MUESTRA POÉTICA DEL PERUANO CARLOS VELÁSQUEZ IWAKI

 

 

El poeta peruano Carlos Velásquez Iwaki

 

 

Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar una selección de tres últimos poemarios del poeta Óscar Carlos Velásquez Iwaki, nacido en la selva del Cusco en el año 1952, y quien hasta ahora ha publicado: Espantapájaros (1974), Crónicas inconclusas para una vida desnaturalizada (1982), El camino desaliento (1987), Retrato en tránsito (2006), Rito murmurante (2011) y Ordenamiento de la ocultación (2018).

 

 

De ‘Retrato en tránsito’ (2006)

 

 

 

 

TRANSFORMACIÓN ÍNTIMA

Cosmología omnímoda del ayahuasca.

 

 

Soy la serpiente

cabeza de perro

que atacará tu cuello

y morderá tus testículos.

 

Soy el pájaro de agua

            que todo lo vigila.

 

El espíritu con rabo

de espejos

y alas dentro del pecho.

 

Soy el relámpago

enrollado

que brota de la sangre.

 

El encuentro de la lluvia

y el viento

antes del silencio.

 

Soy la lengua y el ojo

más allá de la muerte

nada temo

ni antes ni después de la noche.

 

 

PRIMER PERDÓN DE SAN CIRILO DESPUÉS DE UNA

MIRADA A LA VIRGEN APARECIDA.

 

¡Ah! Primer perdón de San Cirilo

que estocas estas tierras color albahaca

¿Entonaremos cantos glagolíticos como redentados?

¿Nuestros suaves mantos de pelo de murciélago

serán suficientes para cubrir esta difícil metamorfosis?

O erizados de sospechas,

verteremos agua hervida a la transfiguración sobrenatural

de tu boca y de tu corazón hostigados por lamentos

de penetración no correspondida.

 

REAPARECIMIENTO DEL OCÉANO SOLAR

Visión cantada de los fueguinos & Julius Popper en una iglesia de Rumania.

 

Algún día ganaremos esta guerra

sin más muertos entre nosotros.

 

Regresará el gran toqui

del silencio y la pampa

comerciaremos grasa de focas

y piel de guanacos

con los señores del norte.

 

Volveremos a luchar

contra Carmen Silva y sus ovejas,

y venceremos

como hombres de fuego que somos.

 

Adornaremos nuestras islas y casas

con sus testículos y orejas.

 

Pronunciaremos sus

 insignificantes nombres

en los acantilados y las aguas mudas

para olvidarlos para siempre.

 

 

 

 

De ‘Rito murmurante’ (2011)

 

 

 

VIVIR EN EL CAMINO.

 

Nadie sabe si soy pescado o carne.

Taliesin.

 

Yo era el Mallki circunciso

perdido en las calles de Tokio cargando leña verde

dispuesto a arder contigo en los quintos infiernos

por encargo de tu dios.

 

Fui el centro y circunferencia de tu reencarnación doméstica

travertido y estructurado en tu carnadura

al inicio de este vigésimo primer siglo de la era común

en que arrasamos y quemamos nuestra casa

nuestras ropas

sin saber dónde ir y de ningún regreso.

Porque todo lo que tuvimos que hacer ya estaba hecho.

 

Comerciamos en ecúmenes de duras teofanías

escribiendo conjuros de poderes inmanifiestos

en manojos de palitos para señalar encrucijadas.

 

 

YO FUI EL QUE ESCONDIÓ LA RUDEZA

CÁRNICA DE TUS ANDANZAS.

 

¿Cómo imaginarte cual ángel en la tierra

si consumes mi zarza?

Ha – Levi.

 

 

Yo fui el que escondió la rudeza cárnica de tus andanzas

en los días en que ya habían lluvias ácidas

y un nocturno aliento a soledades y fuegos fluyentes

te seguía y perseguía como un fantasma hormonal,

como a un nudista místico subido en los rojos

arenales de tu cama, donde no existía espacio para nadie más,

salvo para esa sombra displásica que accedía

de tus reencarnaciones espirituales, arrojando

cuantas piedras estuvieran a tu alcance.

Porque ya, desde entonces,

estabas destinada para la parusía a través de la tierra

como sentido adecuado de mi lado moribundo

donde hacías un gran esfuerzo por conservar cierta tibieza.

 

 

COMO UN FANTASMA QUE ANDA

MAL DE LA CABEZA.

 

Como un fantasma que anda mal de la cabeza,

busco el último milagro de Santa Cristina, la asombrosa,

tomando caldo de cabeza de perro negro

para guarecerme de la locura.

Sin corazón, sin manos, sin boca,

desplazándome

por el camino mayor de todas las distancias inútiles

de todos los días en que no puedo

pronunciar palabra alguna,

en que apenas logro embostar con visiones de periódico

esta lanzadera de gajos sin objetivo común

que patronea síndromes valeriana

de mi interacción exogámica.

Lobo marino que ha perdido sus testículos

habitando la más temible ladera de formas pretendidas.

 

 

PARA LA MISMA ETERNIDAD

 

 

No puedo decir si este exagerado calor de mediodía

dure la eternidad que se requiere

para destruir señales transitivas que se descifran terrenas

al ras de otro lenguaje que nos arrastra.

