POEMAS Y PRESENTACIONES EN SALAMANCA Y PORTUGAL DE ’47 POEMAS FEMININOS’, DEL BRASILEÑO ÁLVARO ALVES DE FARIA

 

Álvaro Alves de Faria leyendo en el Teatro Liceo (2014. foto de José Amador Martín)

 

Crear en Salamanca se complace en publicar los textos de las presentaciones del último libro publicado por el notable poeta brasileño Álvaro Alves de Faria, aparecido en Coimbra bajo el sello de Palimage, editorial dirigida por el poeta Jorge Fragoso. El mismo lleva un prefacio firmado por Inês Pedrosa, así como notas y comentarios de A. P. Alencart y Montserrat Villar.

El libro se presentó el pasado 15 de octubre en el Centro de Estudios Brasileños de la Universidad de Salamanca, y dentro de la programación general del XXII Encuentro de Poetas Iberoamericanos. Las traducción al castellano, hechas por A. P. Alencart, son rigurosamente inéditas. También hubo una presentación previa, el 13 de octubre y en la Biblioteca Municipal de la localidad portuguesa de Anadia (donde nació la madre del poeta). La misma estuvo a cargo de la poeta y ensayista Leocádia Regalo.

 

Alfredo Pérez Alencart y Álvaro Alves de Faria, con el nuevo libro (foto de José Amador Martín)

 

 

NOTA DE ALFREDO PÉREZ ALENCART

 

Dice el notable poeta Álvaro Alves de Faria: “Me aguarda lo que nunca olvido…”. He leído con especial gozo y atención su libro 47 poemas femininos, otro logro más que suma a su ya magistral obra poética que yo tampoco olvido nunca, pues impacta, conmueve, rasga nuestro interior y nos hace reflexionar, pues la poesía no es esa ingesta de versos bobalicones para embeleso de cursis: la Poesía es una estalactita que punza el corazón, como cuando nuestro poeta de São Paulo cuestiona esas formas: “Nada me dice la poesía lírica,/ pero sí la piedra bruta/ que rompe el cristal/ en un golpe de rabia”. Pero este libro no es un logro más: también es un aporte a otra forma de sentir del varón poniéndose en la piel de la varona (así se denomina a la mujer en el Génesis bíblico), del poeta que deja aflorar el lado femenino que todos los hombres tenemos pero que pocos, muy pocos, se atreven a manifestarlo poéticamente: “Hay en mí esa mujer/ que sueñan los poetas/ en poemas imposibles de decir”, concluye haciendo un homenaje a esa mujer que le habla por dentro. Alves de Faria, un maestro al que supe admirar nada más conocer sus versos, hace ya dos lustros del tiempo eterno.

 

 

 

1

 

Não te guardes em mim,

porque pertenço ao mundo,

mulher de todos

que andam pelas ruas

à procura do que resta viver.

 

Mas nada resta viver,

não te guardes em mim porque te vais ferir

com minhas tesouras,

dessas que cortam a pele e os panos,

as cicatrizes e o fim das coisas.

 

Nunca te fies,

porque sou a mulher de mim mesma,

essa mulher que se atira aos abismos

porque nada mais há a acreditar.

 

Não te guardes em mim com tua face

e tuas mãos delicadas, não te fies, não te fies,

porque morrerás

e nem o nome saberás de quem te matou.

 

 

Álvaro Alves de Faria y los poetas que leyeron en el Liceo el día 16 (foto de José Amador Martín)

1

 

No te ampares en mí

porque pertenezco al mundo,

mujer de todos

los que caminan por las calles

buscando lo que les queda por vivir.

 

Pero nada queda por vivir,

no te ampares en mí porque te vas a herir

con mis tijeras,

esas que cortan la piel y los paños,

las cicatrices y el final de las cosas.

 

Nunca te fíes

porque soy la mujer de mí misma,

esa mujer que se lanza a los abismos

porque no hay nada más en que creer.

 

No te ampares en mí con tu rostro

y tus manos delicadas, no te fíes, no te fíes,

porque morirás

y no sabrás ni el nombre de quien te mató.

 

Alves de Faria leyendo en el Teatro Liceo de Salamanca (2015. foto de Jacqueline Alencar)

 

 

 

 

2

 

Trazes de mim o que me resta ainda,

esse amor estendido no meu corpo,

como se a navegar todos os mares do mundo,

assim como se compusesse um retrato

que fosse da minha aflição

que faz com que me perca

nas ruas em que me conheço tanto

mas que agora tudo estranho

no que tanto sinto em meu espanto.

