MATCH POINT (2005), DE WOODY ALLEN. CRÍTICA DE JOSÉ ALFREDO PÉREZ ALENCAR

 

 

 

Crear en Salamanca se complace en publicar esta crítica de José A. Pérez Alencar (Salamanca, 1994), aprendiz de jurista y de poeta, pero apasionado al séptimo arte. Cuando niño la imprenta Kadmos le publicó una carpeta de poemas titulada ‘El barco de las ilusiones’ (2002, con 17 acuarelas del pintor Miguel Elías). Posteriormente publicó seis poemas en la antología ‘Los poetas y Dios’ (Diputación de León, 2007) y otro poema en la antología ‘Por ocho centurias’ (Salamanca, 2018). Próximamente la revista portuguesa ‘Cintilações’ (de Editora Labirinto), coordinada por el poeta Victor Oliveira Mateus, publicará un poema suyo traducido al idioma de Camões. Ahora prepara su nuevo libro de poemas, en el que está trabajando, titulado ‘Tambores en el abismo’. Formó parte del equipo de apoyo del XXII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, que en 2019 rindió homenaje a San Juan de la Cruz y a Eunice Odio. Sus críticas de cine las publica tanto en la revista literaria digital CREAR EN SALAMANCA como en el portal TIBERÍADES. En su otra faceta, escribe artículos de contenido jurídico y social en el blog ‘Iuris tantum’, que mantiene en el periódico digital SALAMANCArtv AL DÍA. También coordina, con Christian Marcos, el programa radial “Studi et laboro”, de contenido jurídico-laboral y que forma parte de las acciones de ASEL (Asociación Salmantina de Estudiantes Laboralistas). Se emite en Radio Usal, medio de comunicación de la Universidad de Salamanca. Finalmente, coordina su propio blog, “La palabra Liberada”, con participación variada de poetas, ensayistas y personas vinculadas al mundo jurídico.

 


 

 

MATCH POINT (2005), DE WOODY ALLEN

 

 

Con la metáfora de una pelota de tenis que cruza o no la red, como si fuera un tiempo detenido, comienza este filme en el que el director contrapone la pasión y la estabilidad en la vida, mostrándonos todo desde el prisma de quien -a través del don o argucia de la oportunidad- va satisfaciendo sus aspiraciones.

 

A modo de inciso debo decir que Woody Allen es un director (personaje multifacético, pues también actúa y escribe guiones) que conozco nominalmente, ya que ha tenido éxito a lo largo de décadas y, en algún caso, también ha sido objeto de controversia; no así por su filmografía. Me he dado cuenta de que, a pesar de la extensión de la misma, solo he visto dos de sus películas, siendo la otra Irrational man (2015), protagonizada por Joaquin Phoenix y Emma Stone, la cual que no difiere mucho de Match Point ya que refleja otro affair en el que determinadas vicisitudes juegan en contra de la pareja.

 

En el reparto encontramos actores conocidos como Brian Cox (The boxer, 1997 o Troya, 2004), Emily Mortimer (Shutter island, 2010 o La biblioteca, 2017), Toby Kebbell (RocknRolla, 2008) o Matthew Goode (The imitation game, 2014 o Stoker, 2013), quienes serán meros peones para el desarrollo del tortuoso romance que tiene lugar entre Chris Wilton (Jonathan Rhys-Meyers) y Nola Rice (Scarlett Johansson), un decorado que apenas genera cambios con respecto al mismo, únicamente provocanco el encuentro de los dos jóvenes.

 

 

 

 

El protagonista Chris Wilton, encarnado por Jonathan Rhys-Meyers (Black Butterfly, 2017 o La sobra de los otros, 2010, aunque también conocido por su papel en la serie Vikingos), es un tenista de éxito comedido y de orígenes austeros que se halla ya retirado del circuito profesional. Al encontrar trabajo como instructor de tenis en un club para gente acaudalada, empezará su ascensión en el escalafón social de la mano de la clase alta londinense.

 

La falsa modestia que muestra a cada momento no es óbice para que continúe forjando un estilo de vida con el cual no estaba ni mucho menos familiarizado. Una humildad adulterada con ciertos conocimientos de cultura general y un dudoso gusto por entretenimientos como la ópera. Al termino de la película la duda que puede suscitarse es si desde el principio la actitud del personaje era premeditada o si, por el contrario, se forja como fruto de casualidad. La trama sube de tono a medida que Chris fuerza sus límites para tratar de sostener todo lo que rodea su existencia. Por un lado a su amante y por otro, su puesto de directivo y el dinero que posee, rompiéndose su estructura funambulesca a causa de un hecho puntual. En el filme no se enmascara ni de forma tenue los sentimientos que Chris muestra hacia su mujer, Chloe: realmente ni siquiera se suscita la duda sobre si en algún momento llega a mostrar por ella  un interés más allá de lo económico.

 

 

 

No catalogaría la película como suspense (he podido ver que la encasillan en este género), ya que no nos quedaremos impertérritos al verla, pues está desprovista de giros en la trama que nos provoquen sorpresa. Además, el protagonista es en exceso impulsivo y se puede prever su reacción ante las diversas situaciones que se le presentan. No es esotérico que tras quedar prendado de la seductora Nola, al volvérsela a encontrar iba a resurgir su fijación desmedida por ella. Es encomiable que, con la pasividad que demuestra el papel de Nola en un primer momento, Chris quede deslumbrado de tal modo.

 

Es en estas vicisitudes donde se encuentra el elemento dramático de la obra, en la que incluso hay tiempo para un breve tinte policíaco. Amor y dinero, que son las dos piezas que copan la mayor parte del elenco de móviles para un crimen, se entremezclan en el filme, pero en lo que se refiere al amor quizás el protagonista tenía su interpretación subjetiva formada por una idea idílica de un romance sin complicaciones.

 

Metafóricos principio y desenlace, esbozando la idea de que un pequeño acontecimiento puede desencadenar -o no- innumerables consecuencias para una persona. ¿Quién gana y quién pierde en ese partido?  ¿O quizás el protagonista juega contra sí mismo?

 

 

José Alfredo Pérez Alencar en Castelo Branco, Portugal,

durante el I Encuentro ROIZ de Música y Poesía Portuguesa-Hispano-Americana

(foto de David Cortés Cabán)

 

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