POEMAS DEL EGIPCIO AHMAD AL SHAHAWY, TRADUCIDOS POR ABEER ABDEL HAFEZ

 

 

1 El poeta egipcio Ahmad Al Shahawy

  El poeta egipcio Ahmad Al Shahawy

Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar seis poemas de reconocido poeta egipcio Ahmad Al Shahawy, traducidos al castellano por Abeer Abdel Hafez, profesora titular en el departamento de lengua y literaturas hispánicas de la Universidad de El Cairo y directora del Centro de Estudios y Culturas Iberoamericanas. Cursó estudios de grado y posgrado en la Universidad de El Cairo y la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado numerosos estudios sobre literatura latinoamericana y literatura comparada en español y árabe. Entre los autores que ha traducido están Roberto Arlt, julio Cortázar, Juan Goytisolo, Pedro Mir, José María Merino, Roberto Bolaño, Carlos Fuentes, Sor Juana Inés de la Cruz o Jorge Manrique. Tradujo libros de poesía árabe al español de Ahmad Al Shahawy, Ali Alhazemy, Joloud Al Moalá y Ali Al Ameri, entre otros.

 

 

2

 

 

DIBUJA UN CÍRCULO Y DUERME EN ÉL

 

No tienes ganas de escribir,

ni de dormir en la melodía,

de robar la letra de un abecedario perdido,

de pisotear la noche con los zapatos del día,

de preguntar al sol para que salga a tiempo,

de hablar con la sombra de las paredes,

de pedir al vendedor de vasos un clavel rojo,

para dar a la letra otra tarea,

ni de preguntar al joyero

que mida la temperatura del rubí,

para que viva en sus dedos.

Ahora sólo podrías envidiar la tinta

porque escribe sola,

sin la necesidad de tus ganas,

después de que tu ojo derecho se nublase con su nombre,

y viese en la página el hueco de la tumba,

bastante más estrecho de lo que imaginabas.

 

El aire murió por un infarto,

tu amante tiene miedo a la oscuridad,

dale de beber el beso de la seguridad de los dioses.

 

Podrías abandonar las sombras,

imaginando que vas a vivir solo para siempre,

no mires ningún cepillo que tocaba tu cara,

dibuja un círculo y duerme en él,

acaso podrías tentar la oscuridad

 sin tener un brazo que sustente la desesperación.

No tengas miedo si te pregunta la muchedumbre del círculo,

mantenga el silencio, diga una sola frase:

el espejo se rompió,

así saldría un río en tus manos,

en su dedo crecerán dos montañas  de viento y plata,

de ser así, o cantarías su himno

o el fuego eliminaría años acumulados que no son tuyos.

¿Eres ciego para pedir las huellas?

ninguna noche echaría a una estrella

sólo la echaría cuando se arde,

o cuando se desvanece en la oscuridad.

No gastes la tinta en la búsqueda,

no preguntes al río su agua

cuando ésta descorre hacia las orillas,

no escribas al otoño que eres hijo del dios Rá,

ni que eras un día Adán,

porque el invierno es tu rival en el amor,

no olvides que fuiste un día hijo suyo,

y que pisoteaste su cola en la oscuridad,

por eso te acumulaba la revancha,

y acomodaba una tumba para el corazón

con un pequeño hueco.

Ahora no escribes poesía,

tu cabeza está en una papelera,

tu tinta en balde,

considera tu futuro un ejercicio de elegía de la esperanza,

una elegía para tu hermano,

o para un familiar fallecido,

compara entre el abandono y la emigración,

no cierres la puerta,

no juzgues una promesa con un dedo mutilado de tu mano,

duerme en la distancia como un poeta,

convoca un viento de árboles secos,

todavía existe una vena fugitiva

cerca de Zarakaa Alyamama  cuando despierta a su elefante dormido:

¿Sigue la tierra la búsqueda del infinito en mí?

¿Ahmed todavía es capaz de distinguir entre el arco y la campana?

¿Se ha colapsado el cielo?

¿O que está la noche ebrio y tímido?

 

El Cairo, 12 de diciembre de 2014.

 

 

3

 

 

 

FRÍO MI CORAZÓN EN UNA VIEJA SARTÉN

 

 

Hace dos años por lo menos,

apagué el gas de la cocina

porque había cambiado mi mapa gastronómico,

tras haber regalado los veinte gatos

que consolaban mi sombra y mi alter ego.

Puse los sillones “de anticuario” del salón justo frente a la cocina,

envueltos en papel duro,

para que me contasen las historias de su verdadero dueño,

y para robar del aire los cuentos de los gatos.

