TRES MIRADAS A LA POESÍA DEL BRASILEÑO RONALDO CAGIANO. ENSAYO DE JOSÉ PÉREZ

 

Ronaldo Cagiano fotografiado por Ozías Filho

 

Crear en Salamanca se complace en publicar este ensayo escrito por nuestro colaborador José Pérez, poeta, ensayista y doctor en Literatura. Ronaldo Cagiano Barbosa (Cataguases, 15 de abril de 1961) é advogado, escritor, ensaísta e crítico brasileiro.[1]  Viveu em Brasília de 1979 até 2007, e em São Paulo de 2007 a 2017; mora atualmente em Lisboa. Trabalhou na Caixa Econômica Federal de 1982 a 2016. O autor publicou em diversos jornais e revistas do país e do exterior, dentre os quais Jornal do Brasil, Hoje em Dia, Jornal de Brasília, Correio Braziliense, Estado de Minas, O Estado de São Paulo, Guia de Livros da Folha, Jornal Opção (Goiânia), Correio das Artes (João Pessoa), revista Cult, Jornal de Letras, de Lisboa, dentre outros. Obteve o 1° lugar no concurso de contos Ignácio de Loyola Brandãpo, de Araraquara (SP), em 1996; 1° lugar no concurso Bolsa Brasília de Produção Literária 2001, com o livro de contos Dezembro indigesto. Organizou as coletâneas Antologia do conto brasiliense (Projecto Editorial, Brasília, 2001), Poetas Mineiros em Brasília (Varanda Edições, Brasília, 2001) e Todas as Gerações – O Conto Brasioliense Contemporâneo (LGE Editora, Brasília, 2006). Ganhou o terceiro lugar na 58ª edição do Prêmio Jabuti de literatura com o livro de contos «Eles não moram mais aqui» (Editora Patuá 2015).

 

 

TRES MIRADAS A LA POESÍA DEL BRASILEÑO RONALDO CAGIANO

 

El nombre de Ronaldo Cagiano (Cataguases, 1961) surge en la poesía brasileña contemporánea de una manera notable, seria, firme y definitivamente trascendente, porque estamos ante un autor que escribe con absoluta certeza de su oficio, con insobornable compromiso ante sí mismo, con madurez e inteligencia, y fundamentalmente, con manifiesta soltura y seguridad ante una larga tradición de buena poesía en lengua portuguesa, ante la cual, la suya ya es expresión de altísima referencia. Esto no es vano elogio. Lo he leído y analizado a profundidad, revisando algunas visiones analíticas de otros críticos, y se pergeña a los cuatro vientos que Cagiano es dueño de una voz lírica digna del mayor reconocimiento. Esto lo veremos en tres de sus más recientes libros: Os ríos de mim (2018), Observatório do caos (2017) y Cartografía do abismo (2020). 

 

Si tuviéramos que trazar una línea sobre algún mapa de la tierra para sentarnos a esperar la poesía de Ronaldo Cagiano, habría que pintar un círculo en el vacío y esperarlo dentro. Tal vez la tarde, el tiempo todo, no bastarían para el encuentro. Tendríamos que remontarnos a una estación de trenes de París, la Denfert-Rochereau, bajo un laberinto de huesos, o más allá, en el camposanto Père-Lachaise, de la Rue du Repos, durante el otoño de 2018, mientras busca los enigmas del suicidio del escritor persa  Sadegh Hedayat, ocurrido en 1951; o antes, en febrero de 2013, en Nuremberg, para confesarle a T. S. Eliot que el siglo veinte es el más asqueroso de los siglos, por sus matemáticas salvajes (en cuya cuenta caben horrores, bombas nucleares, guerras, muertes, hambrunas, náuseas, escándalos, naufragios, hegemonías, oscuridad, vacíos, esquematismos, vértigos y abismos); o en Barcelona, España, donde se le adviene en patadas en la frente las manzanas de Apple y la bíblica de Adán y Eva, como signos de las contrariedades e incertidumbres; o  incluso, más atrás, enero de 2011, en Lisboa, náufrago en el tedio de existir; poseído por lo que él llama una soledad atlántica, que lo remite a la infancia, donde seguramente lo hallaremos un día de 1961 —el 15 de abril, exactamente—, saliendo del útero materno, en su pequeño pueblo de Cataguases, frente al valle de Paraiba do Sul, del estado de Minas Gerais, y las sierras y colinas de Mantiqueira, Onça, Neblina y Santa Bárbara, en el sudeste de Brasil; en cuyos pies el río Pomba—que arrastra en su discurrir los riachuelos Meia Petaca, Romualdinho y Lava-Pés— le abre un libro acuático para que navegue la dura senda de la vida.

 

Como parte de su intenso ejercicio de escritura previa, con títulos poéticos ya conocidos, dentro y fuera de su país, como Palavra engajada (1989), Colheita amarga & outras angústias  (1990), Exílio (1990), Palavracesa (1994), Canção dentro da noite  (1998), O sol nas feridas  (2013), Os rios de mim (2018),  Observatório do caos (2017), O mundo sem explicação (2019) y Cartografia do abismo; Cagiano es consecuente con una voz cuyos matices pudiéramos tildar de rebeldes, inconformes, cuestionadores y decididamente antistablisment. Por eso daremos una mirada panorámica a sus tres últimos poemarios, en los que se perciben esos tonos

 

 

I.- OS RÍOS DE MIM (2018)

 

En este poemario de Cagiano, Os ríos de mim (São Paulo, Brasil, Editora Urutau, 2018, 92 p.), el ser, el hombre, la memoria, el río y el sentir estremecidos por el pálpito de la sensibilidad ante lo social, la herrumbre, el desmoronamiento de la propia existencia (que yo suelo llamar despertenencia), la incertidumbre del mundo en toda su amplitud (física y moral, natural y metafísica); así como su más ferviente batalla a favor de la preservación de su identidad —y la de sus congéneres—, ante las fuerzas opresivas del poder, la corrupción, el abuso de los (des)gobiernos, las manipulaciones de todo orden (religiosas, tecnológicas, mediáticas, face news), así como su visión apocalíptica ante el incierto futuro de la humanidad por las abrasivas circunstancias del comportamiento global en cuanto a armamentismo, robótica, dominio de mercados, competencias hegemónicas, amenazas de aniquilación masiva por la vía de las guerras (que ya hacen esguaces en pequeña escala, caso Siria, Franja de Gaza, Irak, Libia, Afganistán, África), las bombas y virus de destrucción masiva, entre otros asuntos de orden mayor, pueden contener las primeras claves de la poética de Cagiano, como se verá reflejado en las tres obras que presentaremos.

