JOSÉ PULIDO Y ‘EL REQUETEMUERTO’ . CRÍTICA DE ENRIQUE VILORIA VERA

 

1 José Pulido en el balcón del Ayuntamiento salmantino José Pulido en el balcón del Ayuntamiento salmantino

Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar el comentario escrito por el polígrafo Enrique Viloria en torno a la última novela de José Pulido (Caracas, 1945), también poeta y comunicador social. Es asistente del director de la revista BCVCultural, del Banco Central de Venezuela, desde 1998. Recibió el Premio Municipal de Poesía Distrito Libertador, 2000, por el poemario Los Poseídos. Fue Sub-Director de El Diario Católico (1975), jefe de redacción del diario Última Hora (1978), jefe de redacción de la revista Imagen (1994) y asesor de prensa del Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber (1996). Director de las páginas de arte de El Universal (1996-98), El Diario de Caracas (1991-1995) y El Nacional (1981-1988). Miembro fundador de los suplementos culturales Bajo Palabra (Diario de Caracas) y El otro cuerpo (Suplemento del Ateneo de Caracas, encartado en El Nacional). Ha publicado los poemarios Esto (1972), Paralelo lelo (1972), Los poseídos (2000), Peregrino de vidriera (2001) y Duermevela. (2004). Sus novelas son, entre otras, Pelo blanco (1987), Una mazurkita en la mayor (1989), Los mágicos (1999),
La canción del ciempiés (2004) y El bululú de las Ninfas (2007). Ha sido participante de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que se celebran en Salamanca.

 

 

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JOSÉ PULIDO Y ‘EL REQUETEMUERTO’

Desde mi temprana juventud he sido un lector pertinaz y perseverante de la llamada novela policiaca o negra. Aún conservo en mi biblioteca algunos de los más emblemáticos tomos de la Colección El Lince Astuto – la roja – que publicaba Aguilar, incluyendo algunos ejemplares de la Colección El Séptimo Círculo que tan dedicadamente dirigían Borges y Bioy Casares.

Compartí muchas noches y desvelos con Poe, Cyril Hare, Edwin y Mona Radford, Conan Doyle, Rex Stout, Dorothy Sayers, Chesterton, Agatha Christie, Simenon, Bustos Domecq (seudónimo de Borges y Bioy Casares), Lee y Danay, Earl Deer Biggers, Dashiell Hammett, Van Dine, André Steeman, Patrick Quentin y muchos otros escritores del género policial, deleitándome a placer con el arrojo y la inteligencia de sus detectives profesionales o aficionados: Auguste Dupin, Sherlock Holmes, el padre Brown, Hércules Poirot, Jane Marple, el inspector Maigret, Ellery Queen, Philo Vance, Nero Wolfe y Archie Goodwin, Isidro Parodi, Sam Spade, Charlie Chan, Philip Marlowe, Lord Peter Winsey, entre tantos otros.

Así que no puedo sino regocijarme – y celebrar a letra viva – la aparición de la novela El Requetemuerto (Ediciones B, Vértigo novela negra, Caracas, 2012) de José Pulido, cuya lectura emprendí de cabo a rabo, parándome sólo para almorzar o ir al baño. Es que Pulido, quien ya había mostrado su señorío en el género con la celebrada novela El Bululú de las ninfas, ofrece una verdadera obra maestra en la que un muerto es verdaderamente un requetemuerto, en virtud de que el mismo fue asesinado tres veces en una misma noche.

La victima, Aníbal Milesio, es un celebrado pintor de intensa actividad sexual y etílica; más que pintor, en vida era un verdadero y redomado sonsacador de vaginas, a quien le dio por “trabajar en vivo y en directo una vagina verdadera”, creando – o mejor dicho copiando la idea de Nelson Garrido – cuadros muy solicitados y comentados “de vaginas como grutas y caracoles”. El escritor, rico en imágenes y conceptos, recuerda que: “la vagina es un canal de paredes rosadas como las rosas, húmedas y cálidas. Lubricadas y calientes. Su nombre significa “vaina”, como la guarida donde duerme la espada.”

