POEMAS DE ‘TRES PERAS EN LA PLANICIE DESIERTA’, DEL COLOMBIANO OMAR CASTILLO

 

 

1 Omar Castillo, foto de Luz Marley Cano R.

Omar Castillo, foto de Luz Marley Cano R.

 

 

Crear en Salamanca tiene la satisfacción de difundir al mundo iberoamericano  algunos poemas del nuevo libro publicado por Omar Castillo, (Medellín, 1958), poeta, ensayista y narrador. Algunos de sus libros publicados son: Obra poética 2011-1980, Ediciones Pedal Fantasma (2011), Huella estampida, obra poética 2012-1980, el cual se abre con el inédito Imposible poema posible, y se adentra sobre los otros libros publicados por Omar Castillo en sus más de 30 años de creación poética, Ambrosía Editores (2012) y Tres peras en la planicie desierta, Los Lares, Casa Editora (2018). los libros de ensayos: En la escritura de otros, ensayos sobre poesía hispanoamericana, Editorial Pi (2014), Al filo del ojo, Colección Otras Palabras, Fondo Editorial Ateneo (2018) y el libro de narraciones cortas Relatos instantáneos, Ediciones otras palabras (2010). De 1984 a 1988 dirigió la revista de poesía, cuento y ensayo otras palabras, de la que se publicaron 12 números. Y de 1991 a 2010, dirigió la revista de poesía Interregno, de la que se publicaron 20 números. En 1985 fundó y dirigió, hasta 2010, Ediciones otras palabras. Ha sido incluido en antologías de poesía colombiana e hispanoamericana. Poemas, ensayos, narraciones y artículos suyos son publicados en revistas y periódicos de Colombia y de otros países.

 

FOTOGRAFÍAS DE JOSÉ AMADOR MARTÍN

 

 

 

 

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FIGURAS PRESUMIDAS

 

            Vivimos tiempos donde las palabras figuran como monedas acuñadas para el mercado, y sus significados parecen perderse entre los ruidos y los gritos que promocionan el consumo, hasta hacerse líneas de desperdicios y escombros iguales a los que la economía produce.

Tiempos alineados por políticas sociales que hacen de la humanidad arrumes de público para sus mercados, inclusive el de la poesía, la literatura y el arte.

Tiempos donde es usual encontrarse con quienes presumen de las bondades que sus escrituras amparan para las realidades de un mundo idealizado hasta la usura y el oscurantismo.

Y en medio del jolgorio globalizador, no deja de ser patético cuando se nos quiere hacer creer que la valoración para con quienes escribimos poemas y hacemos arte, se establece igual que las cuotas usureras que rigen las carreras por el éxito en un mundo depredador y consumista.

 Y no hablo de si se es original o no en poesía, tampoco estoy llamando para que los poetas nos colguemos del perchero de la ética actual.

Aquí hablo del malestar inoculado cuando se trama el hacer poemas con una carrera por un ascenso hacia el prestigio, ignorando lo que la poesía significa para la revelación de la conciencia humana.

 

 

 

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DE UN POSIBLE POEMA

 

Oxidada

La piel del habla

Cunde el deterioro

Entonces

Único paisaje

Vocales y consonantes

En sílabas farfulleras    

Se acumulan

En sus excoriaciones 

 

Prolongando la sensación

De que las palabras

Se han extinguido

A lo recóndito de la ceniza

Empero persiste

El atónito por su fuego

 

Casi sumido

En el ojo fosilizado

De un recuerdo

Donde se hallara 

Un matiz

De eternidad 

 

O la huella

De un camello al desplazarse

Los movimientos

La manera

De posar cada una de sus patas

 

En tanto en unos versos

Quedan rastros

El ardor de lo amado

El desgaste

Cuando su aliento

Desasido nos nombra

 

Atravesar el instante

De hecho

Tendrán que pasar

Muchas horas

Y apenas amanece

 

En mis manos

Se hunde mi rostro

 

 

 

 

 

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Mientras

Vagar en los sonidos

De una lengua reventada

Una lengua al borde

De iniciar un balbuceo

¿Acaso un pronunciar?

 

¿Un destruir el silencio

Para caer en frases

Que antiguo

Pudieron ser de otros?

