POEMAS DE “LÍNEA DE CUMBRES”, DEL MURCIANO FULGENCIO MARTÍNEZ

 

 

 

El poeta Fulgencio Martínez

 

 

Crear en Salamanca se complace en publicar una muestra de poemas del último libro de Fulgencio Martínez (Murcia, 1960), poeta, editor, crítico y profesor de Filosofía:  ha publicado libros de poesía como León busca gacela, Prueba de sabor, El cuerpo del día, Cancionero y rimas burlescas (Renacimiento); El año de la lentitud (Huerga y Fierro), Cosas que quedaron en la sombra (Nausícaa), Trisagio (Editorial Regional de Murcia).  En 2019, año de su reingreso a la literatura, ha dado a la imprenta dos obras más: La escritura plural, 33 poetas entre la continuidad y la dispersión de una cultura, antología actual de poesía española, con prólogo de Luis Alberto de Cuenca (ArsPoetica) y El taxidermista y otros del estilo (Diego Marín editor), su primer libro de relatos. Edita y dirige la revista Ágora-Papeles de arte gramático (blog www.diariopoliticoyliterario.blogspot.com). Autor de un ensayo sobre la filosofía de Antonio Machado, publicado por la Universidad Católica de Pernambuco (Recife, Brasil). Máster en Filosofía teórica y práctica y Máster en Formación e Investigación literaria y teatral en el contexto europeo, colabora en prensa con artículos de opinión y de crítica literaria.

 

  Portada de Línea de Cumbres

 

 

 

Línea de cumbres incide en la apuesta del autor por una poesía reflexiva, dialógica, de tono coloquial a veces, y siempre fruto de un arte depurado en la presentación del sentimiento, metafísico y lírico, que al poeta le dicta su propia condición de hombre. Influido por el alemán Hölderlin, el libro nos hace como lectores ser partícipes de una conversación sobre las cosas que de verdad importan. La poesía se reivindica, así, como ese “mientras” del diálogo sin finalidad y de la escucha poética, como un espacio de tiempo real salvado del mundo de los datos impostores e invasores. Con este libro Fulgencio Martínez retoma la comunicación de su mundo poético tras cinco años de silencio, y da un giro desde sus preocupaciones de poeta cívico hacia los dominios del misterio y la honda rebelión que entraña la poesía.

 

 

 Foto de José Amador Martín

 

 

LA MEMORIA DORMIDA

 

 

                        No pueden

                        los celestes todo. Pues alcanzan

                               los mortales antes el abismo.

                             Hölderlin, “Mnemosyne”

 

 

Hemos sobrevivido al asco

y, en alguno momento, a la ira.

Venimos del asco,

que mezcla las cosas contrarias

con la vejez. Hemos sobrevivido

al fuego frío en la estación nublada,

 

nuestro valor es paciente,

comparecemos en esta hora como la leña

verde en el hogar,

repetir, no, ¡repetirse es odioso!

cuando se sabe por delante el humo,

cuando lo poco que se sobrevive

en nosotros, aún, lo vemos perderse:

hemos sobrevivido.

 

Los que no tenemos rostro ni sitio

hemos sobrevivido.

Tanto amor a la vida

no lo podíamos tirar

como el papel de una merienda.

 

Tanto amor a la vida

da a la impotencia un símbolo.

Su lírica pobre, que pasará

como un sol en ocaso, lentamente,

despidiéndonos.

 

 

Foto de José Amador Martín

 

 

 

ATARDECER

 

 

Agarrado al pecho de la luna

va el niño que luce como un cascabel.

 

La rosa de las aves

abre en círculos sus volandas…

 

Y un ligero rocío, una leve onda

siente que le baña los brazos.

 

Luego, el hombre consulta su pensamiento

y duda de que es real.

 

 

 Foto de José Amador Martín

 

 

SONABAS DENTRO…

 

 

Sonabas dentro de un ángel,

con resonancia

pulsabas mis defensas

dañando mi sistema lírico.

            Querías

derribar mi soledad de murallas

y destruirme

como nunca en la vida

se propuso hacerlo nadie.

Y mi encanto delgado

se vio en la mar con frío y mal tiempo

corrigiendo cosas mal escritas

o escritas con una letra tenue,

derramada.

 

Dedos de cactus y paleta

de púas apartaron mi cerne.

Duros albares se abrieron, contigo.

 

 

Foto de José Amador Martín

 

 

QUÉ FRESCA LA LUZ…

 

 

Qué fresca la luz en los labios hondos

de los pájaros de mi patio nuevo,

amanecido en una esquina de la noche

que dura aún bajo estas paredes.

 

Qué tono de amable plata en las nubes

lejanas, y en horas abiertas

como una carne, lejos.

Lejos de todo mi mundo oscuro.

Cerca del libro con liebres azules

que comienzan a saltar mientras lo miro

con ojos huecos desde mi esquina,

desdichada esquina.

Cerca, lejos. Qué pronto cerca

y de pronto lejos

y otra vez envidio los colores de la calle.

Otra sal en mi corazón, doctora Psique,

otra sal, doctora, en mi corazón,

más sal en mi corazón, más agudeza,

más claridad en los ojos, doctora Psique:

toda tu sal en mi corazón,

tu agudeza y claridad en los ojos…

(envidia sana, no, doctora Psique:

voluntad y fuerza para recoger lo mío).

 

 

Foto de José Amador Martín

 

 

Y AL FINAL…

 

 

Y al final es verdad

que la vida deja huella.

Lo vivido en la cumbre o en el valle,

bajo el genio de la luz

o entre pálidos hierros con ahogo.

Todo lo que vives como un sueño, y es un sueño.

Y todo lo que olvidaste y aun lo que vivirás,

ahora, reconoces que abre esta cerradura.

 

 

 

Foto de José Amador Martín

 

 

 

Fulgencio Martínez en una Feria del Libro

 

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