DIEZ POEMAS DEL PERUANO MIGUEL ILDEFONSO, FINALISTA DEL PREMIO PILAR FERNÁNDEZ LABRADOR

El poeta peruano Miguel Ildefonso

 

 

 

“Crear en Salamanca” tiene la satisfacción de difundir estos poemas de Miguel Ildefonso (Lima-Perú, 1970), licenciado en Lingüística y Literatura en la Universidad Católica del Perú. Hizo una Maestría en Creative Writing en la Universidad de El Paso, Texas. Ha publicado los libros de poesía: “Vestigios”, “Canciones de un Bar en la Frontera”, “Las Ciudades Fantasmas”, “m.d.i.h.”, “Heautontimoroumenos”, “Himnos”, “Los Desmoronamientos Sinfónicos”, entre otros. En el 2005 publicó el libro de relatos “El Paso”, con el que ganó el Premio Nacional de Cuento de la Asociación Peruano-Japonés. También ha publicado novelas como “Hotel Lima”, y “El Último Viaje de Camilo”, y antologías en las que destacan “Memorias In-Santas” y “21 Poetas Peruanos”. Ha dirigido las revistas “El Malhechor Exhausto” y “Pelícano”. Su poesía y prosa han sido publicadas en antologías como “Pasajeros Perdurables. Historias de Escritores Viajeros”, “Los Diez. Antología de la Nueva Poesía Peruana” y “Los Relojes Se Han Roto. Antología de Poesía Peruana de los Noventa”. Ha ganado, entre otros, el primer Premio de Poesía en los Juegos Florales de la Universidad Católica (1995), los Juegos Florales de Poesía El Paso-Texas University (2001), el Premio Nacional “Copé de Oro” Poesía (2001), el Concurso Nacional de Cuento Alfredo Bryce Echenique (2003), el Premio Nacional PUCP en Poesía 2009, el Premio Iberoamericano de Tegucigalpa (2013), el Premio José Watanabe de Poesía (2015), el Premio Nacional de Literatura (2017) y el Premio Hispanoamericano de Poesía San Salvador (2020). Sus creaciones han sido traducidas a otras lenguas y ha participado en muchos festivales literarios en Perú, Argentina, Chile, Bolivia, Colombia, México, Estados Unidos, España, Alemania, Francia, etc.

 

 

Con su libro “Un poema para Emily Dickinson”, hace una semana ganó el V Premio Hispanoamericano de Poesía de San Salvador, libro que será publicado en España por Valparaíso Ediciones, por acuerdo con la Secretaría de Cultura, de El Salvador y el Centro Cultural de España en El Salvador. 

 

https://larepublica.pe/cultural/2020/04/21/miguel-ildefonso-gana-premio-de-poesia-en-san-salvador/

 

Miguel Ildefonso quedó finalista de la VI Edición del Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador, con un libro bien valorado por el jurado de tan prestigioso galardón.

 

Los textos aquí seleccionados forman parte del libro “Vestigios” (Gonzalo Editor, Lima, 1999)

 

 

 

MATERIA

 

Ya esta sombra

es sólo sombra

y no la forma alargada
de mi cuerpo

 

Igual la palabra
es la palabra que se ha abierto 
como la flor de la Poesía

 

Sólo hay dos tipos de materia 
la que tuvo sombra
y la que nunca tuvo

 
Sólo hay un tipo de sombra
la del olvido

 

 

 

 

LO QUE CANTABA EL BARDO

 

A veces duermo en las calles ásperas y húmedas
luego de beber el licor del cemento y la saliva del cuervo
en una sombra flamígera me siento luego de ser golpeado
dulcemente por las olas turbias del viento
arranco la hierba del estío silenciando los arpegios
de la soledad y los deseos mugientes que resuenan

A veces duermo bajo las ventanas lóbregas sin fin
entre la volátil ondulación del silencio que se yergue
cuento mis pesadas monedas y las guardo en mi bolsa
con un nudo indescifrable
luego cuento las estrellas o sólo contemplo el fulgurar
infinito bajo el acopio ígneo de los cielos sepultados

