Pinturas de Iván Fernández-Davila. Nota de A. P. Alencart y Entrevista de Maritza Espinoza

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 El pintor Iván Fernández-Dávila

Visión y expresión del entorno, de lo inmediato, literatura (historia, narración) sobre el lienzo o el papel, calado de la mirada de un pintor que no es igual a todos, porque también escribe: lo que aprecia y motiva, lo transmigra a formas y colores fecundantes. Hablo del pintor peruano Iván Fernández-Dávila (Lima, 1983), un artista que merece conocerse por el único continente de la lengua castellana. Lo suyo es vocación, empeño, pasión, dignificación de lo autodidacta, potencia de imágenes que conmueven, engarce y comunión entre los seres humanos más próximos que, tras su pinceladas, se universalizan. Aplaudo su trabajo y su proyección.

 

***

 

Hace un par de meses en Buenos Aires (Galería Liliana Rodríguez); hace unas semanas en el Museo de Arte Contemporáneo de Arequipa. Para octubre en México, luego en París… Me alegro de estos periplos, de estas exposiciones individuales que mejorarán el aprendizaje de Iván, que sabrán dar más ventanas a sus creaciones preñadas de eros y de necesidad de comunicar su mundo.

 

Alfredo Pérez Alencart

Universidad de Salamanca

 

 Retrato  Homenaje a Sérvulo Gutiérrez  (2013)

La obra de Iván Fernández-Dávila ha sido apreciada en Francia, España,  Inglaterra, Estados Unidos, México, Argentina y Ecuador. Actualmente, algunas piezas son parte de la colección del Latino Art Museum (California, USA); Museum of Americas (Florida, USA);  Embajada del Perú en Inglaterra – Londres; Museo Luis Noboa Naranjo (Guayaquil, Ecuador). Y en Lima, Museo Pedro de Osma y el Museo de Arte de San Marcos. Así como parte de otras diversas colecciones privadas de América y Europa.

 

“Nunca he querido captar la realidad tal cual es”

Maritza Espinoza (La República, Lima, 4 de junio de 2014)

 

¿Cómo fue que te expulsaron de la universidad y te hiciste pintor?

Yo ingresé a la universidad Católica el 2002, después de vivir en provincia un año. Mi idea era estudiar Diplomacia, porque siempre he escrito poesía…

 

¡¿Diplomacia y poesía?! (Risas)

Sí, claro, por Neruda, Octavio Paz, Saint John Perse (poetas y diplomáticos) y otros muchos. Veía que a través de la diplomacia uno podía viajar, tener algún ingreso, porque ¿de qué vive un poeta?

 

¿La pintura ni asomaba todavía?

No existía. Los pintores hasta me parecían unos vagos. Pero en un  viaje a Arequipa en el verano del 2003, a visitar a mi papá, algo pasó en esa ciudad.  Siempre he tratado de entender qué me motivó a empezar a rayar, a hacer formas. En esa ciudad no me bastó la palabra.

 

¿Crees que tuvo que ver el lugar?

Quizás. La luz, que es tan intensa, tan diferente a la de Lima. Y quizás la soledad, porque no conocía a nadie.

 

Y, bueno, ¿cómo fue lo de tu expulsión de la universidad? (Risas)

Después de este descubrimiento en Arequipa, me inscribo en la universidad, pero me desinteresé por completo. Compraba cartulinas, témperas,  y me encerraba  en mi casa a rayar y hacer formas todo el día. Nunca iba a clases.

 

¿Y cuándo te das cuenta de que la pintura era algo definitivo en tu vida?

Cuando me expulsan de la universidad.  El siguiente ciclo, cuando regreso a matricularme, me dijeron: tú ya estás expulsado hace tiempo. Me preocupé, pero después pensé: ¿qué te preocupas? ¡Eres libre! Ahora ya dedícate a lo tuyo.

 

 

  Exposición en Buenos Aires

 

¿Por qué te negaste a academia?

Postulé dos veces a Bellas Artes, pero no quería entrar.  Es que, cuando le digo a mi padre que no quería otra cosa que no sea pintar, me dijo: déjate de mariconadas (risas). No te va a faltar techo y comida, pero, púdrete, no te vamos a dar ni un centavo.

 

¿Y cuándo surge tu trazo  tan característico? 

Con el tiempo. Primero hacía formas abstractas. Cuando estudias arte, lo primero que te piden es tratar de captar la realidad tal cuál es. En mi caso fue al revés: fui de la realidad interior a lo figurativo.  De ese caos que empezaba a hacer, empezaron a emerger cabezas, brazos, manos.

