UNA POESÍA QUE SE RESPIRA (SALAMANCA O LA MEMORIA DEL MINOTAURO, DE JOAO RASTEIRO). PRÓLOGO DE ANTONIO COLINAS, TRADUCCIÓN DE A. P. ALENCART Y PINTURAS DE MIGUE ELÍAS.

Crear en Salamanca ofrece, como primicia, el prólogo que Antonio Colinas escribió en 2006 para el libro de Joao Rasteiro que acaba de aparecer, publicado por la Editorial Palimage, de Coimbra. La traducción del poeta A. P. Alencart también se hizo en 2006, al igual que la pintura de cubierta del poemario, obra de Miguel Elías. También publicamos, sólo en versión española, cinco de los poemas dedicados por el autor lusitano.

 

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No es nada fácil abordar en un libro de poemas una realidad tan marcadamente literaria, tan definida en los tópicos como es Salamanca. Sin embargo, esto es lo primero que nos sorprende en este bello libro de Joao Rasteiro, un amigo de la ciudad.

El poeta supera los tópicos, rehúye los lugares comunes, metamorfosea sus miradas a fin de que su mensaje sea esencialmente poético. Para ello, el poema debe romper la rigidez de la forma y convertirse en una atmósfera. Ésta es otra de las características primordiales de este libro: aunque sometidos los versos a un ritmo –principalmente en el dulce original portugués- los poemas pierden los límites del discurso al uso, pues en ellos el poeta piensa y siente a la vez y con un equilibrio tal que el poema se torna en una realidad nueva, que es lo que, en primer lugar, debe ser un poema: realidad trascendida, mensaje no al uso, palabra que conmueve.
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Nombres propios (Unamuno) o comunes (el toro, la piedra) -los símbolos claros de la ciudad-, están sometidos por ello a esa unidad en la que nos parece que los poemas respiran. De hecho, no es ajeno este proceso de la respiración, de identificarse y fundirse con el mundo, a la creación de este libro. Proceso que aparece en su momento más ilimitado cuando el poeta nos habla de “la respiración del criador de luz”. Deviene así la ciudad microcosmo del macrocosmo.

Libro, pues, bello y verdadero que además tiene la fortuna de ofrecerse en su versión bilingüe. La ajustada y valiosa traducción de otro poeta, Alfredo Pérez Alencart, acrecienta así el valor del libro y nos hace gozar doblemente de su atmósfera de plenitud verdadera, esa que es “unidad viva del origen”.

Salamanca, otoño de 2006

 

3 Unamuno por Miguel Elías Unamuno por Miguel Elías

 

GÉNESIS

A Miguel Unamuno

 

 

 

Después de los incendios las tormentas, la luz repleta
de la tierra extasiada por las brasas de las hembras invernales
brotando piedras, toros, hombres, huertos, la voz corpórea
de una ciudad labrada en iluminados desnudos de olvido y deseo.
Y las palabras doloridas en nervios y tendones bendecidos
en los capullos de oro, fósiles en tramas de amores mortales
que procrean las crías pulsando una geometría abierta.

 

 

4 Pepe Ledesma por Miguel ElíasPepe Ledesma por Miguel Elías

 

LABERINTO

A José Ledesma Criado

Flota una ciudad en el crepúsculo de los cielos,
sitios transparentes y luego oscurecidos
en el bárbaro laberinto de las pizarras celestes,

tenues corales y perlas de oro vaciando la luz
traen en las arcadas el opaco invierno de las calles
un amargo delirio plateresco de las travesías

de los dioses – la desnuda quemadura de los secretos.
Corazón y alma desafiándose en la Plaza Mayor
la última noche refugiándose al interior del día.

Dolorosamente ciego, el laberinto en su cadencia
corre sonámbulo y feroz como la piedra que se abre.

 
5 Alfredo Pérez Alencart por Miguel Elías

Alfredo Pérez Alencart por Miguel Elías

VISIÓN MAYOR

A Alfredo Pérez Alencart

 

 

La plaza es la ciudad una rosácea luz
llama hambrienta del fuego de la piedra,
sus raíces confundidas en el fulgor
de sus huellas en dádivas de venas,
el mensurable movimiento de la memoria
cuando nos golpea como halcones,
palabras antiguas sobre túnicas rojas
excelsas en su dulce y estimulante obstinación.
Visiones, dulces quimeras de Salamanca,
el corte audaz que desafía los cielos
que cierran el soplo sísmico de las aves
se levantan como un dios de blasfemia,
ciego y desnudo abriendo las gárgolas de mármol
y hay exceso de simientes maduras, el polen
rasgando las estaciones sagradas de otoño.

Otras, en la anticipación del movimiento
sumergiendo la impurificación de los cuerpos
y levantando la ciudad preñada de respiración
como frutos erectos en persistente maduración,
sangrando por completo como las cosas primitivas.

Y siempre un centro inflamado de fábulas
en conchas límpidas, la pura sangre del agua
agitando por dentro de bocas y anémonas,
una ciudad emergiendo altiva a las cinco de la tarde.

 

 

6 Antonio Colinas por Miguel ElíasAntonio Colinas por Miguel Elías

 

RESURRECCIÓN
A Antonio Colinas

 

 

 

La ascensión de las voces a cada golpe erizado de sangre
trasborda como cántaros de miel a la orilla del Tormes,
los pájaros retornan a los refugios de las cúpulas del sol
y los hombre vuelven a reposar en las estacas y brillan,

en el lecho incansable de la piedra el último llanto de los muertos,
todos los gérmenes oprimidos eclosionando como azucenas,
el espacio de la construcción en feroz fulgor pues es inacabado.

se resucita hoy de las llagas y se escribe el nombre tierra
en la lengua – el fuego que abraza los libros que no soñaré.

 

 

7 Jesús Hilario Tundidor por Miguel ElíasJesús Hilario Tundidor por Miguel Elías

 

 

CRÁTERES DE PIEDRA ENCENDIDA
A Jesús Hilário Tundidor

 

Debes ser la indócil y última ciudad
de los primitivos animales dorados
que esparcían la piedra del interior de los pulmones,
las bárbaras vísceras de hueso del Minotauro
en la cruda pulpa que se suaviza en mi frente.
Como el sexo que se desabotona inocente
de la médula corrompida de la tierra, irrumpes
trepando para tragar la airada sed del Tormes
y en su costado esperar por el sol que fulgura el fuego.
Buscas la inexorable deflagración al centro,
una forma de amar las criaturas del tiempo
donde se sostiene el precipicio inmediato de la sílaba.

 

 

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