JESÚS HILARIO TUNDIDOR FOTOGRAFIADO; MÁS TRES POEMAS ANTOLÓGICOS. XVIII ENCUENTRO DE POETAS IBEROAMERICANOS.

1 Jesús Hilario Tundidor (JAM) (1024x768) Jesús Hilario Tundidor (JAM)

 
FOTOGRAFÍAS DE JOSÉ AMADOR MARTÍN (JAM) Y JACQUELINE ALENCAR (JA)
Crear en Salamanca tiene el auténtico privilegio de publicar una serie de fotografías que fueron tomadas en Salamanca al último Premio Castilla y León de las Letras, Jesús Hilario Tundidor (Zamora, 1935). Este destacable poeta, ya en 1962, obtuvo el Premio Adonais, por ‘Junto a mi silencio’. Otros libros suyos son ‘Tetraedro’ (1978), ‘Libro de amor para Salónica’ (1981), ‘Repaso de un tiempo inmóvil’ (1982), ‘Mausoleo’ (1988), ‘Lectura de la noche’ (1993), ‘Tejedora del azar (Poemas exentos)’ (1995), ‘Las llaves del reino’ (2000), ‘Libro de amor para Salónica’ (2005), ‘Fue’ (2008) y ‘Un único día. Poesía 1960-2008’. Esta última publicación quiere ser, en palabras del autor, su obra definitiva. Las 920 páginas de los dos volúmenes que componen esta edición, recogen la selección y la reescritura de toda la obra de Tundidor como él quiere que sea leída. Cada uno de los dos volúmenes en los que está dividida la edición se corresponden con las dos etapas creativas de su autor a lo largo de su vida.
Su poema ‘Desde las Úrsulas’ es uno de los más logrados homenajes líricos a Salamanca.

 

2 Jesús Hilario Tundidor (JAM) (1024x768)Jesús Hilario Tundidor (JAM)

 

 

 

E-MAIL DESDE ESTADOS UNIDOS

Así como otrora se lanzaban al mar botellas con mensajes dentro; así ahora se lanza algún poema a la Red y habrá uno o muchos lectores que descubran si es gato o si es liebre lo que se ofrece. Días atrás recibí un correo desde Estados Unidos, escrito por el poeta y ensayista cubano Jesús J. Barquet, profesor en la Universidad del Estado de Nuevo México. Entre otros comentarios, copio este extracto del mismo: “…muchas gracias por los enlaces que envías; de hecho he ‘descubierto’ en uno de ellos a un gran poeta, Jesús Hilario Tundidor, no lo conocía…”. Y es que basta leer un poema de Tundidor para darse cuenta que estamos ante uno de los más notables poetas españoles, en muchos años y en muchas leguas… El Encuentro de Poetas Iberoamericanos del año 2003 estuvo dedicado a él, y ahora, por la indeleble amistad que nos une, volvió a Salamanca como un invitado más, para leer en el Teatro Liceo su poema ‘Tocó Tábara el día’, dedicado a su paisano León Felipe. (A. P. A)

 

3 Antología de Tundidor, con pórtico, selección y notas de Alencart. Retrato de Miguel Elías (Salamanca, 2003) (1024x768) Antología de Tundidor, con pórtico, selección y notas de Alencart. Retrato de Miguel Elías (Salamanca, 2003)

 

TRES POEMAS DE JESÚS HILARIO TUNDIDOR

 

 

EL CIRCO

I

HOY,
acurrucado y triste,
único, solitario,
envilecido por la carne, amarga
la última residencia de mi corazón,
bajo la lona, bajo
el alto mundo de la estrella,
hundida el alma, rota
la hacedura de Dios, corvo, torcido
en el polvo estelar de la memoria,
hoy,
como un día cualquiera,
me he puesto a contemplar sin saber cómo
este río del circo de la vida.

 

 

4 Jesús Hilario Tundidor (JAM) (1024x768)Jesús Hilario Tundidor (JAM)

II

Por de pronto la luz.
Hay que salvarla. Ved
que pueden descubrirnos
y entonces, nada, todo
sería preparado a nuestra altura
y ella, la elemental,
es una dádiva de amor y crea..
Por de pronto la luz:
Qué bien los tigres
vivirían sin ella oteando la sangre
en el acecho desde la alta rama a la costumbre
antigua del puro, manso ciervo en el arroyo.
Los tigres, los feli-
ces de Dios, los elegantes
conjurados, la raya
indómita, la tierra en pie de fiera.
Pero, ahí, ¿qué rugido
educado, cuáles sombras
sin miedo, selva férrea?
¿Escuchas? No es el combate,
el gamo presto, ¿nadie
te disputa la presa?
Tú podrías…
Alta la luna arrastra
selvas en celo, confiadas hembras.
¿Quién hijo, tigre, te ha lamido la sangre?
III

Siempre pensé que acaso
fuese la infancia lo primero, lo
elementariamente necesario.
Niños: nunca
os saquen las casillas.
Los circos sí, para los hombres tristes,
vosotros con mirar o con las tardes
de los domingos, todos
tenéis bastante, sobran
los papelillos de colores, rojo,
blanco, azul celeste, oro
falso, deshojado verde; y los platillos.
Celestial arco, amargo viento barre
la vida, soplan
aires contrarios. Nada
puede darnos consuelo.

