‘RECURRENCIA’ Y OTROS POEMAS DEL ARGENTINO HUGO FRANCISCO RIVELLA, FINALISTA DE LA VIII EDICIÓN DEL PREMIO INTERNACIONAL PILAR FERNÁNDEZ LABRADOR

 

 

El poeta Hugo Francisco Rivella

 

Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar una muestra poética de Hugo Francisco Rivella (Rosario de la Frontera, Salta, Argentina, 1948). Poeta, músico, cantante, maestro, Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Fue Presidente de Entre Nosotros, Encuentro de Música Popular y la Canción Inédita, Unquillo, Córdoba. Organizó el Encuentro Nacional de Poetas con la Gente, de Cosquín, Argentina, junto a Miguel Vera, y fue Director de Cultura de la municipalidad de Rosario de la Frontera. De una vasta obra poética y musical. Vive entre Córdoba y Salta. Dio numerosos Recitales poéticos- musicales Participó en Encuentros Literarios, Tucumán, La Rioja, Salta, Córdoba, Buenos Aires, Festival de Cosquín (Los poetas que cantan); V Encuentro Internacional de Poesía Cali (Colombia); Toluca (México), Festival Internacional de Poesía de La Habana (Cuba, 2012) Encuentro Internacional de Poesía Paralelo Cero (2013 y 2014; Ecuador), Encuentro Internacional de Poesía Artistas del Acero Concepción (Chile; 2013), Feria Internacional de Guadalajara (México; 2014), Festival de La Palabra (Ríosucio, Colombia; 2016), Festival de Poesía de Medellín (Colombia; 2017), Festival de Poesía en La Paz (Bolivia; 2016); Festival PoemaRio (Barranquilla, Colombia; 2018); Encuentro Internacional Chañaral 2017, Primavera Poética (Lima; 2018). Primer Algo de mi muerte (Premio Poesía, Tercer Certamen Literario Universidad Nacional de Córdoba, año 1977); La Memoria del Fuego (Primer Premio Poesía, Segundo Certamen Nacional Club de Jóvenes de la UNESCO Capital Federal, Buenos Aires,1984); Presencia del Agua (Primer Premio Poesía en el Tercer Certamen Hispanoamericano, Juegos Florales Centroamericanos y de Panamá, Quetzaltenango, Guatemala, año 1985); Caballos en la lluvia (Segundo Premio Fondo Nacional de las Artes, Concurso Nacional de Literatura, Fomento a la Producción Literaria, año 2001, Capital Federal- Buenos Aires) Obra: , La carretera y otros poemas (Primer Premio Poesía – Concurso Jorge Barón Biza – Poema ilustrado- Córdoba, Año 2001); Campanita de palo (Primer Premio Fondo Nacional de las Artes, Concurso de Canciones de Raíz Folklóricas , Premio Mario Millán Medina, Cap Fed, Buenos Aires, año 2004); Zamba del apenado (Primer Premio en el V Concurso Nacional de la Zamba, Salta, Secretaría de Cultura de la Provincia, Año 2005); Zona de Otros Días (Primer Premio Poesía para Autores Éditos, Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta, 2006);

 

 

 Centro de Tormentas (Primer Premio Poesía Concurso Bianual para Poetas Éditos, Secretaría de Cultura de la provincia de Salta, 2008); De Fuego y Sombras (Primer Premio Poesía Concurso Provincial de La Copla, Secretaría de Cultura de la provincia de Salta, 2008); La poesía sucediendo (Primer Premio Poesía IV Certamen Internacional de Poesía, Verso Digital, Jaen, Andalucía, España, 2009); La Hora del Relámpago (Primer Premio Poesía VIII Certamen Internacional Jaime Gil de Biedma y Alba, Nava de la Asunción, España, 2010); Piedra del Ángel (Primer Premio Poesía Concurso Internacional de Poesía Gilberto Owen Estrada, UNAEMex, México, 2011); Espinas en los Ojos y siete poemas de barro (Finalista en el Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo 2013, España); Las Yeguas y las Rosas (Primer Premio Poesía En el Tercer Concurso Internacional Poesía en Paralelo Cero, Quito, Ecuador, 2015); Poemas en la lengua del Sonámbulo (Primer Premio Poesía Concurso Nacional de Poesía Provincia de Córdoba, 2016); Espejos equivocados (Tercer Premio Poesía Concurso Nacional Luis de Tejeda 2017); Oración por mi cuerpo y sus ladridos (Primer Premio Poesía en el XXXVII Premio Internacional Leonor de Poesía, España, 2018); Caballito de escarcha (Primer Premio Poesía para Niños Sec de Cultura, Salta. 2019).