 

 

2

 

 

Traes de mí lo que aún me queda,

ese amor extendido en mi cuerpo

como si navegara todos los mares del mundo,

así como si se compusiese un retrato

que fuera de mi aflicción

que hace que me pierda

en las calles que mucho conozco

pero que ahora todo extraño

aunque tanto siento en mi estupor.

 

 

Pérez Alencart y Alves de Faria (foto de Jacqueline Alencar)

6

 

Aguardar-me o que nunca esqueço,

o que me deixo no que se acaba,

um rosto pálido

na pálida tez que trago à vida,

do que me resta em tanto empenho,

tudo que amei por meu desejo,

o que sempre tive e já não tenho.

 

 

 

6

 

Me espera lo que nunca olvido,

lo que me dejo en lo que se acaba,

un rostro pálido

en la pálida tez que traigo a la vida,

de los que me resta tras tanto empeño,

todo lo que amé por mi deseo

y que tuve siempre y ya no tengo.

 

 

 

Álvaro Alves de Faría leyendo en el Teatro Liceo (foto de José Amador Martín)

 

13

 

Toda mulher

tem um amor escondido.

 

Nem ela sabe,

mas tem.

 

Um amor com que sonha

todos os dias.

 

Todas as noites

e madrugadas.

 

Com esse amor

essa mulher amanhece.

 

Com ele,

adormece.

 

Mas ela não sabe.

 

 

13

 

Toda mujer

tiene un amor oculto.

 

Ni ella lo sabe,

pero tiene.

 

Un amor con el que sueña

todos los días.

 

Todas las noches

y madrugadas.

 

Con ese amor

esa mujer amanece.

 

Con él

se duerme.

 

Pero ella no lo sabe.

 

Álvaro Alves de Faria y Antonio Colinas (XVIII Encuentro 2015, foto de J. Alencar)

 

29

 

A poesia é mulher,

se não fosse mulher

não seria poesia.

 

Palavra feminina

de todas as coisas,

a poesia é mulher.

 

Assim íntima

na própria intimidade,

a poesia é mulher.

 

Assim mulher

a poesia é,

essa mulher que sou,

minha palavra

contra o mundo

que não sabe.

 

A poesia é mulher

em mim escondida

com sílabas

do verso inacabo.

 

 

29

 

La poesía es mujer,

si no fuese mujer

no sería poesía.

 

Palabra femenina

de todas la cosas,

la poesía es mujer.

 

Así íntima

en la propia intimidad,

la poesía es mujer,

 

Así mujer

la poesía es,

esa mujer que soy,

mi palabra

contra el mundo

que no sabe.

 

La poesía es mujer

en mí oculta

con sílabas

del verso inconcluso.

 

Alencart y Alves de Faria (foto de J. Alencar)

 

40

 

Pego as palavras que caíram do poema,

quero o poema que caiu das palavras,

pego os versos que me fazem viver,

quero o voo das aves no fim do dia

e me ferir mais perdida

pelo poema que morre sem poesia.

 

 

 

40

 

Cojo las palabras que cayeron del poema, `

quiero el poema que cayó de las palabras,

cojo los versos que me hacen vivir,

quiero el vuelo de las aves al atardecer

y me hieren más, perdida

por el poema que muere sin poesía.

 

 

Alves de Faria, Alencart, Tamura ,Cyro de Mattos y Fragoso, en Salamanca (foto de Jacqueline Alencar, 2013)

44

 

Quando, ao final de tudo,

me vi no que de mim restava,

silenciei para sempre

a palavra que em mim morria,

como se não precisasse mais

do meu próprio deserto,

como foragida

a chamar-me

pelo nome que não é meu.

Catarina, Eugênia, Sarah,

esse nome que eu não tinha,

que não se escreve,

como o poema que se rasga

e se deixa ao pé da porta,

para nunca ninguém ver.

 

 

44

 

Cuando, al final de todo

me vi en lo que de mí quedaba,

callé para siempre

la palabra que en mí moría,

como si no necesitase más

de mi propio desierto,

como forajida

llamándome

por el nombre que no es mío.

Catarina, Eugenia, Sara,

ese nombre que yo no tenía,

que no se escribe,

como si el poema que se rompe

y se deja al pie de la puerta

para que nadie lo vea nunca.