 

 

5 Jesús Hilario Tundidor (JAM) (1024x768)Jesús Hilario Tundidor (JAM)

IV

Oh júbilo, oh inocencia,
¿esto es el hombre? Enano
bullidor mientras se cambian
los tinglados del cerco. Vedle
consolando, perdiéndose,
eunuco vil de masas, tan crecido
ahora con su engaño,
centro mentido… Bullen
los colores del odio, siembra
su falso pan de la alegría.
Sí, la inocencia en ese pelotón de mil colores
como en aquella copla de los pueblos:

«Ahora, al fin de la jornada,
cuando la tumba me espera,
he aprendido que la dicha
sólo existe en la inocencia.»

Pero esto no es el fin ni es el principio.
Como la tumba, un acto más, un paso más
hacia ninguna dicha, aunque uno siempre
jamás esté seguro para nada.
Más alguien hay, miradlo:
diariamente afila
sus cuchillos. Y está aquí, con nosotros,
entre nuestra aventura, en ella misma
pero
¿podríamos hacerlo,
debíamos jugarnos nuestro pulso?

 

V

Sólo el alambre: Algo
puede ocurrir al hombre, algo que nunca
en peso de balanza esté preciso.
Aunque ese ronco zumbo
de pegadiza música, ¿qué quiere?
¿Otra vez miedo?
Ya es suficiente. Cumplen
las sombras, alma en vilo, dije
que no bastan figura y apariencia.
Siento
que me falla la voz, nadie asegura
nada, ¿apuesta alguien?
Sin embargo el hilo, aquel varal de acero,
es tan sencillo…
Un paso al aire, un corte, alguna breve
inclinación bastaba.
¿Es que será tan sólo musiquilla?
¿Es que no hay más? ¿Acaso
no merece la pena su peligro?
Por una vez estoy seguro: Todos
iríamos alegres a los cables,
desnudos, mansos, porque
a favor del silencio es el vacío.

 

 

6 Jesús Hilario Tundidor (JAM) (1024x768) Jesús Hilario Tundidor (JAM)

VI

Hubo un tiempo… Naipes
y barajas, escamoteo, quién,
¿quién asegura? Un sí es
no es nos llena, nos engaña y burla.
Nosotros lo sabemos, somos
engañados, asistimos
al juicio final de nuestra muerte
que está asentada en esta carne, vive
con nuestras venas, oye
nuestra respiración, gusta su triunfo
anticipadamente conocido,
hasta que un tiempo, en una hora, un día
alza feliz su poderío y mata.
Luego un conejo, un gallo, bolas, bolas
que él, en nuestro engaño,
hace en la gracia de sus dedos ágiles.
VII

Ciega la luz, hiere la luz, avisa
que hay selva. Nuevamente
selva. Planta enorme,
si polvo y pastizal, amplios senderos
de manada, el coso
treme, oh elefante.
¿Quién más sujeto, quién
más seguro en tierra?
Nada si no el tan-tán hubiese
como un aviso hundido la penumbra:
lianas, árboles tropicales, plantas
carnívoras, insectos
múltiples, todo
el perenne forraje, el eterno
palpitar vegetal se alza, enorme,
como un peso que se desborda en sangre.

Un lejano temblor de angustia herida,
un hálito, una vaga penumbra
de pasto en plenilunio: Hay
Dios. Omnipotente, vengativo, solo:
el humano deseo, y sin embargo
tremendamente temeroso;
y ahí, ante el pesado bloque
casi acuñado, mineral, amorfo,
ante la bestia, ¿quién es el dios que ruge,
¡asombro!, en las tormentas?
Música de oropel llena los ámbitos.
Después, sin ruido, inerte
casi, la paz.

