‘Y AHORA, MI AMOR, AHORA ESTAMOS VIEJOS’. VERSOS DE FERNANDO CABRITA TRADUCIDOS POR A. P. ALENCART

 

Fernando Cabrita leyendo versos de su libro ‘Vida’

 

Crear en Salamanca se complace en publicar esta muestra del último libro publicado por Fernando Cabrita (Olhão, 1954). Es abogado y escritor. Entre poesía, crítica literaria y ensayo, ha publicado cerca de cuarenta títulos en Portugal, España, Francia, Puerto Rico y Marruecos. Está traducido al español, francés y turco, y su obra poética ha recogido numerosos premios literarios, entre los que destacan el Premio Nacional Silex en 1980; Premio Ciudad de Olhão en 1987; Premio Emiliano da Costa, también en 1987; Premio Oliva Guerra en 1998; Premio Joao de Deus en 1995; Premio Nacional João de Deus en 1997; Premio Nacional de poesía Mario Viegas en 2008; y Premio internacional de Poesía Palabra ibérica en 2011. Desde 2015 es el organizador del Festival Internacional Poesia a Sul, em Olhão, Portugal. Ha sido invitado a representar la poesía portuguesa contemporánea en encuentros y festivales internacionales en España, Francia, Irlanda, Puerto Rico, Marruecos y Turquía.

 

 

Los versos han sido traducidos por el poeta Alfredo Pérez Alencart, profesor de la Universidad de Salamanca, seleccionados del libro ‘Vida. Un poema’, publicado por la reconocida editorial Labirinto, con sede en Fafe y dirigida por João Artur Pinto.

Foto de José Amador Martín

 

XIV

 

Y ahora, mi amor, ahora estamos viejos

 

arrastramos los pies.

respiramos dificultosamente

tosemos con frecuencia.

 

 

No tenemos nada que aprender y no

tenemos nada que enseñar

 

nos mandan cretinos

rufianes

y mentirosos

 

Nadie sabe quién sopla la

trompa del otro lado del viento

pero no seremos ni Rolando ni nosotros

 

-¿Escuchas,

escuchas todavía el sonido de la antigua trompa? –

 

Dejamos de oír el galope de esas aguas que

el levante empreñaba y de

sentir el sonido de la brisa en los

aparejos desplegados de los grandes veleros

 

 

Ahora estamos viejos

viejos como tú, vieja Adelaide viuda de Otão, dos veces viuda

emperatriz de nada

sentada

en ese trono que ya no te es imperio

ni paquete

ni deseo

solamente un tosco estrado

una silla tallada

donde se te entristece la osamenta anciana

 

y

 

tenemos miedo a la noche,

tenemos miedo

miedo

y bien que conocíamos, Laurie, bien que conocíamos

when love is gone, there’s always justice.

And when justice is gone, there’s always forcé.

And when forcé is gone, there’s always Mom

ya nada tenemos, ¡Oh Mom and Dad!

ni el amor

ni la justicia

ni siquiera la fuerza

 

y el Padre murió hace mucho

y la Madre murió hace mucho

y la muerte ahora nos mira todos los días como si fuera la

única cosa que le queda

y nos sentimos solos

y bebemos a escondidas

y leemos periódicos atrasados

y ninguna noticia nos importa

 

¿Smoking or non-smoking?

¡Quisiera saberlo! Fuck off!

 

Estamos en las manos de imbéciles e ignorantes

 

el mundo dejó de pertenecernos

ese mundo que tanto amábamos y conocíamos

ese mundo donde dormitaban nuestros gentiles fantasmas

y nuestras memorias de nunca más

 

Ahora mandan bruscos

corruptos

impostores

maleantes levantados al árbol idiota

 

los vemos:

pedazos de artistas abrazándose a los regímenes

adoradores de profunda bestialidad

ambiciosos rebuznando por migajas

 

llueven faquires

se alzan patéticos

salen poetas de cada alcantarilla

y todos versean sus dolores fingidos

en buen trovar

 

 

y nadie ve dentro de sus

propias almas desarticuladas

donde

nada sucede 

nada se mueve

nada 

espíritus inconsútiles e impenetrables

donde la voz no tiene eco

el sueño no tiene eco

la virtud escurre vagamente

la ética cayó hasta extinguirse

 

y nada

nada les dice que la poesía es vida y

no simulación

que poesía es

lo que goteó lentamente en nosotros

lagrima de un vino bueno en un cristal antiguo

lo que se vivió

lo que se leyó

y lo que se vio y escuchó

lo que quedó de las conversaciones de los que ya fueron

de los que todavía son 

de los destinos cruzados

de las esperanzas perdidas  

 

nadie les dice 

-¿por qué no te callas? –

nadie les dice

 que ya secaron las viñas de la ira

y los licores se agriaron en las copas 

 

nadie les dice     ………

 

Ahora estamos viejos 

lo que escribimos no tiene sentido para nadie

y no hace falta a nadie

no soy nada 

no somos nada 

nunca seremos nada

nunca podremos ser nada en ningún Estanco debajo

de ningún cartel 

¡oh Esteves, Oh Esteves! 

e incluso los sueños del mundo se

cansaron de ser soñados por nosotros 

y como tú, Manuel António 

como tú que ya demandaste al viento allá donde el viento exista 

escribimos no para cambiar al mundo 

sino para que el mundo no nos cambie

 

Ahora estamos viejos

y tarareamos solo cosas inimaginables 

la muy vieja rima del viejo marinero

pues cuando la cantaste

viejo Coleridge

nos la cantaste a nosotros 

la cantaste para nosotros 

bien lo sabías  

claro 

somos el albatros que tu viejo grumete abatió con arco y flecha 

tal vez ese pájaro descuidado de Baudelaire en la cubierta

tal vez ese cormorán perdido

que venía del norte entre lluvias y acantilados

y moría en cada litoral 

tal vez Negro Viejo de umbanda 

viejos descalzos a la orilla del camino 

cada uno con su rastrillo,

cada uno murmurando,

en las playas, entre

la gente y lo que no se veía 

meneando tres veces la cabeza, descontentos,

susurrando 

¡oh gloria de mandar! Oh vana codicia 

y por aquí andamos ardiendo en la hoguera 

sucumbiendo días tras día 

fracasados de todas las cosas

de

todas

las

Foto de José Amador Martín

 

XVII

 

ahora estamos viejos 

viejos sin darnos cuenta de eso

demasiado viejos 

 

viejísimos 

 

y nos olvidamos de tanto agradecer

que ya no vale la pena agradecer 

nos olvidamos de decir tantas cosas

que ya no vale la pena decirlas  

 

Nos recuerdan

los que se han de acordar de nosotros 

El resto será olvido y agua  

olvido y tierra 

olvido y óxido de los días 

márgenes de Lethes donde reposan dioses caídos

 

Ahora nos mandan 

charlatanes 

canallas

y estafadores.

 

Vimos todo

y no vimos nada 

Viajamos mucho hacia ninguna parte.

Nos vamos abandonando a las memorias que teníamos…

y la luz 

la luz   

 

déjenme solo

en mi canto 

de mi habitación 

en mi casa que nadie sabe dónde queda. 

 

Porque ahora mi amor,

ahora estamos viejos  

 

Ahora

ni la poesía nos salva.

Foto de José Amador Martín

 

 

XVIII

 

O tal vez solo la poesía nos salve.

 

 

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