TRES POETAS LATINOAMERICANOS DE HOY: GERMÁN GUERRA, JORGE CADAVID Y ANA CECILIA BLUM. PINTURAS Y ESCULTURAS DEL ABULENSE EMILIO SÁNCHEZ

 

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Crear en Salamanca publica, con especial satisfacción, una muestra de la obra más reciente escrita por tres poetas latinoamericanos de hoy: el cubano Germán Guerra, el colombiano Jorge Cadavid y la ecuatoriana Ana Cecilia Blum. La selección ha sido hecha por Alfredo Pérez Alencart, destacado poeta peruano-español y profesor de la Universidad de Salamanca, quien también firma la nota introductoria.

 

 

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TIEMPO EN EL QUE CONVERGEN FOGONAZOS

Para que nada se olvide
y, también, para que todo recomience…

La Poesía como sanadora de los estragos o parlante de alta fidelidad de lo que acontece dentro y fuera del ser humano: la Poesía no es neutral porque descree de pantomimas y de serviles flexiones de rodillas,

pero permite que el poeta acerque sus labios, y diga lo que conserva y anota para que conmueva al perseverante lector… Así estoy ahora, repasando los envíos llegados semanas atrás, leyendo el libro Oficio de tinieblas (Aduana Vieja, Valencia, 2014), habitando la otredad del cubano Germán Guerra: un cántico para navegaciones del espíritu, para sentir su mano caliente en nuestra nuca: Madurez para abordar a Tánatos; lenguaje propicio para confundirse por la inmensa noche del alma; tiempo el de ahora para tratar de desenraizar el Tiempo que embarnece su tránsito existencial.

Guerra se hace fuerte con esta ofrenda para conjurar los temores que confunden durante la travesía que ineludiblemente tendremos que hacer.

Quiero mucho al colombiano Jorge Cadavid, pero esa querencia no empaña mi criterio ni merma la admiración que hacia su obra tengo. Entre los libros que recibí está El bosque desnudo (Fundación Común Presencia, Bogotá, 2013). No oculta que es un diario de viaje, telúrico pero también espiritual: España está muy presente en sus páginas, no tanto como paisajes epidérmicos que extasían a cualquier turista, sino como magma espiritual y humanístico que mucho le nutre, pues recuérdese que en Sevilla obtuvo su doctorado en Filosofía.

Y claro, los místicos, las vivencias profundas, el esplendor del silencio entero… Cadavid pergeña sus prosas con la urdimbre o textura de la poesía aforística o filosófica más depurada. Cadavid, siempre prudente y sosegado, pergeña unos textos sin cuarteadura, con pulso de claridad y voltaje suficiente para ser leídos desde la primera salva de silencios.

Ana Cecilia Blum no puede, mejor, no quiere guardar silencio cómplice ante un ignaro ricachón norteamericanos que, en plena cruzada hacia una presunta nominación presidencial, vomita sandeces contra los inmigrantes hispanos, especialmente. Ana Cecilia cambia de su registro poético habitual, más lírico y depurado, y escribe un valiente poema para que nada se olvide.

Alfredo Pérez Alencart
Universidad de Salamanca

 

 

3 El poeta Germán Guerra (Autorretrato)El poeta Germán Guerra (Autorretrato)

 

GERMÁN GUERRA

 

(Guantánamo, Cuba, 1966): Poeta, ensayista, fotógrafo y editor. Estudió Informática y Bibliotecología en la Universidad M. V. Lomonosov de Moscú y en la Universidad de La Habana. Reside en Estados Unidos desde 1992. Ha publicado tres poemarios: Dos Poemas (1998), Metal (1998), Libro de silencio (2007) y Oficio de tinieblas (2014). En el 2006 ganó mención de honor en el Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén. Con su penúltimo libro ganó el Florida Book Award, categoría de Lengua Española, al mejor libro publicado en 2007 por un autor residente en el Estado de la Florida. Textos y poemas suyos han aparecido en antologías y revistas de diversos países. Es fundador y codirector de Ediciones EntreRíos. Trabaja como diseñador gráfico en el periódico El Nuevo Herald de Miami.

