las aves, peces u otros animales migratorios.
4. f. Desplazamiento geográfico de individuos o grupos, generalmente por causas económicas o sociales.
Estas definiciones nos transmiten la sensación de que estamos ante movimientos armónicos, como si los desplazamientos ocurrieran de acuerdo a un ciclo natural de la vida social. ¿Pero podríamos aplicarlas a, por ejemplo, la salida de Egipto del pueblo hebreo del Antiguo Testamento? No lo creo; el término éxodo parece más adecuado porque da una amplitud cuantitativa:

 

Éxodo.

______

 

(Del lat. exŏdus, y este del gr. ἔξοδος, salida).
1. m. Emigración de un pueblo o de una muchedumbre de personas.

que también podríamos aplicar al llamado “éxodo del Mariel”, cuando una muchedumbre calculada en aproximadamente 120.000 cubanos se marcharon de la Isla en abril de 1980.
Creo que los movimientos humanos conllevan una carga emocional que trasciende, sin duda, sus límites semánticos. Tanto es así que nos encontramos ante otros vocablos que van matizando el sentido inicial:

 

 

destierro.

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(De desterrar).
1. m. Acción y efecto de desterrar o desterrarse.
2. m. Pena que consiste en expulsar a alguien de un lugar o de un territorio determinado, para que temporal o perpetuamente resida fuera de él.
3. m. Tiempo durante el cual se cumple esta pena.
4. m. Pueblo o lugar en que vive el desterrado.
5. m. Lugar alejado, remoto o de difícil acceso.
3 Chicos de la guerra

 Chicos de la guerra

En la Edad Media, un clásico ejemplo de destierro es el Poema del Cid, donde se narran las vicisitudes del Cid Campeador cuando fue condenado por orden real a marcharse de los predios castellanos.
Pero si hablamos de exilio, hay un matiz dramático añadido. Aunque es evidente el parentesco entre las diversas formas de desarraigo, se hace inevitable preguntarnos, en el aspecto vivencial, dónde se establece la línea divisoria entre unas y otras. En las acepciones de destierro, se hace hincapié en su naturaleza de castigo: pena y expulsión, por mandato directo y explícito de alguien con poder para decretarlo, mientras que exilio parece que depende de la decisión personal de huir ante una amenaza o peligro inminente, y es aquí donde, equívocamente, parece que es una decisión personal, aunque motivada por “el otro”:

 

Exilio.

______

 

(Del lat. exilĭum).
1. m. Separación de una persona de la tierra en que vive.
2. m. Expatriación, generalmente por motivos políticos.
3. m. Efecto de estar exiliada una persona.
4. m. Lugar en que vive el exiliado.
Los perseguidos deben buscar protección en las altas instancias. Actualmente existe el ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, establecido en 1950), la más importante vía para la solicitud de asilo:

 

Asilo1.

______

 

(Del lat. asȳlum, y este del gr. ἄσυλον ‘sitio inviolable’).
1. m. Lugar privilegiado de refugio para los perseguidos.
2. m. Establecimiento benéfico en que se recogen menesterosos, o se les dispensa alguna asistencia.
3. m. Amparo, protección, favor.
4. m. asilo político.
~ político.
1. m. asilo que se concede a un extranjero desterrado o huido de su país por motivos políticos.
□ V.
derecho de asilo

 

4 Pueblo árbolPueblo árbol

También durante la Edad Media los fugitivos de la Justicia podían “acogerse a sagrado”, o sea, entrar en una iglesia para quedar bajo la protección de otro poder, el eclesiástico. Modernamente se puede pedir asilo en algunas embajadas porque significa entrar en territorio extranjero bajo la custodia y protección de las leyes de otro país.

Y qué mejor ejemplo que la masiva ocupación de la Embajada de Perú en 1980 en La Habana, donde llegaron a refugiarse 10.000 cubanos en una superficie insuficiente para albergar tal cantidad de personas.

Pero en este siglo XXI los desastres políticos y sociales van tan de prisa que el Diccionario de la Academia ha tenido que incorporar un nuevo vocablo para ampliar, matizándola, la acepción de desterrar:

 

Transterrar.

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1. tr. Expulsar a alguien de un territorio, generalmente por motivos políticos. U. t. c. prnl
2.
Aparte de estas causas de indiscutible peso, quizás sea una reminiscencia del inicial nomadismo por la subsistencia de las agrupaciones humanas lo que impulsa a una gran cantidad de personas a traspasar sus fronteras natales en pos de lo desconocido, pero que suponen con unas mejores condiciones de existencia y que yo prefiero desglosar en dos variantes: la “económica”, para ampliar las posibilidades de alcanzar mejor calidad de vida, y la emigración de “sobrevivencia”, pues lo que se intenta es subir un peldaño por encima de una miseria material básica, pero también huir del peligro de perder la vida a causa de la delincuencia, las bandas organizadas y ciertas mafias, todas ellas con parecidos modus operandi que van desde el robo generalizado, la extorsión, el secuestro, el proxenetismo, hasta la discriminación, la esclavitud, la diferencia racial o étnica y hasta la preferencia sexual, así como el asesinato por pensar diferente, como ocurre con el fanatismo islamista.

