TRES POEMAS DEL MEXICANO LUIS ARMENTA MALPICA, INVITADO AL XXIV ENCUENTRO DE POETAS IBEROAMERICANOS

 

 

El poeta Luis Armenta Malpica

 

 

Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar tres poemas de Luis Armenta Malpica, poeta, ensayista, director de Mantis Editores y presidente de la Casa Cultural de las Américas (sede Houston). Diplôme d’Excellence Librex en el Salón del Libro de Iași, Rumanía, en 2017; Premio Jaime Sabines-Gatien Lapointe, Canadá-México, en 2017, por Volonté de la Lumière (Écrits des Forges y Mantis Editores, Quebec, 2002) y Cavaler al Poeziei Capitalei Marii Uniri Iași, Rumanía (2018). Llámenme Ismael (FOEM, México, 2014) obtuvo el Premio Sor Juana Inés de la Cruz en 2013 y el Premio Iberoamericano de Poesía Minerva Margarita Villarreal en 2021. Finalista del Premio Internacional La Lira de Oro (Ecuador, 2015). Chiamatemi Ismaele (Fili d’Aquilone, Italia, 2019), fue primer finalista del Premio Letterario Internazionale Camaiore en el año de su publicación. Autor de veinticinco poemarios, su título más reciente es Enola Gay (Vaso Roto, España, 2019), Premio Iberoamericano Bellas Artes de Poesía Carlos Pellicer para Obra Publicada (2020). Libros y poemas de su autoría han sido traducidos al alemán, árabe, bengalí, catalán, francés, gallego, inglés, italiano, maya, neerlandés, portugués, rumano y ruso.

 

Otros premios obtenidos: Premio Nacional de Poesía 1994, convocado por la fundación Alica de Nayarit. Premio Nacional de Poesía Clemencia Isaura de los Juegos Florales de Mazatlán 1995 por Voluntad de la luz. Premio Nacional de Poesía Benemérito de América 1999. Premio Ramón López Velarde 1999, convocado por la UAZ. Premio Efraín Huerta 2000. Ganador del Concurso Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2000 por Nombradía. Mención en el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, Chile, 2000 en el VIII Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén, México-Cuba, 2000. Premio Jalisco en Letras 2008. Premio Nacional de Poesía Amado Nervo 2003. Premio Nacional Poesía José Emilio Pacheco 2011.

Una lectura de Armenta Malpica

 

Armenta Malpica ha sido invitado al XXIV Encuentro de Poetas Iberoamericanos, que dirige A. P. Alencart con el apoyo de la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes. Participará en las lecturas virtuales de dicho Encuentro, a celebrarse del 13 al 19 de octubre, en sus dos formatos: presencial y virtual.

 

Los tres poemas que hoy difundimos forman parte de sendos libros publicados por la editorial Vaso roto, dirigida por la destacada poeta Jeannette L. Clariond, quien también ha estado en Salamanca como invitada de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos.

 

 

 

TREE (LAST GOODBYE) TO JEFF BUCKLEY

 

 

Aquellos a quienes no cura la vida, los curará la muerte.

Cormac McCarthy

 

 

I

 

Todos los hermosos caballos que pastaban junto al río

detuvieron su sed

con el suave galope de Jeff Buckley.

Entre oleaje de vino de lilas y de estupefacientes

su voz, irrespirable en esa gravedad de la fiesta entre amigos

se dijo adiós

de golpe. Sin otra

explicación. Cobijada por una noche seca, sin adornos

con la maldita gracia del saber

bien morir.

Aleluya, piafaron los corceles

todos

ahogados

con la misma tristeza

de haber sido domados por un dios inasible.

 

Aunque nació en Los Ángeles

él nunca me pidió que fuera su montaña

pero una vez

que estaba en el río Wolf

entró con todo y botas

y aulló la noche entera un tema de Led Zeppelin.

 

Al desmontar del sueño de su hermano

Jeff era un joven

con escasos dieciocho

la vieja cartuchera del padre que no utilizaría

un rifle en la garganta

y sin país alguno.

 

Y así como ese globo enorme de la patria

se desinfló su cuerpo

en un relincho.

 

Aleluya, respondió Leonard Cohen

al padre que no estuvo en su duelo.

Y al coro de los Wainwright

en un aullar sin ruido se sumó k.d. lang

y todos los hermosos

caballos que todavía se bañan en ese mismo río.

 

 

 

II

 

Jeff Buckley nunca quiso una muerte a pedazos

lenta o en alguien más.

Para todos los vaqueros de McCarthy

(pienso en John Grady Cole)

la doma es un asunto de ternura

una cuestión viril

que se resuelve a solas.

 

Cuando la noche atraca

en los bancos de polvo

del Misisipi llega esa sombra del viento

rápida como el banjo

una detonación

el relincho indomable

del poema.

 

Se empieza por la silla: tallada siempre

a mano. Acercar la nariz a la crin

empaparse de avena

y remolacha. Al hombro los arreos

en la mirada el miedo

y en la voz

la sutura del canto que aprendimos

en la más tierna infancia.

