SLEEPERS (1996), DE BARRY LEVINSON. COMENTARIO DE JOSÉ ALFREDO PÉREZ ALENCAR

 

Crear en Salamanca tiene la satisfacción de difundir este comentario inédito de nuestro colaborador José Alfredo Pérez Alencar (Salamanca, 1994), autor, entre otros, de los libros ‘Pasiones cinéfilas’ (Trilce, Salamanca, 2020) y Iuris Tantum (Betania, Madrid, 2020). Junto a sus estudios en Derecho por la Universidad de Salamanca y a su temprano aprendizaje como poeta, también es un apasionado al Séptimo Arte. Cuando niño la imprenta Kadmos le publicó una carpeta de poemas titulada El barco de las ilusiones (2002, con 17 acuarelas del pintor Miguel Elías). Posteriormente publicó seis poemas en la antología Los poetas y Dios (Diputación de León, 2007) y otros sendos poemas en las antologías El paisaje prometido (2010), Por ocho centurias (2018), Regreso a Salamanca (2020) y El ciego que ve (2021. Formó parte del equipo de apoyo del XXII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, que en 2019 rindió homenaje a San Juan de la Cruz y a Eunice Odio. En 2020 lo hizo con el homenaje dedicado a José María Gabriel y Galán, dentro del XXIII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, mientras que en 2021 colaboró en el XXIV Encuentro, dedicado a Antonio Colinas.  También publicó cinco poemas en la revista literaria Kametsa, que se edita en Perú. Sus críticas de cine las publica tanto en la revista literaria digital Crear en Salamanca como en el portal Tiberíades. En el ámbito del Derecho, escribe artículos de contenido jurídico y social en su blog Iuris tantum, que mantiene en el periódico digital SALAMANCA AL DÍA. En los próximos meses se publicará su poemario Tambores en el abismo, en edición bilingüe español-portugués, con traducción de Leocádia Regalo.

Barry Levison

 

SLEEPERS (1996), DE BARRY LEVINSON

 

Esta película me fue recomendada por un amigo hace cuatro años y, sin temor a exagerar, puedo decir que cada uno de ellos la visioné una media de dos veces. Curiosamente, he acertado con las obras de la filmografía de B. Levinson, pues me suscitan interés las cintas basadas/inspiradas en hechos reales en aras de posteriormente realizar un contraste. Paterno (2018) y The wizard of lies (2017), que abordan la acusación por abusos sexuales contra Joe Paterno (cuyo papel está encarnado por Al Pacino) y la estafa piramidal de enorme repercusión en el mundo financiero orquestada por Bernie Madoff (interpretado por R. De Niro). Pues bien, el objeto de estas líneas es la versión brindada por el Séptimo Arte a la novela biográfica del escritor Lorenzo Carcaterra (representado de joven por Joseph Perrino y de adulto por Jason Patric), que también fue coproductor del proyecto.

 

Para mí, el mensaje clave del filme, unas dos horas y veinte que discurren en los años sesenta del siglo pasado con Hell´s Kitchen (Nueva York) a modo de escenario, recala en la idea de que un error cometido en cuestión de minutos pude desencadenar consecuencias insospechadas. En este caso, las repercusiones vitalicias derivadas de las agresiones sexuales y torturas sufridas, tratadas de un modo sutil en las escenas. Actuaciones viscerales, cuyo origen se encuentra en el abuso de poder ejercido por los guardias del correccional en perfecta connivencia, lo que implica cuestionar el escaso control sobre el personal, que en ocasiones adolecen este tipo de instituciones. La forma de afrontarlas bifurca a los cuatro chicos, dos de ellos logran convertirse en profesionales, mientras que los otros dos quedan imbuidos en un mundo de delincuencia. Fíjense en esa resiliencia mostrada por los dos primeros a efectos del desenlace de la película.

 

Y, no merece menos atención, el logro del Cine llevándonos a observar de manera normal en la pantalla (me incluyo), la corrupción del sistema penitenciario, como por ejemplo la “típica” escena en la que el funcionario recibe una coima para abandonar una estancia de la prisión o permitir la comisión de un delito.

 

 

Se transmite un mensaje de Justicia, que no deseo calificar como erróneo o correcto, pero sí es menester resaltar su alto componente subjetivo. Haciendo una pequeña incursión en el campo de la filosofía jurídica, considero que la verdadera seguridad proporcionada por nuestro Ordenamiento está contenida en el Derecho Positivo (entendido como las normas, principios y la jurisprudencia que inspira o se torna en doctrina). La Justicia ha de ser un complemento a lo anterior, ese elemento que dote de equilibrio a las respuestas dadas por el Derecho para que no sean desorbitadas o demasiado laxas. Volviendo al filme, el acto de asesinar a sangre fría a uno de los guardias y alterar el proceso judicial (no solo con falso testimonio, el fiscal es una de las víctimas), ¿puede considerarse justo? Seguramente, la contestación sea afirmativa para los que padecieron tal sufrimiento, aunque el único término correcto es venganza.