 

 

Ha publicado los libros: Algo de mi Muerte (Rosario de la Frontera, Salta, 1981); Agua de mis manos, con el apoyo del FNA en 1995; Cristales en el Río (cancionero) (Vaca Narvaja ed.,1999); Caballos en la Lluvia (FNA, Alción Editora, Córdoba, 2003); Zona de Otros Días, (Secretaría de Cultura, Salta, 2007); Yo, el Toro (Alción editora, Córdoba, 2008); Centro de Tormentas (Secretaría de Cultura de Salta, 2010); De Fuego y Sombras (Secretaría de Cultura de Salta, 2010); PUTAS (La cacería del ángel) (Alción editora, Córdoba); Piedra del Ángel (UNAEMex Toluca – México-2011); Ojo Astillado (Alción editora- Córdoba-Argentina 2013); ESPINAS EN LOS OJOS (El Ángel editor, Quito, Ecuador, 2014); La sombra en el espejo, Antología personal (Ed Norte-Sur, México, 2014); Las Yeguas y las Rosas (Quito, Ecuador, El Ángel Editor, 2016); La Hora del Relámpago, (Editorial 3600, La Paz, Bolivia, 2016); Endentro de Mí (Edic del Dock, Colección Pez Náufrago Buenos Aires, 2016); Una rosa en las garras de un jaguar (Apócrifa ediciones, Villa María, 2016); Poemas en la lengua de un sonámbulo (ediciones Biblioteca Córdoba, 2016); El caleidoscopio del sufriente (Quito, Ecuador. El Ángel editor, 2018); Espejos equivocados (Editorial Municipalidad de Córdoba. 2018); La Canción del Cosmonauta Ebrio (ed Summa, Lima, Perú, 2018); ORACIÓN POR MI CUERPO y sus ladridos (Dip. Soria, España 2019); Caballito de escarcha (Secretaría de Cultura de Salta, Fondo editorial 2019). Además, forma parte de más de una decena de antologías en Iberoamérica.

Ha compuesto canciones con Carmen Guzmán, Ramón Navarro, Alberto Oviedo, Ica Novo, Chato Díaz, Mario Díaz, Ernesto Romero, Rubén Cruz, Diego Massimini. Fue Jurado de Poesía en distintos concursos nacionales e internacionales.

 

Esta selección ha sido hecha por el poeta A. P. Alencart, profesor de la Universidad de Salamanca y coordinador literario del Premio.

 

 

 

RECURRENCIA

 

Cuando no puedo más con mi tristeza y el cielo es un ave de plomo

recurro a un poema de Vallejo.

Cuando se estruja mi corazón y voy como un camello huérfano

recurro a un poema de Vallejo.

Cuando mi pueblo se llena de aguaceros y el compañero Rojas escribe livertad

recurro a un poema de Vallejo.

Cuando mi madre sueña con caballos

recurro a un poema de Vallejo.

Cuando el pan en la mesa es un milagro de harina

recurro a un poema de Vallejo.

Cuando la mujer escribe ni una menos en la piel y en los huesos de Dios

recurro a un poema de Vallejo.

Cuando una flor se agosta y el perro de la noche ahueca sus ladridos

cuando sale la luna cuando llueve o escancia cuando el río se llena de peces

cuando braman los toros cuando hago el amor y se curan mis cicatrices

cuando canto estornudo me pican los mosquitos me duele el occipucio sin remedio

 

cuando respiro

recurro a un poema de Vallejo.

 

Foto de José Amador Martín

 

 

CONDICIÓN DEL MURIENTE

 

Como una perra hambrienta me miró aquella noche.

Yo venía con los huesos partidos y la sombra de un pez en mis zapatos,

Se recostaba el tiempo sobre la encina que lindaba al vecino con mi infancia.

Después

la tuve siempre a mi costado.

 

Recuerdo pasábamos horas enteras conversando,

que había estado en el mar con sus rugientes,

que vio de cerca la flor en la basura,

los niños en la rama de un árbol deshojado.

 

Nos hicimos amigos.

Me sorprendió cuando vino a buscarme.

 

Tenía una lágrima colgando en la mejilla.

La quietud del que espera a la poesía

¿Qué jaguar no la sueña?

¿Qué rama?

¿Qué silencio la ha metido en la boca para que no desangre?

 

Importa el estallido volviéndose relámpago,

el dolor del herido más que la herida misma, la saliva del beso en la piel del amante,

 

el hilito de sombra en el que se refugia.

 

Yo me recuesto sobre sus pisadas, las huellas que dejó en otras calaveras,

el buitre en las entrañas del cadáver del ángel que se creyó un pájaro y lo descuartizaron,

la brújula en la mano del ciego en el espacio,

el tintineo del viento en un árbol lejano.

 

Quizás de tanto amarla,

se rinda

y me acaricie

 

 

 

 

VARIACIONES SOBRE UNA SOCIEDAD LÍQUIDA

 

 

                                                                                                   a Marcelo y Cris

 

 

¿Cómo llenar este vacío? –  dice Zigmunt Bauman. mientras bebe

una taza de té, apoltronado en su sillón de seda y gobelino.

El mundo no parece ser otra cosa que la Casa del Miedo,

la ventana insegura que da al Támesis, el reloj desdentado con la risa

sin tiempo,

y la calle, el hombre, las acequias,

los suburbios tramando llegar hasta el mañana con muletas, con

tuercas,

con ruedas o rodillos,

pero teniendo en claro que todo es frágil,

penden, sobre la tierra líquida,

el mar, los sueños, la escondiste de la niña y el pez, los amautas del río,

los amantes del frío,

la cruz donde la noche colgado inocentes.

