RECUPERACIONES Y REGRESOS EN LA POESÍA DE JUAN CAMERON. POR CARMEN RUIZ BARRIONUEVO. PINTURAS DE MIGUEL ELÍAS.

 

1 El poeta Juan Cameron (foto de Sinha da Costa)El poeta Juan Cameron (foto de Sinhá da Costa)

Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar, en primicia, el prólogo que ha escrito Carmen Ruiz Barrionuevo, destacada catedrática de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Salamanca, para el libro Fragmentos de un cuaderno con vista al mar, con el que el poeta chileno Juan Cameron ganó el Premio Internacional de Poesía “Pilar Fernández Labrador”. El libro saldrá publicado bajo el sello editorial de la Diputación de Salamanca y se presentará el próximo 16 de abril en la Sala de la Palabra del Teatro Liceo.

2 Homenaje a Sorilla, de Miguel ElíasHomenaje a Sorolla, de Miguel Elías

PRÓLOGO

Leyendo la obra de Juan Cameron (Valparaíso, 1947) se fortalece la convicción de que la poesía se hace de lo vivido, y que su textura o consistencia moldea y fortalece cuanto se vuelca en escritura. Fragmentos de un cuaderno con vista al mar viene a continuar su trayectoria poética, ya larga, desde Las manos enlazadas de 1971 y desarrollada en una veintena de títulos. Crecido en Viña del Mar, egresado de Derecho por la Universidad de Chile en Valparaíso, su obra literaria, en su proceso vital, acompaña las vicisitudes de la historia de Chile en las últimas décadas del siglo XX pues su personalidad se va forjando entre los años 1973 y 1989, los más convulsos de la historia de su país bajo la dictadura militar. Pocos años antes, hacia 1970, Cameron se reunía junto a Juan Luis Martínez (1942-1993), Raúl Zurita (1950) y otros poetas en el Café Cinema de Valparaíso, momento que se considera el comienzo de la tendencia neovanguardista en Chile, la línea poética más creativa de los últimos tiempos, y que el crítico Iván Carrasco caracteriza con un propósito de asimilación de los rasgos de la vanguardia sin excluir una mirada antitradicionalista, polémica, crítica y experimental (1).

Este grupo poético llegó a promover la ruptura de las convenciones en la construcción del poema, al incorporar otros elementos de procedencia no verbal, producidos por un sujeto despersonalizado o escindido, víctima de las alienaciones y violencias de la época. Un ejemplo pertinente es el libro poético La nueva novela de Juan Luis Martínez, publicado en 1977 pero elaborada en los años del inicio de la dictadura, donde aparecen fotografías y elementos gráficos fusionados a la escritura e interactuando con ella, con una postura totalmente iconoclasta. Poesía rebelde y provocativa la de este grupo, pues frente a la tradición recibida usan la parodia, la transtextualidad y la referencia histórica y biográfica a lo que se une su compromiso con la situación en la que se vive. Todo se corresponde con la crisis del hombre y de la sociedad en esa instancia de vida. La convulsión del momento provocó el exilio exterior o interior de sus integrantes.

Es el caso de Cameron, que tras el golpe de Estado de 1973 se traslada a Argentina, donde permanece hasta 1977 en que retorna a Chile. Sin embargo vuelve a salir de su país a comienzos de 1987 para instalarse en Suecia donde trabaja como redactor en el semanario Liberación en Malmö, volviendo a Chile una década después tras obtener los premios de la Revista de Libros de El Mercurio y el Municipal de Literatura de Valparaíso. Con estos acontecimientos históricos y vitales hay que emparentar al autor de Fragmentos de un cuaderno con vista al mar, cuya poesía de lenguaje urbano, procesada con el bien trabajado coloquialismo se funde con la mirada a la propia tierra y el hondo compromiso crítico con la situación histórica de Chile bajo el gobierno autoritario. Perro de circo (1979) es un buen ejemplo de la poesía de esos años al trazar en el poemario una voz de rechazo sarcástico a la realidad instaurada, solo hay que recordar poemas como “Una raya más al tigre”, “El reconstructor” o “Fe de ratas”.
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Cameron ha sido siempre un poeta muy vinculado a su ciudad, Valparaíso, pero no exento, como es característico en la poesía chilena, de la perspectiva más amplia e internacional, y este poemario manifiesta la fragmentariedad de lo tratado frente a la ciudad con vista al mar, sin duda la imagen de Valparaíso en un círculo estrecho y vinculado a la percepción del sujeto poético, que conecta con otros círculos mayores, el país, Chile, el mundo; y siempre la certeza de que si algo se emite y se trasmite es mediante la escritura, mediante la sujeción de la palabra, aunque sea también testigo de la precariedad. Esa imagen de la ciudad chilena lo liga en estímulo y admiración a Ennio Moltedo Ghio (1931-2012), poeta que vivió gran parte de su vida en Valparaíso, entregado a su oficio, sin concesiones a lo supuestamente innovador, y cuyos temas, la infancia, el mar y el amor, incorporan un extrañamiento del sujeto. Sus imágenes, vinculadas a esta ciudad, también son compartidas por la poesía de Cameron, el puerto, la costanera, la orilla y el mar, en tanto ejercen de espina dorsal que sustenta su poética, como pueden asociarse al trasiego de la vida humana y a la página que se transforma en escritura. Regresar al mar es la muerte. En La noche (1999) de Ennio Moltedo que Juan Cameron comenta, la pauta es la pérdida y el fin, “En Chile la noche es eterna” dice Moltedo, y Cameron asiente y encuentra su clave poética en una “protesta furiosa y sin límites contra la estupidez y la ocupación” (2) del reconocible y derrotado burócrata que limita su tarea.

