UN BASLAMA AL ESCRITOR DE LA ITINERANCIA. CRÓNICA DE ARTURO BOLAÑOS MARTÍNEZ

 

 

 

Juan Goytisolo en su casa de Marrakech

 

 

Crear en Salamanca se complace en publicar esta crónica escrita por el poeta y ensayista colombiano Arturo Bolaños, PhD Historia U. Pompeu y Fabra (Barcelona), en torno a su visita al Premio Cervantes de Literatura, entre cuyas obras están la trilogía Femina Suite, compuesta por: Juego de Damas, El toque de Diana y Finale Capriccioso con Madonna).  La obra de teatro Cuestión de Hábitos. Colaboró con diferentes publicaciones, entre ellas los diarios El País de Madrid y La Vanguardia de Barcelona, fue director de la edición hispanoamericana de la revista Quimera. Escribió algunos ensayos como El festín de los conjurados, publicado por Alfaguara. En 1991 aparece en la televisión colombiana con el recordado programa Palabra Mayor. Sirva también de homenaje.

 

 

 

 

 

 

 

 

UN BASLAMA AL ESCRITOR DE LA ITINERANCIA

(Baslama –Adiós- en árabe marroquí)

 

Fue en un local de la plaza de Marrakech, en un costado de la inmensa Jamaa el Fna, donde nos dimos cita al final de la tarde para tomar un té con Juan Goytisolo Gay (Barcelona, 1931-Marrakech, Marruecos, 4 de junio de 2017). Días antes, estando en Bogotá, me fue entregado de manos de la poeta y entrañable amiga Luz Mary Giraldo un libro sobre el escritor de la ciudad de Tunja (Colombia) Rafael Humberto Moreno-Durán (1945-2005), que, por encargo de la esposa de este, tendría que entregarlo a Juan y a la esposa de su hermano José Agustín (1928-1999). Otro hermano, también escritor les sobrevive, Luis.

 

  1. H. Moreno-Durán, novelista, cuentista, ensayista y dramaturgo es considerado como uno de los escritores colombianos más importantes del siglo XX,[1] tras su muerte se publicó por la Universidad Nacional de Colombia una selección de ensayos sobre su obra: R.H. Moreno-Durán, Valoración Múltiple: Fantasía y Verdad, del cual yo serviría de mensajero para llevarlo a personas quienes se habían preocupado por escribir sobre su obra. Primero me encontré con la viuda de José Agustín, me invito a su casa y me puso en contacto con Juan. Pasado el tiempo se presentó una invitación al Instituto Cervantes en Marrakech, y esa fue la oportunidad de conocer al inefable escritor catalán.

 

El novelista y ensayista Juan Goytisolo estudio Derecho, posteriormente se instaló en París. Es para muchos el narrador más importante de la Generación del Medio Siglo (XX), su obra abarca novelas, libros de cuentos, de viajes, ensayos, reportajes y poesía. Fue profesor de literatura en universidades como la de CaliforniaBoston y Nueva York, además de colaborador de periódicos como El País de España. El 24 de noviembre de 2014 le fue otorgado el Premio Cervantes, máximo galardón de las letras en lengua castellana.

 

 

 

 

 

Arturo Bolaños con Juan Goytisolo en Marrakech,

 mayo 2009. Foto Valeria Macley

 

Cuando dejó Barcelona se fue a vivir a París, explicó que lo hizo “no sólo por huir del régimen franquista y su vida intelectual miserable, sino también buscando el contacto con una sociedad mucho más viva y abierta”. Saltar de Barcelona a París, en esa época, era cambiar de una pantalla en blanco y negro al multicolor lumínico, además con sonido. Refiriéndose a París decía: “acepte su condición de metrópolis abigarrada, espuria, heterogénea y apátrida, me sentí mejor en ella que en otra exclusivamente nacional: uniforme, castiza compacta, desangelada”.

 

Autor entre otras obras de: Campos de Níjar, La Isla, La Chanca, Fin de fiesta, Señas de identidad, El furgón de cola, Reivindicación del conde don Julián, Obra inglesa de Blanco Write, Juan sin Tierra, Disidencias, Makbara, de editoriales como Ariel y Seix Barral. En ediciones Destino encontramos Juego de manos, El circo, Duelo en El Paraíso, Fiestas y La Resaca. Muy interesantes son sus trabajos como corresponsal de prensa en Bosnia y Chechenia.

 

 

Como diría el poeta catalán Pere Gimferrer “él (Juan) buscó y halló –en tránsito siempre- su rostro, su imagen… se vio a sí mismo… al verse a sí mismo vio al Otro, a lo Otro”, el poseedor poseído. A propósito de la publicación de su poemario: Ardores, cenizas, desmemoria (Editorial Salto de Página, Barcelona, 2012), comentó: “Son nueve, ni uno más ni uno menos. Cuando dejé la narrativa pasaron por mi cabeza como bandas de cigüeñas que me dejaron esos poemas”.

 

 

 

 

 

 

Luego me contó por qué vivir en Marrakech, donde finalmente murió a los 86 años, “por sus olores, sus colores, sus espacios y su memoria”, recordaba a Walter Benjamin cuando decía que la memoria es una escenificación del pasado: convierte el flujo de acontecimientos en cuadros escénicos, los condensa en lugares concretos, en formas mesurables, pero no como una lectura del tiempo para recuperar, es un espacio para vagabundear libremente en él, en los espacios perdidos.

 

Cálido y sereno, le entregue el libro de marras, tomamos el té, después le puse en sus manos uno mío: Sabor a Ceniza (Ed Insolit. Barcelona, 2002). Días adelante en el trajín diseñado y el turisme de Barcelona, recibí un generoso comentario sobre mi libro y un ejemplar de alguno suyo, republicano y solitario, transeúnte e itinerante en su sombra y su geografía rota, un baslama a Juan con la mano abierta.

 

 

 

 

 

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