‘ANTÍGONA SIEMPRE MUERE’ Y OTROS POEMAS INÉDITOS DE LA SALMANTINA EMILIA GONZÁLEZ FERNÁNDEZ ‘

 

Emilia González Fernández en un acto de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos (foto de José Amador Martín)

 

Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar siete poemas inéditos de Emilia González Fernández (Cantalapiedra, Salamanca). Es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y actualmente profesora de Lengua y Literatura en el instituto Torres Villarroel de Salamanca. Ha obtenido diversas distinciones y premios, y en 1983 se le concedió el accésit del Certamen Nacional de Poesía Universitaria convocado por Radio Nacional de España, siendo presidente del jurado Jorge Guillén. Sus libros de poesía son: Microcosmos (1988) y Épica cotidiana (2008). También aparece en varias antologías, como Voces nuevas IX (Editorial Torremozas, 1992) o Poetas en Salamanca (Editorial Amarú, 2000). En 2014 participó en el XVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos y una selección de su poesía se publicó en la antología “Palabras del Inocente”, dedicada a Gastón Baquero. Lo mismo ha sucedido en las ediciones XXI (2018) y XXIII (2020), con poemas dedicados a Torres Villarroel y a Gabriel y Galán, en cuyas antologías, “Por ocho centurias” y “Regreso a Salamanca”, está incluida.

 

Foto de José Amador Martín

 

 

ANTIGONA SIEMPRE MUERE

 

Tú, la del peplo sin edad,

siempre tendrás razón;

Creonte es un esclavo

de la ley de la política,

de las corrupciones,

de la ambición de poder,

del dinero que tizna la mente

por sobre la sabiduría.

En él mentira, polvo y ceniza.

Tú toda corazón, todo sol, toda llama, todo amor,

eres asfixiada, callada, ninguneada,

ridiculizada hasta la extenuación.

Demasiada vida para los corruptos,

demasiada libertad.

Mueres en todo ser que vivir quisiera

respirando un viento

pleno de humanidad.

 

 

Foto de José Amador Martín

 

 

SOL CENICIENTO

 

Ahora se está poniendo el sol,

cuando más brilla oblicuo,

enseñando las almas de los árboles

por él doradas.

Siguen pasando nubes teñidas,

empujadas por el viento del sur,

desplegándose, deshaciéndose, marchándose…

Quiero un árbol, un cielo que no estén,

sucios de la mirada de mis ojos,

como las nubes, todo perdió color

valor, relieve,.

Quiero vivir donde la vida lo era,

no donde su sabor se desvanece

como el sol de esta tarde

de pálido amarillo frío,

tarde para morir

 

Foto de José Amador Martín

 

 

SALA DE ONCOLOGÍA DEL CLÍNICO

 

Las paredes en rosa mienten,

sonrisas excesivas y forzadas,

mientras pasan dos chicos que son dos esqueletos

por estrecho pasillo.

Tumulto de gente enferma,

sentada, esperando, perdiendo

horas letales, más raudas para ellos.

Cabezas unánimes llenas de sufrimiento,

una es la mía que finge leer,

nadie nos llama o nos consuela

aunque nadie quiere hablar,

sólo irse.

De pronto me concentro en unas manos

que acarician otras deformadas,

y la quimioterapia del amor

enciende los ojos del marido enfermo,

cercados de morado, más sonríen.

 

 

 

Emilia González Fernández leyendo sus versos en el Teatro Liceo (XXIII Encuentro de Poetas Iberoamericanos) .

Foto de José Amador Martín

 

 

 

MOBBING

 

No fuiste nunca mi alumno,

niño suicida,

pero entiendo que eras especial

y , por eso te odiaban.

Todos cierran los ojos

ante los criminales acosadores,

tan jóvenes y tan mal educados.

Silencio, silencio,

se acosa…

¡Qué valientes ante tu valentía

de sufrir solo!

Nada dijiste, pequeño filósofo,

antes de morir.

Entendiste este mundo

brutal, rápidamente,

sin que te valiera estudiar Ética.

¿Quién se compromete?

A tu valioso vacío le grito,

¿Quién enseña aquello

que tu muerte evitara?

Con tanto ordenador, almas desordenadas,

escuela de crímenes callados,

y todos permanecen en silencio.

Fuiste un príncipe que nunca se quejó,

pero era evidente.

 

Foto de José Amador Martín

 

RESÍDUOS ORGÁNICOS

 

 

Y lloraba bajo un olor de pudridero,

lentamente asfixiado en una bolsa

entre otras de basura.

Bien escogido estaba

el sitio del desecho.

En efecto, los órganos

latían angustiados

porque juntos

formaban un hermoso niño,

condenado a la muerte más indigna.

Dicen que fue su madre

quien escogió la sepultura,

como si el niño fuera

basura orgánica.

Sin dignidad del niño

la humanidad se acaba.

Casi todo va siendo

basura orgánica, en efecto

tecnológicamente bien

seleccionada.

 

 

Carles Duarte Margalit Matitiahu, J. M. Muñoz Quirós , Emilia González , Pío E. Serrano y Maria do Sameiro Barroso durante el homenaje a Gastón Baquero

(2014. Foto de José Amador Martín)

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