‘CIUDADES DE KLEE’, DEL POETA NICARAGÜENSE SANTIAGO MOLINA ROTHSCHUH

El poeta Santiago Molina Rothschuh

 

Crear en Salamanca se complace en publicar este poema de Santiago Molina Rothschuh (Juigalpa, Nicaragua, 1958). Después de vivir 23 años en Rusia y Francia, retornó a Nicaragua y publicó Los dominios del aprendiz (Nicaragua, 2005) y Círculos de alfarero (Costa Rica, 2008). Poeta. Tiene una licenciatura en literatura hispanoamericana y una maestría en lingüística española por la Universidad Michel de Montaigne. Es amante de la literatura rusa en general y de Osip Mandelstam en particular, le interesa y se ocupa de estudiar y comprender el lenguaje de las artes plásticas.

 

 

CIUDADES DE KLEE

 

Ciudades de Klee

donde terminan las últimas estaciones de trenes

un balbuceo de sílabas se escucha   

cuando los viajeros  de todo el mundo recorren

las calles sabiendo que no llevan

 a ningún campo de concentración

Klee en un trazo enérgico de color azul

concedió estatutos de golondrinas a todos los migrantes

calles de Sentido Único donde al final de la esquina

Walter Benjamin juega en un tiovivo con los niños del futuro

calles donde Nadja va encontrando letras para formar un signo

pues éstas han sido adoquinadas con fonemas caídos de Babel

calles donde el corazón de André Breton en forma de quinqué

late y se enciende en cada atardecer

 

un Globo Rojo  indica mi lugar   en el espacio

vertical  me sostengo  y lo sigo a través del viento

rabino predicando  proverbios de puerta en puerta

aquel que desee  flotar más alto que su vecino

pronto  caerá sobre su propio tejado 

al final de la hilera de casonas un zaguán grisáceo

huele  a pelo de ovejas y aperos de labranza

Ciudad de Klee fundada con lloviznas  repentinas

momento en que podemos ver a  Walter Benjamin en medio de la calle

regresando  de  la oficina de correos con un maletín negro

su Ángel mirando hacia atrás le guarece bajo un paraguas

luego  desaparecen  tras la puerta de un albergue 

la otra calle vecina es una composición  de Cúpulas rojas y blancas

cada  casona cuadrada colocada una junto  a la otra

alberga todos los sueños que hemos olvidado

si observamos con atención los colores 

vuelven a nosotros los recuerdos

en mi ciudad de infancia un lechero

vierte  la leche en la tina plateada de mi abuela

 

 

 

al doblar la esquina un tranvía  nos apea en  Ciudad R

los pasajeros hablaban  que Walter Benjamin había muerto en Portbou

siempre hay alguien que  desmiente el rumor

afirmaba  que ayer  a la hora de la llovizna lo vieron como siempre  cruzar la calle

con su maletín negro debajo del paraguas y su Ángel mirando hacia atrás

así  corren las historias en las Ciudades de Klee

la gente insomne tiene su propia manera de conspirar

relatan  que escuchan acercarse a la frontera

los tártaros de  Buzzati galopando en el desierto de la noche

levantando un polvazal como  sucede en cualquier ciudad  de verano

para el imperio   significa que el enemigo  está a un paso de su frontera

el bárbaro es un miedo infantil al Otro

todos los genocidios son un miedo

criminal al lenguaje diferente del Otro

“el inconsciente,  escribía André Breton

contra todos aquellos como Jean Clair

que lo acusaron de ser el desmoralizador de occidente,

nos libera de imperativos lógicos y racionales

así la poesía no es una alienación

sino la puesta en obra de un mundo nuevo”   

Breton demostró que amaba América Latina desde una isla del caribe

pensaba que La encantadora de serpientes cuya belleza convulsa

y súbita mordedura acabarían con el pensamiento hegemónico

y la barbarie venida del viejo continente

 

al borde de la acera  un señor me ofrece  un puro de ultramar

habita  en  un carromato y  dice  llamarse Raymond Roussel

me contó que la Ciudad R es un anagrama en colores de su propio nombre

los vecinos narran que dentro del  carromato  los Jugadores de ajedrez de Marcel Duchamp

se entregan a resolver la eterna  jugada  de Roussel el mate del alfil y el caballo

 y a generarle  combinaciones   para su enigmático procédé

homofonías que solamente él podía    rimarlas   en la trama de sus novelas

por su parte Duchamp  sabía que en  “el ajedrez  hay cosas muy hermosas

en el dominio del movimiento,

es la imaginación del movimiento lo que produce belleza.

