‘LECTURA DE LA PIEDRA’, POEMA DE A. P. ALENCART PARA EL CATÁLOGO DE LA EXPOSICIÓN DE MIGUEL ELÍAS EN VILLAMAYOR

 

1 Miguel Elías con el cartel de su exposición y parte de la muestra (foto de Jacqueline Alencar)

Miguel Elías con el cartel de su exposición y parte de la muestra (foto de Jacqueline Alencar)

 

Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar, por vez primera fuera del catálogo para el que fue escrito, este poema de Alfredo Pérez Alencart, dedicado a su amigo Miguel Elías y a su exposición “La piedra. Poética de lo perdurable”, inaugurada el pasado sábado 18 de mayo en las antiguas canteras de la localidad salmantina de Villamayor de Armuña. Allí el pintor realizó un perfomance de caligrafía japonesa acompañado por el grupo de tambores Taiko Mon, llegado desde Madrid.

REPORTAJE FOTOGRÁFICO DE JACQUELINE ALENCAR

 

2

 

LECTURA DE LA PIEDRA

 

 

…con piedras labradas reedificaremos…

ISAÍAS

 

He leído tu nombre en la extraña veta de esta piedra.

Helo ahí, cual tallado pero en movimiento

a causa de tantas señales, de tantos anhelos amputados

desde antes del tiempo de los jeroglíficos

o las pinturas rupestres.

 

No trates de borrarte, piedra que sabes

que la eternidad no sabe a nada, que tú a solas

nada significas hasta hacerte piedra del ángulo, Casa

de la Palabra, morada o refugio donde el hombre

resiste cualquier zarpazo.

 

Viniendo de atrás

esta piedra ofrece su amarillenta piel como lienzo

para que en ella se instalen los salvajes reflejos

de los dedos trenzados, de los pinceles que entintan

y entintan salvas de silencio o herencias

incesantes, múltiples, lejos de  la vida rígida

en la que ya pocos tienen confianza.

 

3 Miguel Elías y sus pinceles japoneses (foto de Jacqueline Alencar)

Miguel Elías y sus pinceles japoneses (foto de Jacqueline Alencar)

 

Tu nombre como reflejado en la piedra, tu nombre

que no se cae de mi regazo ni se incendia: tu

nombre para días urgidos de serenidad, de

mansedumbre, de milagros que refuten

meticulosamente a los burócratas del raciocinio,

siempre candidatos al abatimiento y la desesperación.

 

Piedra de arenisca donde mis ojos feligreses ven

cómo se propaga la memoria de esas Tablas

capaces de imantar el pensamiento y de orientar

a los errantes: bosque de piedra o cantera

donde no cabecean los impostores y quienes

suelen despilfarrar las esperanzas: piedra firme

que no se deja descifrar fácilmente.

 

Viniendo de atrás

esta piedra admite que impriman sobre ella

recados que pueden ser leídos en noches sin luna

ni estrellas: piedra-luciérnaga, página única

donde la creación anotó tu nombre o palabras

olvidadas: siempre una piedra tras otra piedra…

 

4

 

 

Nace una cicatriz sobre esta piedra con sus amagos

de claridad para una ciudad que sabe de su erupción

unánime: se lee lo edificado con esta piedra: se

lee lo pintado sobre esta piedra: se percibe

el sentido y el significado del lugar de la cita,

aquí donde se mira y se cree en los rastros

que ha ido dejando mientras vestía la capital.

 

Esta piedra es más sensible, más suave

que algunos corazones endurecidos, con granito

en vez de sangre: esta piedra se mimetiza

en mi pecho abierto y se torna llama que convoca

para dar la previsión del mañana, aunque venga

de atrás, aunque se entumezca al alba.

 

La ciudad con sus páginas de piedra a descifrar,

dorada piedra franca oxidada por el aire mesetario:

entra el espíritu en materia y se conserva vivo

en medio de la piedra desenterrada, ya vitalicia

porque rebota la mirada de aquel que la guarda

en la memoria y tiene por patria a Salamanca.

 

5

 

 

He leído tu nombre en la extraña veta de esta piedra:

única, diferente a las otras cortadas limpiamente,

sin máculas: tu nombre lo leo porque resalta

y no se borra de la arenisca: nada por allá, todo

por aquí, por esta lisa superficie donde el reloj

solar marca siempre la hora interminable.

 

Piedra donde mi lengua oscila.

Piedra que me aprendo de memoria.

Piedra en la que caben todas las demás.

Piedra embadurnada por la fiebre.

Piedra donde se emboscan los trigales.

Piedra magnética por mis rincones íntimos.

Piedra que se convierte en lo esperado.

Piedra donde descansan poderosas bengalas.

Piedra que se apaga y se enciende al soplo de alas.

Piedra donde se ancla mi fugacidad.

Piedra porosa destilando un espiral de murmullos.

Piedra que no necesita volar para hacer historia.

Piedra, dorada porción que llevo a todas partes.

 

6

 

 

He leído tu nombre

y me reanima este lenguaje con validez eternal,

y me conmueve la arquitectura de tu promesa.

 

De seguro me sé próximo a la piedra principal.

 

 

(para Miguel Elías, amigo-hermano)

 

 

7 Miguel Elías haciendo una caligrafía (foto de Jacqueline Alencar)

  Miguel Elías haciendo una caligrafía (foto de Jacqueline Alencar)

8 Otro momento del perfomance (foto de Jacqueline Alencar)

  Otro momento del perfomance (foto de Jacqueline Alencar)

9 Miguel Elías, el grupo Taiko Mon y A. P. Alencart (foto de Jacqueline Alencart)

  Miguel Elías, el grupo Taiko Mon y A. P. Alencart (foto de Jacqueline Alencart)

10 El poeta Alfredo Pérez Alencart y el pintor Miguel Elías (foto de Jacqueline Alencar)

 

El poeta Alfredo Pérez Alencart y el pintor Miguel Elías (foto de Jacqueline Alencar)

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