 

Las voraces corrientes que me llevan

en el oficio tenebroso de las tormentas

exponen mis dilemas

y trazan en el duro aprendizaje

la metamorfosis crucial de los (des)caminos. (Pág. 9-10)

 

 

Os rio de mim puede verse como un largo discurrir de aguas imaginarias y tenebrosas que, sin exponer el pesimismo en sentido literal, clava su pesadumbre, sus convulsiones, sus sacudidas íntimas, contra lo establecido. El sujeto se asume en primera persona como protagonista de la deconstrucción de su mundo real y simbólico. Todo se fragmenta en su ser: lo corporal (órganos, vísceras, partes del cuerpo) y lo intangible (miradas, memorias, reflejos, espejos, recuerdos, sueños, pesadillas, miedos, temores, fracasos, anhelos).

 

El suelo bajo estas aguas

me abraza

(o me ahoga)

entre mercurio, bauxita y miasmas,

 

pero la superficie trémula

apre(he)nde en mi silencio

las lecciones de perderse en los océanos.

 

Los ríos de mi me llevan

pero no limpian

la rugosa polvareda de mis años. (Pág. 11)

 

 

Tiene especial recurrencia en la narrativa poética de Cagiano su infancia. De menudo la transfigura en frágil —aunque conmovedor—, barquito de papel, sometido a los rigores turbulentos de las (inciertas) aguas tumultuosas, no sólo de la lluvia que arrastra toda la suciedad posible por las calles, sino de esos ríos que en sus estadios oníricos se le advienen como pesada carga semántica del desgarramiento, del dolor, de la extrañeza y la soledad: “Como mi infancia, / esta casa es saqueada, / poblada de luto.// Geografía de los desterrados” (Pág. 52).

 

 

               Hay cierta catarsis pendulante en esa imagen sostenida en su vaivén acompasado hacia el atrás y el ahora, el pasado y el presente, el ayer y el hoy. La infancia funciona como anzuelo para pescar los contrastes de una realidad y su espejo no existente, porque todos los cambios físicos y metafísicos del ser pasan por el ardor de esa infancia estremecida. Se nos parece este recurso al que usara García Márquez al comienzo de Cien años de soledad, cuando aquel niño que fuera después el coronel Aureliano Buendía recordaba sus pasos más gloriosos ante la fantasía del hielo, justo en el trance final de su propio fusilamiento. Es como si un pequeño hilo invisible permitiera desplazarse en el tiempo remoto hasta donde el alma se constriñe durante su peor derrota moral y existencial.

 

Recorro el trayecto de mi rio

y transito por antiguas laderas

donde encallaron

los barcos vulnerables

de una infancia alada.

 

Embarcaciones de papel

que no cumplirán

el viaje de los sueños

porque —nave sin rumbo—

se pierde en los sofismas

de mis alucinaciones precoces,

adornado al son

de ingenuas tormentas.  (Pág. 12)

 

                               ******************

En las aguas del viejo río

navegan en barcos de la infancia

que lancé rumbo a las estrellas.

 

Ah, como duele saber

que el niño sigue aún sobrenadando

en la espera infundada

del margen de los sueños (Pág. 14)

 

 

Los poemas “Mural”, “Resquicios” y “Mosaico”  manifiestan la búsqueda de esa esperanza de Cagiano y de la (mal) llamada utopía, en los torrentes de sus indagaciones. Esto se le adviene en profusas lecturas y encuentros con poetas de todas las épocas. Al enfrentarse a las “cosas· de la realidad el poeta sufre ciertas metamorfosis. Su extrañeza surge ante lo ineludible de esa realidad. Esa pared parece condicionar todo. Lo inexorable pondera todo hallazgo de virtud en el desastre apremiante. Las espadas metálicas son lenguas que succionan, que se tragan toda belleza posible, en el desorden de tanto caos, de tanta perdición.

 

El mundo que Cagiano nos presenta está en permanente descomposición. Y ese mundo puede ser su ciudad natal Cataguases, y sus ríos Pomba o Meia Pataca, pero sólo como símbolos, como espejos de la memoria, porque el derrumbe es más extenso e igual de fatalista en otros lugares.

 

La modernidad y el desarrollismo (también mal llamado así), flagelan la riqueza biótica de Brasil y de la Amazonía toda, considerando que sólo en el área brasileña se desforestaron 1,7 millones de hectáreas durante 2020;  sumado a los enormes incendios amazónicos, los más de 8.300 indígenas asesinados durante la dictadura para quitarles sus tierras, la militarización creciente promovida por las huestes de Jail Bolsonaro, con el pretexto de la supuesta industrialización; además la acción minera destroza la carne de la tierra de una manera salvaje, criminal e impune.

 

La fiebre del oro que ya traspuso durante la colonia rigores de látigos y esclavitud, de muerte y expolio, sigue vigente en las selvas suramericanas, entre las cuales el llamado Arco Minero de la Guayana venezolana y la Amazonía colombiana son tétricas expresiones de pesadillas macabras, no sólo por las contaminaciones de ríos y afluentes o la desforestación, sino por la pérdida del valor de la propia vida.

 

Miranda, André y Cagiano, en Brasilia (2016)

 

 

Recuérdese que en esas zonas descuartizan personas vivas con motosierras, y el crimen impone su ley por la vía de las ametralladoras, los machetes, los cuchillos más fieros, las violaciones de mujeres y hombres, las humillaciones y degradaciones humanas reinantes. Por eso la voz del poeta abriga también un clamor dentro de sí: “Alvenaria de enigmas/ na lâmina de meus sonhos./ Quanto de mim/ é navegação imprecisa,/ escultura de espantos/ em busca de casi / silencio?”. Pág. 25. La indiferencia de los conciudadanos ante el mundo en destrucción es lo que no resulta comprensible. Los moradores viven con absoluta pasividad devorados por el desastre.

 

Las casas son lugares de no pasar nada. Un tumulto de pesadillas las absorbe en la cotidianidad, y los seres adormecidos son inmunes e inmutables ante eso. Sólo la conciencia lejana del poeta parece animar un despertar. Su sentir es solitario y desgarrador. Su grito persistente, pero no contiene las ruinas que se precipitan en el día a día. Su temor mayor es el tiempo, por cuanto devora todo a su paso. Os ríos de mim son sus impulsos, sus latidos, su sangrado dentro de las venas de la conciencia, por cuanto estalla en la realidad apremiante de su ciudad, de las ciudades, de la vida.

 

(La calle)

Pasa por ella

una legión aborrecida

de cantos inaudibles,

séquito de fantasmas,

donde yace, en las puertas

y sus cerraduras hediondas,

la soledad de generaciones olvidadas en las paredes,

sarcófagos y testigos

de la inexorabilidad del tiempo. (Pag. 28-29)

 

La burocracia, las polarizaciones ideológicas y religiosas, la expropiación de materias primas, la desmedida explotación maderera, petrolera, minera; la falta de entendimientos políticos para soluciones pacíficas ante los conflictos de intereses entre las naciones, los avasallantes cambios en el clima global, con su respectivas cargas de tragedias medioambientales, entre otros temas, suman esas “miradas de desencanto” de Cagiano ante toda forma de injusticia, en Os ríos de min,  y otras obras recientes.