Juego día y noche y nada en el mundo

me interesa más que encontrar la jugada correcta”.

Duchamp encontró en el Grand Verre la jugada correcta

Roussel encontró en Locus Solus la jugada correcta

a veces en un carromato  peregrino

el tablero del tiempo

reúne a los dos maestros para que sigan conversando

 

Klee dijo: una  línea  es un punto que fue a dar un paseo

nosotros diremos: una línea es Robert Walser que  fue a dar un  paseo

habitante  privilegiado  para vivir en las Ciudades de Klee

equilibrista que tendía su cuerda sonámbula de esquina en esquina

suspendido en el vacío por cardúmenes de peces mágicos

coloreando  las avenidas después de abandonar  las redes del mar

Walser conoció  en  sus caminatas  todas las ciudades del pintor

llegó  hasta las oficinas del castillo de Kafka

ahí bebió cerveza con el funcionario Klan

atravesó en varias semanas la ciudad llamada Equilibrio Inestable

en zancadas cruzó  la ciudad  Castillo y Sol

logrando -sin quemarse los pies- el ardiente  sueño de Ícaro

 

las flechas de Klee orientan a los peregrinos

son pensamientos –decía él- para que no te pierdas

a través de la geometría de las ciudades

son  caminos ya dibujados por la mirada en la obra

lugares  elegidos esperan a los forasteros

“Importa poco no saber orientarse en una ciudad,

recomendaba Walter Benjamin: pero perderse en una

ciudad como quien se pierde en el bosque requiere aprendizaje”.

caleidoscópica ciudad de Klee donde el filósofo

juntaba  fragmentos distanciados de una época a otra

minimizando en una sola cita  volúmenes enteros

concibió  su libro Pasajes en la Biblioteca Nacional de la Ciudad de Gog

no lejos de allí Ítalo Calvino alquilaba una buhardilla

la dirección de la buhardilla en la  calle 11, Simon-Crubellier

le fue proporcionada a Calvino por George Perec

en  ese lugar angosto escribió y volvió invisibles las ciudades visibles de Klee

 

 

Pasando El puente rojo hacia Villas florentinas

George Perec imaginó el edificio con la fachada desaparecida

porque  solamente en una ciudad de Klee

se  puede escribir La vida instrucciones de uso

su lectura   invita a  reconstruir  los aposentos  del tiempo

desde los sótanos  a las buhardillas

aprenderás que el lenguaje es parecido a un rompecabezas

imponiéndote reglas o construcciones

así el azar de sus piezas se volverá  de pronto ante vos inteligible

porque solamente en una Ciudad de Klee

puede existir la calle 11,  Simon-Crubellier

donde   habité en cierta época de mi vida

recuerdo que tenía una gata llamada Conga de pelaje gris

huraña  y capaz de  lanzar un zarpazo a cualquier desconocido

mi biblioteca de varios estantes representaba el paso de los años

ahí  por primera vez  leí La vida instrucciones de uso 

mi gata ya no existe  pero me consuela una foto de Perec

con su gato en brazos como aparece en la estampilla emitida en su honor

y al verla me parece que todavía habito

la calle 11, Simon-Crubellier con los vecinos de entonces

mis buenos días a Gaspard Winckler bajando la escalera

saludando  alguna vez  en el rellano al  pintor Serge Valène

obsesionado   por pintar un mundo total diríamos hiperreal

tomando  como modelo  el  inmueble donde todos convivíamos

sin dejar nada excluido ni el brillo de las empuñaduras de las puertas

un cuadro  tal de un esfuerzo demasiado humano 

solamente puede pintarse si habitas en una Ciudad de Klee

combinando tantas vidas

en un inmueble cuya fachada ha desaparecido

incluyendo  mi propia vida  con sus  manías  de esa época

leer y pescar peces solubles bajo El puente rojo

 

