POEMAS DEL ESPAÑOL ANTONIO SAN MIGUEL ROLDÁN, POETA VALORADO EN EL PREMIO PILAR FERNÁNDEZ LABRADOR

 

 

El poeta Antonio San Miguel Roldán

 

Crear en Salamanca se complace en publicar una muestra poética de Antonio San Miguel Roldán nace en 1976, en Madrid, ciudad en la que reside hasta el año 1989, fecha en la que se traslada a vivir a Talavera de la Reina. Es en esta ciudad donde se diploma como Trabajador Social por la Universidad de Castilla-la Mancha. Desde el año 2016 es también Graduado en Trabajo Social. Es durante la década de los 90 cuando se inicia su actividad literaria, escribe sus primeros poemas, publica artículos de opinión en periódicos locales, ensayos, cuentos, narraciones breves…, Volverá a Madrid para iniciar estudios de Filosofía en la U.N.E.D., y para diplomarse en interpretación actoral en la Escuela “Metrópolis”. En la actualidad desempeña funciones de trabajador social en un Centro Ocupacional para personas con discapacidad intelectual, y es docente de interpretación actoral, dramaturgia y director de teatro. Entre sus méritos poéticos cabe destacar: finalista premio “Adonáis” (2008) con la obra La canción del agua, ganador del premio nacional de poesía “Joaquín Benito de Lucas” (2012) con la obra La muerte de Rómulo, Accésit en el Certamen internacional de poesía “Creadores para la Libertad y la Paz” (2015) con la obra Minúsculos desastres, finalista del Concurso Internacional “Tierra de Toros” (2016) con la obra Teseo (5 de junio de 2008), Premio internacional de poesía “Joaquín Lobato” (2016) con la obra Raíles, premio ateneo de Alicante “Poeta Manuel Molina” (2018) con la obra 26 formas parecidas de coger un tren hacia Lisboa, premio de poesía “José Hierro” (2018) con la obra Llegar a Portugal en un ferrocarril que ya no existe, premio internacional de poesía “Juan Alcaide” (2019), con la obra A riesgo de ser niño. Premio internacional de poesía “Balanceo” (2019), con la obra Crematorio del mar. Premio de poesía “Villa de Iniesta” (2020) con el poema Donde el mar nos duele. Premio internacional de poesía “Ciudad de Ceuta” (2020) con “Cartografía en la piel de los vencidos”.

 

El libro que presentó a la VIII edición del prestigioso Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador quedó tras los 15 finalistas, y entre los 10 libros recomendados por el Comité de Lectura para reconocer al autor/a con la publicación de una muestra de su poesía en las revistas que son afines al Premio. Se presentaron 1304 trabajos a esta VIII edición, que fue ganada por el mexicano Margarito Cuéllar y cuyo Accésit recayó en la española Carmen Palomo.

 

 

 

 

CALLA

 

 

 

Abríamos un cráter,

y nadie discutía.

Encogimos los brazos. La tierra fue apartada

con desprecio.

Preparábase el barco a los océanos.

Vibraban las raíces, desmanteladas, vivas,

colapsada cicuta

que se aproxima al fuego ¡Última vez

de todo!

Venecia sin dormir ¡Qué difícil

reírse

cuando tu voluntad

la dictan otros,

el vuelo circular (¡Qué extravagancia!)

de una pala en la mano!

 

Somos sombras de acero

sobre un tapete…

 

Somos.

 

Aún te dejas ver por estos ojos…

 

 

De «La Muerte de Rómulo» 2013, Premio Joaquín Benito de Lucas.

 

 

 

 

NIÑO ÁRBOL

 

Árbol a cuyas ramas,

de cuidoso ramaje y de ásperas maderas,

trepé para alcanzar la altura necesaria.