Hoy, tras la vuelta de los gatos, después de dos años,

uno por uno tocando mi puerta,

como si se hubieran olvidado del lugar,

decidí abrir el gas

y freír mi corazón en mi sartén abandonada,

oxidada de tanto tiempo sin usar.

Mi corazón se mostró cruel (sobre todo con el último gato,

lloraba al verse arrojado de mi piedad,

como si dijera:

juro por Alá que soy soltero como tú,

por qué no freímos la soledad en la sartén…)

 

4 Ahmad Al Shahawy en el Festival de Buenos Aires

Ahmad Al Shahawy en el Festival de Buenos Aires

 

EL TIRANO ATRAPADO EN SU SOMBRA

 

 

El agua está presa en su vaso,

el aire en su alcoba,

el sol en su noche,

la libertad en su lenguaje,

un vocablo encarcelado en su sentido,

hasta que use sus pies para caminar,

mientras, tú estás encarcelado en tu cama.

 

Las montañas encarceladas,

al inclinarse para dejar pasar las nubes.

 

El movimiento está encarcelado en el silencio,

y viene cojeando con un bastón desde la montaña,

erosionado por la carcoma de los huertos de Salomón.

 

 El enfrente está encarcelado,

horrorizado temblando el atrás.

 

Los muros están encarcelados

por el miedo de los cristales implantados en su interior.

 

El viaje está encarcelado

porque está atrapado en los permisos residencia.

 

La esclavitud está encarcelada

porque sigue libre su camino.

 

Las frutas del sicomoro

están encarceladas en nuestra tierra

porque mi padre falleció sin circuncidarlas,

yo de pequeño no podía llevar el cuchillo

por miedo de que los pájaros me odiasen,

se alojaban en el árbol

y creían que los iba a degollar.

 

La cuerda de la horca está encarcelada,

nadie se atreve a deshacer el nudo

por miedo a la mala suerte.

 

El ahogo está encarcelado en su sueño inquieto,

debajo del agua,

porque los peces vendieron su memoria a la muerte.

 

El tirano está encarcelado en su sombra,

esa que duerme de pie sobre un muro derrocado por las noches.

 

El Cairo, 6 de abril de 2015.

 

5 Ahmad Al Shahawy en el festival de Costa Rica

Ahmad Al Shahawy en el festival de Costa Rica

 

 

PASEANDO SOLO HACIA LA SOMBRA

 

 

Por un buen precio podría devolver al exilio una bofetada,

podría encargar a un fulano pegarle a la noche en la nuca.

Podría darle a un ambulante dinero para oler el sol.

Podría prestar a un amigo el libro de Mulana[1],

a cambio de decirle a la noche: ¡Qué vergüenza!

 

Pediría a la policía -acostumbrada a las falsas acusaciones-

detener a la mañana por haberse quemado la distancia entre mis dos casas.

Contrataría a una mujer para agarrar de los pelos a la distancia

que me ha abandonado.

 

 

Pediría al guardia colgar una bandera en la casa,

una casa sin estrellas y con una águila ciega.

 

Doblaría el sueldo al jardinero

para que oliese las rosas y reclamase la vejez de sus mejillas.

 

Y con el dinero que hubiese robado a la noche,

podría sobornar al chófer,

para pisotear la punta del más allá,

y posponer su compromiso conmigo.

 

Sobornaría al elefante de la dama de las tierras

para despertarla en otra hora

diferente a las de sus sueños.

 

Sin embargo, diré una mentira

al sobornarme a mí mismo y diré:

el sol todavía está durmiendo en su cama,

la casa sigue en su sitio,

la historia, todavía en manos de su escritor,

el gusano de seda abandona solo su fábrica,

entristecido por la seda que asfixia al amante.

 

No podré sobornar a las academias de las lenguas,

o pedir la eliminación del pasado

y la prohibición de sus actos entre los hombres.

 

Así, con el dinero robado a la noche,

pasearé solo hacia la sombra,

pediré al aeropuerto,

 donde había olvidado mi maleta,

que elimine el recuerdo del diccionario,

que examine mi corazón,

tal vez había muerto antes,

en el primer año del himno de la vida de Nawal Isa[2].

 

El Cairo, 12 de diciembre de 2014.

 

 

6

 

 

 

YO SOY EL PURIFICADO POR EL ORO

 

Desapareceré en el color

porque las letras no aguantan mi sutileza.

 

Desapareceré en agua de oro

porque la poesía me rebosa el alma.

 

Volveré a hacer lo que hacía antes,

un guardameta para guardar el portal de la vida,

que ya no aguanta tantos goles.

 

Me olvidaré de las maletas,

porque no hacen falta tantos viajes.