Notemos que Fragmentos de un cuaderno con vista al mar es un libro que alude en su mismo título a la parcialidad del fragmento en la imposición de la mirada, pero que sin embargo, lo habita una articulada distribución de los poemas. El tres es el número sobre el que gira el libro, tres apartados con nueve poemas cada uno para reproducir el gesto que cerca y aprisiona el recorrido. Pero si hacemos caso al simbolismo habitual del 3 y del 9, tan presentes, por ejemplo, en la poesía de César Vallejo, en ambos números caben alguna forma de aspiración a la continuada perfección, y sobre todo el último destaca por ser el número postrero de la serie, fin y comienzo, muerte y nueva germinación.

En el primer apartado del libro, los caminos del yo y del mundo se interfieren y se clarifican, iluminándose, partiendo de una gran metáfora inicial, “País de los hoteles”, que hace referencia a esa inestabilidad del suelo propio pero con un despliegue que lo pluraliza en el primer poema, “Países”, dando lugar a un espacio vegetal y marino de ensoñación. Ese espacio da entrada al yo que llamaríamos autoficcional muy marcado en el segundo poema, “Puesto que soy muy tímido y callado”. Es este un texto significativo en este primer apartado pues en él se conjuga el espacio mayor del país y el decurso del tiempo recuperado ligado al sujeto poético. Los hechos colectivos e históricos de la época (la toma de Cuito Canevale, la invasión de Praga, las guerras de Angola y Namibia) en su íntima repercusión se desgranan junto acontecimientos vivenciales más próximos que son los únicos que claman por su permanencia.
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La voz que dirige el poema se sitúa en su país y también en el mundo, por eso existe una deslocalización en su poesía y lo nacional es contemplado desde afuera en la necesaria implicación de otros sucesos que marcaron el tiempo. Brota la ironía, la extrañeza, la incertidumbre ante el propio yo y los otros, pero incluye el necesario gesto dialógico: “Mi corazón se calla / mi corazón no escucha / aguardará por ti en el próximo sueño”. En definitiva, se trata de una revisión del pasado con una filosofía que expresa bien en el poema titulado “Carpe Diem”: “Ya no somos los mismos / del ayer / como en el tango / ese de Heráclito y el río / capturemos el día / capturémosnos”. Esta propuesta del dinamismo de la memoria se plantea en un poema como “Bordado sobre el pecho”, en el que se ejercita el contraste entre el recuerdo infantil de plenitud y el presente de ausencia que provoca la ensoñación. No es otra cosa que la constancia dolorosa del tempus fugit, que no elude tampoco el costado metaliterario en poemas como “Burbujas”, “Costanera” o el intertextual en “Estanterías”. No en vano tituló una selección de sus poemas Jugar con la palabra (2000). Cierra el apartado “Soneto excesivo para la Bella Durmiente” que en toda su amplitud recoge varios de los temas tratados en una parodia textual del tango “Volver” (1935) incluyendo la señal recopilatoria de las violencias del pasado y la instancia a un gesto de renacimiento implícito en la imagen femenina.