 

Esta reflexión es interesante hablando desde el prisma español, que es la realidad por mí conocida, si pensamos en la “ley del Talión” exigida en muchos casos o los juicios de valor emitidos por masas de ciudadanos sobre todo en supuestos mediáticos. Esa solidaridad mostrada es loable, independientemente del interés que mueva a cada persona que muestra su apoyo. Pero siendo jurídicamente objetivos, ejercer presión sobre el legislador, elegido por la mayoría de la población, sería alentar una paradoja. Se puede y debe entenderse la postura de los sujetos pasivos /víctimas de los delitos, sobre todo en los de especial gravedad y, haciendo autocrítica, es muy fácil hablar o escribir cuando los efectos nocivos no recaen sobre nuestra persona o entorno familiar. A raíz de esto, recordé el movimiento de la victimología surgido recientemente (hablando desde la panorámica de la historia) y que formaba parte, de manera muy sucinta, del temario en primero de carrera. Ahora, no estoy capacitado para hacer un análisis sobre dicho movimiento, en un futuro tengo por seguro que volveré a abordarlo con mayor conocimiento de causa. Además, de una nimia búsqueda en internet encontré un ensayo el cual he comenzado a leer, acerca de este tema, realizado por Ezzat A. Fattah (catedrático emérito de criminología) cuya traducción y notas corresponden a la Doctora en Derecho especializada en Victimología, María del Mar Daza Bonachela. Adjunto el enlace: http://criminet.ugr.es/recpc/16/recpc16-r2.pdf

 

 

 

En cuanto al reparto tiene galones, baste decir que cuenta con intérpretes como De Niro (Padre Bobby), Brad Pitt (Michael Sullivan de adulto), Billy Crudup (Tommy Marcano de adulto) o Dustin Hoffman (el abogado Danny Snyder), pero la mención especial debe recaer sobre las figuras de Kevin Bacon (Sean Nokes) y Brad Renfro (Michael Sullivan de joven). El primero de ellos realiza una buena actuación como cabecilla de los otros tres guardias erráticos, en su línea, mas lo destacable es su dominio de los registros, ya que venía de Homicidio en primer grado (1995) en la que su personaje está inspirado por la etapa en que Henri Young estuvo preso. La versión cinematográfica de H. Young (el filme hace enmiendas con respecto al verdadero, tal vez con la intención de generar una mayor sensibilidad en el público), muestra a un joven con cierta deficiencia, lo que no es óbice para aseverar que posee lucidez, sometido al aislamiento y constantes vejaciones en Alcatraz. En esa isla, se hallaba la cárcel de las cárceles, aquella en la que estuvo el reputado gánster Al Capone, y ha sido objeto de películas como La fuga de Alcatraz (1979) encabezada por Clint Eastwood. Seguidamente, el fallecido actor Brad Renfro que tuvo un ascenso meteórico en la gran pantalla desde una temprana edad. Al comentar Bully (2001) de Larry Clark, fui consciente de que este intérprete merece ser recordado por otros títulos como: Verano de corrupción (1998), junto con Ian Mckellen, o El cliente (1994), en compañía de Susan Sarandon y Tommy Lee Jones. El mismo año de Bully, coincidió con Dominique Swain (actriz de Lolita en 1997) en el reparto de Tart y, hago esta referencia, puesto que ambos en plena juventud, ya iniciaban el ocaso de sus carreras.

 

 

Quiero concluir haciendo eco de la otra crudeza intrínseca a lo narrado por L. Carcaterra. Para ello, tenemos que contextualizarnos en una época en la que están cobrando fuerza las voces y manifestaciones que exigen la igualdad en los Derechos Civiles, tanto para las personas de color como para las mujeres. Pero en el hermetismo (así lo califica el mismo protagonista) de Hell´s Kitchen, se nos muestra, sin reparos, el machismo imperante en las familias y los malos tratos constantes que se producen ante su persona. En este sentido, hay una escena significativa en la que un L. Carcaterra ya adulto está cenando en casa de sus padres y observa como nada ha cambiado en el clima de su hogar. La corrupción policial y el transcurso de la guerra de Vietnam, también son factores que el director plasma a modo de adendas para retratar el panorama latente en la sociedad del momento.

José Alfredo Pérez Alencar leyendo en Leiría (Portugal)

 

 

 

 

 

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