 

Álvaro Alves de Faria presentando su libro, acompañado de Montserrat Villar (foto de Elena Díaz Santana)

 

 

 

SER UNO MISMO EN LA DUALIDAD

Montserrat Villar González

 

Dice Álvaro Alves de Faria, o su álter ego femenino, “A poesia é mulher” y yo añado, como lo es la luna, esa luz silenciosa que nos observa cada noche y es inicio de tantas historias mágicas que conforman nuestra cultura y sueños. Pero en frente de estos dos elementos podemos situar al poema y al sol, ambos masculinos, como lo es el hombre que ha destapado su alma femenina en estos 47 poemas que ahora tengo entre mis manos.

Y he comenzado a leer confundiendo femenino con feminismo, buscando esa poesía tan necesaria ahora mismo en mi país en la que las mujeres son protagonistas y buscadoras de una justicia social y de igualdad que siempre se les ha negado. Mujeres que luchan por obtener derechos que a los hombres se le presuponen simplemente por ser hombres. Mujeres que, en alguna ocasión adolecen de ese tan utilizado “sentimiento maternal” y reclaman su derecho a decidir libremente entre ser cuidadoras de su prole o de sus familiares (rol impuesto durante siglos y que nuestras madres aceptaron resignadamente) o protagonistas de sus propias vidas. Mujeres que siguen sin tenerlo fácil en un mundo de hombres, macroeconomía y productividad.

Y leo ávidamente descubriendo mi error inicial provocado, sin duda, por la cultura y el mundo en el que vivo. Descubro a una mujer que repasa su vida y es consciente de que el haber luchado por su libertad (en sentido amplio), su soledad e independencia: “Estou sozinha en mim / e isto me basta” la convierte en la única protagonista de su vida. Una mujer que prefiere la verdad y el dolor a la lírica: “Nada me diz a poesía lírica, / mas a pedra bruta/que quebra a vidraça /num golpe de raiva”. Un ser que escribe para recordar y encontrarse como se encuentra uno delante del espejo, con una única verdad “a dor que nunca para de doer”. Y, a pesar de todo, un ser que se reafirma en el derecho a decidir sobre sí misma fuera de roles y preconceptos: “Aquela que nunca soube / fazer as unhas / e sair com a roupa do domingo/ para enganar a apariencia / de quem esqueceu de viver”.

Y continúo en esa dualidad que Álvaro Alves de Faria propone: “O poeta que amo mora por dentro, / onde mantenho um mundo inverso / ao meu que não vivo […] ese poeta que é o outro lado de mim / onde termino ele começa, […]”; que se descubre en su propia sombra y se abraza a su propio cuerpo desnudo para sentirse reina de sí mismo/a. Y descubro que hay sentimientos universales que nos unen frente a todo aquello que separa lo masculino y lo femenino. Y el dolor, el corte, la llaga, la frustración, el silencio… son universales en ambos. Y cómo no hablar de la necesidad de escribir poemas que nos salven de nosotros mismos, del mundo que nos acuchilla. Una poesía necesaria para respirar y leo “Não é a alma que serve à poesia, / mas a poesia que serve à alma / no verso delicado da escrita, / a palavra que se elabora, / no poema que se escreve /quando o poeta vai embora”. Esa poesía o ese poema que nos ata a la vida que se escurre entre nuestros dedos, a ese tiempo imparable que, a veces, significa dolor y otras placer: “tudo que amei por meu desejo, / o que sempre tive e já não tenho”.

Escribir poesía es interrogarse, negarse, afirmarse, ser consciente del tiempo y de las heridas, deshabitar el olvido: “Além do mais, / sou testemunha de mim mesma / e vi coisas que queria esquecer. / Mas não esqueço”.

Así que no dudo en imaginar a ese Álvaro femenino que reescribe su vida sin ningún tipo de fraude. Porque, al fin y al cabo, la vida que a cada uno nos ha tocado vivir es la que nos hace como somos, sin importar nuestro sexo o condición. Y la poesía (femenina) no deja de estar formada por poemas (masculinos), y ambos se necesitan para tener sentido. ¿Por qué pensarse en femenino o en masculino? ¿Por qué no encontrar nuestro otro yo complementario como ha hecho Álvaro Alves de Faria y ser uno mismo en ambas caras del espejo?