 

 

7 Jesús Hilario Tundidor (JAM) (1024x768) Jesús Hilario Tundidor (JAM)

 

 

VIII

…Y la mentira. El circo
es clown, sonrisa pálida,
vieja nostalgia y clarinete amargo.
Como el amor: Mentira,
verdad que nadie sabe hasta qué punto
puede ser disfrazada.
He aquí el payaso: El hombre,
carátula triste, son
de viejo instrumento. Si desnudo
apareciera, cómo
poner su hombría a traza de nostalgia…
Nadie lo sabe. Todos
reímos, todos
de nuestra propia carne revestida,
de nuestro pobre cuerpo puesto a venta.
Somos así: tan nobles
para vender, comprar nuestra agonía.
De vez en cuando, a veces
una desolación pertinaz, honda,
baja, mansa y segura,
hacia el lugar del corazón de donde
tomó su vida y su experiencia amarga.
Es la alegría, en tránsito
siempre de pena oscura y largo cauce,
la gran cordialidad que nos aprieta.
IX

Quién es, decidme:
¿dónde se oculta aquél, el que dirige
esta música horrible de charanga?
Música sin concierto
ruidosa y simple, grave,
casi feliz de agilidad nerviosa.
Alguien
debe de acompasarla, alguien que nunca
se podría mostrar. Sería inútil.
A su pesar todo este largo río
transcurre en el amparo
de su horrible armonía.
Ella, la anunciadora, hace danzar y cuando
por un instante da cabida al silencio
una antigua tristeza, dolorosa y tenaz,
nos inunda tranquila los contornos del alma.

 

8 Jesús Hilario Tundidor (JA) (1024x768)Jesús Hilario Tundidor (JA)

 

y X

Y así pasa la noche,
el tiempo, el agua de la muerte, el agua
de la vida, el circo amigo.
Y hay una dulce dejadez de amor
que nos empaña.
Afuera
las estrellas y el campo duermen, solos,
sin luz, sin Dios, sin claridad o ruido.

Todo
estaba conjurado.
Nadie
sabía que al entrar
se le daría un puesto, una ribera
donde el agua y el ser se marchitaran.

Y pasa así la troupe
como si ajenos, desentendidos, tristes
contempladores fuésemos nosotros.
Vienen sombras, carátulas,
figuras de oro falso y papel viejo,
barras, trapecios, trampolines, pistas,
la dulce musiquilla del rugido
del hombre… Todo
para un último fin que nadie sabe.

Alegres, sonoros
en la fraternidad,
cobrada la moneda,
divertidos
de tanto amor y engaño,
en masa, en bando, en emoción
única y sencilla, damos
humildemente
desconocidos,
cuando el gallo nos llama,
término al contemplar, y cesa el circo.

 

9 Jesús Hilario Tundidor (JA) (1024x768)Jesús Hilario Tundidor (JA)

 

 

MARA BELÉN

MARA BELÉN, Mara Belén,
en qué ceniza y viento de la tarde
la juventud se ha ido a posar perdida?
Dime, Mara Belén,
si es ya la noche,
si un hombre puede estar solo y distante,
si es remota la luz, si tiene vuelo.
La luz, Mara Belén, la luz tan tuya
que ahora en los olmos de mi patria falta.

Dime si es hora de morir al sueño,
si el cribazo o la harina o la ternura
han llegado a su edad,
si no hay manera
de ser abierto a blanca mar un río
y en vuelo, lentejuelas, en relumbres
destellando en la cresta de las olas
-dime Mara Belén, belén del sueño-
desvelar la memoria tan luciente.

Mara Belén, Mara Belén, la vida
se ha hecho mayor en nuestro pecho y duele.
¿Dónde se fue el olvido de tus manos,
dónde el amor
de ser mi compañera?
¿En qué polvo de Dios los verdes días
fueron sembrados sin voleo al aire?

 

10 Jesús Hilario Tundidor (JA) (1024x768) Jesús Hilario Tundidor (JA)

Mara Belén, la vida no es ya siempre.
Y ahora querría concederte todos
los extraños juguetes iniciales:
la cigüeña del soto,
el perro de cartón, el sable, el alma,
la guerra aquella de mi padre… El tiempo,
Mara Belén, no puede regresarnos.

Ruego por la amistad.
Veo tus muslos
de niña que se incendia, la dulzura
de tus pechos creciendo, aquella falda
de organdí que partí por hacer ruido,
por hacer pronto y no estar solos nunca,
por no ser hombres de verdad y amarnos.
Ya ves, Mara Belén,
por no estar solos, por no ser hombres, oh,
quisiera
que pudieras llorar como aquel día.

Cuánta cerilla en vano
he gastado en la noche por oírte,
por regresarme y retenerte pura.
Cuántas y en cuántas más se me perdió el aliento.
Ay, di, Mara Belén,
¿los ricos sueñan,
gastan cerillas en la noche y saben
que el pan mojado en agua es pan de nieve?

