TE ESTREMECES POR EL LOBO Y EL CORDERO. POEMA DE ‘PRONTUARIO DE INFINITO’ DE A. P. ALENCART, TRADUCIDO AL PORTUGUÉS POR CLÁUDIO AGUIAR  

 

Edición brasileña de ‘Prontuario de Infinito’, sobre el Puente Romano de Salamanca

 

“Crear en Salamanca” expresa su gratitud al escritor brasileño Cláudio Aguiar por permitirnos difundir la traducción al portugués del poema ‘Te estremeces por el lobo y el cordero’, texto original de Alfredo Pérez Alencart e incluido en su libro “Prontuario de Infinito” (Verbum, Madrid, 2012). Dicho libro acaba de ser traducido al portugués, incluyendo el ensayo epilogal de Bernadette Hidalgo Bachs, profesora de la Universidad Blaise Pascal (Clermont-Ferrand, Francia). Cláudio Aguiar (Ceará, Brasil, 1944), narrador, ensayista, poeta, dramaturgo, traductor y cuentista. Hasta marzo de 2020 fue presidente del PEN Club de Escritores de Brasil y actualmente lo es de la Fundación Miguel de Cervantes de Apoyo a la Investigación y a la Lectura de la Biblioteca Nacional de Brasil, ambas instituciones con sede en la ciudad de Río de Janeiro. Como escritor ha recibido varios premios y reconocimientos, tanto en el ámbito de la novela como en el teatro, entre los que pueden citarse el Premio Nacional de Literatura (1982) otorgado por el Ministerio de Cultura de su país, así como los premios José Olympio de Novela (1981), Premio Fernando Chinaglia de la Unión Brasileña de Escritores (1981), Premio de Teatro Waldemar de Oliveira (1985) y Premio Lucilo Varejão (1995) y el Premio Iberoamericano de Narrativa “Miguel de Unamuno” (2009). Sus novelas y relatos han sido traducidos al ruso, francés y español, entre otros idiomas.

 

Quien desee este poemario, que tiene pintura de portada de Miguel Elías, puede acceder a esta obra pinchando el enlace de Amazon:

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Cláudio Aguiar, A. P. Alencart y José Alfredo Alencar (Olinda, Brasil, 1996. Foto de Jacqueline Alencar)

 

 

TE ESTREMECES POR EL LOBO Y EL CORDERO

 

 

Te estremeces por el lobo y al cordero.

Amas ultrahumanamente, sin límites, como la música

del universo. Oh profunda sinfonía forjando

lo sagrado de principio a fin, alto asidero donde sobrepuja

la esperanza. Oh sucesión eterna que desatas

unisonancias, instintos trajinando hacia el magma

de lo trascendente, de la cadencia absolutoria

concebida compartiendo a ultranza las aguas profundas

y las hondas delicias de un contravuelo angélico

que se abroquela para recibir al Viento más feraz.

Siempreviva estás, trashumante presencia.

Te hospedas en la Luz que no aniquilan los ocasos.

Estando sin estar, eres evidencia,

cerebro verbal resaltando chispas de pureza,

latidos sin cautiverio, ciertísimo llamado de traslación

más allá de anhelos y desveladas ensoñaciones.

Pertenencia al páramo del Desprendido de sí,

a su oculto ritmo, a su lenta llama venturosamente

extemporal, cual indescifrable alianza.

Pertenencia al portal de los testigos,

al presagio de otro Reino, al aliento acrisolado

cual plenitud donde prospera lo sublime.

Pertenencia al verbo de una estrella.

Pertenencia al llagado cuerpo de doliente ternura.

Pertenencia al ala que se desvanece por los aires.

Pertenencia al linaje que acopia inocencias de siete en siete.

Te perpetúas en la antelación de la alegría

y asciendes, porque tu Unidad sabe la fórmula

de diásporas y deslumbramientos.

Clamas por tu orfandad. Clamas contra látigos agresivos,

fraternizando con los perseguidos, abrazándoles,

compartiéndoles la realidad que hay en los milagros.

Nada te desmide,

Criatura de nombre hermosamente pronunciado,

piel consumante, contorno que se aviene a penetrar

en frondas de cálido renacer.

Mantienes el don de ser el antes y el después,

lámpara alumbrando los vuelos breves del pájaro, su sombra

en la alta noche del abismo.

Conduces los fervores hacia el alba adolescente,

pulsas con tu estatura de Árbol de vida, riegas violetas

con el cause de tus transpiraciones.

¡Horizontal ejemplo el de las manos extendidas,

el del pulso que sustenta! ¡Belleza de la Forma en el paisaje!

¡Oh Dios, qué desnudo afán el de este Amor

avanzando eterno, dándose así, tan pródigo!

 

¿Qué savias vas donando?, ¿qué otras luciérnagas te rondan?

 

Cristo en la cruz, de Miguel Elías

 

 

(TE AGITAS PELO LOBO E O CORDEIRO)

 

 

Te estremeces pelo lobo e pelo cordeiro.

Amas de forma ultra-humana, sem limites, como a música

do universo. Oh profunda sinfonia forjando

o sagrado do começo ao fim, alto pretexto onde domina

a esperança. Oh sucessão eterna que desencadeias

assonâncias, instintos laborando rumo ao magma

do transcendente, da cadência absoluta

concebida com o compartilhamento das águas profundas

e das saborosas delícias de um contravoo angelical

acomodadas para suportar o Vento mais copioso.

Estarás como a sempre-viva, qual presença transumante.

Ficarás na luz que não mata o pôr do sol.

Estando sem estar, tu eres evidência,

cérebro verbal destacando faíscas de pureza,

pulsações sem cativeiro, correta chamada de translação

além de anseios e de desvelados sonhos.

Pertencias ao terreno do Despretensioso,

ao seu ritmo oculto, à sua chama lenta, felizmente

extemporânea, qual aliança indecifrável.

Pertencias ao portal das testemunhas,

para profecia de outro Reino, ao refinado alento,

cuja plenitude reside onde floresce o sublime.

Integravas o verbo de uma estrela.

Pertencias ao corpo ferido de ternura sofredora.

Pertencendo à asa que desaparece pelos ares.

Pertencias à linhagem que coleta inocências de sete em sete.

Te perpetuas na antecipação da alegria

e ascendes, porque tua Unidade conhece a fórmula

das diásporas e dos deslumbramentos.

Clamas por tua orfandade. Clamas contra chicotes agressivos,

confraternizando com os perseguidos, abraçando-os,

compartilhando com eles a realidade dos milagres.

Nada te rebaixa,

criatura de nome formosamente pronunciado,

pele aliciante, contorno para penetrar

em frondes de renascimento quente.

Tu manténs o dom de ser o antes e o depois,

lâmpada iluminando os breves voos do pássaro, sua sombra

na alta noite do abismo.

Conduzes os fervores rumo ao amanhecer adolescente,

pulsas com tua estatura de Árvore da vida, regas violetas

com o leito de tuas transpirações.

Exemplo horizontal o das mãos estendidas,

o do pulso que sustenta! Beleza da forma na paisagem!

Oh Deus, que desejo nu é este Amor

avançando eterno, dando-se, assim, tão pródigo!

 

Que seivas estás doando? Que outros vaga-lumes te rodeiam?

 

Alfredo Pérez Alencart ante el Monumento a los Derechos Humanos (Recife, Brasil, 1996. Foto de Jacqueline Alencar)

 

Cláudio Aguiar, con una bandera de Brasil pintada por Miguel Elías sobre páginas de un libro suyo (foto de Jacqueline Alencar)

 

 

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