 

El poeta brasileño Edmar Monteiro Filho, en una reseña sobre este libro, señala lo siguiente: “Por eso, toda derrota de las ideas del odio precisa ser celebrada. Y, aunque la tolerancia sea un recurso —a veces difícil— necesario ante la ignorancia que es la raíz de todos los males, la inquietud justa es la herramienta motivadora para las decisiones que apuntan a dar un basta al odio destructor”. [1]

 

Ese festín de guillotinas en la algazara de los bárbaros, como aquellas mujeres apedreadas hasta la muerte en Teherán, por ejemplo, forman parte del diálogo interior de Cagiano con otro grande de la poesía brasileña, Murilo Mendes, en uno de los poemas de Os ríos de mim, porque también el poeta Evandro Affonso Ferreira, desde su libro Nunca houve tanto fim como agora le expresa que la poesía está en pánico dentro de ese cuartel de demonios antes referido en su conjunto. Pero ese diálogo está enriquecido por una larga lista de fuentes formativas, de estudios, de visiones emparentadas y de encuentros.

 

La poética de Cagiano es por eso descarnada, severa en sus sentencias, sincera en su expresión, en su contenido y en su narrativa. Cagiano es lector de Proust, Kafka, Tosltói, Mann, Joyce, Maiakovski, Poe, Borges, Machado, Lorca, Rilke, T. S. Eliot, tanto como de Manuel Bandeira, João Cabral de Melo Neto, Fernando Pessoa, Vinícius de Moraes, Carlos Drummond de Andrade, Manoel de Barros, Hilda Hilst, Cecilia Meireles, Samuel Rawet, Murilo Mendes y Anderson Braga Horta, o de Homero, Esquilo, Heráclito, Hesíodo, Sartre, Kierkegaard y Bachelard, entre otros tantos creadores y pensadores, poetas, filósofos y narradores universales. De esa riqueza bibliográfica emana su muy culta formación, su singular intertualidad, la búsqueda de sus temas de poesía y su modo de estudio en la poesía. Y esto no lo sustrae de la ironía ni del humor negro, sino que lo enriquece, puesto que lo convierte en recurso estilístico oportuno y hábil, entretenido y poderoso:

 

VINDITA

 

Si Paris

está leyendo a Paulo Coelho

 

esta es mi venganza:

voy a leer a Proust en Cataguases. (Pág. 54)

 

Bien sea en esas urbes que nombramos en el segundo párrafo de este ensayo, o en la Brasilia donde vivió 28 años o en el São Paulo donde vivió dos o cualquier otra ciudad de paso, su mirada estará detrás de ese hombre gregario, ese pasajero de la nada que se pierde en sí mismo, de ese sujeto en crisis permanente, que insensible arrastra su ser y su cuerpo por un mar de orfandad terrible que no parece contenerse.

 

En la Avenida Corrientes

Buenos Aires no duerme.

 

El flujo enérgico de personas y automóviles

sugiere una metrópoli

que nunca se cansa.

 

Desde la acera del Café Tortone

escucho un tango para espantarme

el tedio y la soledad:

y se irradia auspicioso

por la Avenida de Mayo

indiferente a la sintonía

repetitiva de los semáforos,

afrontando la anarquía de las bocinas

y la rudeza del tráfico. (Pág. 44)

 

Hombres y estatuas se confunden más allá de la aparente desemejanza. Sombras  y figuras transitan un mismo vacío. La noche, la oscuridad, flagela todo sueño de libertad verdadera. En esos laberintos se pierden los resplandores del amanecer, la sustancia de la vida verdadera. Si la vida es un naufragio constante, latente, hay que buscar ahí las claves de ese naufragio. Urgencias y despedidas son máquinas de deshacer la virtud del bien, de la paz, del amor. El desamor se traduce en ausencias, en desamparos, en vacíos insondables. Por lo tanto, una casa, una calle o un río, pueden tener la misma “enfermedad” semántica de la (auto)destrucción que un órgano, una víscera o el cuerpo. El ojo, la mirada o el paisaje terminan por aparentar esas imágenes de lo perdido, del mismo modo que la palabra, el verso o el poema-libro es el encuadre (passe-partout) que lo revela en su espejo más crudo. ¿No es acaso esta la perspectiva que nos mostró Drummond de Andrade en Sentimento do Mundo (1940)?  

 

 

II.- OBSERVATÓRIO DO CAOS (2017)

 

Tiene particular significado, respecto al cuerpo de cada uno de sus libros, el primer poema que Cagiano muestra al lector. Como si se trata de un leitmotiv recurrente, percibimos esta constante de estilo. El autor abre su gran ventana lirica con un primer poema que, como en la música clásica, representa la obertura. En el caso específico de Observatório do caos (São Paulo, Brasil, Editora Patuá, 2017, 180 p.), esta ventana inicial lleva su sello revelador porque se percibe un principio de acción poética que se gesta desde la concepción de la idea del libro.

 

Observatório do caos esa esa mirada preconcebida, esa idea devenida en pantalla gigante y dinámica — como en el cine— en la que el tiempo mueve las imágenes y las escenas de un desarrollo temático coherente, orgánico y potente; en cuyos versos se insertan verdades, batallas, miradas, sentires, valores ético-morales, perspectivas político-sociales y fundamentos filosóficos de hondura inexorable. Baste sentir la fuerza de este primer poema del libro, que en mi arcaica rudeza idiomática, respecto a la hermosa lengua portuguesa, he intentado traducir de la mejor manera, como el resto de los aspectos de la obra:

 

IMAGENES

 

En la pared

sin restos de lo que fueron

la familia, el tiempo, los diplomas.

 

Solo el calendario del

Sagrado Corazón de Jesús

todavía resiste

con su servicio

de terreno sanitario

para las moscas que dan vida

a aquel albergue de fantasmas.