Mara Belén, Mara Belén, he ido
quedándome la vida en cada huella,
quedándome la madre y la esperanza,
la fe del corazón y ahora resulta
que en el crecer la pena no concluye.
No sé si de repente es el olvido.
Ya no recuerdo la canción ni el cuento
de aquella tarde gris.
Ya no recuerdo
si has podido crecer, si te caíste
desde la altura aquella de tu enagua
hasta los peces rojos del estanque…

Hay tristeza y azul, se puebla el día
de palomas y otoño.
Desde una hombría desolada tomo
la voz antigua de las tardes nuevas.
Mara Belén, Mara Belén, escucha:
alta es la fe que busca a los amigos.

 

 

11 Jesús Hilario Tundidor (JA) (1024x768) Jesús Hilario Tundidor (JA)

 

DESDE LAS ÚRSULAS

CON un amor que nunca
he besado en los pechos, ni besaré, recorro
Salamanca. Blanca, blanca, blanca
es la tarde blanca, ligeramente
tiempo la piedra, conocimiento, ¿eternidad
el hombre? Voy escuchando
signos, palabras
megalíticas: no sonidos, no muerte, resonancia
que ha sido acontecer, que allá
por Clerecía augura y yace y posa
y callejea. Topo
con Dios junto a un zaguán
y conchas. Dios está atado y es mendigo, pasa
sobre la brisa la memoria
de Gredos, la cumbre, el águila, Unamuno
agonizando en nieve pura, sueño
de su verdad. Poco después, ya bronce
en enseñanza, hénoslo aquí, corvo
de duda en duda, de muerte en muerte suya
y enquistada.

Y otra vez en las Úrsulas
que es plaza de memoria, esquina
de intimidad: ¡Pobre
semilla! digo como quien habla a la ternura, al aire
que la transporta, pienso
en ovarios, en úteros, en creación
y en alas. Y España, que ha arrimado
su hombro, su carne pura de mujer decente,
se sonríe y con Dios. Y que así sea.

 

 

12 Jesús Hilario Tundidor (JA) (1024x768) Jesús Hilario Tundidor (JA)

 

ROTUNDO TUNDIDOR

Sólo desde la intencionalidad manifiesta es posible desconocer la resonancia de la obra escrita por el poeta zamorano Jesús Hilario Tundidor. Él es, a nuestro criterio, una voz conductora y auténtica del panorama poético español, en cuyo ámbito irrumpió con la temperatura coronada de su libro Junto a mi silencio, merecedor del prestigioso premio Adonais de 1962. Por tal motivo, y por sus posteriores aportes, todos ellos de primerísimo nivel, no acabo de comprender el motivo de su relegación de los más altos sitiales y reconocimientos que con profusión -y muchas veces sin rubor alguno- se conceden a mediocres participantes o a consumados impostores.

En la poesía de Tundidor encontramos una lucidez indispensable, conquistada cincelando el lenguaje con la paciencia de un orfebre. Las vislumbres de la razón iluminan los ramajes de su propia conciencia. Tundidor ha aportado un nuevo significado del ritmo y del pensamiento a la poesía española, mediante una obra poblada de certezas espirituales y de un extremado vitalismo. “La poesía, como todas las cosas inútiles, es bella y hermosa”, dijo antaño en Salamanca, al mismo tiempo que reconocía: “A pesar de nuestro interés en que sean trascendentes, se quedan en el rigor del corazón y sólo sirven para salvarnos de la muerte”.

En sus dos etapas, como se podría vertebrar su itinerario poético, lo que se aprecia es un flujo continuado de una gran vigilia interior así como el discurso de una experiencia creadora, donde emoción y razón hacen un connubio perfecto. En sus poemas hay el equilibrio entre el misterio y la lucidez, la realidad y la imaginación, la fábula y la desesperanza. Desde esos textos se van irradiando las sensaciones de su fuego interior, los vértigos de la existencia, la mítica luz que ofrece la vigilia y permite que logre la cabal compensación de las miserias que el hombre padece o le hacen padecer. También la nostalgia despliega sus tentáculos hacia otros tiempos que surgen convocados por el ritual de la plegaria poética.

A. P. Alencart

13 Jesús Hilario Tundidor y Alfredo Pérez Alencart (JA) (1024x768)Jesús Hilario Tundidor y Alfredo Pérez Alencart (JA)

 

Un comentario
  • julio collado
    octubre 29, 2015

    Lees los poemas de Hilario Tundidor y es como si una brisa te envolviera y te elevara hasta la nube acogedora. Allí, en la nube-circo de la vida, te quedas a veces dolorido, otras alegre, enamorado o ausente, esperando que un pajarillo se acerque y traiga en su pico un poco de comida para el camino. Lees los poemas de Hilario y el comentario de Alfredo y sientes que no necesitas más comida. Durante un buen rato quedas saciado de hondura, belleza y emoción. Para terminar volviendo a sus palabras y así continuar y continuar… la vida.
    Gracias a ambos.

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