CUATRO POEMAS DEL COLOMBIANO JUAN MARES.

 

 

 

1 El poeta Juan Mares en el Teatro Liceo de Salamanca (foto de José Amador Martín, 2016)

 El poeta Juan Mares en el Teatro Liceo de Salamanca (foto de José Amador Martín, 2016)

Crear en salamanca se complace en publicar estos cuatro textos del Juan Mares (Guatapé, Antioquia, 1951. Seudónimo de Juan Carmelo Martínez Restrepo), licenciado en Español y Literatura por la Universidad de Antioquia. Desde 1968 vive en Apartadó, donde fue profesor y director de la Casa de la Cultura. Actualmente es profesor de cátedra en la Universidad de Antioquía (Sede Urabá). Entre sus libros publicados están: Poteas y pirontes (1987); Voy a ver pantalla chica (1989); El árbol de la centuria (la ed. 1996, 2a ed. 2004, 3a ed. 2011, 4ª ed. 2016) y Ritmos del equilibrista (2011). Es coautor de Entre la savia y la sangre, recopilación poética de Apartadó (1996), Kalugrafías del instante (2009), Hojas de caladio (2013). Ha participado en diversos encuentros literarios, como la Feria Internacional del Libro (Bogotá), el III Festival de Poesía Salvador Díaz Mirón (México, 2013) o el XVII y en el XIX Encuentro de Poetas Iberoamericanos (Salamanca, 2014 y 2016). Festival Internacional de Poesía de Medellín, Corporación Prometeo (2015). Tiene participación en cinco antologías iberoamericanas y nueve antologías colombianas.

 

 

 

2 Pájaro, de Miguel Elías

  Pájaro, de Miguel Elías

 

LA PIEDRA DEL POEMA

 

 

Tengo una herida a espumarajos en el pecho.

Me lo han preguntado en distintos tonos

¿Qué es un poema? Y  respondo

 En diferentes momentos y a distintos tontos:

Un poema es una nube negra que se hace lluvia

Donde el verano abrió la tierra.

Es una piedra que al canto de la alondra

Se transforma en pájaro.

Es un incendio, en alguna parte,

Que se apaga con una lágrima.

Es la hormiga, en el décimo piso, tras un grano de azúcar.

Un poema son unos ojos fijos que miran tu mirada.

El sabor de un beso tirado al aire, que te alcanza.

Es el color que determinas a la alegría o a la tristeza

Con olor a nigua y pulpa de ámbar

El poema son unos dedos sobre la piel del alma.

 

 

 

3

 

 

 

YO TE CANTO PARÍS, SOCIAL Y BELLA

 

 

Ir a París como si fuese flor de lis La Torre Eiffel
Como si en Montparnasse los eternos aedas
Del mundo en las tabernas al rincón de bulevares
No tuviesen pasto para peinar con digitales
Movimientos entre sedas de turgentes pechos
Con la brisa del Sena adormecido el tiempo

Allí Victor Hugo, Balzac y Simone de Beauvoir
Rousseau, Voltaire, Carles Perrault y qué sé yo
Cuánta materia de universo en sesos contenido
En la corola de una flor de esencias gratas
A la buena ciencia de los versos construidos
Para la memoria de aires futuros que te cantan.
Un verso de Darío evoca un canto:
“…en tanto cae la nieve del cielo de París”.
Y rememoro un llanto de humedad nocturna
Cesar Vallejo muriendo en “París bajo aguacero”.

Este tributo a esa historia corrida por el Sena.
París, locura grata, volcán de luz y pensamiento
Florilegio de versos esparcidos por el mundo
Mallarmé, Verlaine, Nerval, Artaud

 

 

 

4 Pájaro, de Miguel Elías

Pájaro, de Miguel Elías

 

REGRESO

 

 

Presentido el poema

me aposté a mirarlo en cuadrículas

como para dibujarlo con la precisión

y la perseverancia del tiempo

sobre la roca taladrada

a cincel de viento y agua.

 

Ya mirado el poema en colores y plumas (Enjaulado en mí mismo)

Y luego de escuchar su trino Me dispuse a soltarlo en la hoja

Y voló de mis manos.

 

Sé que cuando regrese a mis ojos

En las hojas de un árbol

Quizá sea otro el mensaje del pájaro

Y otro mi ánimo. Entonces, le miraré

Y leeré ese rostro

Como si un poema que regresa.

 

 

5 Juan Mares con su hermana Bernarda y el escritor venezolano Enrique Viloria (foto de Jacqueline Alencar, 2016)

Juan Mares con su hermana Bernarda y el escritor venezolano Enrique Viloria

(foto de Jacqueline Alencar, 2016)

 

 

MANDUCO Y TABLA

 

Como una prebalada

Bajan a lavar, ellas,

su ropa al río.

allí crudamente,

comentan asuntos

sobre sus experiencias íntimas

 

Como una prelavada

Espumoso acontecer,

retorcimiento de prendas

y el sol en el alambre

sigue absorbiendo gotas

mientras el viento aletea sus colores.

 

Solo queda el retumbo sordo del manduco

Sobre las prendas despercudidas.

Sobre el barro, el látex y el sudor del cuerpo

 

Allí la presencia del manduco y la tabla

Sonoro testimonio de bucólica extrañeza.

 

6 Salamanca, de Miguel Elías

Salamanca, de Miguel Elías

 

2 comentarios
  • Juan Carmelo Martínez Restrepo
    junio 9, 2017

    Gracias por hacer eco de estos versos que regresan con su tun, tun sonoro y ese aire lejano de otros tiempos.

  • Iliana Godoy
    junio 10, 2017

    Felicito a Juan Mares por su publicación en Salamanca

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