 

 

Álvaro Alves de Faria el año de su homenaje (Salamanca 2007)

 

SER O MESMO NA DUALIDADE

Montserrat Villar González

 

 Álvaro Alves de Faria, ou o seu álter ego feminino, diz “A poesia é mulher” e eu acrescento, como também o é a lua, aquela luz silenciosa que nos observa todas as noites e é o começo de tantas histórias mágicas que fazem parte da nossa cultura e sonhos. Mas diante desses dois elementos podemos colocar o poema e o sol, ambos masculinos, como o é o homem que descobriu sua alma feminina nesses 47 poemas que agora tenho em minhas mãos.

E comecei a ler confundindo o feminino com o feminismo, procurando aquela poesia tão necessária neste momento em meu país em que as mulheres são protagonistas e buscadoras de justiça social e igualdade que sempre lhes foram negadas. Mulheres lutando para obter direitos que nos homens são pressupostos simplesmente por serem homens. Mulheres que, por vezes, carecem desse «sentimento materno» muito gasto interessadamente e reivindicam seu direito de decidir livremente entre ser cuidadoras de seus filhos ou de seus parentes (papel imposto durante séculos e que nossas mães aceitaram resignadamente) ou protagonistas de suas próprias vidas. Mulheres que ainda não têm facilidade para viver em um mundo de homens, macroeconomia e produtividade.

E eu leio avidamente descobrindo meu erro inicial causado, sem dúvida, pela cultura e pelo mundo em que vivo. Descubro, então, uma mulher que revisa sua vida e está consciente de que ter lutado por sua liberdade (em um sentido amplo), sua solidão e independência: “Estou sozinha em mim / e isto me basta” faz dela a única protagonista de sua vida. Uma mulher que prefere a verdade e a dor à lírica: «Nada me diz poesia lírica, mas pedra bruta / que quebra vidraça / num golpe de raiva». Um ser que escreve para lembrar e se encontra como alguém se encontra diante do espelho, com uma única verdade «a dor que nunca para de doer». E, a pesar de tudo, um ser que se reafirma no direito de decidir por si mesma fora de papéis e preconceitos: “Quem nunca é feito / não sai com a roupa do domingo / para enganar a aparência / quem esqueceu de viver ”.

E continuo nessa dualidade que Álvaro Alves de Faria propõe: “O poeta que amo mora por dentro, / onde mantenho um mundo inverso / ao meu que não vivo […] ese poeta que é o outro lado de mim / onde termino ele começa, […]”; que se descobre em sua própria sombra e abraça seu próprio corpo nu para se sentir rainha de si mesmo/a. E descubro que existem sentimentos universais que nos unem frente a tudo o que separa o masculino e o feminino. E a dor, o corte, a ferida, a frustração, o silêncio … são universais em ambos. E como não falar sobre a necessidade de escrever poemas que nos salvem de nós mesmos, do mundo que nos apunhala. Uma poesia necessária para respirar e leio “Não é a alma que serve à poesia, / mas a poesia que serve à alma / no verso delicado da escrita, / a palavra que se elabora, / no poema que se escreve /quando o poeta vai embora”. Essa poesia ou aquele poema que nos liga à vida que escorrega por entre os dedos, neste tempo imparável que, às vezes, significa dor e outras prazer: “tudo que amei por meu desejo, / o que sempre tive e já não tenho”.

Escrever poesia é questionar, recusar, afirmar, estar consciente do tempo e das feridas, deixar de habitar o esquecimento: “Além do mais, / sou testemunha de mim mesma / e vi coisas que queria esquecer. / Mas não esqueço”. Por isso, não hesito em imaginar o Álvaro em feminino que reescreve sua vida sem nenhuma fraude. Porque, afinal de contas, a vida que cada um teve que viver é o que nos faz como somos, independentemente de nosso sexo ou condição. E a poesia (feminina) ainda é composta de poemas (masculinos) e ambos são necessários para fazer sentido. Por que pensar em feminino ou masculino? Por que não encontrar o nosso outro eu complementar como Álvaro Alves de Faria fez e ser um só e verdadeiro nas duas faces do espelho?

 

 

47 POEMAS FEMININOS, DE ÁLVARO ALVES DE FARIA

 

Leocádia Regalo

 

 

Segundo Orígines de Alexandria, o filósofo neoplatónico grego, o homem interior comporta um espírito e uma alma: o espírito é masculino e a alma é feminina. A estrutura do homem interior suporta-se, assim, na união de elementos distintos de género: o raciocínio e a afectividade; o conhecimento e a abnegação. Esta referência apenas tem razão de ser para justificar a minha leitura de 47 Poemas Femininos, uma vez que, neste conjunto de poemas que determinam um percurso interior, o Poeta, em atitude labiríntica, interpela as faces de Eva que, afinal, existem nele próprio, como certamente em todos os homens, mas assumir e expressar poeticamente esse lado oculto é apanágio de muito poucos.