 

El olvido ¿Ignora?

Perpleja

El presente corrobora

La oración que hace

La realidad

El amén de la memoria

 

Es cuando hieres un recodo

De mi abrazo

La cifra

De todo lo que no te dije

 

Al cabo 

Envejecer como niños

Que el aire recoge

En las sombras

 

 

 

 

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NUEVE VERSOS

 

Tres peras quedan en el alba

Tras la avanzada del sol

Sobre la planicie desierta

 

Justo cuando el hombre

Rasga los hilos del invierno

Que usurpan su sueño

 

El tejido de su otredad

La raíz de su fin y principio

Devastador y real

 

a: Carmenza Arango R.

 

 

 

 

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MALEVAJE

 

E igual al hosco León de Greiff

Cuando dice:

Non curo de compaña,

Ninguno a la mi vera.

Quiero catar silencio.

Dejadme esquivo. Non gusto coreo.

Para este desobediente

Encaramado al cadalso

De las realidades de la usura

Y el esperpento mediático

Donde cunde el aura mediocritas 

Del conocimiento y sucedáneos

Y expuesto al tiro de metralla

De cualquier atizado vecino

No otro podría ser también su decir

 

 

 

7 Portada de tres peras en la planicie desierta

Portada de tres peras en la planicie desierta

 

 

EN UN INSTANTE DE MEDELLÍN

 

 

Al eco del día aparece la tarde

Instalando las últimas luces del sol

Las sombras de sus rayos

 

La simpleza de un momento único

Recorriendo la libido de la ciudad

 

Las golondrinas en su agitado vuelo

Recuerdan el atónito inicio

 

En este lugar del mundo

Imán y crisol de existencias

 

Al ritmo de la vigilia y el sueño

De la estampida y la quietud  

 

Del asombro y la zozobra

Cada que prende una semilla

 

De cuya savia se ignora su fruto

 

 

 

 

7

 

 

 

LUSTRAL

 

I

 

Iré hacia adentro

Como suelen ocurrir las heridas

No las cicatrices

Recuerdos que se petrifican a la intemperie

 

Entonces no escucharé respuestas

En mi mente permaneceré atento

A los actos donde se desprende la risa

 

La plena risa de quienes

No se avergüenzan

Cuando revienta su llanto

 

 

II

 

Es inmenso el mar

A sus orillas sentarse

Concluidos todos los afanes

Y llorar llorar sin límites

 

Hasta el agotamiento de una especie

Empecinada en consumirse

En la realidad de sus odios

 

En la continuidad de sus doctrinas

Acumuladas entre cráneos y bisuterías

Razón de sus contiendas y destino

 

 

 

 

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AUGUR

 

El último árbol guarda al sol

Justo donde termina el mundo

Justo donde empieza el mundo

 

Un puñado de arena es el sol

Mientras la tierra se humedece

En la penumbra al borde del mar

 

En las escamas de un pez palpita el sol

Así en una caracola se conserva el silencio

Del universo en su libido delirante

 

Del árbol han caído ramas y frutos

Voces primitivas que vuelven en la raíz

Que prende al reventar la semilla

 

El sol es llevado en la entraña del ave

Con su vuelo alimenta el eco de la luz

El principio y el fin de su estampida

 

El último árbol guarda al sol

 

a: Floriano Martins

 

 

 

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EN LA PUNTA DEL HABLA

 

 

Corren como trozos de frutas

Como trozos de carne

Como breves brasas de un fuego

Al final del día

 

Parecen movimientos de colores

Avivados por las llamas

Contra el fondo de la tarde

 

O los fragmentos

De unos versos

Impresos una y otra vez

En los pliegues donde se funden

El día y la noche

Para su revelación

 

Palimpsesto donde se puede leer

Del gozo dado por el roce de una piel

De unas manos

 

O sobre esa misma escritura

Otra donde son ahogadas las voces

De toda una época

Para la imposición de otra fe

 

Corren como brasas

Como trozos de carne

Como trozos de frutas

Que se pierden en una multitud

De escrituras

Impresas unas sobre otras

 

 

 

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AL CRUCE DEL AÑO 2014

 

¿Dónde el anhelo por el poema?

¿Dónde el anhelo por la vida?