 

Es decir: remontamos

la vida al sur del viejo Misisipi que atraviesa

y separa la patria de la piel

el galope del verso.

 

Ciudades de la llanura humana

que el caballo recorre

entre sudor y sed. A pelo

si hay certeza del camino

sin importar los pastos

o la espuela.

 

Indefectiblemente una cuerda roñosa

es el único vínculo. Sea al poste

de descanso

al árbol y su sombra

a la sangre que trota y se encabrita.

 

Así sea que Jeff Buckley

se cuelgue de sí mismo

al concluir el deseo del amor.

 

Así sea que el poema no beba más del río

porque aguarda, paciente, a quien lo ensille

y mande.

 

Y que la noche caiga

lentamente

a pedazos

también

en alguien

más.

 

 

 

III

 

Me dicen que hay un álamo

en el río

que moja sus raíces en la voz de Jeff Buckley.

 

Es decir: en el blues

más profundo

de vino lila y caimán.

 

Un álamo sin pájaros. Un álamo

sin sombra. El álamo

de Jeff.

 

Y todos los caballos

cruzando las fronteras de la gracia

dejan en libertad ese poema.

 

 

 

 

BONSÁI: UN LIBRO

BAJO LA ALMOHADA

 

 

El diario empieza

aquí:

donde tus ojos esperan

el relámpago.

 

Una delgada línea roja

dividirá

la carne + la poesía.

 

El diario empieza

aquí:

donde tus ojos

ven cruzar la navaja

y el potente rugido de su vuelo ascendente.

 

Boqueas toda la asfixia de la sangre

y en la piel no se mueve ningún signo. El alfabeto

se repite en nosotros como se calla un beso

y es el aire y la angustia y el impulso

lo que te vuelve un pez de tan humano.

 

Boqueas todo ese semen

que gira con sus hélices

hacia un destino más adentro de ti

más allá de ese glande inflamado de tinta

que te desaparece y te revela.

 

 

Boqueas una orfandad tan blanca

como el poema: en el rompecabezas

de tu vocabulario gotean esos trazos del animal

que se forma en tu piel y se transforma

en ti: en algo más que yo: en un nosotros

que nos desaparece.

 

Boqueas ese vitral

en cuya curvatura se forma un camaleón

un doble vibratorio de astillas y fragmentos

palabras separadas de una en una

hasta formar un bosque o un infierno.

 

Boqueas, por fin

un dolor que atravesó la página

desde sus catacumbas: esa noche más láctea

y tan inmóvil. Ceniza de la tinta

que hasta decir mi nombre se consume.

 

Hasta aquí

el poema : la primera palabra

por caer

en tu piel.

 

Después vendrán los sueños

que tuvo Kurosawa

por si acaso dormimos.

 

Pero antes

sólo un árbol :

 

 

 

EXCAVACIÓN DEL AIRE

 

 

Allá lejos —Là-bas— hubo una piedra hundida

donde el aire pareció detenerse.

Un trozo de basalto —vestigio de cuando los volcanes

eran los dictadores del reino mineral     y las plantas

(todas desconocidas) peleaban con el humo

por la tierra—

parecía milagroso entre la lava ardiendo.

Piedra mayor que el polvo     diamante de lo intacto

se mojaba de musgo; al aire

ardía.

Con sus huellas verdosas resbalaba un camino

de ceniza y de fuego:

escritura de calcio     rupestre y cuneiforme

en los huesos del aire

la voz —de primigenia hechura—

se solidificaba.

 

Y qué decía —Là-bas—

que allá lejos

en el mundo ficticio de los tiranosaurios

las migalas intentaron asirla

con sus dientes.

 

Cómo la tradujeron los nuevos celacantos

si allá lejos —Là-bas—

en las profundidades

ningún megalodonte vio el signo

del basalto.

No decía nada que pudiera explicarse

sobre el mundo:

el hombre no había nacido aún

de la espina del pez

del huevo

de la piedra.

 

Era tan solo el aire

presagiando las alas que vendrían a surcarle

quien lo buscaba al fondo del basalto.

Era un aire —Là-bas—

que viajaba lentísimo: inmóvil

pero adherido al polvo que iba adquiriendo el humo

al convertirse

en roca.

Y no era piedra

porque entonces (y más si era basalto)

contuvo la ceniza —pez     óleo volcánico—

de lo que sería

el agua.

Así toda placa tectónica que removió la tierra

fue bautizada al fuego

bajo el nombre del aire.

 

Tuvimos de esperar que Dios hiciera el agua

para creer en los peces.

 

 

 

CRÉDITOS

 

El primer poema está incluido en Greetings to the Family (Vaso Roto, España, 2016)

El segundo poema está incluido en Enola Gay (Vaso Roto, 2019, Premio Iberoamericano Bellas Artes de Poesía Carlos Pellicer para Obra Publicada 2020)

El tercer poema fue incluido en El agua recobrada. Antología poética (Prólogo de Eduardo Moga. Selección de Luis Aguilar. Vaso Roto, España, 2012)

 

 

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