Alvaro Mutis en Crear en Salamanca. Colaboración exclusiva e inédita de Alfredo Pérez Alencart

Álvaro Mutis, camino de Salamanca

 

 

 

Anuncian las agencias noticiosas que Álvaro Mutis ha muerto, allá en la ciudad de su destierro, México D.F.  El pasado 25 de agosto Álvaro había cumplido noventa años, tras su nacimiento en Bogotá, un día similar pero de 1923.

 

No me interesan las necrológicas y menos las que se estilan hacer a los personajes reconocidos, casi siempre preparadas con antelación y, por lo general, destilando una melosidad desagradable. Y qué no se encuentra uno en estas necrológicas: cierta vez, cuando la muerte de mi gran amigo-maestro Gastón Baquero leí, en El País, una necrológica diciendo que era uno de los  poetas más grandes de la lengua castellana. La firmaba un pseudo-crítico que pocos años antes había hablado mal de él durante la votación para el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.

 

Pero volvamos a Álvaro. Me alegro que se haya marchado un día domingo, sagrado para los que no tenemos vergüenza de reconocernos cristianos. Esto lo dijo y se publicó en 1991: “Siempre he creído en Dios, tengo una actitud religiosa ante la vida y creo que todo poema es una forma de orar. Hace mucho que no voy a misa y la política de la iglesia católica en los últimos años me parece equivocada. Soy cristiano”.

 

Fue en julio de 1991 cuando tuve el privilegio de presentarle en el Palacio de Oriente, junto a Gonzalo Rojas, Emilio Adolfo Westphalen, Olga Orozco y Francisco Matos Paoli. Con su marcha, hoy todos ellos ya no están en carne presente, pero de cierto que sí en espíritu y en obra.

 

Dicho acto, organizado por Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca, era el encuentro previo al todavía más trascendente, celebrado en el Edifico Histórico de la Usal, con presencia de los nombrados, pero también de varios otros notables poetas, como Eugenio Montejo, Carlos Contramaestre, Pedro Shimose, Sergio Macías…

 

Irrepetible e inolvidable fue ese Foro de Poesía Iberoamericana que coordiné con el periodista Carlos Schwarts. Tanto en Madrid como en Salamanca los abrazos y las risas no escasearon estando al lado de Álvaro, un auténtico encantador de auditorios, con esa poderosa voz de locutor de radionovelas.

 A. P. Alencart , E. A. Whestphalen y Álvaro Mutis en el Palacio Real de Madrid, julio 1991 (foto de Jacqueline Alencart)

 

Años después de los abrazo y de estas declaraciones, el poeta y narrador colombiano recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Premio Cervantes de las Letras, entre otros.

Ahora solo quiero recordar lo profundamente entrañada que tenía a Salamanca desde sus tiempos jóvenes, cuando la visitó y cuando escribió su poema “Cita”, que ahora reproduzco íntegro, para memorar al poeta que se hizo famoso escribiendo novelas con temas y personajes que, en su mayor parte, ya estaban en sus poemas. Basta citar a Maqroll el gaviero…

Su voz, al otro lado del teléfono y del océano, se conmovió cuando le llamé para invitarlo a Salamanca: “Ah, viejo, no sabes el premio que es para mí volver a recorrer las calles por donde pasearon Unamuno y Fray Luis de León”, me dijo en ese lejano mes de enero de 1991, cuando coordinaba su venida.

 

Álvaro Mutis y su esposa Carmen Miracle, C. M. Fonseca , 17-7-91 (foto de A. P. Alencart)

 

CITA

 

Para Eulalio y Rafaela

 

 

Camino de Salamanca. El verano

establece sobre Castilla su luz abrasadora.

El autobús espera para arreglar una avería

en un pueblo cuyo nombre ya he olvidado.

Me interno por callejas donde el tórrido

silencio deshace el tiempo en el atónito polvo

que cruza el aire con mansa parsimonia.

El empedrado corredor de una fonda

me invita con su sombra a refugiarme

en sus arcadas. Entro. La sala está vacía,

nadie en el pequeño jardín cuya frescura

se esparce desde el tazón de piedra

de la fuente hasta la humilde penumbra

de los aposentos. Por un estrecho pasillo

desemboco en un corral ruinoso

que me devuelve al tiempo de las diligencias.

Entre la tierra del piso sobresale

lo que antes fuera el brocal de un pozo.

De repente, en medio del silencio,

bajo el resplandor intacto del verano,

lo veo velar sus armas, meditar abstraído

y de sus ojos tristes demorar la mirada

en este intruso que, sin medir sus pasos,

ha llegado hasta él desde esas Indias

de las que tiene una vaga noticia.

Por el camino he venido recordando, recreando

sus hechos mientras cruzábamos las tierras labrantías.

