PAURA RODRÍGUEZ LEYTÓN (BOLIVIA). XXIII ENCUENTRO DE POETAS IBEROAMERICANOS

 

 

Paura Rodríguez Leytón

 

Crear en Salamanca se complace en publicar los poemas que leerá

Paura Rodríguez Leytón (1973), poeta y periodista boliviana. Ha obtenido el Premio Nacional de Poesía convocado por el Gobierno Municipal de Sucre (1999).  Su poema Te atribuyo el torrente de mi sangre mereció el segundo Premio Internacional “César Vallejo” de la Casa del Poeta Peruano en Londres (2006). Poemas suyos han sido traducidos a 17 idiomas. Su libro Pequeñas mudanzas obtuvo el Accésit del Premio Internacional de Poesía “Pilar Fernández Labrador” en Salamanca, en 2017. En 2013, la Unión Boliviana de Clubes del Libro premió su aporte literario con una Medalla al Mérito.

 

Mundo Aquí (Pintura de portada realizada por Miguel Elías)

 

Estos poemas serán leídos durante el XXIII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, organizado por la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y que se celebrará en Salamanca del 14 al 20 de octubre de 2020, dedicado a José María Gabriel y Galán. Habrá actos presenciales y virtuales. La lectura de la poeta boliviana será en una sesión online y saldrán publicados en la segunda antología del encuentro, titulada “Mundo Aquí”, también coordinada por el poeta peruano-salmantino Alfredo Pérez Alencart, director de estos encuentros desde su primera edición.

 

 

Paura Rodríguez Leyton y Pilar Fernández Labrador (foto de Jacqueline Alencar)

 

 

 

Una luz lejana invade los retratos de mis muertos,

me acongoja el paladar,

me florece la triste sílaba que no alumbra mi cabello,

me digo a mí misma estas cosas

que no son siempre las mismas,

y son casi siempre el agua.

Cosas,

con las que voy a caminar por alguna calle reciente en mi memoria.

Busco algo que ocultan mis manos:

una pequeña pieza de relojería

anterior a nuestros huesos

que ahora sólo existe en el paladar,

como alguna melodía,

como voz providencial.

 

(fragmento de Pez de piedra)

6

Cruje como madera seca el alma.

Se arruga como un pañuelo.

Pinta su rostro de otro rostro.

Miente el alma.

Finge una voz inexistente.

Revienta como un volcán.

Huye.

 

 

8

Habrá que arrancarle una locura

a este mudo atardecer de plaza ajena:

troncos lanzados al cielo,

está ese mendigo loco que escribe números:

harapos trapos desechos.

Tus ojos pacientes,

mi ojo pertinaz,

la tozudez,

el desvelo:

tu muerte ha estado ahí,

siempre.

 

9

Estalló la hora

en la que cantan

las venas de tu cuerpo.

Reviviendo un paseo agotado,

mirabas al camino como a una cárcel:

sólo la tierra bailando ante tus ojos.

Todo era un rito:

trepabas el muro para probar las flores,

hablabas desde el fondo del agua,

llamando a los astros

para iluminar tus grietas de sal.

 

(De Como monedas viejas sobre la tierra)

 

 

 

Paura Rodrígues Leytón con el puente romano y Salamanca de fondo (foto de Jacqueline Alencar)

 

19

 

Esta extraña afasia

permite contar historias con silbidos de sirenas

y agrandar el horizonte con la mirada de un pájaro ciego

que canta en la noche.

¿De qué bandada son estas alas que me calzan a medias?

Y a medias rumio

un pan denso

que exige mucha saliva

para tragar

tanto

polvo.

 

 

 

 

20

 

Una

cartografía

precisa

podría descifrar

los caminos dibujados

en esta leve hoja

expulsada

por el otoño.

 

 

 

 

 

19

 

Esta extraña afasia

permite contar historias con silbidos de sirenas

y agrandar el horizonte con la mirada de un pájaro ciego

que canta en la noche.

¿De qué bandada son estas alas que me calzan a medias?

Y a medias rumio

un pan denso

que exige mucha saliva

para tragar

tanto

polvo.

20

Una

cartografía

precisa

podría descifrar

los caminos dibujados

en esta leve hoja

expulsada

por el otoño.

 

 

23

Esta sed se cuadricula en la canícula,

danza al ritmo de las moscas que brillan sobre la mesa de la siesta.

En el fondo del recuerdo,

tengo la llave del desierto.

La mecánica de un rito se repite en el zumbido de la tarde

que se abre como un espejo en el tiempo.

Angustiosa y doméstica es la melodía de la tarde:

diseñada con pequeñas madrigueras

para anidar nuestros miedos.

 

 

24

 

¿Qué me dices piedra?,

no llego a sentirte.

Tal vez tu luz, a esta hora no sea tan intensa,

y tu agua me baña los ojos con lágrimas

que apenas sueñan con humedecer tu presencia de antigua catedral.

¿Qué me dices piedra?,

mi río no se encuentra,

mi amnesia no halla sosiego.

 

 

 

 

PASEO

 

Alguna costura ha tomado vuelo

y se han deshilvanado los sucesos que pasan ante nosotros

como ventanas brillantes de edificios que laten durante la noche.

Así recuerdo el paseo cuyo eco retumba en mi laringe:

el puente que te lleva de la sonrisa a la helada certidumbre:

a una hora madrugada en su perfume

que viene a sonido de ambulancia,

a hierba de morgue,

y así, la sucesión de ventanas ardientes

lanza mudos espasmos a la ciudad,

así: los edificios

y la sorpresa de hospitales despiertos a cualquier hora.

 

 

 

 

 

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