Respuestas desde la paradoja y la palabra afilada

«Crear en Salamanca», hoy publica una colaboración de Aníbal Fernando Bonilla Flores, publicada en

Diario El Telégrafo / 29 Jul 2014,

a propósito del escritor valenciano Rafael Soler, asistente habitual a los Encuentros de Poesía Iberoaméricana de Salamanca

 

 

La contemplación es elemento sustancial en el rumbo poético. Esto, desde una motivación autobiográfica que induce a revelar cuestiones cotidianas. Desde la guarida marchita de los casos y de las cosas, el poeta devela sus interioridades y asume su rol sin vergüenza alguna. Es un demiurgo de su tiempo, de este tiempo en donde el abatimiento y el desconsuelo se toman las calles de nuestras ciudades desoladas de solidaridad y desde donde el creador se arroga la condición de testigo privilegiado de la penumbra.
Rafael Soler (Valencia-España, 1947) es un poeta en toda la dimensión de este ejercicio de alas abiertas y luces perennes. Conoce de la metáfora y de los resquicios atragantados en la escritura. Es un oficiante de las huellas mundanas, de las profanaciones que se acometen en la sombra noctívaga, de las intimidades atadas a sufrimientos y ráfagas de felicidad.
En sus versos se asume la felonía que ocasiona corazones rotos y la devoción del gozo oculto. La intensidad del río y la tinta derramada hacia la nada. La reminiscencia de los años mozos y la lenta espera del ocaso. El paseo del domingo y la impotencia ante la lluvia. Los juegos iniciales y el quebranto que deviene por la ilusión fallida. La pasión de las sábanas al fragor de la batalla entre dos. La sensación perturbadora del olvido. El escote y el olor del cuello que se confunden entre el cántaro y la bienaventuranza del siguiente día.
Ácido almíbar (Ediciones Vitruvio, Colección Baños del Carmen N° 414, Madrid, 2014) es el reciente poemario de Rafael Soler; una conjunción de la acidez existencial que corroe nuestro efímero tránsito terrenal: “epifanía de lo amargo por venir y lo nacido”, con la melaza sustraída de la ternura de otros labios … de universal dominio y pleitesía/ labios tijera así desdén para otras bocas/ que hacen del carmín un estandarte”.
Ácido almíbar es una obra de relecturas y desventuras que está compuesto por las secciones: Quédate a los títulos de crédito, Galería de afines y cercanos, Retrato de dos para ninguno, El público siempre tose en lo mejor, ¿Quién anda por ahí?, Caso cerrado y Posdata.
Soler sostiene una mirada irónica de los momentos que convoca la vida, partiendo desde los entornos familiares, las anécdotas adolescentes con fragancia a sexo, la nostalgia del convite femenino y las madrugadas prolongadas a causa del vino o del vodka, para ser más preciso con el autor. Y la muerte tiene sus respuestas desde el epitafio y el silencio: “Finge dormir/ finge que finges dormir/ finge si quieres que fingiendo dormir/ pospones el tiempo que no queda/…después vendrán los carroñeros/ diligentes y sabios/ a su pico de estaño encaramados/ y la muerte dejará de molestarte”.
Son los sueños cuya bitácora alerta el diluvio. Es la condena que nos deja este clamor poético.

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