 

 

4 El pozo del tiempoEl pozo del tiempo

 

 

 

 

II – MAITINES, TRES DE LA MADRUGADA

Un día como hoy pudiera terminar el tiempo.
Un día como hoy, con su dura ración de pan amargo,
mil heridas abiertas y la misma noticia de victoria
golpeando las paredes de todos los diarios.
Hoy, entre abril y noviembre, bajo el eclipse
que marca la muerte de otro año y los años
de estos hombres que no engendran más hijos
que lleguen a la noche de la próxima mañana.
Hoy puede comenzar y terminar el tiempo.

El tiempo es una herida en el fondo del espejo
infamando la frontera y el llanto. Premoniciones y memoria
conjurando una lluvia que lave de rencores las calles
y una noche sin bordes para que vuelvan a caer los condenados
para que vuelvan los suicidas a partir entre las sombras,
a partirse los cuerpos entre la sal y las piedras de una playa.
El tiempo es un niño que juega con el filo de un cuchillo
golpeando el hierro de las horas y las palabras de este hombre
que muere ante el espejo: un abismo penetrando un abismo.

Están secas la hiedra y la sal de las paredes.
Espero cartas y la breve noticia de mi muerte.
Espero cartas que nunca van a ser escritas
porque todos ahogaron su cansancio en otra guerra
o soñaron mi voz cayendo en la certeza del olvido
mientras yo limaba la utopía en el vacío de sus manos,
firmaba las sentencias y revisaba el filo de las hachas.
Una mano fantasma escribe sinfonías en el manto del polvo.
Espero cartas todas las mañanas, espío en las rendijas.
4b

 

 

 

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VII – VÍSPERAS, SEIS DE LA TARDE

 

 

Para qué más pueden servir la cal, el canto, las paredes
cuando ya he terminado de colgar en ellas los últimos retratos
y todas las historias de los muertos que me acosan desde el alba.
Ahorcar en las paredes, sembrar arquitecturas de silencio y olvido,
apuntalar con sueños y relojes rotos la vieja parábola del sol,
sembrar la sed y el desamparo, sembrar una historia sin final
en la frente y el pecho de cada uno de los hombres que he matado.
Recoger una cosecha de temblores en todos los rincones de la casa,
ser el último que sangra con el día abrevando sobre el mismo llanto.

No hay soledad mayor entre los hombres que la mía,
nada más grande y palpitante que el silencio del cuarto,
sus paredes sin eco y ustedes gritando interminables
entre la luz y el polvo, condenados a vivir en el espejo.
Vigilia acorralada entre esas velas que terminan
un minuto insondable, una zanja en el pecho de los hombres
—el Hombre de Platón, el Hombre de Vitruvio, el Hombre Nuevo-
una mesa ordinaria y el viejo candelabro de los desentierros.
Vigilia que amamanta y devora esta casa que ha perdido la luz.

El tiempo es un amargo pájaro sin ojos y sin nombre
partiéndose las alas entre los hombres que habitan el espejo.
El espejo roto es puerta y guillotina que llama al universo,
los trozos de cristal colman el cuarto y están llenos de fantasmas.
Girasoles con sus bocas abiertas en medio del ocaso,
verdad que oscura clama un instante en esos pechos
que enfilan temblorosos a la razón cotidiana del barranco.
Afuera ya me aguardan mil ojos ahorcados en un árbol
que está gritando sombras y aleluyas y pájaros suicidas.

Afuera, al fondo de la noche, autos de justicia y fe
pasan rompiendo las barreras de la niebla y el silencio,
atravesando el polvo de una ciudad que ya no existe.
Las cuerdas de baba y la carroña hacen la jauría,
perros infinitos que acechan en todas las esquinas
implorando un golpe de metal y de luz, una patada
que los detenga allí, entre el asfalto y la hemorragia
como el último estertor de un pez sobre cubierta,
como un vuelo de gaviotas mordido por la nieve.

