POEMAS DE LA ESPAÑOLA EMILIA GONZÁLEZ. XVII ENCUENTRO DE POETAS IBEROAMERICANOS. PINTURAS DE MIGUEL ELÍAS

 

Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar algunos de los poemas que, durante el XVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, leerá en su ciudad natal, Emilia González Fernández (Cantalapiedra, Salamanca). Es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y actualmente profesora de Lengua y Literatura en el instituto Torres Villarroel de Salamanca. Ha obtenido diversas distinciones y premios, y en 1983 se le concedió el accésit del Certamen Nacional de Poesía Universitaria convocado por Radio Nacional de España, siendo presidente del jurado Jorge Guillén. Sus libros de poesía son: Microcosmos (1988) y Épica cotidiana (2008). También aparece en varias antologías, como Voces nuevas IX (Editorial Torremozas, 1992) o Poetas en Salamanca (Editorial Amarú, 2000).

Estos poemas forman parte de la antología “Palabras del Inocente”, coordinada por Alfredo Pérez Alencart para Editorial Edifsa y la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes.

 

1 Emilia González por Miguel Elías Emilia González por Miguel Elías

 

 

EXILIO

 

Y la vida se transformó, de pronto,
en un amplio erial entre bloques insomnes,
al capricho de todos los vientos
de todas las basuras, de todos los olvidos,
sin piedad en su azar
tan provisorio y cruel
como el propio destino.
¿Quién iba a trabajarse la vida
sin ganas de vivirla sin raíces?
Extraña criatura
surgida en las aceras, como un árbol
zozobrando a la orilla de un río.
Con una savia negra en las entrañas,
con un oscuro ardor en el cerebro
tiznado de fracaso.

 

 

2

 

CENIZAS Y SEMILLAS

 

 
Haz como que no ves,
conserva
fuego interior purísimo
tan fiel como las hojas que crepitan,
látigo del otoño enardecido.
No me sucumbas nunca,
que amarilla es la muerte de las hojas,
lo mismo que el otoño con su fuego tan fértil,
ser para por si acaso,
luz también amarilla.

 

 

3

 

 

SUPERMERCADO

Que vivan los colores en galerna,
deseos van y vienen,
oleadas de gentes y vientos de miradas;
muchas manos acechan objetos salvadores
que entretienen la espera de lo que nunca llega,
escaleras histéricas no cesan
de elevar los deseos, las ansias inflamadas
de tapar tantos huecos con goma-espuma y látex.

Las músicas domadas,
la voz meliflua y fértil,
de las recolectoras de dinero,
las danzas indolentes
de las ninfas varadas, maniquíes,
que en lugar de pecados ofrecen frío y máscara.

 

 

4

 

TIERRA QUE YA NO ES
(A mi padre)

No más espigas,
ya no más aire propio, conquistado,
hacia un vuelo que evoca
nubes que fueron nuestras desde allí contempladas,
épica de familia.
Las manos de mi padre
dando fecha a la piedra, savia a nuestras palabras,
signadas en el cielo de ese espacio de menta.
Las aves ya sin nombre
en templos sin paredes han de buscar errantes
huellas de un hombre puro que se aleja
“¡Oh Dios qué buen vasallo!”, con las manos vacías.

 

 

SOLUCIÓN POSIBLE

Hay que volver,
que espera tras los quicios
la sensación azul,
la huella de los dioses
sobre la hierba,
van las aguas sin rostro
volteando su espléndido mensaje
para nosotros todos
para nosotros.

 

5

 

LA OTRA HORA

Algo pasó a mi lado, en la calle, entre gente:
vienen notas calladas, como aire de muy lejos
a tremar en las manos, que se han hecho de espacio.

Algo pasó en la tarde que la hizo distinta,
como eco de los nervios respondiendo a otras voces,
pero todo es tan torpe cual flor de escaparate.

Algo que pasa y vuela que te toca y no tocas,
como insecto gigante solivianta el deseo
de lo que no concluye cuando las luces mueren.

