POEMAS DE LA CUBANA TAMARA G. MÉNDEZ BALBUENA. PINTURAS DE EMILIO MOZO

 

1La poeta Tamara G. Méndez BalbuenaLa poeta Tamara G. Méndez Balbuena

 

 

 

Crear en Salamanca tiene a bien publicar unos textos de Tamara G. Méndez Balbuena (Guántanamo, 1946), poeta y escritora cubana que llegó a Estados Unidos en 1962. Cursó estudios de Literatura Comparada en el Recinto Universitario de Río Piedras, Puerto Rico y en la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado en periódicos y diversas revistas literarias como Zona de Carga y Descarga, Avance, Paréntesis y Linden Lane Magazine, entre otras. Fue finalista del Certamen Mundial de Excelencia Literaria en EE. UU., por el relato “Los manuscritos perdidos”. Estos cinco poemas han sido seleccionados por el poeta Alfredo Pérez Alencart de su libro ‘El ángel o la bestia’, reciente publicado por la Editorial Betania, de Madrid, dirigida por Felipe Lázaro.
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NIRVANA

 

 

Mi voz
es un llamado atrozmente sencillo
Como el pulso de un ave
O el vapuleo de las ramas de junio
Si volteas, olerás sus cerezos:
mi nirvana eterno: y agridulce…

 

 

 

ALEGORÍA DE LO MARCHITO

 

 

No es el cielo rojizo que maquilla e ilumina las cinco de la tarde
al pie de los noviembres…:
Sino el ocaso turbio de la ciudad costera…
El que se embriaga como un tonto
bajo las nubes rotas; y me empaña la voz,
y la ventana…
No deja de extrañarme porque cae, justamente
cuando la aguja del reloj, da y sacude
sin ceremonia alguna, el dígito del ocho:
alegoría de lo marchito;
emblema de lo exangüe en la charada…
Cuando la aguja del reloj: da en el vacío…,
Cuando la noche anuncia su preludio:

“el día se ha jodido y sanseacaba”.

Yo prefiero el ocaso de las cinco…,
El del mar luminoso, y las gaviotas…
El del crepúsculo en el puerto…
El de los pájaros mojados
y tu pelo, y tu sombra; chorreándome aguaceros…
Confieso que tu imagen exacta se me escapa:
Hay un desierto alucinante acá en Los Pinos;
y cada quien, es polvo
o es una pirámide borrada; ¿ves?….
Yo desenvuelvo la palabra como un dulce,
y en el fondo hay ceniza…
Mi lengua es ese musgo que se enreda en la arena.
Pero mi boca, intuye, y mis ojos escuchan:
yo oigo tu risa loca retozando en el viento:
Oigo esa mandolina a las cinco de la tarde…
Yo distingo, esa torre dorada en la distancia:

Hay pájaros, ardientes, en la cúpula…
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PRONTO NOS IREMOS

 

 

 

Pronto nos iremos. Pronto…

Cuando caiga la noche…

Cuando reine el silencio
y se extinga la luz;
yo guardaré tu imagen en mi espejo.

Cuando caiga la noche…:

Cuando reine el silencio
y se extinga la luz;
tú tenderás mi alma en tu ropero.

Todo…
Todo se olvidará…

El himno escandaloso del grillo
y el brevísimo esplendor de la luciérnaga
Las aguas juguetonas y gentiles del Guaso:
La mariposa de luz revoleteando en los cerezos
El hombre desnudo que se masturba detrás de los naranjos
El beso de agua del rocío aldeano acariciando la niñez y el pétalo.
La niña que florece; y la islilla espumosa y azul; y florecida.
El día magnífico, y el inútil festejo de la inocencia.

Todo quedará atrás…
Todo.

Cuando reine la nada…
Cuando reine el silencio…,

y se extinga la luz
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EXILIO MADRILEÑO

 

 

Me mudo a una pensión con jardín.
La habitación es un evento:
Hay dos camas,
dos escritorios viejos,
una lámpara muy usada plegadiza,
un diario amarillo de noviembre del año pasado,
y una gotera de dimensiones pantagruélicas que lo roe todo
y le arranca márgenes inverosímiles a la pintura del techo…
Hay figuras formadas de seres humanos…
De niños en fondos inmóviles y oscuros,
de hembras adolescentes.
Figuras temblorosas de botas, corazones, lagartos
Hacia el centro al fondo un órgano viril florecido
Hacia una esquina donde la gotera ya abarca la pared;
un anciano escuálido con barba deformada y ojos redonditos
vira el mentón hacia perros celestiales,
efigies de leones de justicia,
jaurías
de lobos dionisíacos;
ángeles caídos:
y otras imágenes más impenetrables, asombrosas, y secretas…
Es un albergue memorable…

Un universo que da al invernadero….

 

 

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LA LUCIÉRNAGA

 

 

 

Y al final,
me ha conmovido el esplendor de la luciérnaga….

Una reluciente mariposa me ha estremecido,
revoleteando de un exterminio a otro
diseminando luz sobre mis cruces…

Me ha despertado su fluorescencia verdeazul,
silbando entre el cadáver
y la hierba; donde se avivan los recuerdos…:

Zumbando entre el cadáver
y la hierba, donde se animan los cerezos
del patio; y se ilumina el corazón del mundo…
Qué triste, ¿no?…

¡Qué inmensamente triste
ese bullicio inagotable, amargo…, del cocuyo…!
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