Irónico y paródico puede entenderse el segundo apartado con el título de “Reparaciones domésticas” pero tal denominación no es ajena a la seriedad de esos actos de justicia en todos los niveles, desde el poema inicial del mismo título que exige resarcimientos varios, pues “La historia de esta casa no está clara” con su deterioro e ingratitud: “Esfumado el peldaño y borrado el camino / hacia qué puerta lleva en cuál ventana yace / el paisaje ofrecido?” porque “es hora de horadar este suelo de nuevo / de izar ya aquestos muros de refundar la casa / de abordarla y cuidarla sostenida por dentro”. El poema así se constituye en un umbral de propuestas que hacen referencia a su propia geografía. Un nexo y casi una exigencia, haz y envés, caben entre otros poemas como “Fragmentos de un cuaderno con vista al mar”, constituido por tres imágenes de instantes temporales de Valparaíso, texto recuperado y no paisaje recuperado, pues tan solo gana su existencia mediante el lenguaje, y “Rostros en la orilla”, cuya larga nota ilumina la faz de los amigos muertos, tal y como se expresa poéticamente: “A veces vuelven al recuerdo / tal acaso en los espacios de una pintura y otra / en los muros del Museo de Cera y de las Buenas Costumbres”, y en el poema en sí explica: “Era la época en que mis amigos morían alcoholizados / o en accidentes aéreos / Yo sobreviví porque siempre viajé y viví muy moderadamente”, al convocar sus figuras y sus fallecimientos, todos de 2011. Así recuerda el de la periodista Romina Irarrázabal; el del poeta Aristóteles España (1955-2011) que no superó su enclaustramiento en la isla de Dawson, o el de Mauricio Barrientos (1960-2011) poeta residente en Viña del Mar.

En un mundo en que lo leído alcanza igual significación que lo vivo, las reparaciones alcanzan a las personas entrevistas en un instante, o a la recreación de libros leídos, este es el sentido de los poemas “El poeta Robert Burns aguarda a Mary Campbell”, preludio de la temática del tercer apartado, y de otros títulos, “Se recuerda a Brodsky”, “Alicia en el espejo”, “Zapatos rojos”, un poema este que trae a la escritura la figura de la poeta cordobesa Juana Castro, o el impactante “Conversaciones” en el que “twitea” con Lêdo Ivo con varias referencias a sus poemas y personajes. Para cerrar con un nuevo gesto de vuelo refrenado en el poema “Aves americanas”, con sucesivas imágenes ornitológicas y aladas de América Latina, cuyo último verso resulta significativo: “y ese piar que sigue enjaulado y sereno”.

 

 

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En realidad los nueve poemas que constituyen la tercera parte continúan, de algún modo, la anterior, añadiendo un matiz distinto, el homenaje y la denuncia. El título de “Regresos de Robert Burns”, poeta escocés (1759-1796) que ya asomó en la segunda parte, se constituye en una especie de paradigma y leitmotiv del poeta retornado que a veces se expresa también mediante la anáfora en los tres poemas distribuidos en el apartado: “Robert Burns regresa cada noche”, “Segunda visita de Robert Burns a Edimburgo”, “Burns presenta cierta novela”. Son textos que proyectan momentos vitales o imaginados del poeta nacional de Escocia, de ideología progresista que Cameron siente como emblemático de una actitud, incluso también por su ascendencia familiar también escocesa. Corrobora esta idea un poema como “Entrelíneas” en el que en medio de la parodia del comienzo de Prosas de Gaspar (1937) del colombiano León de Greiff («Fue en Garelochhead o en Upper Tyndrum o en Cruachan/ o en Oban no importa / que subió esta muchacha de vuelta de Fort William») alude a ese origen en el que poesía y vida se funden en trayectorias que se repiten en el tiempo y capitalizan el pasado revivido. Otros poemas apresan la obra de “Juan Antonio de Urrutia y Arana” que edificó el famoso acueducto de Querétaro o aluden con ironía a ciertos sucesos de Nicaragua, y aun más en “Campo de concentración”, poema corrosivo contra el totalitarismo como lo es también “Helicópteros” de la violencia y la inseguridad. Cierra el apartado y el libro “Folksteatern”, cuyo término de origen sueco, “Teatro del Pueblo”, plantea la farsa y la ferocidad de los grandiosos homenajes realizados a posteriori a cuantos defendieron la justicia con sus vidas: ¡Ya quisieran gestores tal despliegue de gestos (feroces comisarios, benditos curadores) / reviviendo el cadáver deste Romeo muerto en pos de la justicia”.

El recorrido de estos fragmentos que comenzó en una melancólica meditación y recuperación de la memoria, ha ido deviniendo en sarcástica reflexión, en una total desacralización de la realidad y en la dura condena de un mundo en el que solo se salva, provisionalmente, cuanto se ordena en palabra.

 

6 Juan Cameron, por Miguel ElíasJuan Cameron, por Miguel Elías

 

 

(1) Iván Carrasco, “Tendencias de la poesía chilena en el siglo XX” en Anales de Literatura Hispanoamericana (1999) 28: 157-169.
(2) Juan Cameron, “Ennio Moltedo y la noche”, http://www.letras.s5.com/jc020404.htm [consultado: 8/3/2015]

Un comentario
  • Javier Vargas Rendón (Bogotá)
    marzo 20, 2015

    Sin duda que Cameron es un poeta muy bueno. Y este estudio de la profesora Barrionuevo es un excelente prólogo a su libro ganador. Reciban mis felicitaciones, tanto el premiado, la prologuista como el jurado que tuvo el acierto de premiar al chileno.

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