 

Tu trazo está muy asociado a lo nocturno, a lo bohemio, a lo marginal… 

Probablemente es un reflejo de una forma de ser. Yo nunca he querido captar la realidad tal cuál es ni hacer un realismo académico. Lo he hecho por necesidad, cuando empezaba, pero yo me daba cuenta de que querer hacer una foto era limitar mucho la pintura. Entonces, traté de buscar una expresión pictórica particular.

 

Dicen que tus trazos te emparentan con Herskovitz, con Humareda…

Claro, soy un expresionista. Me interesa la realidad, pero como punto de partida para hacer mi propia realidad. Ese desnudo, por ejemplo, de una mujer allí, con las piernas abiertas… La mujer estaba ahí, pero yo he metido otros elementos, otros colores.

Tu etapa más conocida es justo esta, medio voyeur, de Habitación en Lima…

Este cuadro es el que expuse en el Museo de Osma y de él salieron doce. Después de la muestra, yo estaba agotado, pero todavía tenía el deseo de pintar desnudos, esta cuestión del voyeur, y de hacer desnudos fuertes, frontales.

 

 Autorretrato a los treinta años  Para mi padre (2013)

 

Algunos bien crudos ¿no?

Sí, he pintado felaciones, mujeres masturbándose, así en primer plano. E hice esta serie, pues, sin saber que la iba a exponer. Me invitan a exponer en el Museo de arte Latinoamericano (EEUU) y pusieron el grito en el cielo.  Me quisieron descolgar varios cuadros.  Pero negociamos y la exposición se hizo.

 

También hay una recurrencia de autorretratos en tu trabajo…

Sí…  Es la soledad. Muchos dicen que es intrascendente pintarse uno mismo, pero no es cierto, porque eso refleja un estado de vivido,  una existencia.  Si yo pinto autorretratos es porque paro solo, pues, acá. Entonces, ¿a quién voy a pintar?  Me veo a mí mismo.

 

¿Por eso tus gatos aparecen en varios de tus cuadros?

Exacto. Trato de pintar lo que conozco.  Yo no podría ir por la calle y decirle a un extraño: ven, te quiero pintar. Por eso he pintado a mis abuelos, a mi papá, mi mamá, mi hermana, a mi novia, a mis gatos…

 

Tu última puesta en Arequipa justo iba a eso, a los vínculos.   

No hubo ni un solo desnudo en esa exposición. También fue una pequeña advertencia del museo ¿ah? Y yo les dije: esta muestra se la quiero dedicar a mi papá.  Mi papá falleció el año pasado y por él es que yo viajé a Arequipa…

 

Y los colores en esta muestra  son más claros, más vivos.

Fue una cosa muy curiosa.  Cuando mi papá enfermó, yo en lugar de pintar más oscuro, empecé a pintar más claro…  Quizás, fue una lucha por equilibrarse internamente. Es como decir: todos vamos a morir y sufrimos, pero el sufrimiento y el dolor pasan, y el arte queda.

 

  Doble Retrato I (2013)

¿Sigues explorando en busca de cosas nuevas?

Sí.  Justo lo que vas a ver es algo así, y vas a pensar: ¿esto qué es? (Risas). A mí no me gustan los pintores que pintan lo mismo tanto tiempo…

 

¿Aunque el mercado te lo pida?

No, no me interesa. Porque hay gente que me dice: oye, pero dame otra calata. ¡Así me dicen…! (Risas).

 

La ficha

 

Nací en Lima hace 30 años. Quise estudiar Diplomacia, pero un viaje a Arequipa me llevó a la pintura. Tuve que trabajar de archivero, vendiendo libros y celulares para financiar mis materiales. He hecho once individuales y  expuesto en varios países, pero nunca me he acercado a una galería. Escribo. Publiqué un libro de poesía en el 2008.  Nunca he estudiado arte. Mis pintores favoritos –Sérvulo Gutiérrez, Chagall– tampoco.

 

 Geranios (2010)

Retrato (2013)

 

Autorretrato con paisaje en proceso (2013)

 

Primero de enero (2014)

 

 Girasoles (2013)

Retrato  Homenaje a Ricardo Grau (2013)

 

 Retrato 2 (2013)

Autorretrato en memoria de mi padre (2014)

 Doble Retrato II (2013)

 

 

 

2 comentarios
  • Mayte Pedraz
    julio 6, 2014

    Me encanta este pintor expresionista y paisano tuyo, apreciado Alfredo. Gracias por presentarlo por estas tierras.

  • Henar Domínguez
    julio 7, 2014

    Interesantes propuestas pictóricas.

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