 

Del pasado

sólo restan remembranzas:

 

entre los muebles cojos

la madre en un trono Singer

               su ritual de agujas

               su duelo de alfileres

               su diálogo retorcido

el padre arreglando la antena

               para escuchar la Hora del Ángelus

               y asistir al Reportero Esso

 

En la oscuridad

del ayer inamovible,

verdades incrustadas. (Pág. 21)

 

               Esta pureza de la cotidianidad doméstica, en la que la familia propia se hace múltiple entre infinitas familias sostenidas por amor y humildad, perseverancia y sacrificio, hace de Cagiano un ciudadano de alma incensurable ante la canalla mundana, ante la injusticia institucionalizada, la barbarie sistemática, la soledad opresora y el vacío del desastre constante. “La familia, el tiempo y los diplomas” se desmoronan en esa pared del olvido sólo si un poeta la ignora, mas no si la canta en su dolor y extrañamiento. Ese Corazón de Jesús es remedo de moscas y servicio sanitario sólo si un ojo avizor le niega su virtud piadosa, pero no por señalar su abandono moral. El mueble cojo es patética semejanza de aquel ser que se despertenece internamente cuando se (auto)somete a una rutina vacía, a una trivialidad improductiva, a un simple depositario de manipulación mediática,  y mansa oveja ante la transculturación (Hora del Ángelus, el Reportero Esso). Porque toda verdad redime y sentencia, aunque desgarre el ser.

 

               Tiene también especial significado, igualmente, dentro de la poética de Ronaldo Cagiano, el uso puntual, artero y complementario a su visión de mundo, de los epígrafes. En lo personal, me confieso sorprendido por el uso masivo, exacto diría, que hace Cagiano de estas pequeñas sentencias de autores y autoras universales, para darle a su propia voz sostenibilidad y puntos de atadura, de unión, con la rica y diversa tradición literaria de todos los tiempos y de todas las lenguas. Esto lo advertimos en cada una de las tres obras abordadas en este trabajo. Por ello, paso a señalar los tres epígrafes que abren las compuertas de Observatório do caos:

 

Aquí cambio de manos y comienzo

a ordenar el caos.

Ana Cristina Cesar

La creación es esa parte del significado que conquistamos

en tensión con la inmensidad del caos.

Ernesto Sábato

La literatura es una revancha mental

contra el caos del mundo.

Jorge Luis Borges

 

Quizás la clave del empleo de este recurso lo podamos argumentar a partir de lo que el poeta, ensayista y crítico literario portugués Víctor Oliveira Mateus encausa como “sociedad y ética” en la poesía de Ronaldo Cagiano, precisamente en el prólogo a Observatório do caos; señalando que esta obra “apresenta-se-nos como um olhar meticuloso e arguto não só sobre o homem nas suas diversas mundividências, mas também sobre a sociedade que o cerca e que ao poeta se mostra recorrentemente como um território polimorfo, ardiloso e que, o mais das vezes, ameaça aquilo que no ser humano faz dele algo singular e único neste planeta em que fomos chamados a estar.”[2]

 

               En otro pasaje del prólogo, Victor Oliveira Mateus parece encontrar las claves de esa búsqueda ética y de esa sensibilidad recurrente de Cagiano, en uno de los autores de la rica y valiosa tradición poética de Brasil. Al apuntarlo aprovecha para aclarar que por su llaneza y contundente mirada poética ante los motivos socio-políticos observados, Cagiano no es ni por asomo un poeta panfletario. Todo lo contrario, se aleja del panfleto, y más en el terreno de la filosofía, del arte propiamente dicho, depura cuanto puede parecer banal, para entregarnos una poesía tan humana como dolorosa en sus expresiones, tan sentenciosa como delicada, tan íntima como abierta a todas las búsquedas del bien universal. El Caos al que se refiere Cagiano en este libro y que inevitablemente llevará al hombre a contemplar al mismo tiempo que un callejón oscuro y sin salida, pretende ser una respuesta al famoso Poema do Beco de Manuel Bandeira (Cf. Manuel Bandeira en Antologia Poética. Río de Janeiro: José Olympio Editora, 1982, p. 87), un callejón que aparece a lo largo de este libro. Entonces se puede decir que estamos preguntando durante una aprehensión esencial del poeta, que también es también un proyecto dialógico y estructurante de todo este libro: por un lado, la disección acusativa de un (referente) socio-cultural que luego se desmultiplica en diferentes vertientes (religiosas, económicas, estéticas…) —sin jamás entrar en panfletarismos o terciar armas con blancos de dudosa importancia— por otro lado, la suposición de que este trabajo está hecho y se reanuda constantemente en un intercambio saludable con otras voces poéticas:

 

Pienso en Florbela Espancaen Jean Cocteau, en Hilda Hilst,en Dora Ferreira da Silvaen la indiscutible Orides Fontelaen este horizonte de asombroy ningún milagrodonde todo apesta a terrory exuda ambigüedad. (pág.141).[3] 

               Al plantearse Cagiano asuntos tan esenciales en la nueva mirada del mundo, como la seguridad alimentaria, la salud pública, la defensa de los ecosistemas (salubridad global), el respeto entre los individuos por encima de sus creencias —cualesquiera sean— y su absoluta e innegociable libertad interior y ciudadana, nos da pie a combatir a su lado toda forma ominosa de poder castrador, manipulador y de sometimiento de los pueblos. Por ello, creo muy pertinente hacer referencia, en este contexto, al Foro Internacional sobre la Globalización (International Forum on Globalization, IFG), en el cual participan escritores, académicos e investigadores de una veintena de países para dar cuenta “de los crecientes costes sociales, ecológicos, culturales y políticos de la globalización”, entrevista como forma de gobierno financiero multinacional, en una especie de imperio sin fronteras, cuyos brazos más visibles son la Organización Mundial de Comercio, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, encargados de suprimir todo tipo de organización social popular — local, soberana e independiente—, para someterla al rigor del control (manipulador) de orden económico dependiente entre naciones “libres” del mundo, pero de manera significativa, de Suramérica.

 

               Las recurrentes crisis económicas mundiales pasan por esos presupuestos descritos. Por eso el  Foro Internacional sobre la Globalización sostiene que las decisiones tomadas a mandoble desde Washington, Ginebra, Bruselas, Roma y Tokio respecto a “cuestiones tan prosaicas como el precio del café, los tomates, el aceite, el trigo o el arroz dependen de estos factores distantes e insondables”; cuyas imponderables decisiones se convierten en pobreza, hambruna, exclusión social, guerras de mercado, métodos de poder político antidemocráticos, falta de independencia financiera entre las naciones con menos recursos financieros, falta de equidad y dominio hegemónico de las trasnacionales de la energía, los alimentos, las tecnologías y toda forma de bienes y servicios públicos.

