Poemas del abulense Daniel Zazo. XVI Encuentro de Poetas Iberoamericanos. Pinturas de Miguel Elías

 


 

Hoy Crear en Salamanca se complace en presentar algunos textos del joven y prometedor poeta Daniel Zazo Gil, extraídos del volumen titulado Decíamos Ayer, antología del XVI Encuentro de Poetas Iberoamericanos realizada por Alfredo Pérez Alencart, poeta, profesor de la Usal y director del Encuentro. Así escribe Zazo Gil, como anticipo:

 

 

Entre dos espaldas se origina un istmo,

una región próspera y fértil

invadida cada noche

por los credenciales de la carne

y el decidido propósito del deseo…

 

 

 

 

Daniel Zazo Gil (Ávila, 1985). Es licenciado en Historia por la Universidad de Salamanca. Actualmente ejerce como profesor de enseñanza secundaria. En 2003, con dieciséis años, logró el primer premio en el V Certamen Provincial de Poesía Ciudad de Ávila. Poemas suyos se han publicado en la revista El Cobaya (Ayuntamiento de Ávila) y en Papeles del Martes (Diputación de Salamanca). Ha participado en varios encuentros literarios, especialmente en las tres última ediciones de “Diálogos con Juan de la Cruz” y colaboró en el “I Festival Internacional de Poesía de Ávila”, septiembre de 2012.

 

 

 

 

(Los corolarios del deseo)

 

 

Ella impone aranceles a los confines,

la palma de sus manos nada sabe de surcos ni de estrías.

Todo en ellas es paramera o estepa.

En la frontera de su cuerpo

hay una delgada línea que delimita la corteza de la carne

por donde discurre, impoluta,

la ternura del lobo, la cólera de la mantis.

En sus labios reposan las debilidades del ser humano,

sus flaquezas y miserias, las más bajas pasiones,

la sabiduría de la libélula peregrina.

Por eso al atardecer,

busca, desesperada, el pétalo impúber,

el preludio de la resina en las manos,

la reconciliación con un cuerpo foráneo.

Y precisa, girasol insumiso, el haz de luna,

el inminente festín de esquejes y rizomas,

el salitre custodiando su sexo,

el súbito bautismo de gramíneas en la espalda.

Y todo equívoco termina en presagio,

y toda convicción en duda,

en pródigo deseo concupiscente.

A posteriori, el aleteo de la mariposa en las pupilas,

la condena al fuego eterno,

el lirio marchito en sus riberas.

 

 

 

 

 

(El amor: Hipótesis sin contrastar)

 

 

(Variables de la hipótesis)

 

Y si el amor fuera eso;

la rotundidad visual del silencio

tras la liturgia profana de la carne,

la esencia telúrica del abrazo,

su rito de grietas y raíces,

el solsticio de invierno en la colmena,

o el mercurio que gravita, inconsciente,

entre la quietud y la zozobra.

 

(Confirmación de la hipótesis)

 

Al pretender dominar el fuego

por primera vez,

el ímpetu se modera

y lo súbito, progresivamente

se torna en reflexión.

Quizá el amor sea eso,

hoy, pira incandescente,

mañana, rescoldo o pavesa.

 

 

 

(Interior)

 

El presagio de la lluvia,

el perímetro de la habitación azul,

la geometría del tálamo,

la gramática del cuchillo en el beso,

la voltereta de la gaviota en las entrañas,

y tú,

curva en movimiento,

desnuda y lasciva,

posada ad perpetuam

en el recuerdo fugitivo,

en la memoria retenida.

 

 

 

 

 

(Libélulas)

 

 

Como dos libélulas

hacemos y deshacemos el amor,

una encima de la otra.

Las alas sisean combativas

y los vientos claudican abatidos.

Como dos luciérnagas

nos entregamos a las noches árticas

con la fiebre de la presa panza arriba

y el resuello de una acémila insurgente.

Como dos felinos

en la tregua que precede al acecho y batida,

custodias el temblor de mi sigilo

el reposo de la garra,

la insolencia en la mirada.

El trasiego de los cuerpos termina

y solo quedan posos,

semillas

y olor a sexo derrotado.

 

 

 

 

 

(Oración)

 

 

Esta homilía no es una celebración del dolor,

ni un panegírico a lo que no fue,

no pretende rendir pleitesía

a inmemoriales gramáticas

o a reliquias remotas.

Esta plegaria no entiende de pláticas desesperadas

ni de júbilos diligentes.

Su liturgia es discreta,

a medio camino entre lo austero y lo impío.

Para unos, más cerca de lo sacrílego y profano,

para otros, su rito es, simplemente un acto de fe.

No hay rastro de panes y peces,

solo una eucaristía de besos furtivos

y la pagana costumbre de amar sin medida.

Esta oración permanece como escarcha indeleble

en la inocente caricia,

en la perpetua prédica peregrina

como canto al goce y a la vida.

 

 

 

(El abismo)

 

 

Es inútil el flagelo

cuando ya nada se espera de la vida,

salvo la condescendencia

de esta lluvia de octubre

y el leve olor de la tierra mojada.

 

 

 

 

(Confesión)

 

“…y el inmortal dulzor al alma pasa…”

                           Fray Luis de León

 

He visto la carne sublevada

en la mazmorra del alma,

la he visto palpitar y contraerse

huérfana de fe

y carente de gracia.

He descifrado el secreto lenguaje

del trueno cuando éste carece

de gravámenes y dogmas.

Confieso haber acariciado labios como sierras

y manos como mapas

y haberme perdido en la frágil cartografía

de un vientre.

He descubierto como lo que un día fue tótem

con los años regresa a la ceniza más mundana,

y como el cuerpo,

termina reconociéndose en el espejo del tiempo.

Me declaro pues, culpable,

porque fiel a mis propósitos

nunca interioricé ni oraciones ni doctrinas,

todo en mí fue imprudencia y asueto.

Ahora, al borde de la muerte

imploro el indulto,

la absolución

o, al menos, el perdón de tus cansados ojos.

 

 

 

 

 

3 comentarios
  • Xenaro
    septiembre 20, 2013

    Parecen cantares desde dentro, donde solo tú estas;
    ¡O no! Y, a pesar de todo, nos los dejas.

  • Frio hosteleria
    octubre 2, 2014

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  • Daniel Zazo
    octubre 16, 2017

    Cómo pasa el tiempo. Encontré este artículo paseando entre recuerdos y voy a aprovechar para invitaros a conocer mi nuevo libro «Que ardan los fuegos», también a mi nueva página web.

    Daniel,

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