Milesio, el orgulloso sonsacador de vaginas, fue hallado muerto en su casa – taller por Herminia Constanza, la señora de servicio. De acuerdo con el reporte forense: “Al pintor le inyectaron en el cuello una enorme dosis de hioscina, mejor conocida como escopolamina. Eso fue algo tan bárbaro que le produjo insuficiencia respiratoria y colapso vascular (…) La bala calibre 22 que le dispararon en la tetilla izquierda entró en el pulmón y fue como un pellizco para un hombre que ya estaba muerto. Lo mismo podría decirse del traumatismo cerebral (…) Cuando le reventaron la cabeza y los sesos se desparramaron por todas partes, el pintor ya era un alma sancochada en las pailas del infierno…”

 

 

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Este enrevesado y extraño asesinato debe ser resuelto por la Comisario de Homicidios Nedytza Yamilet Samarcanda López, mejor conocida como la jefa Samarcanda. Esta intelectual y virginal detective es famosa por su manera de resolver los casos que le han sido asignados. Pulido describe la brujería que la comisario utiliza para llevar a buen término sus investigaciones: “Aparte de las investigaciones puramente científicas, lo que a ella le ha dado mejor rendimiento es el contacto con la gente, la preguntadera, la entrepitura. Siempre saca algo interesante con eso (…) Además lo de ella es la vivencia. Sabe utilizar los planos virtuales; la imaginación es uno de sus atributos, pero aparte de preguntar a diestra y siniestra, lo que más le satisface es ir a los lugares, recorrer los espacios, conocer el terreno, fastidiar a la gente. La comisario Samarcanda se los dijo una sola vez: le gusta emplear un método sencillo pero de mucha raigambre: la mayéutica (…) que era el método de Sócrates. Significa interrogación.”

De esta forma, la comisario de Pulido realiza su personal aporte al mundo de la investigación criminológica. No se vale sólo Samarcanda de las técnicas forenses tan en boga, de la biometría, del ADN, de la caligrafía, de los perfiles psicológicos o geográficos, de la deducción, de los lofogramas, de la balística o de la genética, que conoce a la perfección; lo de ella es un método filosófico de larga data: la mayéutica. Y no podía ser de otra forma para quien dedica sus ratos de ocio a leer con fruición a Leibniz y a Kant para desentrañar lo que se oculta en el lado más oscuro de lo humano.

Pulido desarrolla todas las habilidades y técnicas que ha adquirido a lo largo de su polisémica existencia de escribidor para que el interés por la novela y su imprevisto desenlace no decaiga. Pulido es a la vez reportero, entrevistador, poeta, el fantasioso contador de historias que uno no sabe si creerlas; en esta sintética obra reviven entrevistas, reportajes, cuentos, narraciones y poemas que nos recuerdan al polifacético Pulido de El Ángel de la Calle, del Muro de Confesiones y La Sal de la tierra, de El Bululú de las ninfas y de los poemarios Los Poseídos y Peregrino de vidriera.

Para sorpresa de muchos, el protagonismo de esta novela está representado en las múltiples vaginas y vulvas que el asesinado pintor conoció y disfrutó, pero en especial, las muy peligrosas de su ahijada Ceylanis, de su comadre Edelmira, de su tarambana amante Mariam y de su madrastra Minerva, sin contar también la de la fallecida madre de Mariam, su joven y alocada amante.

Milesio y Samarcanda son dos buenas y excelentes excusas para la enrevesada trama vaginal que Pulido teje y resuelve con la ayuda de uno de los autores y personajes favoritos de la comisario Nedytza, quien tomada por sorpresa le pregunta a su medio hermano Toto:

– ¿Qué obra de teatro me dijiste que vamos a ver?
– No te dije nada. Pero es la tragedia de Ricardo III, ¿qué tal? Tu jorobado preferido, tu Shakespeare delirante.

 

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5 De izquierda a derecha los poetas Aníbal Fernando Bonilla, Gabriel Chávez Casazola, José Pulido y Rafael Soler. De izquierda a derecha los poetas Aníbal Fernando Bonilla, Gabriel Chávez Casazola, José Pulido y Rafael Soler.

 

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