Tiempo de morir por el sabor del vino y las palabras,
por una multitud que se congrega en soledad, en los abismos
de este río que clama en las gargantas y arrasa en agonía.
Ciudad donde las ruinas y la sangre se funden con los sueños
y la razón de cada sueño pare un monstruo que llaman esperanza,
donde los mapas se hundieron con la voz entrecortada de sus hijos,
con cada nacimiento, con un cansancio clásico, con almanaques rotos
y sólo queda el día con sus horas canónicas y esta isla distante
perdida en su deriva por los siglos y tengo miedo, mucho miedo.

 

 

6 El poeta Jorge Cadavid (foto de José Amador Martín)El poeta Jorge Cadavid (foto de José Amador Martín)

 

 

 

JORGE CADAVID

(Pamplona, Colombia, 1962). Poeta y ensayista colombiano, es profesor de cátedra en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, donde da clases de literatura latinoamericana. Tiene un Doctorado en Filosofía (Universidad de Sevilla), un Máster en Literatura (Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá) y estudios de Lingüística en la universidad de su ciudad natal. Sus libros de poesías son: La nada (2000), Un leve mandamiento (2002), Diario del entomólogo (2003), El vuelo inmóvil(2003), Ultrantología (2004), El derviche y otros poemas (2006), Tratado de cielo para jóvenes poetas (2009), Música callada (2009), Heráclito inasible (2010), Los ojos deseados (2011), Herbarium (2011), y El bosque desnudo (2013), entre otros. Ha recibido el Premio Nacional de Poesía Eduardo Cote Lamus (2003) y el Premio Nacional de Poesía Universidad de Antioquia (2008).

 

 

 

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EL RELÁMPAGO

 

 

 

No hay lugar entre las nubes para el rayo. Qué hermoso no tener adentro nada. El rayo azul que atraviesa al hombre, iluminándolo, es un ser de afuera, intermitente. Solo el árbol delineado por manos eléctricas es continuo.

A Paty

 

DESDE LA QUIETUD

 

 

Nada tan incómodo para el hombre como estar en reposo absoluto. Intenta leer y no puede, quiere contem¬plar el paisaje pero siente un callo en sus ojos. Entonces experimenta su nada, su insuficiencia. Porque así, inmóvil, puesto a contemplar su paisaje interior -su alma-, el hombre no soporta la quietud. Por medio de esa nada ha de morir en sí mismo de muchas maneras. Pocos soportan hoy la detención, ese límite entre la aniquilación y el éxtasis.

Salamanca, 2011

 

 

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CARTUJA

A la santa, en La Encarnación (Ávila), se le hizo cos¬tumbre escribir no con tinta sino con luz. Se infiltraba con su pluma en la blancura. Incauta, la presa acudía a su destino.

Ávila, 2010

 

 

SIGNOS

 

 

¿Qué cabe en la palma de la mano? Un puñado de hierba, un guijarro. Una moneda usada. A veces, solo hay luz dentro de mi mano, y quietud dentro de la luz.

 

 

DE PARTE DE LAS COSAS

 

 

Las cosas no se dejan decir. Están ahí, en el vacío per¬fecto, abandonadas a su suerte en el silencio de los tiempos. Las cosas apenas se saben mostrar. Míralas temblando en su nada esencial, en su densidad de no ser, de no estar, de perder peso, en el anonimato de alguna vez haber sido. Las cosas tienen horror a las palabras sin materia. Eso es lo que siempre les impedirá hablar. Es suficiente un destello para arrodillarse e invocarlas: ¡Que aparezcan las cosas, que desnuden sus formas, que revelen su más clara existencia!

Ávila, 2010

 

 

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DOBLE MUERTE

 

La muerte no existe. Cuando la muerte llega, uno no sabe que se muere. Cuando yo muero, el mundo ya no existe. Juan de Yepes afirma; «No la temas, no la sentirás». Indiferencia ante la muerte. Al morir no se piensa en tantas cosas. Nada es más importante ni más trivial que la muerte. Epicuro el estoico dictamina: «Si eres, la muerte no es; si es, no eres».