A veces también duermo desplegando las alas del deseo
mientras se eleva la luna entumecida y aturdida
me tiendo lentamente sobre el desierto de los cuerpos
fantasmales o sobre tibios cartones
y mientras trato de recordar alguna oración
me quedo dormido

 

 

 

GENUFLEXIONES

 

Un pájaro despliega sus alas hacia sí mismo
indudablemente se perdió en la oscuridad de sus ojos
abriendo y cerrando
esta ventana de cenizas por donde miro la ciudad abierta
y su cielo negro como un enorme espejo

Una cúpula se levanta como un sol muerto
hunde su espada en el estiércol de la realidad
los hombres no cesan de nombrar las cosas
y mis amplios dedos se levantan en el aire
donde no los alcanzan las calles muertas

Ecos de liras errantes cuelgan en mí
del hombro a la espalda
son cuerpos tísicos que en fila de dos aguardan su ración
                                                                          de comida
son hombres sin edad sin nombres que no van ni vienen
que sólo andan como fieras enardecidas encerradas en la noche

La noche puede encerrarse en este cuarto
podría atraparla con mis manos
y tragármela como una serpiente devora a una rata preñada

            mi mano hace
mi mano canta
mi mano baila
la poesía se está callada

 

 

LA SERPIENTE EMPOLVADA

 

La poesía es una serpiente en la sinuosidad epitelial de este cuarto
este cuarto de músicas astrosas que sabe a miel de moscas
         y humores ajados
tenebroso y frío como la losa o la rosa de una sala de autopsia

El espejo refleja su extensión centelleante
y el cielo ácido cae en el pozo de las manos cuando el reloj mayor
es un diente oscuro y ciego y crecen mis piernas sobre el asfalto estéril

Encerrado en la noche pues la serpiente silábica resiste
estoicamente la flagelación del invierno
estrujando el dolor el amor irrisorio entre címbalos y tambores

Para este tiempo también surge una realidad de cadáveres somnolientos
reinos inasibles y epitafios de hongos en las paredes
aquí el aire mudo se tiende como un hotel ebrio donde habitan
        los deseos
y los viejos amantes se extienden como las flores
estrenando sus nuevos órganos artificiales
navegan de extremo a extremo la tierra plana y hunden
sus cuerpos ásperos entre el hedor y la niebla de Cailloma

En este eterno momento en la orilla de la realidad numérica
el silencio es un laberinto donde respira una cabeza humana
más allá de los puertos invisibles el eclipse onomatopéyico

          movido a fuerza de remos
un golpe de ola entre la gravedad del sol y la luna
o la persistente sucesión de tres corcheas y una negra

Dónde sino aquí las palabras vienen costeando la estructura
del caos en mitad de su estruendoso cuerpo
hacia aquí vienen atravesando los templos medrosos
cuando refulgen los deseos torpes y balbucientes
al borde del abismo donde sólo el vértigo de las flores de cemento
y sólo tu recuerdo besan nuestra existencia

Dejemos entonces a la serpiente abrir sus ojos de ascuas

         y hallar su silencio vertical
que salga bruscamente como un dios entre zafiros y perlas enfermizas
y que se vaya por esos edificios de papeles que ríen

         sobre la tierra de los muertos
el vacío no es la soledad mientras el vacío se convierta
en una sombra tremante llena de significados

La serpiente cruza la Vía Expresa como un puente más
como una cosa pérfida y vil y bella como un augurio inútil
así de igual modo aparece el piélago tremente
en cada paso fenece la música ritual de la tártara
             el oxímoron
y la danza libradora de las cantinas celestes

Hay palabras que se dilatan como la edad de los hombres
como raudo muere el céfiro en la garganta enferma
y el ímpetu se rompe como los pulmones negros de mi padre el poeta

