POEMAS DEL BOLIVIANO GARY DAHER LEÍDOS EN SALAMANCA. FOTOS DE JOSÉ AMADOR MARTÍN

 

 

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Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar cinco textos de Gary Daher (Bolivia, 1956). Poeta, narrador y ensayista. Autor de doce libros de poesía, tres novelas, un ensayo sobre poesía boliviana y un libro con poemas de autores clásicos, frutos de su traducción. En poesía, es autor de Poemas y Silencios (1992), Los Templos (1993), Desde el otro lado del oscuro espejo (1995), Cantos desde un campo de mieses (2008), Tamil (2006), Oruga Interior (Premio Yolanda Bedregal, 2006), Territorios de Guerra (Ed. 2007), Viaje de Narciso (2009), Antología Personal y otros poemas (2010), La Senda de Samai (2013), y Jardines de Tlaloc (2017). Estos tres últimos libros conforman una trilogía en la medida de una propuesta que marca un rumbo intenso hacia la indagación humanista, la preponderancia del desafío de la consciencia, y una metafísica que parte del trabajo de los cuerpos. En narrativa, ha publicado tres novelas, El Olor de las llaves (1999), El huésped (2004, 2016) y El lugar imperfecto (2005). Ha publicado el libro Safo y Catulo: poesía amorosa de la antigüedad (2005), con traducciones de poemas de Safo del inglés, y poemas de Catulo directo del latín. También ha publicado y difundido ensayos sobre la poesía boliviana como el libro En busca de la piedra y el agua (2005) y otros ensayos literarios y artículos reflexivos de nuestra contemporaneidad, publicados en diversos medios. Actualmente, es coeditor de la revista anual El Ansia, que publica cada año el estudio de tres escritores bolivianos, un poeta, un narrador y un ensayista; y es curador y fundador, junto a Gabriel Chávez Casazola, del Encuentro Internacional de Poesía Ciudad de los Anillos.

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Estos textos se leyeron durante la tertulia poética coordinada por A. P. Alencart en la Biblioteca del Colegio Mayor Fonseca de la Universidad de Salamanca, el pasado 16 de abril.

 

 

3

 

 

EFÍMERA AVE

 

A Leopoldo Castilla

 

Visto a través de la malla

milimétrica

aterriza un pájaro en mi jardín

pequeño

diminuto como los gorriones

 

sin pretender decir que lo sea

inclusive que sea cualquier ave

el frágil animal

fragmentado en pixeles

por el estampado de la malla

 

y supongo que lo es

que es un pájaro

por los movimientos discontinuos

de sus breves saltos sobre la hierba

su leve figura busca suministro

con su pico niño

entre las minúsculas hojas del piso.

 

¿Qué tipo de viandas

puede encontrar en este jardín

hecho apenas de un papayo joven

y una palmera india?

 

El pasto

me digo

el pasto es donde se esconde el alimento.

 

A punto estoy de descifrar el misterio

y es como un hálito poético que lo precede

pero siempre hay

de repente

un algo que violenta

quizás la brisa que sopla más fuerte

o la sensibilidad de la misma ave

presintiendo en mi jardín un no jardín

más bien un erial

una tierra vacía

una ficción

una reducida mancha verde

en el patio de la casa.

 

Así de pronto

el pájaro aletea

levanta vuelo

y dibujado en pixeles como vino

se pierde

desaparece.

 

 

Entonces la casa vuelve a la realidad

a su dura estancia

pero las cosas comunes de todos los días

se sienten iluminadas

como si su presencia

efímera

las hubiese dotado de fugaces certezas

e interminables sentidos.

 

 

4

 

 

CARTAS DEL LÍBANO

 

 

Un hombre llegó del Líbano

en Beirut vestía uniforme.

 

Olvidado.

 

Junto a la selva amazónica

repara y vende relojes.

Piensa que en los engranajes

de oro y de rubí

descansa el misterio del tiempo.

No sabe que el diecinueve

pasará como una ventisca

tal lo harán los otros siglos.

Y en el fin

cuando arribe la noche sin manecillas

ningún tictac será necesario

apenas la montaña

y el mágico cedro

última luz de la memoria

perdida

 

la sangre nada consigna

de sus oraciones maronitas

ni de su pesadumbre

por una antigua callejuela de Kobayat

donde desparramara la infancia.

 

Raramente

en el silencio llega

una añoranza del árabe

y su grafía secreta.