 

 

               Ante este cuadro desolador, cuando no desesperanzador, poco valen las ideologías llamadas “revolucionarias” (marxistas, maoístas, bolivariana o de cualquier tipo), al menos en lo conceptual, aunque los pueblos sostengan desde sus entrañas no pocas batallas morales, de calle, de protestas, de supervivencia, de menudo aplastadas por sus mismos gobiernos sumisos e hipócritas. En este orden, América Latina amerita una mirada inmediata para un análisis riguroso y profundo, por lo menos, a partir del año 2000 hasta el presente. Pero antes, Cagiano señala una muy personal observancia:

 

SIERRA MAESTRA

 

Já não se fazem revoluções

como antigamente

nesse tempo de ilusões famintas

e utopias sem destino

um duelo terrorista contra o nada (Pág. 25)

 

               Esta dura sentencia de Ronaldo Cagiano (“Ya no se hacen revoluciones/ como antiguamente/ en este tiempo de ilusiones hambrientas/ y utopías sin destino/ un duelo terrorista contra la nada”) apunta, sin dudas, a las más crudas panorámicas de tipo social y político en puja en nuestras realidades suramericanas. Desde la Revolución Cubana que estremeciera nuestros ámbitos en el comienzo de los años sesenta, se han sucedido diversos tipos de insurgencias y movimientos populares que han sido acallados mediante desapariciones forzadas, fusilamientos, crímenes aberrantes y enormes costes humanos, sin que se haya podido lograr el bienestar, el desarrollo, la sostenibilidad y un orden jurídico y político justo para las comunidades vulnerables; sometidas sistemáticamente por los burócratas de los desgobiernos, las manipulaciones de los votos y los vejámenes más atroces. Por eso, en Observatório do caos, Cagiano recurre a su infancia, a la figura de la madre y del padre, como entes del mayor valor del ser y del país, para reivindicar su sentido de pertenencia y de resistencia ante todo medio opresor. Esa reserva moral y afectiva es también su manera sincera de mostrar lo plural, lo social y lo interno. Así lo expresa este poema titulado Caja de óxido:

 

CAIXA DE FERRUGENS

 

No porão da infância

o inventário das perdas:

 

os brinquedos as enchentes levaram

o mofo do tempo sufocando a argamassa

a osteoporose carunchando a máquina de costura

da mãe

 

Mas a última navalha do pai

ainda refulge com seu aço inexaurível

em meio à inviolável carnificina

da moenda do tempo.   (Pág. 26)

 

               Me parece importante la traducción de este hermoso poema. Pido permiso para mostrarlo en nuestra lengua castellana, como complemento a su honda y humana vitalidad: “en el sótano de la infancia/ el inventario de las pérdidas:// los juguetes que se llevaron las inundaciones/ el moho del tiempo sofocando la argamasa/ la osteoporosis carcomiendo la máquina de coser/ de madre// Pero la última navaja de padre/ todavía refulge con su acero inoxidable/ en medio de la inviolable carnificina/ de la molienda del tiempo”. Nos basta leer ese poema para apreciar cuanto conocimiento tiene Cagiano de la realidad de su país, de su historia política, social y económica; y cuánto demanda para él en cuanto a su bienestar, la inclusión social y la superación de esa discriminación de clases sociales tan acentuada en los centros más poblados del gigante suramericano. Por ello, creo pertinente aportar la siguiente reflexión dentro de un orden quizás no literario.

 

               Dentro de la llamada permacultura, surge en el mundo actual de la segunda década de esta nueva centuria, el objetivo primordial de superar los métodos de riqueza corporativa por métodos de independencia productiva nacidas en las comunidades mediante la equidad, la responsabilidad y la democracia funcional. Así lo ha estudiado el investigador venezolano Russvel Salazar en un libro inédito de pronta publicación titulado Caminos de Santo Domingo (2021), que me honro en prologar. Bajo esa premisa de permacultura surgen principios éticos de producción cuyo fin supremo es cuidar el medio ambiente y compartir con equidad la producción de bienes, servicios y alimentos. De modo significativo, este autor señala los avances que en el área del agro alcanzó Brasil entre 1991 y 2013 para la producción de soja, carne vacuna, carne de pollos, azúcar. tabaco, café, jugo de naranja y etanol, con un ingreso, por concepto de exportaciones, superior a los 100.000 millones de dólares para el año 2013.

 

Cagiano junto a la tumbra de Neruda y Matilde Urrutia

 

 

               La clave de ese sostenido crecimiento fue la implementación de cooperativas en los estados de Rio Grande do Sul, Santa Catarina, Paraná, São Paulo, Goiás y Minas Gerais, que brindaron a sus asociados los créditos rurales esenciales con semillas mejoradas, así como insumos modernos, lechones y pollitos bebé para cría con raciones balanceadas. Después se incorporaron otros estados con significativa participación en el desarrollo nacional, como Mato Grosso do Sul, Mato Grosso, Pará, Rondonia, Bahía, Tocantins, Piaui, Maranhão y Roraima. Sin embargo, eso tuvo y tiene un fuerte impacto medioambiental, en el cual las trasnacionales insertan sus venenos imperiales. Por eso Brasil y la Amazonía toda arden en llamas, succionados por poderosas industrias a las que poca importa un árbol milenario, un río abundante o una especie animal en peligro de extinción. Mucho menos una comunidad indígena originaria y ancestral. El poeta ronaldo Cagiano es sensible a todo esto.

 

SANGRIA

 

Enquanto a ave se contorce

sob a mão insidiosa

que a golpeia

os meninos no terreiro,

imunes ao jorro fatal que

calunia a bacia,

não recolherão a agonia,

mas o que sobreviverá em seus pratos

no rescaldo da tarde assassina.

 

Nenhum vestígio da dor

ou ressonância dos últimos espasmos

da carne fatigada

 

Sequer um remorso sobre as vísceras e seus

coágulos

na hora do ínfimo festim dos apetites.

 

Apenas

uma galinha de domingo

sem outra solenidade

além de sua

infelicidade decomposta. (Pág. 28)

 

 

               Cuando se dice que el hombre actual está en crisis es porque la sociedad lo está. El comportamiento humano “civilizado” obedece a un control global preestablecido y direccionado por intereses políticos, económicos, religiosos y culturales (pérdida de toda diversidad cultural) que definen ese comportamiento mediante mecanismos de subyugación aplastante, aparentemente inevitables. Las tecnologías de la información, el espionaje cibernético, el dominio del planeta desde lo satélites ubicados en el espacio extraterrestre, los controles de los medios de producción, distribución y mercadeo de todos los alimentos que consume el hombre en el mundo (café, arroz, carnes, lácteos), los sistemas de transportes locales e internacionales, los precios de los  minerales estratégicos (petróleo, oro, coltán, carbón, bauxita), el control de las “democracias” locales que terminan por ser simples cucarachas aplastadas por las Democracias Hegemónicas de tipo imperial; el uso dela tecnología militar para controlar y expropiar recursos naturales y materia prima en Suramérica y África, principalmente;  los sistemas de dominio de las economías locales solidarias por las instituciones de la economía global corporativa y sus burocracias más rancias que privatizan y crean monopolios hambreadores, fomentando la competencia del hombre contra el hombre, porque el interés supremo de la economía capitalista es el crecimiento del capital, no del ser, no del sujeto, no del hombre como especie ni como sociedad. Pero la inequidad genera tensiones y crisis sociales, y éstas a su vez, conflictos, inestabilidad política y exclusión. El plato ideal para el arte de las mafias, del pillaje, de la corrupción, el gansterismo, la rapiña y la canalla más atroz.  

