CINCO POEMAS DE LA CUBANA LILLIAM MORO, PREMIO INTERNACIONAL DE POESÍA PILAR FERNÁNDEZ LABRADOR 2017

 

1 Lilliam Moro leyendo en el Teatro Liceo de Salamanca, ante Elías, Salas, Fernández Labrador, Pérez y Barrera

  Lilliam Moro leyendo en el Teatro Liceo de Salamanca, ante Elías, Salas, Fernández Labrador, Pérez y Barrera

 

Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar cinco textos de Lilliam Moro (La Habana, 1946), salió de Cuba en 1970, vivió en España más de cuarenta años, y desde 2010 reside en Miami (EE.UU.). Estudió Magisterio (Instituto Pedagógico Makarenko) y Letras y Artes (Universidad de La Habana). En España se dedicó a la edición y las artes gráficas y realizó ediciones críticas-didácticas de clásicos de la literatura como Novelas ejemplares, de Miguel de Cervantes (1977); El Lazarillo de Tormes, Anónimo (1977); La Celestina, de Fernando de Rojas; El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina (1977); La vida es sueño, de Calderón de la Barca (1977); Peribáñez y el Comendador de Ocaña, de Lope de Vega (1977); La verdad sospechosa, de Juan Ruiz de Alarcón (1977); Poema del Cid, Anónimo (1977); Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cer­vantes (2002), entre otras.Poeta y narradora, su obra poética comprende La cara de la guerra (Madrid, 1972), Poemas del 42 (Madrid, 1989), Cuaderno de La Habana (Madrid, 2005); Obra poética casi completa (Miami, 2013), Contracorriente (2017), El silencio y la furia (2017).También tiene publicada la novela En la boca del lobo (Madrid, 2004: Premio de Novela Villanueva del Pardillo).

 

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Estos poemas forman parte de Tabla de Salvación (con pinturas de Pedro Martínez de Quesada), su reciente poemario publicado por la madrileña Editorial Betania, dirigida por el poeta Felipe Lázaro, especialmente vinculado con Salamanca. Lilliam Moro obtuvo el Premio Internacional de Poesía ‘Pilar Fernández Labrador’ en 2017, por ‘Contracorriente’, libro que fue publicado por la Diputación de Salamanca.

 

FOTOGRAFÍAS DE JOSÉ AMADOR MARTÍN

 

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ARTE POÉTICA

 

Ninguna línea sobra

ni una palabra está de más

ni de menos.

Pero el poema todavía no existe

porque hay un verso único,

inencontrable,

al que solo la furia luminosa puede tener acceso:

un destello que ciegue,

que contenga el misterio

y que nos corte la respiración.

 

 

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ACCIÓN DE GRACIAS

 

Te agradezco, Señor,

el poder disponer de mis cinco sentidos,

de no ser manco, tullido, ciego o sordo.

Perdóname si no siempre me acuerdo de estos dones.

 

Gracias por no sentir vergüenza

de pronunciar tu nombre,

escribir y decir las palabras amor, o rosa o amistad

sin el menor rubor.

Perdóname si no siempre escribo y hablo lo que debo.

 

Pero sobre todo te agradezco esta profunda certidumbre

de creer que tanto dolor

tiene un sentido para ti que yo no alcanzo a comprender

y por lo cual te doy un voto de confianza.

 

 

4

 

 

 

POR FAVOR

 

Un aburrido mundo de obviedades,

de dos más dos son cuatro

y lugares comunes

me hace pedir, incluso por favor,

una tarde de tenues claroscuros

con argumentos poco convincentes

frente a una taza de té y tus palabras,

mientras de vez en cuando algún silencio

aparente cierta profundidad

y tomemos en serio esas medias verdades

que nunca afirman nada

excepto la certeza de la desvanecida luz

que nos envuelve,

la tarde que se diluye sin remedio

sin más explicaciones

como todo en la vida.

 

 

5 El poeta A. P. Alencart

El poeta A. P. Alencart

 

LA LUZ QUE AGUARDA

 

Para Alfredo Pérez Alencart

 

Más allá de la imagen

existe la Belleza que no se puede descifrar

ni aun cuando miramos fijamente

los ojos del cordero.

Es inasible la visión

de la luz redentora,

la que traspasa nuestra mente

que la deja escapar porque no sabe

manejar el misterio,

y se convierte en un interrogante

para toda la vida.

Únicamente el corazón

puede intuir cierto sentido

como un escalofrío.

Cuánta penumbra hasta llegar a Él.

El cordero de Dios o la Belleza

yace a los pies de cada uno

esperando.

 

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LOS CORAZONES DESBOCADOS

 

Hemos andado por la vida

comiéndonos el mundo,

haciendo fuego de los días

y fogatas con el calendario.

Nada teníamos, nada podíamos perder.

Sólo contaba el hoy.

 

Demasiado aspaviento.

 

El futuro llegó sin avisar,

y aquellas llamaradas

hoy son patéticos rescoldos volviéndose cenizas.

 

Las pocas certidumbres

se convirtieron en grandes ignorancias.

 

Sólo nos han quedado

montones de papeles, cartas amarillentas,

algún remordimiento

y muchas fotos en una caja de cartón.

 

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