Lo tuve tan presente, tan cercano,

que ahora que lo encuentro me parece

que se trata de una cita urdida

con minuciosa paciencia en tantos años

de fervor sin tregua por este Caballero

de la Triste Figura, por su lección

que ha de durar lo que duren los hombres,

por su vigilia poblada de improbables

hazañas que son nuestro pan de cada día.

No debo interrumpir su dolorido velar

en este pozo segado por la mísera incuria

de los hombres. Me retiro. Recorro una vez más

las callejas de este pueblo castellano

y a nadie participo del encuentro.

En una hora estaremos en Alba de Tormes.

¿Cómo hace España para albergar tanta impaciente savia

que sostiene el desolado insistir de nuestra vida,

tanta obstinada sangre para amar y morir según enseña

el rendido amador de Dulcinea?

 

 

Mutis en el Fonseca , con Eugenio Montejo, Carlos Contramaestre, Pedro S himose , Carmen, Jacqueline y María Eugenia, entre otros

 

Todas las fotografías (salvo la de Palacio Real) son inéditas y se publican por vez primera en esta revista. Nada de necrológicas y sí el aprecio a un hombre que destiló su especial afecto hacia un joven al que llamaba ‘viejo’. Y por ahí, por la Rúa Mayor, mientras nuestras esposas avanzaban camino al Fonseca, no cesaba de decir: “Viejo, ¿por qué no vos vamos a comer un cochinillo de Peñaranda?”.

 

Su espíritu seguro que está camino de Salamanca.

 

Álvaro y Jacqueline Alencar (Foto de A. P. Alencart)

 

Dedicatoria

Antología editada por la Usal y preparada por Carmen Rui z Barrionuevo (1997).

 

Antología del Fondo de Cultura Económica.

 

6 comentarios
  • Jorge Martínez Echeandía (Ecuador)
    septiembre 23, 2013

    Me ha conmovido esta nota. Gracias, Pérez Alencart, por evadir necrológicas y destacar el enorme valor de este poeta y narrador colombiano. Veo que en salamanca dejó su huella, al menos en tu corazón.

  • María Elena Balmaceda (Nueva York)
    septiembre 23, 2013

    ¡Magnífico reportaje fotográfico y hasta bibliográfico, con manuscrito incluido! Como colombiana residente en Estados Unidos debo felicitar a esta revista por dedicar tan merecido homenaje a mi paisano. Y gracias a Alfredo por tan entrañables palabras.

  • Humberto Avilés
    septiembre 24, 2013

    Alfredo, todo el tiempo del mundo vivido y por vivir, esa otra manera de andar el camino hacia el morir… agradecido por compartirnos CITA del gaviero mayor ya navegante del infinito, ese que ignoro si será igual,
    mayor o tanto como la eternidad.
    En unos días Dios mediante, pasearemos calles salmantinas con Fray Luis, Unamuno, Mutis, Rubén Darío… Abrazos,

  • Xenaro
    septiembre 24, 2013

    Se marcha el hombre dejándonos su sombra, un caudal fresco donde cobijarnos en estos tiempos extraños. El otoño nace perfilando colores, sonidos de hojas secas alfombrando el caminar tranquilo. Siempre podremos sentarnos en un banco, bajo un árbol y saborear sus palabras.
    ¡Siempre!

  • J. Prats Sariol
    septiembre 30, 2013

    Excelente artículo, sobrio y justo homenaje a un grande de corazón y talento, que tanto ayudó a los escritores exiliados cubanos, como a mí cuando llegué a México hace 10 años. Alfredo, un abrazo, desde el testamento del pez y desde el cuaderno de bitácora de Maqroll.

  • Jorge
    mayo 20, 2016

    Hola Alfredo!
    Encuentro esta manera de contactarte… Estiro de un hilo…
    Internet me cansó no sin antes traerme este artículo tuyo.
    Escribo desde Barcelona
    hoy regresé del Camino de Santiago, en León encontré un libro del CEIAS de 1999 «LOS ÁNGULOS DEL SUEÑO» de Ma Angeles P. Ballestero
    para el que escribiste un epílogo…
    Está también dedicado por ella y en él encontré una tarjeta suya…

    Quiero conocerla, si aún vive…
    Dios lo quiera!

    Preparo una Antologia o Florilegio
    de poetas «alquímicos»… en la que no falta Cèsar Vallejo.
    Ya te contaré.
    Antes de hablar de otra que no sea Ma Angeles tengo que leer algo de tu obra y de aquellos como Gastón Baquero, Alfonso Ortega Carmona, Waldo Santos, … que entran ahora en mi lista de «sospechosos»…

    Un cordial saludo!

    jorge Vizcaíno

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