A nivel mundial estamos asistiendo a una impresionante desbandada de seres humanos, impulsados a huir a cualquier sitio que los acoja, incluso de mala gana, porque dan por sentado de que adonde lleguen estarán mejor que de donde salieron. Son experiencias llenas de vicisitudes con el fuerte acento dramático que conlleva una vida —que, por salvar su integridad, hasta puede perderse— que intenta encontrar la luz al final del túnel de una existencia sin horizontes.
5 El hombre, el hombre

El hombre, el hombre

La Unión Europea ha eliminado requisitos de visa para permitir la libre circulación entre los países miembros (Tratado de Schengen), pero algunos de ellos han colocado vallas para impedir la entrada de refugiados foráneos.

Pero todavía falta por incorporar al diccionario de nuestro acervo léxico una palabra que, más que expresar nuestra vida actual, tan móvil como los avances tecnológicos que han hecho posible los rápidos desplazamientos geográficos y la eliminación de múltiples fronteras, puede expresar la esencia misma del discurrir humano. Es un hermoso neologismo: “errancia”, que sugiere la necesidad vital de “echar a andar” de motu proprio, movido por un difuso imperativo existencial o la búsqueda de un destino indefinido pero singular.

El ejemplo más antiguo sería la epopeya de Gilgamesh, de hace 5.000 años, que recoge las aventuras y desventuras en busca de la inmortalidad de este rey sumerio de Uruk. Otra importante motivación fue la consecución de algún loable ideal, como sería el caso de los caballeros del ciclo artúrico en busca del Santo Grial, o los héroes de las novelas de caballería, cuyo paradigma fue don Quijote de la Mancha: el mismo epíteto de “caballero andante” que se le añade ya nos está indicando que la movilidad es condición sine qua non de una existencia marcada por la singularidad y el protagonismo heroico.

La literatura de viajes está llena también de aventureros famosos, incluidos Jasón y los argonautas que iban en pos del vellocino de oro en la antigua mitología griega, o del comerciante medieval Marco Polo. Y, cómo no, “la vuelta al mundo en 80 días”.
Muchas veces no existe la posibilidad de regreso. En todas las variantes de emigración forzosa y exilio el regresar es una esperanza difusa, anclada en un futuro desdibujado: como se trataba de salvarse de un presente insoportable, la vuelta al hogar es una aspiración que va tomando forma y consistencia paulatinamente según va pasando el tiempo y se adquiere conciencia de que, de alguna manera no delimitada, se han ido superando algunas causas y se está empezando a gastar el futuro.

Recordemos que el regreso no siempre es al lugar de origen en el espacio conocido, sino, como en el caso de los judíos que huían de los espantos del nazismo, a un lugar del que se tiene noción pero no memoria porque es de naturaleza mítica: la “tierra prometida” anclada en el inconsciente colectivo del pueblo hebreo.

 

6 Bengali rojoBengali rojo

En la literatura también hay regresos, desde aquellos que pueden demorar veinte años en la travesía, como el azaroso de Odiseo. Este héroe griego pudo volver a poner las cosas en su sitio, es decir, deshacer el caos creado durante su ausencia de la casa familiar, pero en La ignorancia, de Milan Kundera lo que hay es decepción cuando se regresa a la patria checoslovaca y se constata de que aunque la mayoría de los elementos materiales pueden repararse o reconstruirse, incluso mejor, lo que realmente ha cambiado y no tiene marcha atrás es la evolución del propio individuo, lo mismo del que se quedó que del que se marchó.

Pero la mirada del que regresa no es la misma del que se fue. La memoria recrea el recuerdo, lo matiza, lo embellece porque el mito es más poderoso que la realidad Y aquí podemos recordar ese imperecedero verso de Pablo Neruda: Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

 

¿Puede convertirse un migrante en un ser errático?

 

La primera acepción de errático en el Diccionario lo define así:
Errático, ca.

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(Del lat. erratĭcus).
1. adj. Vagabundo, ambulante, sin domicilio cierto.

Los he visto en la Plazas de Benavente y de Santa Ana, en Lavapiés, la Plaza Mayor, la Glorieta de Embajadores y en la calle Carretas, en Madrid; en la estación de trenes de Ávila, y en Miami en las calles Flagler y la 4, siempre a la altura de la Avenida 12 del SW. Son los que perdieron el rumbo durante la travesía o cuando vivieron en la tierra que anhelaban; se les acabó el guión de su película o simplemente se dieron por vencidos y comenzaron el viaje al fondo de sí mismos entre la mugre y el alcohol. Son los que perdieron su alma para siempre.

 

7 Libre

  Libre

 

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