Señera lengua

a merced de la cual

acaso bajo frondosos mangos

y al son de extrañas orquestas tropicales

habrá recibido

largas cartas del Líbano.

 

5

 

ENSEÑANZA

 

                                    Para Álvaro Antezana Juárez

 

 

La amistad decías con tus manos fuertes

mientras se mecían al son de un tinku que en tu memoria

imaginaba la provincia Bolívar de Cochabamba

con sus toros y seres tutelares guardados en milenarias piedras

sumergida en las aguas termales de Chullpani

pensando quizás en los amables zapateos de una muchacha de trenzas

en la piedra de cuyún cuyún

quién sabe lo que sabía tu mirada.

La amistad me parece que decías es semejante a las fiestas de Santiago

y se toca como una tarka taika

larga, ancha, poderosa

sonido ronco, gritón, temblante

para sentirla en los huesos como se siente la muerte

la muerte amiga de los pobres

que los libera de la indignidad de arrastrarse sometidos

esclavos de sistemas y de sombras.

 

Las enseñanzas que nos marcaron los días

Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe

Lezama Lima y su Pabellón del Vacío

que tanto nos dio en el espacio y en el corazón

como aquél tokonoma que nos regresaba a los mares que no tuvimos

bañados de juventud y de esperanzas.

 

Pero también estaba el sueño

aquél sueño de mi abuelo, mi padre y las velas

que te conté en alguna cafetería de la calle Lanza

y que tú dijiste escríbelo

para que lo guarde

como si guardar se pudiera la ilusoria visión de las vidas.

 

Ahora el viento del tiempo ha vaciado todo

la música y el mundo que vivimos

las noticias que Ezra Pound tanto apreciaba

la Pizarnik y Antonio Porchia

al son de un Khonlaya del pasado

con su Magdalena del Mar

ya impenetrable.

 

En un abrazo ahora huraño

hermano

acaso te busco

hermano de tanto caminado

y no te digo compañero del alma compañero

porque aquello ya se ha dicho

sino que en la medida que Miguel amaba

las frases se repiten

como el amor que sienten los espíritus insubordinados

compañero del alma

compañero.

 

6

 

 

PAUSA

 

A Gabriel Chávez Casazola

 

Intenso es el brillo de la montaña

y navaja de un tajo

nuestra mirada.

 

En ese espacio azul

persiste el silencio

canto que decanta

la presencia de nuestros cuerpos.

 

Algo así como una pausa

de abismo lúcido

pues es la respiración de nuestra alma.

 

Esto sucede hasta que estalla

 

-no hay un cuando

es todo presente-

 

de súbito

sobre el cielo

soberana en su grito

la cumbre de un ave.

 

7

 

 

PIEDRA

 

“Busco un hombre.”

Diógenes de Sínope

La piedra es piedra y su paciencia no tiene límites.

Sobre la piedra se levantan los palacios, las estelas, los templos

y las poderosas pirámides que compiten su cetro con el propio Cronos.

Está la piedra piedra y la piedra moldeada. Ambas nos hablan con un silencio de siglos.

La piedra en el camino, la pinche piedra, la piedra angular, la piedra de escándalo.

En los inmensos jardines de Tlaloc, la piedra tiene sitio especial y es su fundamento.

La gente antigua, los titanes y animales sagrados se toman su tiempo y en esa maravillosa demora parecen piedras, como en Cala Cala cerca de Oruro. Y te quedas perplejo y no sabes qué decir porque esas piedras son además como madres que guardan quién sabe qué pisadas con las huellas desnudas sobre su lomo.

Aquí se ama las piedras. Hay un no sé qué, un algo sagrado cuando las acaricias.

Y si descubres su profundidad incalculable

(sí, se puede ser profundo en la solidez más sólida)

hallarás la clave elemental de la belleza.

 

Sé de una piedra que reside en tu propio cuerpo

hecha para triturar los deseos

esas lágrimas heladas e insatisfechas que produce el hambre

y que luego podrías cincelar, pulir, hacerla cúbica y perfecta

la desconocida piedra, la piedra filosofal que nace del sexo

 

̶̶  el sexo y la muerte, aquellas puertas del amor, quién lo diría.  ̶

 

entonces

me parece

que deberías usar la piedra

tu piedra

para transformarte en ser humano.

 

 

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9 Marcela Muñoz y Jacqueline Alencar

Marcela Muñoz y Jacqueline Alencar

10 Alencart y Daher

 Alencart y Daher

11Claustro del Colegio FonsecaClaustro del Colegio Fonseca

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