Jaime Gil de Biedma

Crear en Salamanca se complace en publicar un artículo escrito por el poeta segoviano Chema Rubio con el propósito de recordar la obra y personalidad del notable Jaime Gil de Biedma, ahora que se cumplen cinco lustros de su muerte. Chema Rubio, quien vivió por EEUU, Centroamérica y Argentina, tiene publicados libros de poesía y teatro. Escribe, entre otros medios, en MadridPress.

 

Cuando muere un poeta se hace el silencio, se para un mundo. Y no resurge la vida hasta que la música vuelve a la sangre regando las costuras abiertas del corazón. Hoy Jaime Gil de Biedma es un mito. Un faro. Una luz interminable y lo peor de todo es que él nunca lo sabrá. Y aunque nunca aspiró a los premios, ni tan siquiera uno solo le concedieron, ejerce tanta influencia en el mundo de la poesía, no solo española, sino también en el mundo de habla hispana, que no hay mayor gloría que a un poeta pueda sucederle.

El nombre de Jaime Gil de Biedma está ligado de por vida a Castilla, porque él siempre lo vivió de ese modo. Su madre, María Luisa, era de Valladolid, y su abuelo Santiago Alba y Bonifaz, fue periodista, diputado en Cortes y gobernador de Madrid, además de ministro de Marina, de Hacienda, Gobernación, etc. Primo de Rivera lo obligó al exilio; luego regresó cuando la república y Niceto Alcalá Zamora le confió la formación de un nuevo gobierno.

Jaime pasó los años de la guerra civil en el pequeño pueblo segoviano de Nava de la Asunción y en una entrevista al colombiano Harold Alvarado Tenorio, le dice: “Durante la guerra no hice otra cosa que leer y disfrutar de los paisajes. La guerra me permitió aprender a leer, aprender a releer, a pensar sobre lo leído y a recitar de memoria largos poemas, como ya casi no hacían muchos de los intelectuales de ese tiempo”.

 

Mi familia era bastante rica y yo estudiante.
Mi infancia eran recuerdos de una casa
con escuela y despensa y llave en el ropero…
Yo nací (perdonadme)
en la edad de la pérgola y el tenis.

 

 

 

 

Jaime Gil de Biedma realizó también una importante labor como traductor, y escribió diversos ensayos, como Cántico: el mundo y la poesía de Jorge Guillén (1960). Y también escribió numerosos artículos en prensa, algunos de los cuales fueron recopilados en El pie de la letra (1980). Como prosista nos legó su autobiografía ‘Diario de un artista 1956’, que se publicó en la editorial Lumen, con el título ‘Diario de un artista seriamente enfermo en 1974’. Pero no fue hasta después de su muerte, en 1990, cuando se publicó completa. Sus principales libros de poemas fueron agrupados, en Las personas del verbo aparecidos bajo el sello la editorial Seix Barral (1975, 1982, 2001).

Pero como el poeta es tan importante para Castilla, ni tan siquiera la fuerte y larga crisis económica que va arrasando con todo, puede hacer sucumbir el mimo con que se trata su nombre y hace que se mantenga vivo el Premio Internacional Jaime Gil de Biedma, que edita la editorial Visor con el patrocinio de la Diputación de Segovia, su Ayuntamiento y la Junta de Castilla y León. Como dice Gonzalo Santonja: “La poesía no está en crisis, sino que hay una crisis de mercado».

 

 

Entre los poetas que han sido reconocidos con esta distinción, por citar algunos, están Luis Javier Moreno, Clara Janés, Antonio Hernández, José Viñals, José Luis Puerto, José María Muñoz Quirós, Juan Carlos Mestre, Carlos Aganzo, Joaquín Pérez Azaústre. En el 2014 se alzaron con el galardón el soriano Fermín Herrero y como finalista el salvadoreño Luis Alfredo Colocho Borja. No es la primera vez que un salvadoreño es reconocido por el jurado de este premio, y es que el Salvador también llamado el Pulgarcito de América por su extensión, tiene una de las mayores concentraciones de poetas por kilómetro cuadrado.

Jaime Gil de Biedma lo fue todo en la poesía en apenas 20 años, aunque más bien tendríamos que decir, en apenas 20 veranos que es cuando él en realidad escribía. Apenas una centena de poemas son el fruto de su laborioso trabajo. Su poesía, de tono elegíaco, enlaza con la de Vallejo, Antonio Machado y con el delicado erotismo de Cernuda. Con este último fue con quién más trato tuvo de la generación del 50. Nació en Barcelona donde pasó gran parte de su vida, pero también estudió el último curso de Derecho (1950-1951) en la Universidad de Salamanca y está enterrado en el pueblo de Nava de la Asunción (Segovia).

 

El poeta que quería ser poema, Jaime Gil de Biedma, en su último poema se fugó para siempre. Y de costa a costa se leen sus poemas, y en los cuatro costados de la piel quedan poemas como este.

 

En un viejo país ineficiente,
algo así como España entre dos guerras
civiles, en un pueblo junto al mar,
poseer una casa y poca hacienda
y memoria ninguna. No leer,
no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,
y vivir como un noble arruinado
entre las ruinas de mi inteligencia.

De Vita beata.

 

Chema Rubio ( Autor del artículo)