 

Note-se bem que Álvaro Alves de Faria não optou pela heteronímia, não foi criar uma personalidade com nome feminino para congeminar 47 poemas, nem tão-pouco os escreveu no feminino. A voz que esta poética revela é uma voz de mulher. Portanto, não existe qualquer equívoco na criação desta obra – ela é tão-só a assunção dessa dualidade que Jung e Bachelard desenvolveram: “animus”(ânimo, espírito) versus “anima”(alma) coexistem no nosso inconsciente; o princípio feminino “yin” e o princípio masculino “yang” conjugam-se como expressão do dualismo e da complementaridade na personalidade interior. Partindo deste pressuposto, o caminho poético escolhido pode parecer máscara ou duplicidade, mas não é. Diria mesmo que se trata, sim, de autenticidade.

 

O sujeito poético reflecte mesmo sobre esta dualidade, quando, no poema 31, afirma: A alma não existe/ como me dizem os sacerdotes,/ mas sei que tenho dentro de mim/ meu espírito/ que tantas vezes a chamar-me/ se desespera. O mais interessante é que esta revelação já tinha sido feita pelo poeta em livros anteriores. Fui encontrar o poema com o título “Masculino” no livro À Flor da Pele, publicado na editora Temas Originais, na Colecção Mínima, que passo a citar: A mulher que vive em mim/ colhe uvas nas quintas/ com um avental de acasos.// Mas sou homem/ e detesto minha condição masculina/ de observar tudo com olhar autoritário.// Prefiro a subtileza feminina,/ aquela que aflora na pele,/ no silêncio da palavra.// A mulher que vive em mim/ morreu ontem./ Matou-se num momento quieto,/ quando todos os objectos da casa/ estavam se desfazendo.// Não me feriu em nada,/ apenas adormeceu/ com seu comprimido de fazer sonhar.// Vive a colher uvas/ com um avental de acasos/ e as unhas rente à pele dos dedos.// Matou-se como se matam os pássaros,/ mas deixou-me o coração/ pulsando em cima do móvel da sala.

 

 

Fragoso, Faria, Sampaio y Regalo, en Anadia

 

Ao assumir essa voz, o sujeito poético joga com uma frontalidade que, por vezes, aspira a uma inteireza andrógina, tendo a poesia como essência da sua expressão. No poema 7, lê-se: Guardo-me na minha condição/ e a poesia haverá de respeitar-me/ ao dizer-me em suas palavras.// Despida do que me sou,/ vejo-me inteira, sem disfarce,/ inteira, sem receios/, inteira, sem culpa.

 

 E no poema 8, na primeira estrofe, o sujeito poético apropria-se do fingimento poético pessoano, transgredindo-o: Não sinto mais a dor,/ porque já faz parte de mim,/ pulsa comigo o pulso da vida/ e finjo sentir a dor/ que deveras sinto. Sempre esta voz feminina que realça a dor, o sofrimento, como parte integrante da mulher. No seu percurso pela vida, incorpora-a, numa justificação estóica. A prece é o único bálsamo que a consola, assim como a memória da leveza de momentos vividos como se estivesse numa festa/ vestida de bailarina/ com passos largos/ numa valsa vienense. No entanto, a condição feminina destrói todos os seus sonhos. O sujeito poético abre o jogo, rasga o sudário e conclui o poema com uma expressiva comparação que vem explicar esse drama interior: Termino-me como um escritor/ que conclui um romance/ e sabe que todos os personagens/ acabam de morrer. Assim, o cepticismo, um desespero inerente, a revolta, também, assolam o âmago da consciência desta mulher que declara: estou cansada/ e nada me leva mais/ a acreditar na existência. (poema 9).

 

Ela já não se revê na poesia lírica – aquela que os Clássicos e os Românticos eternizaram na corda tensa entre Eros e Thanatos). Só a poesia, que denuncia o seu infortúnio e a injustiça e o mal-estar que, ao longo de séculos, recaíram sobre ela, a pode dizer, na sua raiva. No poema 29 há uma assunção explícita da identificação: A poesia é mulher,/se não fosse mulher/ não seria poesia. diz o sujeito-poético; e, como que colando a opinião do escritor a essa voz feminina: A mulher não escreve poemas belos,/ mas delicados,/ por mais que esteja tudo quebrado/ a mulher escreve palavras elegantes/ como a dor/ que nunca pára de doer.(poema 12). Ou então: Há em mim essa mulher/ que sonham os poetas/ em poemas impossíveis de dizer (poema 47).

