ÁLVAREZ (ESPAÑA), HERNÁNDEZ MIRANDA (MÉXICO) Y DI LEO (ITALIA). TRES POETAS CON SAN JUAN DE LA CRUZ. XXII ENCUENTRO DE POETAS IBEROAMERICANOS

 

Retrato de San Juan de la Cruz (detalle), de Miguel Elías

 

Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar los textos inéditos de las poetas , Cecilia Alvarez, Elba Maribel Hernández Miranda y Stefania Di Leo, los cuales serán publicados en la antología ‘Llama de Amor Viva’, que viene preparando el poeta A. P. Alencart y que se presentará días antes de la celebración del XXII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, del 14 al 17 de octubre. 

 

 

  Cecilia Álvarez leyendo en el Teatro Liceo de Salamanca (foto de Jacqueline Alencar)

 

CECILIA ÁLVAREZ

(España)

VIVA LLAMA

 

Pervive flamante el clamor

de tu verso, la viva llama

que el amor eterniza

desde la castellana tierra

hasta el cielo de tu verbo.

 

Aún late la luz

de tu noche oscura,

la voz de tu cántico

entre las celdas de tu silencio

y tu libertad ansiada.

Y guarda tu memoria el sabor

de tus anhelos

escritos sobre la piel del alma.

 

Te siento

en las escarpadas líneas

de tu vivir, en la tinta sigilosa

–mística y humana–

de tus pasos,

entre los cuales renace el tiempo

y el credo de tu hábito,

con música callada

y soledad sonora.

 

 

Elba Maribel Hernández

 

 

 

ELBA MARIBEL HERNÁNDEZ MIRANDA

(México)

 

 

POEMÍSTICA

A San Juan de la Cruz

 

Desde luego

hay una ofrenda imprevisible

en la subida al Monte Carmelo.

Reza el poeta

un canto marginal

y de otro reino

aparecen en plena descalzura

nuevas pastoras como palabras:

alianza no en la copa,

en la gracia del verso.

En tanto que el encuentro

en el fulgor se escribe

entre senda y lira iban descendiendo

hacia otro renacimiento

las Ninfas de Judea.

 

 

 La poeta y traductora Stefania Di Leo (foto de Jacqueline Alencar)

 

 

STEFANIA DI LEO

(Italia)

 

 

El alma que anda en amor, ni cansa, ni se cansa.

San Juan de la Cruz

 

Y fue la noche, fue el morir de amor

el alma subiendo al Monte Carmelo,

la palabra inmensa, llama de fe viva.

 

Y fue la tremenda oscuridad,

el éxtasis, compartido con Teresa,

el Cántico espiritual de las torturas.

 

Que mi palabra florezca límpida,

y mis plegarias sean un canto,

sean manantial cayendo al río

en las eternas rocas del ocaso.

 

Quiero ser peregrina, Juan,

con fervor en la sombra,

cuando centellea

el alma secreta de las cosas.

 

Quiero adivinarte

en los reflejos del reposo,

escuchando las plegarias armoniosas.

 

Hay que soñar, Juan,

condenando el siglo devoto.

Unas llamas dentro de

nuestro infierno nos consumen.

Estamos buscando a Dios

y el silencio nos habla.

 

Mientras el dolor me rodea

veo tu rostro desaparecer entre tinieblas.

Te busco en la penumbra

que desciende poco a poco…

 

Y soy poeta porque siento amor,

y en cada verso, Juan, te nombro.

 

 

 Obra de Miguel Elías, de su serie sobre San Juan de la Cruz

 

 

 

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