Era mi ruta en fin, dejaba el suelo

abajo, los arbustos

que viera como cimas, cubrían por doquier

mi pecho erguido, más tarde, con los años

fui dándoles mi sombra,

cobijo algunas veces, otras tantas dolor,

también la sepultura. Pensaba que los dioses,

decidían el modo, la medida,

el signo de las cosas, que eran ellas,

aquellas lanzas débiles, las que menguaban forma,

ajaban su contorno como una barca herida

en su vorágine … 

No podía engañarme, era yo quien crecía.

 

Mentí, nacieron frutos, busqué de entre los días

un sol desnudo y ocre, amenazante hilera

de rayos sometidos, y la fuerza del agua,

quizás solo quería

acercarme a mis ramas con la desnuda mano, 
helechos de esta carne alzándose en mi tronco,

como si el daño no hubiese existido,

y fungido al amor, haberme convertido,
más bien, en otro niño, olvidando la trágica

cadencia de un desastre.

 

Mas todo era cristal, delicada materia

que quiebra al acercarse a la pasión sentida

de los años,

y estalla convirtiéndose en mi canto,

haciéndome parir entre dolores…

 

Incluso las pacientes raíces que me afirman

son áspides, mordiscos, arenas movedizas,

dentelladas de horror bajo mis piernas.

 

De «Minúsculos desastres» 2015, Accésit Creadores para la Libertad y la Paz.

 

 

Presentación del poemario publicado por Verbum

 

LA NIÑA VIOLADA

Di, ¿cuántos quedan vivos?, cuántos ríos de sangre
fueron hombres, cascadas, cumplidos manantiales,  

cuántas mujeres, sombras de mujeres,
vaginas de un placer

violentamente asido por la fuerza,
cuántas niñas sin rostro, cuántos horrores juntos,

cuánta visión de ultraje, cuánta mierda

floreciendo este hedor de líneas sin imagen,

de treguas que no han sido respetadas,

¡ya te viene el jadeo sobre tu grito estéril!

¡ya tu cuerpo se cubre, ya te alcanza el desastre,

el vómito y el asco!

 

No has podido escuchar

el movimiento suave de la rama,

la gota que caía, el techo que caía

mortal contra tu vientre, el estremecimiento,

las paredes que ardían con su daño,

las ventanas de un ciego resplandor

adolecido… 

 

La víctima sin fe, ceremonia del llanto

tras la acechada carne, en esta hora cónclave

sin Dios, sin fe, sin nada.

 

De «Minúsculos desastres» 2015, Accésit Creadores para la Libertad y la Paz.

 

 

MI ABUELO ANTONIO

 

 

Indiferente lluvia aniquilada

por el mortal desprecio

con que se inunda todo a media tarde.

Es ahí, justo ahí, en ese breve espacio,

debajo de una foto de mi abuelo,

donde encuentro un rincón

vacío, y una risa leve, casi apagada,

constantemente viva en mi recuerdo.

Como una telaraña

prendida de mis ojos,

debajo de la mesa donde escarba

la infancia sus milagros,

le veo pasear y no moverse,

le veo suspirar y me emociono,

ahora, al revivirlo

con un cigarro inmóvil en la mano.

 

¿Cómo podré decirle,

con qué templanza hallar algún secreto

que dé felicidad a mi vacío,

que no empañe de lágrimas

su clara ortografía entre mis hojas

pintadas torpemente?

Si ya se ha perfilado como un niño

que olvida lo que el hombre un día fue

y mudo permanece

metido en un armario bajo tierra.

 

Y no he podido, a solas, encontrar

el momento oportuno,

quizás, para decirle  

que yo también soñaba con un río.

 

De «Raíles» 2016, Premio Joaquín Lobato.

 

 

 

MADRID

(Estación de Chamartín)

 

 

 

Mi tren, esa terrible

epidemia de adioses,

¡mirad cómo se inscribe cada lágrima

en su nube de tránsito

cuando en la descarada

decadencia

va gimiendo hacia un polvo

de muerte

cotidiana!,

y asida a la ventura

por lo frágil,

abiertas mis raíces,

me encuentra cada noche,

yo lo encuentro también,

en un recodo,

por los grandes

hangares del deseo,

volviendo a transitar

desnudo, como sombra

al ancho pedestal de mi destino.