 

                      CATAMARCA

 

A caminho de

San Fernando del Valle de Catamarca

pareço atravessar um Arizona

ou o agreste brasileiro

 

a poesia de uma outra e vasta

caatinga

ressoa com aqueles ventos

que alisam os cactos gigantes

secretam as dores da Argentina

e varrem as plataformas

de estações abandonadas.

 

Um coração palpita

no meio daquela imensidão sem rosto

sem noticia

 

em busca de um murmúrio qualquer. (Pág. 30)

 

               Y pudiéramos seguir precisando valores y visiones en Observatório do caos para acercarnos a esa mirada profunda que hace Cagiano de su mundo dolido y doliente, pero precisamos más espacio para adentrarnos en tantos detalles que sólo un trabajo creativo responsable y serio es capaz de armar y mostrar a lectores, analistas, críticos y observadores de una cultura y una realidad que nos resulta tan entrañable cuanto común, tan sentida cuanto propia y compartida. Cagiano suma a su “recado a Bandeira” las secuelas de una tormenta lluviosa que inunda casas pobres y se lleva los enseres más preciados; a la “seminal trascendencia de los silencios”  su autorretrato “empujado por las aguas de un torrente embravecido durante un falso amanecer”. Bien leyendo a Joaquim Cardozo una noche en su Cataguases natal, o siendo testigo del cadáver de metal de un edificio abandonado por negligencia suprema (destinado para algún organismo público que le restó importancia al mismo), Cagiano nos lleva en Observatório do caos a la profunda observancia de su dolor nacional y del ser. Ahí residen los grandes recursos semánticos de este bien logrado poemario.

 

O Caos, em todas as suas vertentes: social, económica, cultural, etc. , é o que machuca o co-ração e o ver daquele que, no seu Observatório, recusa a indiferença e opta pela procura dessa palavra certa que exprima as “vozes de um sentir proletário” (Cf. p. 78) ou que dê tempo a dona Cidinha, para que esta impeça as bonecas da fi-lha de se afogarem “nesse injusto mar” (Cf. p. 13). Aqui e ali, neste livro de Ronaldo Cagiano, e para além das veementes denúncia e recusa, assomam centelhas, que, apesar dos seus matizes políticos, são acima de tudo o ensejo de abanar o homem para que estabeleça outro tipo de laços, para que dos escombros agora inventariados outro Ethos possa (ainda) ressurgir, já que o renovo nos bro-ta sempre da Guerra e da Luta dos Contrários, tal como Heráclito defendia e como o último poema deste livro de Ronaldo Cagiano – não colocado à guisa de epílogo por acaso! – insiste em nos acenar.

 

Valgan, para cerrar este punto del trabajo, esas palabras finales del prólogo escrito por Victor Oliveira Mateus en esa singular obra.

 

 

III.- CARTOGRAFÍA DO ABISMO (2020)

 

               En este bien estructurado y logrado poemario, Cartografía do abismo (São Paulo, Brasil, Laranja Original Editora, marzo 2020, 187 p.), Cagiano entrega una obra consistente y orgánica, en su amplia y compleja temática: crisis actual del mundo globalizado, la realidad-país del Brasil, el ámbito del pueblo natal —Cataguases—, los ríos como metáforas del vaivén existencial y el decurso de la historia; el hambre, la desintegración del hombre —lo ontológico y filosófico—, el tema religioso y anti religioso; el desamor como expresión del caos y la desintegración; la anti realidad y la despertenencia; la poesía como escape o salvación, pero igualmente la anti poesía del mundo en su sentido más amplio; entre otros señalamientos y planteamientos.

 

Había aparecido Cartografía do abismo en 1999, en Portugal, con el sugestivo título de O mundo sem explicação, impreso por Editora Coisas de Ler, con sede en Lisboa, pero el poeta Ronaldo Cagiano quiso revisar a fondo la obra, enriquecerla con textos inéditos y mejorarle algunos aspectos de forma y fondo que sin duda se reflejan en el nuevo volumen. Dentro de éste, todo signo de belleza está asociado a algo tormentoso, literalmente feo, repugnante y antiestético. Pero más allá de esos motivos y creaciones de “fealdad”, el poeta hace uso eficiente de los recursos literarios indispensables para armar su obra, puesto que, como buen lector y creador de poesía, su cultísima formación, tiene madurez e inteligencia para entregarnos un libro no sólo sólido en su argumento y estructura sino revelador y esencial para el estudio de la nueva poesía en lengua portuguesa.

 

En su arquitectura, en su fundamentación y cobertura referencial—si cabe utilizar este odioso término— el cuerpo textual de la obra abre múltiples ventanas para sincronizar la relación de una voz poética que en su madurez asume las señales de una tradición poética, o más exactamente, de una orientación poética; que tiene como tela de fundo la crisis del sujeto a nivel mundial; y de su Brasil natal en lo particular, del que atisba, como flagrantes, los prejuicios raciales, la barbarie y el medievalismo, la pobreza y la exclusión; la violencia policial y el fascismo, el abismo entre las clase sociales económicamente dominantes y los excluidos, los privilegios y la desigualdad; las injusticias y opresiones en detrimentos de sectores vulnerables; sufrimientos y horrores, cinismo y falsedad, desgobierno y diáspora, dolor y des-identidad; tal como lo plantea en su brillante ensayo titulado “Uma investigação sobre o nosso holocausto”, que escribiera a propósito de la novela O avesso da pele/El reverso de la piel del gaúcho Jeferson Tenório; en el que expresa:

 

A lo largo de estos más de quinientos años, este ha sido nuestro permanente holocausto, que sigue enraizado en el carácter retrógrado de gran parte de la sociedad, cada vez más excluyente y selectiva, la plaga de una ancestral conciencia esclavista, que aún no ha sido erradicada. …[4]

 

               Esta situación revela que se trata de una persistencia tangible y alarmante, de hondas repercusiones sociales, económicas, culturales y políticas, cuya manifestación más objetiva se da en esas llamadas “geografías sin importancia”—así tipificadas por Cagiano en el primer poema del Cartografía do abismo—; en las cuales la naturaleza del ser se extraña — vencido y difuso—, en esa vida amorfa, vacía y superflua que diezma al planeta, enajenando al hombre de sí mismo. En ese sentido, el poema titulado “ESPÓLIO”, es un art poética, un pórtico, un prólogo, que abre la compuerta de la dialéctica argumental del autor; y sus visiones e increpaciones ante el mundo caótico, en el que el olvido redime todo destino humano, y es su condena, porque no hay escapatoria.