¿Se consumió el gusto por el instante?

 

Preguntas que revientan en las palabras

De un hombre de barrio

Cuyas calles dan y arrancan

Una madrugada de diciembre

 

Ha del hogar

Y de las brasas donde hierve

El primer caldo para la existencia

 

Hoy desciende las escalas de madera

Hasta alcanzar el aldabón

Que abre la puerta

Que da a las voces de los vecinos

 

Arriba queda el balcón

Donde dio inicio al poema

El mismo que no termina de escribir

 

El piso de madera donde sucedieran

El eco en el viejo caracol de mar

Cuñando la puerta de la antigua-madre

Y el imaginario nocturno

 

El perderse de la casa

Que se hace ruinas y silabas más allá

De las flores de las begonias y las bifloras

 

Siempre sobre la calle del barrio

Donde se acumulan los muchachos

Unos tras otros como piedras

Que afianzan la vida y sus sañas

 

Abriendo la pregunta

Dejando en ascuas la respuesta

Para el aliento de cada instante

 

a: Rubén Darío Hernández Páez

 

 

 

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ABRAZO

 

 

El frío que recorre las piedras de la infancia

Las luces de amaneceres que nunca se repiten

Una voz dispersa en los sonidos

Que la noche incógnita en sus matices

            En sus ritmos

Una ciudad que se deshace en la memoria

            Mientras otra se abre abrupta

            Inverosímil

Los agujeros por donde brota la sangre

            En enjambre de estrellas

            Que se llevan el hálito del cuerpo

            Caído de espaldas sobre el asfalto

Las semillas donde se conservan los confines

            Y los misterios de la estirpe humana

La antigua-madre entre fósiles y ecos

Un hueso que rastrilla las secas arenas

            En un día casi olvidado

La ira en la trama de sus sueños y delirios

El chisporrotear de un fuego cuyas brasas

            Semejan míticas flores

El azul de una tarde del verano de 1978

Las conchas y caracolas que el mar deja

            La arena de la playa que las contiene

            Como huellas de un decir silencioso

Las raíces de la risa prendiendo nítidas

En las facciones de un hombre

Curtido por sus hallazgos

El laberinto presentido al coger la mano

            De la abuela

Las letras del abecedario

Los números romanos

El agua mientras se imprime en las piedras

            En las penumbras

            Y en las luminosidades de su cauce

 

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ALGUNOS COMENTARIOS SOBRE SU POESÍA

 

Luisa Fernanda Restrepo dice: “El trabajo de Omar Castillo con el poema es su manera de responder al enigma del mundo; la develación está cargada de un furor que estremece el vacío, su voz ampara un saber del mundo, la vida que es aquí puro gasto —ya lo habíamos afirmado— se corresponde con su obra; el poema no es inocente, se ha decantado en la lectura, en la discusión, a su escritura la antecede una terca relación con el mundo, el riesgo ineludible de entregarse a la intensidad”.

 

De su artículo: El decir soberano.

 

 

 

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Iván de J. Guzmán López dice: “Omar Castillo camina las calles de Medellín, o de New York, o de Río de Janeiro, con un aire sereno, a veces meditabundo, pero siempre con una discreta sonrisa próxima a estallar, tal vez porque presiente la proximidad del poema en una calle que se disfraza de cotidianidad, y que espera someter a la levadura de su imaginación creadora ataviada de sílabas y de palabras precisas, que hablan de la soledad y de la forzosa comunión con el mundo”.

 

De su artículo: Omar Castillo, comunión y soledad.

 

 

Y Luis Iván Bedoya dice “El eje de la obra poética de Omar Castillo es el lugar creado a lo largo de sus relatos, que entrañan una memoria de la vida asumida como escritura del espectáculo del mundo. Por ello el valor de su obra poética reside en el tejido de un territorio en el que actores, destinos vitales y ámbitos interactúan generando brotes reveladores e inquietantes de esquirlas poéticas. De los intersticios de la memoria personal y social el poeta saca su perorata, bella urdimbre léxica tensionada por la acción verbal, que activa el dialogo abierto e inspirador con densas y reveladoras tradiciones poéticas”.

 

De su texto escrito para la contracarátula de: Omar Castillo, Obra poética 2011-1980

 

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