 

Sólo el olor de maderas dormidas en sus podreduras

donde lagartijas y carcomas se incendian

presagia tormenta.

 

Son unas cuantas gotas evaporadas por la resolana

antes de tocar suelo.

Los pájaros en vano abren sus plumas,

los sapos paren hilachas espumosas,

los peces boquiabiertos surcan las corrientes

                        desistiendo de la tregua.

Y yo hundo mis pies en estas aguas tibias

y pegajosas, esperando la gran lluvia.

 

 

 

SURCANDO EL ENOJO DEL VERANO.

 

No venía de abajo, ni de arriba

ni mutante, ni cargador de pescados

Ni loco violador, ni marica. Olía siempre

a grajo y pelo chamuscado

como huelen Altomisas y Yatiris

cuando convocan divinidades de otras lindes

que inexorablemente saturnales,

viven distantes del mar.

 

Descargó de aquel camión cebollas y tomates

Destripó dos ratas en medio de la carrocería

Escurrió su sudor de bronce contra la furia del verano

Y se hundió en el tráfico

Difuminándose como fermento de querosene.

 

 

 

 

De ‘Ordenamiento de la ocultación’ (2018)

 

 

 

HAROLDO DE CAMPOS EN EL CUARTO DE TRANSMUTACIONES

ASPIRA A MOMENTOS QUE PERTENECEN A LA TIERRA

Si Haroldo de Campos

Hubiera sido

Picapredrero en Machu Picchu

Habría dado vida

Piedras nocturnas

Nocturnas vidas

Empujadas

a un farol de agua

Que serían piedras

de oscuridad.

 

Horizonte de sucesos

De una eternidad

Sobre un farol de piedras

De signos personales

Que serían vida de

Aguas y piedras

Sin puntos de retorno

Si en Machu Picchu

Haroldo de Campos

Fuese picapedrero.

 

 

 

 

LUTO DEL VINO/ MEMORIAS CONVERSADAS

CON EL POETA BRÓZOVICH

 

Doy a conocer secretos como origen de lo que oculto

capitalizando lo conmovedor del escenario

que me emparentan con un rectángulo de huesos

en la oscuridad de dos domingos

reinventando el cifrado de Vigenère, para descifrar

desgracias personales

y poder recibir el fin del mundo, plenamente libre

cerca del espantoso silencio, donde semidespiertas

afectivamente agonizante:

(Absorbiendo todo espacio, diría Whestphalen).

 

Aun así, delineas delicados trazos con crayolas

esperando que esta tarde de dócil

y rudimentaria alquimia

encarne en la insignificancia de lo visible y expliques pública

y detalladamente sobre el exterminio de los Mayu Runas.

Pasados a cuchillo sesenta años atrás por caucheros

bolivianos: antigua data que manejas con toda responsabilidad

de hechos travestidos

destinados a todas las profanaciones ideadas el día de la asociación con un supuesto retorno que sabemos

                                               no llegará

pero que marca el vacío con gran plenitud

controlado apenas con pastillas contra irrealidades

donde te guardas como fruto de río, a la espera

                        de mejores tiempos.

Ruta emocional que compartimos

antes de perder la circunstancia que

estructuramos en forma de conspiración, sin olvidar

la angustia y el rapto expresivo del instante

que hubiera tenido gran desenlace

de no haber sucedido las cosas que ya sabemos

que hizo que te dobles como árbol al viento.

                        en su peor momento.

 

 

DESMEMBRAMIENTO DE LA MEMORIA PARA CAMINAR DESPIERTO JUNTO A MIS MULAS Y EVOCARLAS EN EL JÚBILO

DE LA BUENA VIBRA

 

Sueño el sueño de mis mulas, que se pierden

en toda la noche, cargadas con odres de aguardiente

y cascarilla aromática.

Sintiéndome antiguo y a punto de reencarnar

como el buda enamorado

transfigurado en alabanza de la perfección restituida

                                                           por entendimientos que me llevan

al encuentro de la vieja metafísica, honorablemente rebatida.

Más que nunca identificado con sus trotares al pasado, desde

experiencias esenciales

fijadas a un amanecer renacentista detrás de mi casa

pese al devastador extravío al que estoy condenado

que retiene la anomalía tercermundista que me precede

que maduró hasta pudrirse

ahuyentando toda voluntad de recuerdos vueltos de muy lejos

que dejaba mensajes en las nuevas cuartillas

                                                           copiadas de frágiles desconocimientos

descifrados y amansados

gracias a mis requerimientos directos al origen rezado

de una imagen destazada desde sabe dios cuanto tiempo.

 

Secretísimo sueño con mis mulas que no sé quién quiso

fuera una ceremonia con hierbas de despojos, sin mujeres

                                                           ni amigos imaginarios

propagadores de la doble moral de la alegría de poca

resistencia

última añoranza del derecho indiano

opuesto a las cosas de un rapto que desprende esa luz

                                                           despojada a los amaestradores de náufragos

recogiendo con humildad de muchedumbre pobre

medicamentos de un psiquiátrico virtual

como muestra de infortunio bien ganado

en el centro atrapado de los sueños de mis mulas.

 

 

Carlos Velásquez Iwaki con otros poetas de Cuzco, Puno y Madre de Dios

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