 

Habitante de geografías sin importancia,recorro la existencia en el filo de la navajaen el rumor del luto,mientras el mundo es pura disipacióncuando el tiempo me asediacon sus truenos relinchando          en un reloj que me llamacon punteros                         depredadores Pero la piel de las palabrasme retroalimentaen medio de la fragilidad del caosy al tumulto barroco de mis insomnios. (Pág.9)

 

Los siguientes términos o voces: vacíos, caos, abismo, muerte, hambre, ventanas, miedo y tiempo son semas, fonemas, lexemas, cognomentos, signos o sencillamente palabras que, aisladas, tal vez digan poco de un mundo al que califican y cualifican; pero dentro del diafragma visceral de un cuerpo poético al que pertenecen, a un mapa al que se deben, a un ser del que provienen como lengua y sentimiento, cambian su perspectiva semántica. Su recurrencia está presente el todo ese río de sentidos abiertos que muestran las enormes cargas de contenidos filosóficos, políticos, económicos, religiosos y cartográficos que recorren este poemario. Cartografía do abismo también ha sido concebido como un río. Por eso la temática, ondulante y constante, fluye y atraviesa “mapas” locales y universales. También conduce a un razonamiento, a una reflexión y una sensibilidad humanas, mediante el viaje interior, que se expresan a través de cada significado de la vida al pasar por el árido –aunque parezca florido—camino de la poesía.

 

Cagiano muestra de manera incuestionable esa responsabilidad antes señalada, por cuanto su sensibilidad poética, más allá de la realidad-país Brasil, ante la cual es crítico, valiente, duro, mordaz, estudioso, inconforme, realista y sincero; abarca al mundo-planeta, hoy globalizado y oprimido, sin aparentes fronteras para su liberación definitiva, de un modo crítico y revelador. En el caso de África, Cagiano ha sido un luchador intelectual. Un trabajador de la palabra para demandar igualdad y libertad, sostenibilidad y desarrollo, sosiego y paz.

 

Como ciudadano pacifista, propulsor del equilibro entre las sociedades que pugnan por un mundo justo, franqueando con la sensibilidad de su arte toda aberrante humillación y sumisión de pueblos, comunidades, familias y hombres y mujeres que hasta ven morir a su prole por el hambre, las enfermedades y las balas, Cagiano no puede sustraerse a la conformidad, al silencio, a la indiferencia ni a la complicidad que supone hacerse a la vista gorda ante tan aberrantes situaciones.

 

IDENTIDAD  Cuando yo escribo,hay un rebaño atormentandodentro de mi Y el poemaúnico lugar donde la verdad vive sincorromperse (Pág. 133)

 

 

En cuanto leo y percibo en la poesía de Ronaldo Cagiano asumo que es un escritor, un poeta, un intelectual y un humanista responsable. Le conmueve el hambre y el río sucio, la soledad interior y la orfandad del mundo, la desfachatez del político bribón que socaba las esperanzas de sus pueblos con programas errados o deficientes, y la insensibilidad de la sociedad ante sí misma al ver caer sujetos en la peor degradación del desamparo, del vicio, de la manipulación religiosa, del engaño, de la podredumbre. La poesía le permite salvaguardarse ante la impotencia que produce la injusticia de las desigualdades, de la maldad humana contra sí misma, por la violencia, por la ambición, por la usura y los despropósitos imperiales de la economía globalizada y las políticas hegemónicas, que terminan por contribuir la disolución de la vida tal y como ha sido concebida por la naturaleza: equilibro de organismos, fuerzas y recursos ante el cosmos, ante sus espacios, a través del tiempo. Por otro lado, presta su arte para soltar los demonios interiores contenidos por tantas frustraciones, al asumirse como un ciudadano más, con sus sueños, visiones, deseos y anhelos, para manifestarlos como vitrina (rota) ante la desesperanza y la derrota (moral, síquica, emocional).

El escritor Rolando Cagiano junto al Tejo

 

               Ronaldo Cagiano es un trabajador, muy responsable, de cara a su destacada poesía. Por eso tiene particular relevancia, en Cartografía do abismo, el mapa de referencias que él establece en un corpus de 42 epígrafes, entre los siete autores que aparecen de modo general en la primera página del libro (Ademir Assunção, Adília César, Everardo Norões, Luís Quintais, Marcia Camargos, Marco Lucchesi y Maria Teresa Horta), y los 32 autores restantes; entre quienes están incluidos tres de los más importantes poetas de Brasil: Carlos Drummond de Andrade (Itabira, Minas Gerais, 1902-Rio de Janeiro 1987), Murillo Mendes (Juiz de Fora, Minas Gerais, 1901-Lisboa 1975) y Anderson Braga Horta (Carangola, Minas Gerais, 1934), por el gran valor genracional que estos poetas tienen en Brasil. Y es en el poema “CATAGUASES” donde Cagiano expresa ese amor suyo, casi filiar, por su gran río de infancia; cuando la contaminación y los desmadres del efecto industrializador en sus riberas, no había cercenado sus afluentes para la explotación de la madera, para generar capital, con devastadoras consecuencias; agravado todo esto con el arrojamiento de desperdicios altamente tóxicos, y humo de las chimeneas.

 

               Advierto en la idea de país[5]  de Ronaldo Cagiano un signo de semejanza con la que he expuesto en un ensayo reciente titulado “La idea de país en las crónicas de Luis Alberto Crespo y Gustavo Pereira”.[6] La historia y el presente sometidos al prisma inconforme de la duda, evaluando los hechos nacionales y sus consecuencias con una visión de pertenencia, como medio para recuperar el valor de la propia identidad, y asumir su reflejo en la literatura como una modo de no acallarse, de ser cómplices ante el expolio, el vejamen, los atropellos y las humillaciones que los poderosos (quienes efectivamente ostentan el poder político y económico) causan a nuestros pueblos, sometidos incondicionalmente a la pobreza, al hambre, al olvido. Pero no olvidemos que en ese desgarramiento histórico se encuentra la impronta de la llamada “conquista” del Nuevo Mundo, a nombre de una fe y de una iglesia que significó expolio y masacre desde México hasta la Patagonia; y que en ese, su idea de país, Cagiano tiene presente esos hechos. No podría ser de otro modo.