Salamanca, 2010

 

 

MÍSTICO EN LA VENTANA

 

 

La boca estaba vacía. Solo las comisuras sostenían la luz. Oraba a alguien ausente. La plegaria era blanca. Sonidos claros y puros se suspendían en el aire. Quiso escribir en la hoja de papel del pensamiento la primera página de un evangelio aún desconocido.

Para Alfredo, junto al Tormes

 

 

10 La poeta Ana Cecilia BlumLa poeta Ana Cecilia Blum

 

 

ANA CECILIA BLUM

 

(Ecuador, 1972). Poeta, ensayista y narradora. Licenciatura en Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Laica Vicente Rocafuerte de Guayaquil. Posgrado en la Enseñanza del Español como Lengua Extranjera, Universidad Estatal de Colorado, USA.
Sus libros de poesía son: Descanso sobre mi sombra (1995); Donde duerme el sueño (2005); La que se fue (2008); La voz habitada (Co-autora, 2008); Libre de espanto (Poesía y Prosa, 2012) y Todos los éxodos (Antología Personal, 2012). También Poetas de la Mitad del Mundo. Antología de Poesía escrita por Mujeres Ecuatorianas (Co-Antóloga, 2013). Su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano y portugués; consta además en numerosas antologías ecuatorianas y extranjeras. Actualmente ejerce la enseñanza del idioma español a nivel superior; es directora de talleres literarios y editora de la gaceta literaria Metaforología.

 

1-ana-cecilia-blum-miguel-eliasAna Cecilia Blum (Miguel Elias)

 

 

 

 

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YO DIGO
(Porque el poeta no debe callar la verdad)

 

 

Con su lengua que todo lo marchita
el Señor Trump dice que somos criminales.

 

Yo digo
que hay mucha vida buena en nuestras manos.
Valor en lo que hacemos. Decencia en la postura.
Ganando de sol a luna y viceversa
el pan, el vino, la morada.

¿Habría que llamar a todo rico malhechor, violador, usurero
solo porque es posible señalar varios ejemplos?
¿Habría que llamar a cada rico obtuso y descarado
porque de sus sentencias Señor Trump?

Cuando fui niña yo creí
que cada hombre negro era muy malo
porque vi a uno robándole a mi abuela,
cuando fui niña yo creí en tantas cosas innombrables
ya de adulta pude ver la diferencia.

El Señor Trump amasando su dinero
se olvidó de crecer y es todavía el niño tonto
que no sabe vencer la simple lógica de los prejuicios
y busca la condena de todos por los pocos.

Yo digo, Señor Trump, ya es hora de crezca,
limpie su lengüita de ignorancias,
el dinero no compra la sapiencia
es la voluntad de ver la que encuentra la certeza.

No somos los ladrones, los villanos.
Con un sudor anónimo
nosotros también construimos
esta tierra cada día
sin la torre, el yate o la aeronave,
solo el brío del corazón,
solo la esperanza de la esencia.

Ya dije, y lo vuelvo a decir,
que hay mucha vida para dar en nuestras manos.
Valor en lo que hacemos. Decencia en la postura.
Honestidad en la labor que nace
de nuestros huesos.

 

 

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2 comentarios
  • Lilliam Moro
    julio 27, 2015

    Poeta, uno de los grandes nuestros, Alfredo Pérez Alencart es también un afanoso divulgador de talentos. Esta muestra que hoy presenta en Salamanca recoge el verso y el luminoso temblor de otros canales de la palabra en Latinoamérica. ¡Enhorabuena, poetas: ya se os escucha también en Salamanca!

  • Paul Graham
    julio 27, 2015

    Me han encantado los tres poetas. Ahora bien, el poema de Ana Cecilia Blum era necesario escribir. Saludos desde Baltimore.

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