Es líquida la sombra de la luna en el agua

Es líquida la mano que tatuó padeceres

Es líquida la ausencia de dios en las cantinas

Es líquida la baba del sapo enamorado.

 

Foto de José Amador Martín

 

 

GUERRA

 

 

Los ojos para qué si ya no veo,

me cegaron al tiempo en que la muerte iba en el mástil de todas las banderas.

Cava las piernas del caído,

llena de sal su nombre,

lo despelleja.

Ha cercado la luna con sus fraguas y el vientre deformado de mi madre.

¿Y quién es quién entre los padeceres?

¿Qué rezo va lavando lo que queda del muerto?

¿Qué boca le pregunta por sus uñas?

¿Quién derrama una lágrima sobre su sepultura?

 

La guerra es una cruz con el hombre sangrando,

un alarido quebrado en el silencio.

 

 

RESPONSO POR LA MUERTE DE ROSARIO CASTELLANOS

 

Estuve en la fila de deudos lacrimosos y las flores de sal de tu mortaja,

entre las cartas de tarot ya sin destinos con el sueño de Arimán

pálido,

solo.

Pude ver tus ojazos casi grises de tantos caracoles y cigarras,

el vendaval del trópico golpeando tu escritura,

el dulzor de tu sangre.

Vi el gato de alabastro sobre el piano que en soledad apenas desbordabas,

los papeles del viento sollozando,

el laberinto de tu calendario con la rosa caída a un precipicio,

los andenes de marzo en la hojarasca donde el otoño mellaba sus espadas.

Te vi dulce y en ascuas,

destellando la risa de la suerte,

el jardín con las rosas del pasado y el balbuceo de Saint-John Perse en tu lengua.

Caía la lluvia como ha mucho tiempo,

se cansó de caer,

se fue por la fosa que aguardaba a tu cuerpo,

el remezón del pez de un mar sin tiempo y la llama inconclusa del fuego de los días.

Partirás, sin demoras, en el carruaje repleto de flores insoportablemente lilas.

Las huellas del rosario,

que en tus manos parece un alacrán dormido,

solitario,

recordarán las guirnaldas de Comitán,

el musgo que sopla tu hermosura hacia un país ajeno a tanta luz,

inmóvil

como un espejo de piedra incandescente.

Tu cuerpo será de otros paisajes,

lo llorarán los perros que incendian los crepúsculos, lo besará el Eterno mientras raja sus huesos y lo vuelve olvidos de seda intencionada.

Me reiré del que pasa con sus árboles tristes,

los libros apenas hojeados, el ciempiés que guardabas en un frasco de vidrio.

El corazón de dios atado en tu pañuelo.

 

Los cascos de la noche retumban en mis dientes,

descascaran mi risa.

 

Porque el olvido es un ariete que traspasa los días,

es que espero,

apenas esa pátina del sol que aguarda en cada rosa,

los sitios que he caminado como un fantasma sin tramas ni relojes.

 

Me he sacado los ojos y un animal sin nombre engulle mi mirada.

 

 

LA CASA ESTÁ SOLA

 

 

La casa está sola.

La sombra del aguaribay se destroza en el patio

en donde lo que fue surca las horas

poniendo telarañas      agujas de tristura

dientes postizos riendo de la espera,

silencios.

Todos los días asomo por el tapial para ver jugar en el olvido

a los niños

que la tisis consumió en sus muros.

 

Me pregunto adentro.

 

El adiós como una cuerda trenzada rodea la casa que respira

entre estertores que suben

y colores que bajan.

El tiempo se ha endurecido en la piedra

y quemando mis ropas trasmuta los días en un abismo colosal.

Creo ver en la cocina la olla de hierro,

memoria inerte de rondas y de espanto,

cuentos que van y vienen por las paredes

y a cincel y secretos esculpen mensajes de otras horas,

edades de llantos polvorientas.

 

La casa huye de mí que ya no existo.

 

Foto de José Amador Martín

 

 

ME HABRÉ DE DESPEDIR SIN OROPELES

 

 

Me habré de despedir sin oropeles ni fantasiosas formas del olvido. Inclinaré la testa, miraré por la ventana el pájaro fugaz de dios y sus demonios. Fingiré mi tristeza. Le pintaré dos lágrimas al ojo.

 

Será mi muerte verdadera, el cajón, el cirio con la luz bamboleando y cristo colgado de la llaga del alma. En un rincón la noche celebrará el oficio de despedir a un excomulgado.

 

Será la muerte un sueño recurrente porque cada soñador repetirá los juegos, el laberinto de la casa vieja, los tarros de papel y el antifaz, y el poema enjaulado como un mono.

 

Si es posible la muerte es posible el final.

 

En ese punto, la escritura me salvará de la eternidad.

 

Foto de José Amador Martín

 

 

 

 

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