 

 

De «Llegar a Portugal en un ferrocarril que ya no existe» 2018, Premio José Hierro.

 

 

SIN TÍTULO. Anónimo

 

Porto-Novo, Benin – no identificados-. Pequeño niño en sus brazos de la madre.

123RF. 8 de marzo de 2012.

Fotografía: Anton Ivanov

https://es.123rf.com/photo_61498126_porto-novo-benin-mar-8-2012-no-identificados-benin-poco-peque%C3%B1o-ni%C3%B1o-en-sus-brazos-de-la-madre-la-gente-de.html

 

 

Cogido entre los brazos de su madre,

envuelto, como un trapo, en llanto y sopa,

alzando lo que, yerto, era de mármol,

sus dos manos, que imploran

descifrar los designios de la carne,

mientras buscan con ansia

un pezón alejado del deseo.

 

Culmen del hambre, el niño,

por los labios sedientos de su boca.

¡Qué cerca ya del hueso comiéndose sus músculos,

mudando su semblante!, ¡qué cerca el cuenco áspero

con su blanda papilla y su cuchara mano!,

¡qué cerca, qué cerca el ávido palo,

la cabeza y el cubo, dos raquíticos brazos

que sostienen al mundo mientras ceden!

 

El alma queda aquí apretujada en márgenes

cuando un rostro lo mira con indolente espasmo,

anhelando una luz que lo clausura,

indagando el secreto de unas flores

sin la fuerza del viento, deshojadas.

 

¿Qué clase de substancia te corona?

¿Qué horror te suena adentro

tan enfermo y mordido como una barca rota

en mitad de los mares?,

                                                 dime, ¿de qué esperanza,

nuestros ojos desnudos al volverse

humanos como el miedo?,

¿cuánto el niño tendrá que componer

para alcanzarse en hombre

lo que apenas vislumbra en su tamaño?

 

Aunque hay ruido, hay silencio.

A lo lejos, un negro porvenir

va levantándose deprisa y lleva

un latido de verso nunca escrito en su frágil corriente.

 

Parece ser la sombra,

pero es la noche en balde que ha venido.

 

De «A riesgo de ser niño» 2019, Premio Juan Alcaide

 

 

 

NOS SUBIMOS EN LA MISMA PARADA

 

Nos subimos en la misma parada.

Nos buscamos sin nada,

cualquier excusa es buena para cruzar los ojos.

Nos sentamos muy juntos,

buscamos en el roce nuestras piernas.

Dos soledades frotan la misma plenitud al mismo tiempo…

 

Llegados a Verdum ella se baja.

Apenas me sonríe. Yo me hago el despistado.

Se ocupa de otras cosas mientras piensa en mí,

lo noto en sus zapatos.

Moviendo las caderas se despide.

 

Sin ella estoy jodido.

Habría sido el hombre más feliz…

 

Tendrán que disculparme, acaba de subir otra princesa…

 

 

De “Crematorio del mar” 2019, Premio Balanceo.

 

 

 

4

 

 

He de bajar a los infiernos para ser un fragmento o hacerme arder en la extinción de las entrañas del rayo. Vi desvanecer tu imagen, y llorar a los almendros jóvenes, cuyo significado ignoro. Retengo, aún, tu repentino nombre que luego fue invocado, como entonces, por un prado, y recordé el magnolio tuyo, aposento y origen del ocaso. Hay un cristal con púas que está rompiéndose por dentro, pero yo no puedo oírlo.

 

 

De “Cartografía en la piel de los vencidos” 2020, Premio Avant ciudad de Ceuta.

 

 

 

LA ÚLTIMA COLUMNA DE HÉRCULES

 

Talavera de la Reina. 16 de mayo de 2020

 

 

Qué triste está ese sitio.

¿No lo veis?

Acaso no intuís el yermo imperio

De aquel frágil lugar donde no hay nadie.

