DIEZ POEMAS DE LA PUERTORRIQUEÑA YOLANDA RIVERA CASTILLO, FINALISTA DEL PREMIO PILAR FERNÁNDEZ LABRADOR 2019

 

La poeta Yolanda Rivera Castillo

 

«Crear en Salamanca» tiene la satisfacción de publicar diez poemas de Yolanda Rivera Castillo. La autora es natural del pueblo de Añasco, Puerto Rico. Su padre, Sotero Rivera Avilés, poeta de la generación del sesenta, la motivó a escribir poesía a temprana edad. Su retoño, Raquel Salas Rivera es, igualmente, poeta de gran influencia en los Estados Unidos y Latinoamérica. Al presente, Rivera Castillo se desempeña como profesora de la Universidad de Puerto Rico. Combina su labor académica, como lingüista estudiosa de lenguas criollas, con su pasión por la poesía. Su poesía aspira a aclamar tanto lo mundano como lo sublime. Mientras fue estudiante en el Recinto Universitario de Mayagüez, perteneció al Taller Cultural Caramba. Este grupo se regía por la convicción de la naturaleza primordialmente oral de la poesía. Aún esta idea domina su trabajo. Ha publicado en antologías y revistas de poesía en español (Pulso de poesía, Homoerótica, Cachaperismos, Grito de mujer, Contratiempo, Premio Eros 2015) y en su lengua prestada (Tongue’s Palette, Erotique Caribbean y The Wanderer). Ha ganado el segundo premio en el Certamen Poesía en Abril, de la revista Contratiempo y seleccionada para inclusión entre los veinte poetas del III Certamen de Poesía Erótica Canarias 2015. Su poemario Baladas de tentación y destierro recibió mención de honor en el IV Certamen de Poesía La palabra de mi voz. El Instituto de Cultura Puertorriqueña le otorgó Mención de Honor por su poemario «Foreign Words».

Salamanca. Foto de José Amador Martín

 

Yolanda Rivera Castillo ha resultado una de las 15 finalistas de la VI edición del prestigioso Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador en 2019, con su libro ‘Ritos de Catástrofes y Cenizas’. A dicho premio se presentaron 905 trabajos procedentes de catorce países. Los poemas aquí incluidos, algunos publicados previamente y otros inéditos, no forman parte de dicho libro.

 

  Foto de José Amador Martín

 

 

 ÉRASE UNA VEZ

 

El deseo es un animal maltratado

que deambula por cualquier negocio esta noche.

Se monta sobre los cuerpos cansados,

sobre las faldas negras que cantan su color sin sonrisas.

Es una araña que teje tus historias

más vividas que tu realidad predicha con cada noche de

/acróbatas entretenidas entre tus piernas.

Es mi propio cóndor exhausto

que se rindió al no conocerte por tantas noches.

Se ha escapado y siente que llega y no ha llegado.

Nunca confié en tus huellas.

Parecían rastros de gato montés y de hiena.

 

(2008 – Poemas a Medio Pollito, Irojo Editores, Argentina)

 

 

Foto de José Amador Martín

 

EL DÍA DE LA COSECHA

 

A mi hermana

 

Si estuvieras sobre la casa

como hacíamos

esos días de atemperadas luces

y sueños bajos,

sé que no fumarías

y tendrías más sonrisas en las manos.

En su lupanar del tercer piso,

vive un veneno corrupto

que ha roto la magia

del otoño

y que desenfunda

su voz,

mientras te agarras desesperadamente

del pensar tus días

en sus brazos.

 

Si tuviéramos dos o cuatro años,

caminaríamos con sombrillas amarillas

bajo lloviznas lentas de enero

que acompañaban al sol.

Nuestro padre se quejaría de sus hombros

y la herida

que te dio la incertidumbre

en la ternura.

 

Si trajeras hojas oscuras de cruz de malta,

haríamos un brebaje curativo

y todos los desaciertos

correrían asustados como espectros

y nosotras venceríamos al verano.

 

(2014 – Antología Grito de Mujer, Festival Internacional de Poesía, p. 201. República Dominicana: Fundación Mujeres Poetas Internacional)

 

 

Foto de José Amador Martín

 

PRELUDIO A UN BESO

 

Por la orilla de la puerta

se acerca y

sonríe con la boca cerrada,

mira directamente a mi desolación

para medir con algo de certeza mis heridas.

No es el filo de la piedra, sino

tu cintura

suave en la puerta verde

de una cuatro-por-cuatro.

No es el hedor tornasolado

de los pájaros vulnerables

en tu alero,

es la rueda

que te lleva a casa,

es el olor preferido de su cuerpo,

el rolex que tus ojos recogen

su primer día que

es mi último.

 

Ambos-a-dos,

qué quiere usted,

qué quiere el ángel amado,

el ala armada de metales cortos y precisos,

qué se le ofrece a la mancha de sangre

que arrastro lejos

y me delata por los adoquines del pueblo,

qué se le ocurre a tu cabeza numérica,

a tus curvas contra el metal pulido,

contra la otra cintura estrecha,

qué sueña tu pesadilla veloz

que hoy cruza mi puerta cuando apenas me asomo.

 

Es todo un juego de niños,

es que mami venga a salvarme de las noches,

que cubra mi rostro de tu mirada,

que avance a cercenar las alas milagrosas,

ángel vengador,

punta de lanza,

soldado raso en el desierto

frente a una mujer desarmada.