En el vértice del papel ya no habrá tampoco la soledad del héroe
los celajes trépidos las vísceras del mercado y los hinojos
pues la serpiente sideral ha devorado toda la realidad
acompañada por estas tristes aves que nos rodean en lo alto
y se ha sumergido bajo la sucia cabellera de las ensenadas

en el agua oxidada de los dioses
como se sumerge mi mirada

       en una niebla curva

              y desvaída

                   camino hacia ti

 

 

 

 

EUMÉNIDES

 

Qué gruesas paredes encierran la soledad
la noche es una mariposa sobre su pecho
desnuda y estática
y esas sombras
y esa única ventana que todo lo calla

Cómo penetrar en ese murmullo diminuto
ellas se miran y desearían peinarse
la una a la otra
pero el tiempo se detiene el olor a cenizas
una lámpara se consume y hay un temblor
en el suelo agonizante

Y dónde estás Delfina y dónde estás Hipólita
un ángel roe bajo su cama el tesoro olvidado

 

Otra imagen de Miguel Ildefonso

 

 

LOS PUENTES

 

Me gusta cruzar los puentes
sus extremos aferrados a una superestructura principal
      eternos sus basamentos
pero no es la longitud del puente ni el ancho
lo que hace su verdadero tránsito numerario
mirar hacia abajo es más profundo
que encontrar la visión del último punto en el cielo y ya no caes

Porque las cosas se han hecho para que sean así
y para que tú identifiques sus remaches su corazón
sus intersecciones de unión y de equilibrio

Tampoco el paisaje en el ornamento es lo que nos atrae
hacia tales proezas como la de desafiar la gravedad
o penetrar en el secreto bosque de su infraestructura

      de fierro y cemento

Me gusta cruzar – por ejemplo – la Vía Expresa
reírme de la muerte orinando sobre el asfalto

voltear a uno y otro lado del puente (puente que ya no veo)

       y siempre encontrar lo mismo 

 

 

 

 

DAFNE

 

 

Camino mientras un abismo crece bajo mis pies

tratando de tocar tus vanos instrumentos

pero sólo alcanzo tu silencio vestido de arrebol

como una ola en el firmamento

tocando el fuego de los brezos y los juncales marinos

 

Un lirio salta de la flauta de cemento

y toca las ondas de tu pelo en mitad del mar

desaparecido el sol

el águila cartero me trae la noche de las montañas espumosas

y arranco tu sombra de laurel

 

Nada más

porque los espejos me arrastran a la arena

en un mundo de naufragios y faroles

y alguien me hace recordar que en todo ello

está nuestra existencia

 

 

 

LAS ALAS

 

Delgadas y transparentadas alas de la cigarra
velada en la herrumbre del bosque pegajoso
un fulguroso titilar de angustia en el vacío
en el despejado silencio que se arranca de la piel

Aquí ya no habrá tranquilidad de alas
por las que tuvo la cigarra todos los siglos del poema
solo un estruendoso y tibio silencio en esa luna
encerrada en el círculo que lacera su curvado borde de sal

(Aquella núbil noche lloró bajo el desesperado canto
de las constelaciones y en el llanto
tuvo una sensación de alegría
y una fascinación ante el rompimiento de sus alas)

El desvaído bosque rumorea y crepita como su sombra
revoloteando en la pared
centelleando en el ala de la cigarra
mientras la cigarra se abigarra
calcinándose en azules destellos
pulverizándose en blancas partículas de materia

Tu cuerpo es el mundo que miro desde la ventana
mientras fumo un cigarro
sólo mientras me agarro de mi cigarro

 

 

 

 

ANSIEDAD EN TINIEBLAS

 

 

La tiniebla en Javier Prado es un concierto para solistas

       coro y orquesta
donde notas lóbregas irrumpen quebrando los cristales

       de negros bajeles

La noche es una mujer suicida una actriz
y la ciudad sólo es un abismo donde pardos caballos

se encuentran en la oscuridad
se hunden verticalmente en sus cuerpos ásperos
con relinchos de cangrejos y espasmos lapislázuli
y levantan las compuertas de la angustia en sólo cinco minutos

 

La flor es bella como un hospital
y la avenida se prolonga como el vuelo de un pájaro mórbido

una semiparábola anaranjada o la caída
de una música de agua que no oculta su deseo de existir