Eliminaré la palabra airport del diccionario,

me dan miedo las caídas de los aviones

en los charcos de agua

o encima de mi cabeza.

 

Seré Ahmed sin amigos,

porque me devoran como un pez crudo

en las mesas de la noche

y beben mi sangre como vino sabroso.

 

Me olvidaré de las mujeres,

porque son más bellas que un acento sobre mi Aleph

y así podré protegerlo del frío.

 

Pasaré mi vida buscando papel blanco,

la tinta ha inundado el mercado,

ya no tengo ningún lugar,

aunque escribiese mil libros sagrados.

 

Andaré con un solo pie,

no hay necesidad del otro,

mientras que el esfuerzo no conduzca al vértice del amor.

 

Pasaré el tiempo purificándome con agua,

de mis catástrofes desconocidas,

que esconden el sol,

que a su vez prohíbe a los amantes ver la luna llena.

 

Buscaré en cada huida un espacio

donde pueda volar  y nadar.

 

Donaré al cielo su religión,

lo mismo a las mujeres,

dejaré en mi testamento que pasen por mi funeral

gatos, conejos, gusanos de seda y palomas,

las palomas que llevaban mis mensajes,

sin aburrirse,

además de otras personas

cuyos nombres quedaron sin determinar,

porque no las conozco.

 

¿Quiénes son los fieles y quiénes los corruptos?

Venderé mis antigüedades

por una nube embarazada,

soy un feto y nunca veré la luz,

acariciaba la nube que me aguantaba.

 

Lavaré lo que había escrito,

para hacer el papel más ligero,

porque no hay ningún beneficio

en escribir textos odiados por tus queridos, en secreto.

 

Me apuñalaré con una rosa silvestre,

con un clavel rojo,

cuyos pétalos sean dagas

que duerman luego en la cama de la ilusión.

 

No he dejado nada a la poesía,

sino un tamiz de agua.

 

No he ganado nada de la pasión,

sino la esperanza de una pérdida,

no  ha quedado de mi nombre

sino las ruinas de una casa en que vivía,

y mi memoria no aguantaba mantenerla viva.

 

Pasaré mi vida en el desierto,

buscando ventanas para gacelas,

un cactus sediento

para regar la tierra

con el resto del agua de mi cerebro,

como si hubiera sido hijo de la avena,

como si mi madre me hubiese parido al lado de una nube

un niño que dormía vagando por mi tierra,

solo, las espinas del camino hacia el infinito.

 

Es como si hubiera venido

para borrar el mundo del diccionario,

para donar a mi nombre el apellido de lleva nubes.

 

Es otra versión:

el lavado por el oro.

La tercera versión:

El ascético en la sombra.

Y en la novela Aleph: el iniciador del cero.

 

Ámsterdam, 30 de noviembre de 2014.

 

7

 

 

SOY EL ERROR DE LOS LINGÜISTAS

 

 

Mi sangre no es ninguna limosna corriente,

tampoco me parezco a la esfinge en su silencio,

podría igualarme en el silencio y la discreción.

 

Nunca fui carnívoro,

mis diez dedos nunca fueron de pólvora,

mi boca no es tumba para recibir forasteros,

que abusan hasta la sobredosis del jarabe de esperanza.

 

No tengo puentes ni ventanas,

si los tuviera, serían ciegos,

levanto dos cielos encima de mi cabeza,

doy la cara a las paredes,

una cara sin caras negras.

 

El río me sube por las ventanas,

con sus peces,

soy el más silencioso,

el más loco entre la gente,

de otro modo:

soy la máquina de la locura al amanecer.

 

Los años no han pasado entre los dedos,

Sin embargo, rasguñados por las uñas,

volvieron al punto cero.

 

Todos los juegos que había ganado,

me hicieron hijo de las pérdidas,

me perdí en el laberinto,

no pude abandonar el juego,

y mi amante no me había colgado ningún amuleto,

para entrar solo en el himno

y vagar en el sueño.

 

Daba todo,

pero no ganaba de la sombra, sus sombras.

Cometí el pecado de un dios de bronce

cuando se oxida en los páramos,

los transeúntes no toleraron el cambio del color,

ni la palidez de mi tez por sus huellas en las caras,

sin acento ni punto,

como una araña sin pies,

buscando bastones encima de una pared desnuda,

un libro lleno de lágrimas,

unas palabras vistas solo por mí.

Soy el error de los lingüistas,

un dibujo único de un pájaro eufórico,

con aire ebrio.

 

Soy Ahmad Al Shahawy,

quien va hacía la eternidad

para evitar las catástrofes

de las hilanderas de la araña.