 

Alves de Faria leyendo en el Liceo (octubre de 2019. Foto de José Amador Martín)

 

A sombra que persegue a mulher é a sua outra face, a sua interioridade: Sou a rainha/ de mim mesma/ e também/ minha própria sombra/ que não me segue mais ( poema 39). Do mesmo modo, a sua reflexão no espelho leva-a a explicar: Narcisa,/ estou partida ao meio,/ entre a alma/ e o devaneio,/ o pecado/ e o receio. (poema 11), considerando que a intuição, um sexto sentido e a intimidade são qualidades por excelência nela. Por isso, no poema 15, constata: A alma da mulher/ é diferente/ (…) Vê mais,/ sente além,/ o que não se alcança/ e se perde/ na própria alma/ que a mulher guarda/ e a ama sozinha. E vai mais longe, o sujeito poético, no poema 13, sendo assertivo ao revelar: Toda mulher/ tem um amor escondido.// Nem ela sabe,/ mas tem.// Um amor com que sonha/ todos os dias.// Todas as noites/ e madrugadas.// Com esse amor/ essa mulher amanhece.// Com ele,/ adormece// Mas ela não sabe. E, como se não bastasse toda esta revelação, ainda acrescenta no poema 28: O poeta que amo/ é o outro lado de mim,/ o que me mantém viva,/ (…) porque o poeta que amo/ é meu irmão.

 

Sabemos que a poesia é a expressão literária que permite penetrar nas recônditas e profundas paragens da consciência, precisamente porque a própria linguagem adquire uma ressonância e simbologia subjectiva, que compete ao leitor captar nas suas faces poliédricas. Escrever poesia é sempre um acto de coragem, de exposição, de exploração do que no mais íntimo de nós pode viver. Neste aspecto, este livro de Álvaro Alves de Faria é simultaneamente uma dádiva íntima, que através da publicação se perpetua, e um hino de empatia com a condição feminina pela forma especular que o poeta usa na sua escrita. Como se a própria poesia que, segundo ele, é mulher convivesse no seu secreto existir com o homem, dotado de outra dimensão que é o ser masculino, e gerasse com ele uma perfeita paixão, no sentido primordial do termo, relacionado com o amor e com o sofrimento, num reflexo permanente que o espelho lhe devolve.

 

Este complexo entendimento da realidade é manifestado neste poemário em variadas circunstâncias: no desejo de ser mulher na sua inteireza, pautada pelo cansaço feminino, reconhecendo a falta de afirmação e de liberdade; na rejeição da clausura que a mulher impôs a si própria e na procura incessante do amor; na solidão feminina determinada pelo destino fatal que marca Eva, desde o Paraíso; na aceitação da rotina, se houver o espaço/ e a liberdade de dizer/ a palavra precisa/ que pega certeira/ na vida do homem/ e faz renascer/ o que já foi nobre/ alguma vez, (poema 23); na passagem inexorável do tempo e na constatação da condição feminina que se rende à compaixão e à resignação (Quero fugir de mim,/ mas não consigo,/ guardo-me nas minhas queixas/ para assim morrer comigo. – poema 45); na necessidade da fuga existencial, de resguardo e recolhimento, no sentido de um isolamento que conduz a mulher ao esquecimento do próprio destino; na espiritualidade feminina que se opõe à existência de uma alma na concepção cristã; na conjugalidade como cativeiro; na prece, essa forma de relação com o sagrado que protege e salva da árdua caminhada nesta vida; na efemeridade e na iminência da morte (Parco é o tempo/ que há ainda por viver,/ esse tempo,/ esse tempo,/ esse dia,/ essa hora de morrer.// Parco é o corpo/ que em mim se perde/ na mulher que significo, (poema 46).

 

Em suma, esta é a poesia do que resta viver, como diz o sujeito poético no poema inaugural, a poesia que nos obriga a reflectir, que nos surpreende, que nos comove pela franca partilha do sentir, a poesia dum Poeta maior da Literatura Brasileira  que, de livro em livro, nos vai deixando a sua obra e a sua vida.

 

                                                          

Faria y otros poetas del XXII Encuentro en la Sala de la Palabra (foto de Jacqueline Alencar)

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