ciudades que tanto he imaginado

estudiaré  los vitrales de cada iglesia en La ciudad de las iglesias

detalladamente  quiero observar el vitral de Isaak Walton

con su alegre piedad  pescando y leyendo tras la luz policromada 

para  transformarnos  en contemplativos y mansos  pescadores

como lo deseaba Walton,  el que dijo:

“solo es siempre estable la inestabilidad”

 

 

ninguna  ciudad de Klee   podría ser sitiada

los alrededores son líneas  que se pliegan y despliegan en el infinito

para que el enemigo pierda la razón en  ese origami de confines

los bloques de colores resisten  a cualquier intento de invasión

una lluvia de pájaros y peces

puede acabar con un ejército de hombres

imposible  crear  un gueto  en  una ciudad de Klee

no se pueden levantar alambradas

tampoco se pueden organizar  progromos y manifestaciones neo-nazis 

porque  las piedras coloreadas desaparecen de la mano

de aquel que desea  lanzarlas contra  el  tejado de su vecino

a veces abres una puerta y en el centro de la sala

encuentras  una vaca roja  pastando tapices voladores

la descharchalada perspectiva de las callejuelas empedradas

no impide que los vendedores de raspados puedan deambular

junto a la carreta del vendedor de ganado

al pasar se saludan quitándose el gorro jasídico de piel de zorro

un gallo azul canta en la madrugada para despertar a los rabinos

porque en una ciudad de Klee no se puede vivir

si no  conoces  la igualdad y la solidaridad con la Vida nuda de los sin techo

se quiere desanudar la aporía de Benjamin

“mientras quede un mendigo existirá el mito”

de  vez en cuando  alguien abre una ventana y su rostro

puede  recordarte   a  Paul Celan  mirando  con tristeza  hacia  el Sena

asimismo a  George Perec  con su gato en brazos tentando de agotar con su mirada

un lugar  infraordinario  donde no dejan de volar las palomas

 

porque una Ciudad de Klee también puede nombrarse Vitebsk

entonces no te sorprendas si una cabra verde salta  sobre los tejados rojos

si un desconocido  sale por una ventana  tocando  la música de un violín celestial

o si caminando  por la acera  alguien  a tu lado  lee  bocabajo la  Torah

 

 

ciudad  de   goteantes aleros   bajo la llovizna tempranera

de madrugada se levantaron  los compradores de leche de mi abuela

sus picheles y cubos de plástico les sirven de paraguas

en días soleados  y ventosos los chavalos elevan  barriletes de papel de china

ciudad  de grandes casonas con parques  

donde  los  jugadores de ajedrez  se toman los  quioscos

empeñados en descifrar la jugada del mate del alfil y el caballo

los jugadores de Go también están invitados

son los grandes estrategas de nuestro tiempo

las estatuas de este  parque son tan reales que espantan a las palomas

la gente repite  una historia  de  la estatua de Joyce en un parque de Trieste

dicen que  la brisa y el viento  cercano del Danubio  limpian sus gafas todos los días

 

en cada acera la gente lleva sombreros o gorros de Vitebsk

mientras van hablando un idioma que puede ser el yiddish

o el  náhuatl o el quechua el francés  el español el árabe

todas las lenguas de las islas pápues

todas las lenguas de las tribus amazónicas

el lenguaje de los esquimales con sus 60 maneras de nombrar la nieve

el Záum de Vladímir Jlébnikov

el lenguaje oulipiano y matemático de Jacques Roubaud

le procedé de Raymond Roussel

el glíglico de Cortázar

el chino y el ruso

 

cada ciudad de Klee es el lugar y la fórmula

la jugada correcta

frontera donde termina el mar

y comienza la tierra en la cartografía de los videntes.

 

 

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