Sobre ‘Regreso a Galilea’, de Alfredo Pérez Alencart. Texto del poeta catalán José Luis García Herrera

 

 

Crear en Salamanca se complace en publicar, por vez primera, la reseña que sobre el libro ‘Regreso a galilea’ ha escrito el poeta José Luis García Herrera (Esplugas de Llobregat, 1964), premiado autor con más de 15 libros publicados.

 

1Alfredo Pérez Alencart en el mar de Galilea (2014)Alfredo Pérez Alencart en el mar de Galilea (2014)

El libro Regreso a Galilea (Editorial Verbum y Trilce ediciones, 2014), del poeta peruano-español Alfredo Pérez Alencart, es un poemario breve en cuanto al conjunto (consta de siete poemas) pero no en cuanto al contenido ni a la profundidad de los temas que aborda.

En el plano formal de la edición, apuntar que este libro aborda su afán de cántico universal aportando la traducción de los poemas escritos en castellano a otras cuatro lenguas de ámbitos culturales tan emblemáticos como son el hebreo, el árabe, el inglés y el italiano. Los traductores a estas lenguas han sido Margalit Matitiahu, Abdul Hadi Sadoun, Stuart Park y Stefania Di Leo. Las espléndidas pinturas que ilustran portada y poemas son de Miguel Elías.

En una de las solapas del libro Hugo Mújica apunta, acertadamente, que más que poemas, son “invocaciones” de anhelo profundamente humano. Los poemas son cantos de esperanza, de resistencia, pero una resistencia con las manos abiertas, de quien lija las palabras para que sean modo de ser, de crearse y convencer. Poemas, en definitiva, que nos ganarán con la pasión de su mensaje y jamás con la opresión de los puños cerrados.

Ya en el primer poema, Taller, donde bien podríamos encontrarnos en la carpintería de José, encontramos la primera intención que abordan los poemas (y el poeta):

 

“y más que
repetir palabras

las lijé,
como un humilde
carpintero

en su taller.”

 

El mensaje es claro, no abriremos caminos en la conciencia por mucho que repitamos las palabras. Hay que buscar las palabras, adaptarlas, lijarlas y pulirlas si es necesario, para que el mensaje llegue a quienes nos dirigimos. Hay yace la virtud de quien convence, resiste, o vence, en el camino de la unión y de la paz.

 

El segundo poema, Invocación, es un canto, una oración, dirigida a la humanidad, animándoles a que los desacuerdos (que siempre los habrán) no se diriman a través de la fuerza, y si a través de las palabras, de las manos abiertas y la benevolencia. Por esa razón el poeta pide al hermano (a cada uno de nosotros) “abre los puños/ y que no vuelvan/ las armas a tus manos,”.

 
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En esa línea de coherencia, de respeto por todos los derechos que nos acogen, el poeta aboga por el valor universal de la mujer. En el poema, Eva, el poeta Pérez Alencart, nos dice:

 

“Tú eres la fuerza
del mundo,

Mujer,
que aguardas la noche
para preñar de luz
al hombre…”

 

En definitiva, dada la opresión y a la frustración a la que han sido sometidas, las mujeres han creado sus propias artimañas para jugar su papel imprescindible en el devenir de la Historia; para manejar, en cierto modo, los designios y sus entresijos. En ese sentido, y en muchos otros, la mujer (coincidiendo plenamente con Alfredo) la mujer ha sido el motor y la fuerza del mundo.

El envés del poema Eva lo encontramos en el siguiente poema, titulado Creación, donde la voz de Adán nos habla, en un inicio, de su soledad y desolación en un paraíso que no puede compartir: “Ningún/ susurro de mujer/ acompañó/ la deseante soledad…” para después, por mediación de la carne, hallar en la mujer esa vibrante llama que fecunda la vida.

El poema Resistencia es un poema muy contemporáneo y, a su vez, un poema atemporal. Es un homenaje al pueblo llano, a la gente honesta y sencilla, a los que resisten sea cual sea el mal gobierno que impere o los poderosos que desean imponer su grito. Como asevera el poeta:

 

“La tuya es la historia
de los que

resisten.”

 

Siguiendo, en parte, la línea propuesta en el poema anterior, nos introducimos en la lectura de Ojalá que nunca te suceda, que nos muestra, de manera abierta y sin contemplaciones, el drama de los que deben emigrar a otras tierras en busca de un futuro incierto, ya sea a través de empleos miserables que los nativos no desean realizar, ya sea rebuscando en la basura o durmiendo bajo un puente. Pero no nos envanezcamos si las cosas nos fueron muy bien: “Todos viajamos en un mismo barco/ que sube y baja con la marea”.

Se cierra el libro con el poema Para después, un poema de adiós y de esperanza. Y, en especial, un canto a la creación y a esa resistencia pacífica, a través de las palabras, para defender, sumando compromisos, lo creado. Es la despedida de Jesús desde Gethsemaní, pero también podría ser nuestro cántico de despedida:

 

“Cuando ya no esté
ni emocionado pueda verlos
porque mi alma salió

no lloren
por el ayer que fui
hacia arriba o hacia
abajo.”

 

Regreso a Galilea es el deseo de retomar, de exponer y actualizar el mensaje que, desde Galilea, fue llevado a todos los rincones de la tierra. Este regreso, por tanto, trenzado con versos que hablan de paz, benevolencia, resistencia y amor fraterno, proclama que el éxodo tuvo un sentido y que los pasos que regresan a Galilea así lo confirman.

Alfredo Pérez Alencart nos ofrece en este libro, breve e intenso, el “viento de otra vida” que pervive en la de todos, pues todos viajamos, aunque con diferente fortuna, pero con idéntico espíritu, en el mismo barco.

 

Un comentario
  • Mayte Pedraz
    diciembre 1, 2014

    Te felicito de nuevo, amigo Alfredo. Es un breve libro de intensos poemas, Sigue con tus entregas por y para la poesía.

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