POEMAS DE JOSÉ AMADOR MARTÍN LEÍDOS EN EL II ENCUENTRO ROIZ DE POESÍA (CASTELO BRANCO – PORTUGAL)

 

 

 

José Amador Martín leyendo en la Ermida da Senhora de Mércules, durante la ceremonia inaugural del Encuentro

(foto de A. P. Alencart)

 

 

Crear en Salamanca empieza a publicar los versos de los poetas convocados al II ENCUENTRO ROIZ (LUGARES DE POESÍA), celebrado el 23 y 24 de julio en la ciudad lusitana de Castelo Branco. Este evento, organizado por la Junta de Freguesia de Castelo Branco, presidida por Leopoldo Rodrigues, se realiza con periodicidad bienal y se complementa con la entrega del Premio Internacional de Poesía António Salvado – Ciudad de Castelo Branco. Los poetas portugueses que estuvieron invitados fueron Maria de Lourdes Barata, Leocádia Regalo, Sara Costa, Maria José Quintela, Antonio Teixeira e Castro, Pompeu Martins, Joaquim Colôa, Carlos D’Abreu, Manuel Costa Alves, José Pires, Luís Filipe Castro Mendes, João Rasteiro y Artur Coimbra. Por su parte, los poetas salmantinos o vinculados con Salamanca son:José Amador Martín, José Alfredo Pérez Alencar, Tomás Acosta Pires, Aída Acosta, Juan Carlos Martín y A. P. Alencart. También estuvieron presentes los galardonados en idioma portugués: el Fernando Fitas (Premio) y Renato Filipe Cardoso (Mención de Honor). Por vía online leyeron sus poemas el venezolano Ernesto Román Orozco, ganador en lengua española, y la argentina María Chemes, accésit.

 

El salmantino José Amador Martín Sánchez (1951), dirige la reconocida revista ‘Crear en Salamanca’ y, como poeta, ha publicado tres libros, “Ciudad interior” en primer término, además de numerosos documentales en su faceta de documentalista y experto en temas de imagen y video. A través de internet su obra fotográfica ha sido difundida por todo el mundo, participando en muestras colectivas e individuales, así como en numerosos libros de otros autores.

 

 

Algunos de los poetas invitados al II Encuentro Roiz, en las escalinatas del Jardín del Palacio

 

 

La ciudad es una isla, tras la ventana la mar.

Bitácora de un náufrago de la memoria.

 

ISLA SIN MAR

 

 

Abrir la ventana es soñar con la mar,

la ciudad es una isla rodeada de sueños,

construida en las rocas, hacia arriba los valles,

hacia abajo las nieblas de torres y cúpulas.

La ciudad es abrazo de la acción de abrazar,

el azul infinito de cielos extensos,

si te miras en ellos verás flotar los sueños,

la vuelta de los barcos al puerto de los nácares.

La ciudad es un canto de areniscas doradas

en ella están los fósiles de tiempos antiguos,

de montañas y águilas y de peces dorados

que duermen en el tiempo pasado y los recuerdos.

Por la tarde las torres, las casas y las aves

bajan a los paseos de luces y de sombras,

se bañan en las playas y vuelan en las olas,

después el sol se extiende en un paisaje único

y las nubes ascienden para contar aquello

que supieron de siempre de atardeceres mágicos.

La ciudad tiene un mar, es barco y atalaya,

única y sin fronteras, compacta de planicies

que comienzan en ella y en ella terminan,

de horizontes extensos que no se pierden nunca.

El aire trasvasado por la fuga del agua

es errante destierro de nácares y sueños,

hincados en los valles y en espejos de luz,

en recorridos mudos de miradas intensas.

Esta noche soñaba con la mar,

mi ventana cerrada acunaba la duda

de una caracola de rumores y vientos.

Mi ciudad, paraíso, se hace puerta de sueños,

en medio de mi sueño, mi ciudad es la isla,

palacio de sal deshecho entre mis dedos.

el agua que la baña es la pasión que habita,

las estancias son a mi amanecer de niño.

Con la mano de sal sé que las estrellas

volverán del naufragio a las playas tranquilas

del día que amanece, mientras recobramos

la memoria y la brisa, la ventana y su mar.

 

 

¿DÓNDE LA LUZ?

 

 

Cielos de nubes negras pueblan mi alma,

sombras de las noches oscuras, noches frías

de los paisajes gélidos, me despiertan

y me encuentran buscando la luz, aquella

que transciende más allá de los sueños.

 

Quizá nunca he sabido despojarme de todo

humillarme, sentir la soledad, las calles frías

de la ciudad sin abrigo, de los desheredados

que caminan sin luz, sin aliento, abandonados….

dispersos en sus mundos lejanos de miseria.

 

Muchas veces he penetrado en los jardines

que guardan secretos, flores marchitas y fuentes

para calmar mi sed, para vivir la Luz, para sentirte;

muchas veces los senderos se cruzan

en un bucle infinito del que no encuentro salida.

 

Y siempre en la sombra se enciende la luz

aquella que poco a poco apagamos

en los caminos de la soledad y el abandono……

Sé que en ti la luz es llama viva al despojarte

Llama que me guía en los paisajes de mi alma.

 

Y en la oscuridad Tú me conduces por caminos

que me llevan a ti, pues eres mi vela encendida

porque tú eres mi luz en medio de toda oscuridad

luz en tu mirada de compasión y perdón

estrella en mi corazón, agua y luz para mi sed.

 

 

 

José Amador Martín leyendo en la Plaza del Museo Cargaleiro

 

ALGUNAS VECES

 

 

Algunas miradas funden

las memorias soñadas

la brevedad de un atardecer

el brillo de las noches

con sus ardientes lunas.

 

Algunas veces,

las palabras detienen

el temblor de los instantes,

la pasión de los árboles,

o el tiempo que pasa fugaz

sin detenerse.

 

Algunas veces

el mar es escalón del aire, 

que se adueña,

infinitamente,

de los deseos y el olvido.

 

Algunas veces las cosas

es mejor no nombrarlas

aunque ellas te aguarden

en cada encuentro.

 

Fue así desde la Eternidad primera

de un horizonte a otro

la luz se despierta

Estalla

desde la sombra

sin nombrarla, cada día

y así llega a la eternidad primera.

 

 

Alfredo Pérez Alencart y José Amador Martín, a la entrada de la Ermita

 

 

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