 

Todos los caminos llevan a una gran peregrinación,

nos dejan dormidos como si fuera cierto,

como el ojo de la sabiduría en amazon,

como el tercer ojo del cuartel de policía,

como aprender que amar es la pesadilla,

que verte salir a recibirla

ambos-a-dos,

alas de paloma,

puertas cerradas de súbito,

es un party de reggaetón

cualquier día.

 

 

(2015 – publicado por la revista Contratiempo, Chicago, Illinois)

 

Foto de José Amador Martín

 

 

CANCIÓN A LA COSTURERA

 

Abro la puerta y

tu mano firme me deshilvana.

Me tejes y desenredas,

me sirves una pasión certera

en bandeja de plata y cilantro.

 

Suelo sentarme a tu lado,

contar los lunares que juegan en tu piel como canicas,

veo tu mano asida al hilo pequeño,

al pudor vacío deshilachado,

compuesto de modas imposibles,

de tus quesos fuertes y tus jugos bermejos.

 

Me vistes y me desvistes como

tu extraña muñeca,

dispuesta a llevar tus encajes,

tus telas de algodón,

cualquier chiffon picante junto a tu cama.

 

Tú, que nunca has usado un hilo,

bordado en piedra

o zurcido un ruedo,

te dejo un alfiler

con que derrames

toda esa sangre que vive perdida

sin tu mano.

 

(2015 – Publicado en selección de veinte poetas del III Certamen de Poesía Erótica Canarias 2015, Premio Eros 2015)

 

Foto de José Amador Martín

 

DEIDAD DE LAS CATÁSTROFES

 

 

Las mañanas,las noches y el coffee break,

estás ahí entre los papeles,

cerca de la fotocopiadora, en el altar a Yemayá de mi amigo.

Te veo por las rendijas de mi techo herido,

en los ojos de mi perra, en los zaguanes de San Juan.

Estás en el sueño, en el insomnio y las historias que vivo y las que invento.

 

(2017 – Historia de la soledad, selección poética traducida por Raquel Salas Rivera, The Wanderer, septiembre)

 

 

 

Foto de José Amador Martín

 

 

TENTACIÓN DEL FÓSFORO I

 

Solo quiero pisar esa malvada hoja

de esta rifa sin sueño

en busca del cometa absoluto

que me engañe de noche

y me muerda de día.

 

Quiero solo las ráfagas encendidas

del jabón de mi madre

que refriega la esquina anaranjada

de ese negro ojo que me habita.

 

 

(2017 – Historia de la soledad, selección poética traducida por Raquel Salas Rivera, The Wanderer, septiembre)

 

 

Foto de José Amador Martín

 

EN TRÁNSITO

 

Murmullos de ciudad pequeña,

indistinguibles del viento,

zancadas en arena.

Pequeños ecos de lluvia

y aguadores

que deambulan transparentes

en las calles

sagradas y vacías de mi pueblo.

Todos hemos migrado a otras aguas

dejando un rastro errante de memorias.

 

Sigo sin sentir aquí

con los murmullos

sangrantes de asma y de metal

y de esta aurora.

Vengo con la locura del viajante.

Hay ahora adiós para no volver,

desgarramiento

como el volátil ángel que se lleva

cada hora acostada

y el minuto.

 

Quisiera enamorar al sonido de la iglesia,

al cine de timbre sordo

y a algunas de las puertas de mi pueblo

que nadie abrió para mí

para que crucen conmigo

la calle hasta mi acera.

Pongo suave la luz

y espero el sueño.

 

(2011 –  Antología de poetas puertorriqueños, Homoerótica)

 

Foto de José Amador Martín

 

SEGUNDO DÍA DE TRABAJO

 

Los martes

son los días de lluvia

y bajan amanerados ruiseñores

que nunca han reposado estos espacios.

A veces son días de cobro

y la gente dormita filas interminables

para los niños.

Casi todos los martes

suena el teléfono

y me haces recordar tu castigo,

uno que se inició con puertas

y brazos cerrados.

Esos martes hace calor

como casi todas las horas en que debo la luz,

como las noches

en que mis ojos deambulan

sobre tu cuerpo imaginario.

Es el día en que estoy cansada

porque no sé por dónde camino

y mi libreta pequeña de calendario

está rayada

y aparecen números para llamar que no quiero

y hay nombres de personas que no conozco.

Pero me conformo con imaginarme lo contrario.

Todos los días son martes desde entonces.

 

(2017 – Historia de la soledad, selección poética traducida por Raquel Salas Rivera, The Wanderer, septiembre)

 

Foto de José Amador Martín

 

 

ESCALERA

 

Si pudiera abrazar

esa escalera alta bajo tu puerta,

llamaría a un tren desbocado

que me recogiera

durante las horas de tedio.

 

Es un balaustre

de líneas zigzagueantes

y veo tu rostro terso

junto a mi oreja.

 

Este tren no se detiene nunca,

estos pasajeros no escuchan mis manos

y pierdo la partida

y la llegada.

 

Y te observo

con el sonido de la máquina

y esa música

que habla más fuerte que el azar.

 

Foto de José Amador Martín

 

ARDE MI PIEL EN LA OSCURIDAD

 

Si quisiera decirte cómo me siento,

te daría el termómetro y el alcohol.

Te pensaría en la cama como un caracol de nieve

todo derretido y en correntías.

Te pensaría, te pensaría

como la lupa firme sobre la hormiga brava,

como la limpieza de las playas negras por los buques de carga,

como la hornilla más encendida del desayuno.

Pero hoy no puedes decirme nada,

tu labio está de siesta permanentemente y

pensarte es una labor de computadora,

un inicio en las artesanías del teléfono,

una distancia estatal de esta gran fábula.

 

Foto de José Amador Martín

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