 

Bajo el puente sin palabras
se mueven las sombras alongadas de los caballos castrados

se alimentan de hongos sobre el suelo húmedo
y son sólo sombras
sólo criaturas hambrientas que han nacido en este tiempo

       de penurias y destierros

La noche es principio y es fin

       es Rosa y es Tejo
y una sinfonía de espectros que acompañaba nuestro

       febril aprendizaje
jamás ha negado nuestro desconcierto

 

 

 

 

STRIP TEASE Y MOSCAS

 

 

Cae la angustia como cae la fragancia de un árbol seco

y el viento acarrea lo que la noche esconde en nuestros cuerpos
         silenciosos
he aquí el espejo que se desnuda como parte del show

tal es el retrato de la pared
         (semiderruída)
la música encendida y el alarde de las luces
en el jardín donde se oculta la luna como una diosa demente
Orestes la mira desde la eternidad
dice que tiene la potencia de un reactor nuclear
la vemos y lo cierto es que sus movimientos

definen el ritmo cardíaco del computador

arriman el espacio de cielo donde procrean los muertos

y encuentran en sus ojos de vidrio una palabra que nada sabe

         del amor
del estertor del acto humano del sudor

de un cuerpo desnudo como una cosa de aire en los días fastos

 
Nadie se mira en el espejo donde la angustia encuentra su goce
nadie se deja de mirar
más allá del mundo un arco dispara su manzana
una ventana encierra miles de ventanas
y Orestes sin embargo se le aproxima aún más tratando de leer
los Hilos de Siete Colores
tratando de encontrar en sus ojos lo que el mundo ha ocultado
escuchemos lo que dice:          

“que hay detrás de los árboles nocturnos
detrás de la noche y su música de yerbas
detrás de tu cuerpo desnudo y de mi cuerpo
de tu vagina como un macetero
de mi pene como un cactus
qué hay en tu sonrisa y detrás de tu risa
qué hay en tus ojos de pergamino oscuro
en tu día y detrás en los sueños y tu vida
qué hay en mi silencio prolongado y mudo
detrás de la amargura de tantos años
detrás del deseo y su ceniza en mi vida”

Entre el estante y la lámpara boreal
entre el penacho de humo y la pared zodiacal
Orestes se aduerme como alejándose de este mundo lleno

        de palabras
no hay más rastro ni sentido alguno (en el mundo)
y una puerta que no parecía puerta se abre
y es por ahí – suponemos – que el muchacho se ha ido
destruimos el tiempo y así giraban las vocales en aquella
biblioteca de cenizas:
             A armas
                                 E economía
       I iglesia
                                                                          O onu
                                             U usa

Lo ves?
ahora todo ha dejado de ser verdad en este cuarto
todo es realidad y nos asusta
el retrato desnudo se desprende del tiempo negado

penetrando la inexorable irrealidad de la noche
bajo un cielo que suponemos estrellado mientras doblan
las campanas en la torre oscilante y ese dum dum
como el estallido de un reactor nuclear de grandes senos

como la metamorfosis del placer del dolor del placer
como el destello de mi aliento sobre tu piel ámbar

cuando mi sangre se seca      mi sangre
el de nuestros corazones sintéticos

La ciudad toda es un libro donde habitan los deseos desbordantes
de un cuerpo que puede ser tu cuerpo
el viento es un corcel con alfanje
pero en tu pecho se desintegran sus estocadas

En torno a una fogata nos jugaremos nuestra Eternidad
y los ejércitos del NO-SER han de venir ante el tierno llamado

         de una cigarra
vendrán seguramente con sus naves invisibles
algunos se postrarán bajo los treinta y tres arcos de este Hotel
otros en las cenizas saciados de delicias horrendas
pero aquel que desertó antes de tiempo
nos llamará desde su isla bajo el sol
y nos alcanzará torpemente como el viento que todo lo arrasa

        que todo lo vuelve viento

 

 

 

 

Miguel Ildefonso

 

 

 

 

 

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