La soledad entonces fue salvación callada,
su luz no conocía la huella de las sombras,
el olvido, tan diestro, fabricó su quimera,
y todo era lo mismo, distracción de la muerte.

 

6

 

MEDITACIÓN

 

 

Y si esto solo fuera
La excepción de la inmensa nebulosa
Donde la vida no se acaba.

Los que quedamos
En esta tierra hemos perdido
Huecos de plenitud mis muertos vivos
Llenos de realidad en almas exiliadas.

 

 

REQUIEM

 

 

 
Esta desolación sólo es vacío
El hueco de una llama que no arde,
Cero infinito y frío que no habita
Ni la nada.
Ni un átomo del aire sin ceniza
Si ya fuera ceniza iluminada…
Pero la luz es sólo otro accidente,
Que engaña la mirada y la traiciona.
Si al menos otros ojos percibieran
El atroz extravío de los míos
Perdidos en el páramo del tedio.

 

7

 

 

VENGANZA

Para A. P.

No siempre es poderosa
la nada, esa serpiente
que ahoga la miseria de los días
y los reduce a polvo.
A veces la belleza
puede salvar al mundo en un instante
en que brilla la mano de algún dios:
Piedra domada,
pintura que domina con su inutilidad
nuestros nervios sedientos,
algún cielo en la tarde
que resplandece azul en su sentido.

 

 

8

 

 

OLA ÚLTIMA

Me trajo el mensaje de mi cuerpo,
se cansó de buscar multiplicaciones,
se queda sola en sí,
ola quieta imposible,
ola que impone ya
su desaparición, su retroceso,
el hueco de mi cuerpo,
mi muerta viva, ¡ay mar!

Yo escogí aquella ola
por entre los millones de mil años,
la final, tan sencilla,
tan terrible, tan quieta.
Se retiró en receso
toda la tierra,
me abandonaron crueles,
todas las aguas.

 

9

 

 

 

TÚ, VIEJO MAGO, MÍSTICO INMEMORIAL…

“Desperté gimoteando
bajo la piel de un niño”
GASTÓN BAQUERO

Tú, viejo mago, místico inmemorial,
Meciste a tu niño viejo diciendo:
“Duérmase vuesa mercé”,
Con la maravillosa vieja lengua.
Pero el niño llora desde la noche del Génesis,
Pero el niño grita y no conoce las raíces del grito.
Tu niño temblará siempre, Gastón
En cuanto mire al mar
Y se estremezca ante el horizonte deshabitado,
Las ceibas, las cañas dulces han desaparecido,
No hay zumos en la tierra que le quiten el miedo

Dale de tu elixir de palabras,
Imagina una nana de viejo brujo,
Ahora que te las sabes todas,
Para engañar su inocencia pavorosa
De planta trasplantada que no arraiga
En las arenas de la playa de ese mar de Dios,
Porque es carne doliente todavía,
Porque todos somos niños de carnes extraviadas,
Esos niños de tus rosas oscuras
Para seguir dibujando en la arena
Un hermoso diseño de estrella salvadora
Pues hechos estamos de la materia de los sueños,
Como tú, incesante, repetías:
Niños inocentes de la materia de sus sueños.

 

 

10

 

SECUESTRO EN LA CIUDAD ANTIGUA

 

 
La princesa está triste
ya sabe lo que tiene:
la casa tan pequeña, tan blanca, tan bonita
con un lujo de grietas decadentes
y de ciertas polillas que los otros critican
como un descuido imperdonable,
con tres arcos que prestan cierto encanto
a su vida encogida y recoleta.

Ella recuerda siempre, asomada al balcón,
que el horizonte se cierra no muy lejos,
y que su lecho nunca será un gran barco
de blanca arboladura, bajo cielos insomnes.

La princesa no llora:
es sabia y se corrige
de sus deseos díscolos leyendo los diarios,
maquillando en sus labios la mueca de la angustia.

 

11

 
Aquella niña sola
No recuerda el lugar en donde estaba:
Sólo el trigo y los cielos,
Trigos unánimes bajo el azul…

E. G. F.

 

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