 

Muchas son las claves del desarrollo temático de Cartografía do abismo. Desde el sedimento filosófico (del que no escapa una ilusión a Arthur Schopenhauer) que lo sostiene, tanto en la visión estoica como la existencialista, hasta la motivación política que denuncia la injusticia histórica, social y económica (entre cuyas claves se refieren la bomba de Hiroshima, los crímenes nazis de Auschwitz, los juicios de Nuremberg, las violaciones en África y Afganistán, la matanza ocurrida en el complejo de favelas de Alemão en Rio de Janeiro en 2014, la significación del discurso de Martin Luther King, el Apartheid y la emblemática figura de McDonalds; así como el despropósito jurídico-legalista que convirtió la canalla en bochornoso impeachment contra la presidenta Dilma Rousseff en 2016, la guerra en Siria, la violencia asesina del Estado Islámico, la impunidad de los misiles de la OTAN, el uso de los Fake News,      entre otros); hasta los aspectos cartográficos objetivos e irreales—como los nombres de los ríos brasileños y los ríos globales, las rutas imaginarias, los desdoblamientos de estaciones de trenes hacia donde transitan la utopía del sueño y la identidad de la memoria, entre otros recursos—; el cuerpo de la obra es la suma de una totalidad de cosas, referentes y valores que le sirven de contrapeso al autor más allá de su posición, individual, en esa su visión de mundo.

 

Especial significación tiene el tratamiento que del tema religioso presenta la obra Cartografia do abismo. A la figura del Cristo Redentor, que en Brasil es una figura clave para la imagen de Río de Janeiro, se suman sarcásticos y cuestionadores señalamientos acerca del papel manipulador de las religiones, y en específico del papel hipnotizador de los evangélicos. Por otra parte, el pecado original de Adán y Eva (Pág. 174) se entremezcla con la manzana de la empresa tecnológica Apple, en un doble juego semántico frente a la enajenación de la libertad del ser y el libre albedrío, que el poeta resuelve sumando su propio credo “religioso”: su fe en la literatura.

 EL PECADO ORIGINAL En un mundo convertidoen paraíso tecnológicomanzana de Applees mas venenosa queel fruto prohibidoque condenó a Adány Eva. (Pág. 174)                              Barcelona, ​​noviembre / 2018

 

Asume así, Cagiano, como única “sagrada escritura”, la poesía: “Minha única Escritura/ está no sacrossanto altar da Literatura” (Pág. 92). A esto suma una contra idea acerca del “Viejo Testamento”, en el que declara que al comienzo no fue el verbo sino el dinero, el origen de todo (el caos, el abismo, el laberinto actual). Y termina por establecer un juego de palabras entre “Santidad” y “Sanidad” en un poema que sólo tiene un verso: “Arthut Obispo de Rosario” (Pág. 168). Todos estos recursos amplían la polisemia de los poemas, y convierten esta obra en un libro de una riqueza textual extraordinaria.

 

Su lectura es un goce absoluto, más allá del tinte pesimista, cáustico, fatalista que pueda inferirse a medida que se avanza en su equilibrado contenido. Por lo demás, Cartografía do abismo (2020) mantiene (aunque más enriquecidas) las temáticas de Os ríos de mim (2018) y Oservatório do caos (2017), dentro de los contornos o contextos de esa filosofía el caos, del abismo, del laberinto que, en sentido figurado, se convierten en medular motivo de la obra, tanto como si se tratara de un largo rio cuyas ensenadas y giros desembocan en la mar que es el morir.

 

 

 

Cagiano muestra de manera incuestionable esa responsabilidad antes señalada, por cuanto su sensibilidad poética, más allá de la realidad-país Brasil, ante la cual es crítico, valiente, duro, mordaz, estudioso, inconforme, realista y sincero; abarca al mundo-planeta, hoy globalizado y oprimido, sin aparentes fronteras para su liberación definitiva, de un modo crítico y revelador. En el caso de África, Cagiano ha sido un luchador intelectual. Un trabajador de la palabra para demandar igualdad y libertad, sostenibilidad y desarrollo, sosiego y paz. Como ciudadano pacifista, propulsor del equilibro entre las sociedades que pugnan por un mundo justo, franqueando con la sensibilidad de su arte toda aberrante humillación y sumisión de pueblos, comunidades, familias y hombres y mujeres que hasta ven morir a su prole por el hambre, las enfermedades y las balas, Cagiano no puede sustraerse a la conformidad, al silencio, a la indiferencia ni a la complicidad que supone hacerse a la vista gorda ante tan aberrantes situaciones.

 

La poesía le permite salvaguardarse ante la impotencia que produce la injusticia de las desigualdades, de la maldad humana contra sí misma, por la violencia, por la ambición, por la usura y los despropósitos imperiales de la economía globalizada y las políticas hegemónicas, que terminan por contribuir la disolución de la vida tal y como ha sido concebida por la naturaleza: equilibro de organismos, fuerzas y recursos ante el cosmos, ante sus espacios, a través del tiempo.

 

Por cuanto leo y percibo en la poesía de Ronaldo Cagiano asumo que es un escritor, un poeta, un intelectual y un humanista responsable. Le conmueve el hambre y el río sucio, la soledad interior y la orfandad del mundo; así como la desfachatez del político bribón que socaba las esperanzas de sus pueblos con programas errados o deficientes, y la insensibilidad de la sociedad ante sí misma al ver caer sujetos en la peor degradación del desamparo, del vicio, de la manipulación religiosa, del engaño, de la podredumbre. Por otro lado, presta su arte para soltar los demonios interiores contenidos por tantas frustraciones, al asumirse como un ciudadano más, con sus sueños, visiones, deseos y anhelos, para manifestarlos como vitrina (rota) ante la desesperanza y la derrota (moral, síquica, emocional). Es Cagiano, finalmente, un poeta para leer, conocer, seguir y apreciar en toda la dimensión de su trabajo, como la gran voz de la poesía brasileña y portuguesa que es. Vaya esta modesta muestra de su poética como un reflejo de su arduo y sostenido trabajo creativo.

 

Pariaguán, Venezuela, 6 de junio de 2021

 

 

El poeta y ensayista venezolano José Pérez

 

 

[1] Edmar Monteiro Filho, “Os ríos de mim”, En Revista Chico Nº 63, Cataguases, Brasil, 22 de dezembro 2020, p. 65.

[2] Víctor Oliveira Mateus, “Sociedad e ética na poesía de Ronaldo Cagiano”, en Observatório do caos, pág. 7.

[3] Ibid., págs.. 8-9.

[4] Ronaldo Cagiano, “Una investigación sobre nuestro holocausto”,  En Chicos Nº 63, p. 61.

[5]  Término propio que he acuñado en Venezuela para referirme a la visión que tienen algunos poetas y escritores sobre la realidad nacional, el pasado, la historia y el presente en todos  los ámbitos relacionados con la identidad. Aplicable, además, a las demás artes.

[6] José Pérez, “La ideas de país en las crónicas de Luis Alberto Crespo y Gustavo Pereira”. Recuperado en: https://www.aporrea.org/ideologia/a301012.html

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