 

Sin ningún ojo en el espejo,

sin paredes en el espacio,

y lo infinito sin un cuerpo vistoso,

como si un diablo se acostara en las superficies,

llenando el tintero con sangre perversa,

y escribiese de mí lo que nunca decía:

La puerta cerrada,

ningún camino a la izquierda,

allí dejaba mi corazón,

andando solo toda la noche,

sin brújula ni guía.

 

San José, Costa Rica. 10 de noviembre, 2014

…………………………………………….

 

 

 

 

8 Ahmad Al Shahawy, en el festival de Granada (Nicaragua)

  Ahmad Al Shahawy, en el festival de Granada (Nicaragua)

 

DATOS BIO-BIBLIOGRÁFICO DE AHMAD AL SHAHAWY

 

 

 

Nació en Damietta, Norte de Egipto, el 12 de noviembre de 1960.

 

  • Realizó estudios de Periodismo, en la ciudad de Suhag, en la Facultad de Letras de la Universidad de Asiut, licenciándose en 1983.

Trabaja actualmente como Director de Redacción en Al-Ahram,  que se considera la mayor  fundación periodística en Egipto y el Mundo Árabe, a la que se incorporó en el año 1985.

 

En septiembre del 1991, participó en el Programa de los Autores Internacionales en los Estados Unidos por tres meses y recibió el certificado de asociado en Literatura de la Universidad de Iowa en el 12 de diciembre del 1991.

 

En septiembre del 1994 obtuvo un diploma especial en Cultura y Ciencias del Centro Jónico en Grecia y sus Obras Poéticas están traducidas a varios idiomas.  

 

Miembro de la Enciclopedia Internacional de Poesía Quién es quién desde 1992.

En 1995 obtuvo el premio UNESCO de Letras.

 

Participó en el Programa de la Fundación Girace de Creación, octubre del 1995- San Francisco, California.

 

En 1998 obtuvo el premio Kafavis de poesía.

 

Es miembro de la Comisión de Poesía del Consejo Superior de Cultura de Egipto desde el año 2001 y hasta 2006.

 

 El Festival Internacional de Poesía en Rotterdam le publicó dos Antologías poéticas en inglés y holandés en junio del 2004.

 

Su obra poética ha sido objeto de estudio de varias investigaciones de máster y doctorado en la universidades egipcias y árabes.

 

9 Ahmad Al Shahawy leyendo sus versos

  Ahmad Al Shahawy leyendo sus versos

OBRAS PUBLICADAS

 

  1. Dos Rakaas para el amor- El Cairo-1988
  2. Los dichos- Parte Primera- El Cairo-1991
  3. El libro del amor -El Cairo-1992
  4. Los dichos- Parte Segunda- El Cairo-1994
  5. Estados del enamorado El Cairo-1996- y segunda edición especial de 25 mil ejemplares Biblioteca de la familia-Festival Lectura Para Todos- El Cairo -2001.
  6. Los dichos ¨Antología¨- El Cairo-1996.
  7. El libro de la muerte El Cairo-1997.
  8. Di ella– El Cairo- 2000.
  9. Agua en los dedos- ¨antología¨-El Cairo-2002 y segunda edición especial de 25 mil ejemplares Biblioteca de la familia-Festival Lectura Para Todos- El Cairo –septiembre 2002.

Agua en los dedos, edición en español por Milagros Nuin- Instituto Egipcio de Estudios Islámicos en Madrid- Madrid-2002.

Nueva Edición con una selección de Los consejos en el amor de las mujeres ¨El primer libro¨-Universidad de Costa Rica en cooperación con El Festival Internacional de Poesía en Costa Rica-2008.

  1. Los consejos en el amor de las mujeres ¨El libro primero¨-El Cairo- Julio 2003- y segunda edición especial de 25 mil ejemplares Biblioteca de la familia-Festival Lectura Para Todos- El Cairo -2003.
  2. La Lengua del fuego– El Cairo- 2005. Ministerio de Turismo y Cultura- segunda edición – Saná-2005.
  3. Los consejos en el amor de las mujeres ¨El libro segundo – El Cairo- 2006.
  4. Un puerta y casas – El Cairo- 2009.
  5. Conduzco las nubes – enero 2010.
  6. Nadie piensa en mi nombre– Antología- 2011.

 

 

10 la poeta y traductora Abeer Abdel Hafez

 la profesora y traductora Abeer Abdel Hafez

11 Abeer Abdel Hafez con una novela de Goytisolo traducida por ella

Abeer Abdel Hafez con una novela de Goytisolo traducida por ella

 

 

 

 

 

 

[1]Es el titulo de los sabios sufíes como Ibn Arabi.

[2]Nombre de la madre del poeta.

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