 

¿Podéis imaginar el triste engaño

De esa forma de vuelo con que el viento

Ordena cada ficha?

 

¿Qué movimiento atroz, árido siempre,

Tumba en su fuerza al pie e inicia el breve

Trayecto hasta ser llanto?

 

Mirad esa columna que lleva a Joselito,

Bajo la tarde incisa,

Su capitel en órbita resbala hacía el vacío,

Se suelta como un látigo

De boca que se siente en otra boca.

 

¿No observáis como se agrieta

En circular caída hacia lo hondo

Repitiendo esa fórmula maldita una y mil veces?

 

Decidme si sentís aquella piel

Hecha de suave piedra

Entregarse a su forma decisiva.

¿No podéis apreciar el brillo

De su estampa? ¿No veis

A las glicinias vívidas empolvarse de tierra

En su primer contacto?

¿No sentís, de algún modo,

El sevillano pétalo bordado

Lanzarse a lo imposible del mar y su belleza?

 

La basa vertical,

Palmiforme vergel de negros alamares

Sobre la tierra alumbra un imposible intento

Otra vez de ser aire.

¡Mirad con que áspero derrumbe

Velozmente se inclina!,

¡Con qué temeridad impone el vuelo!,

¡Juzgad con qué impiedad, los pájaros

Planean junto a él su sorda indiferencia,

Desparraman su adiós y ya no pueden verse!

 

¿Quién querría envolverte en ramo puro

Cuando la estría asoma en las paredes,

Cuando el tácito amor, revelado en trofeo,

Corona tu simiente y te desborda?

 

¿Qué coronada adelfa con su poder inútil

Deifica el camposanto de tristeza?,

¿Qué fuerza desaloja

La cúspide del átomo trenzada

En que ha nacido?

¿Qué callan, desde lejos, contemplándola,

Los hombres, ahí, sentados?

¿Acaso no debieron sufrir esa fatiga?

 

Es certera la luz porque los ojos miran,

Brazos, que trémulos se ofrecen a otros

Brazos, me invitan

A formas de soñar con sueños míos.

 

¡Qué milagro, José!,

¡Qué milagro al hallarte sin que escuches

El profundo temblor de quien te llama!

 

Bendita está la tierra que te acoge.

 

 

De “La herida cóncava”, 2020.

 

 

Foto de José Amador Martín

 

BERTA EN FLOR

 

 

¿Cómo siente un jardín que ha comenzado

quizás a abrirse al sol de la primera

luz?

 ¿Acaso es verdad que mientras crece

en ese instante, se incorpora a ciegas

la impasible impaciencia de unas lilas

al nuevo resurgir de la mañana entera?
¿Dónde estás tú, tan frágil, tan hermosa,

tan tímida y jovial, áspera, incierta?

¡Mirad la tierra cómo se descubre,

con que ímpetu asciende a la belleza

una raíz enorme en huracán:

es la niñez que sin querer se aleja!

 

La luz se descarnaba al centro puro

sobre un blanco jazmín, mientras pequeña,

la tierra en que crecías iba dando 
centímetros, color, a cada célula.

En el silencio estabas, solo a medias,
solo tu boca a una ilusión certera
soñando con la fértil ambición  
de encontrarte serena entre unas piedras.
Tu enjuto tallo, quién diría entonces
bajo una frente como explanada inmensa,
levedad en su forma más callada

de un pistilo, de una mirada apenas, 
porque hoy eres vergel del tiempo

por el que va la primavera lenta,
para fluir donde la luz se rompe

como rompe la flor que no está quieta,

hacia un futuro de implacable brillo

cerrada al mundo, en soledad, abierta,

corola en plenitud emocionada,

cáliz de amor, ola del mar inmensa.

Es la GLORIA que aspiras, es el AGUA

DOminante que fluye en su perfecta
armonía hacia el sol que se descubre
bajo el sonoro idilio que te apresa

en el confín donde el mirar se vuelve

prisionero de tus ojos, flor-Berta.

Otra imagen de Antonio San Miguel Roldán

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