POEMAS Y CEREMONIA DE ENTREGA DEL PREMIO FRANCISCO DE ALDANA A LOS POETAS FRANCISCO GARCÍA MARQUINA Y GERARDO RODRÍGUEZ

 

 

 

Alencart, Marquina, Di Leo, Iadicicco y Rodríguez

 

 

 

Crear en Salamanca se complace en publicar textos, imágenes y poemas del IV Premio ‘Francisco de Aldana’ de Poesía en Lengua Castellana, que se entregó al español Francisco García Marquina y al mexicano Gerardo Rodríguez y, por sus libros ‘No sé qué buen color’ y ‘La última marea borra la sombra de la higuera’, respectivamente. Este premio, cuyo jurado preside el poeta peruano-salmantino Alfredo Pérez Alencart, se convoca desde Nápoles por el Círculo Literario Napolitano, dirigido por la poeta e hispanista Estefania Di Leo.

 

 

FOTOS DE JACQUELINE ALENCAR

 

  El alcalde de Salamanca, Carlos García Carbayo, con los premiados y responsables de las entidades convocantes de los galardones

 

STEFANIA DI LEO SOBRE FRANCISCO GARCÍA MARQUINA

 

Queridos poetas y amigos, buenas tardes. Quiero dar mi agradecimiento al profesor Alfredo Pérez Alencart, presidente del jurado del Premio Francisco de Aldana, cuyos participantes son siempre más numerosos, a la directora de mi escuela, Inmaculada Iadicicco, que me ha permitido estar aquí; a los miembros del Juan Antonio Massone (Chile), a quien especialmente agradezco por su apoyo y su labor, a la poeta y amiga Lilliam Moro (Miami-Cuba), Ana Cecilia Blum (Ecuador), Beppe Costa (Italia), Antonino Caponnetto (Italia), y José Mármol (Republica Dominicana). El premio ex aequo concedido por unanimidad este año se entregó a Francisco García Marquina y al mexicano Gerardo Rodríguez, destacando como finalista del Premio en otras ediciones por su excelente poesía.

 

El libro del poeta García Marquina cuyo título es No sé que buen color solo se puede traducir la poesía universal que permanece sin cambios durante siglos, una poesía en la que los poetas son vates, y proyectan su visión del mundo, de manera diferente y delicada, de manera sensible. La poesía de Francisco García Marquina está impregnada de una religiosidad y una fusión con Dios y la espiritualidad, donde el color se convierte en fuente esencial de la vida. A través de este poemario estamos completamente sumergidos en el misticismo, el poeta contempla la unión con lo divino y comparte la certeza que Dios existe. Cada verso es un paso más en este mundo difícil, cercano de la humanidad.

 

Marquina, Di Leo, Iadicicco y Rodríguez

 

Además del tema religioso el poeta habla de duda agónica sobre la existencia de Dios que se va concretizando en el último poema, y se convierte certeza. Me encontré frente a un libro sensacionalista, en donde la traducción es a menudo abierta a una sinonimia múltiple, y el texto se caracteriza por campos semánticos específicos de la filosofía religiosa. El hombre del que habla el poeta representa simbólicamente el mismo que sugiere de esta manera el orden general del macrotexto- significado implícito, la conciencia de la vanidad de la fama en comparación con la eternidad, y también la conciencia de su futura grandeza terrenal en la memoria de la gente. Un descenso progresivo de los niveles de bienestar, reducción y disolución del ego histórico, a favor del yo poético. En el eco de Rilke hay evocaciones de la perfección formal del texto. Maestro del verso, poesía en formas y palabras, poesía magistral, con metáforas perfectamente clásicas y originales. El mundo necesita de modelos poéticos, escritores que influencien las generaciones, como Francisco García Marquina, porque la esperanza es el manantial de cada forma de vida. Vamos a escuchar por la voz del poeta No sé que buen color.

 

 

  Marquina, Soler, el alcalde de Salamanca, Vitale y García

 

POEMAS DEL LIBRO PREMIADO

 

No te nombro, Señor, porque siempre es en vano

y aunque pronuncie a Dios, con todo el corazón,

siempre digo otra cosa

reducida y mortal, con el tamaño de mi boca.

 

Pero pongo tu nombre como primera piedra de este día

y después por la calle lo disipo

diciendo adiós, con Dios y hasta mañana

si Dios quiere, y parece

que fuera un juego serio heredado de antaño.

 

Como un don de familia, inevitable,

yo llevo en el bolsillo que ocupa el corazón un Dios sencillo,

antiguo, sosegado, de primeros auxilios y de últimas palabras,

un Dios de ir y venir. Sencillamente

un Dios de andar por casa.

 

En el instante blanco de la flor del almendro

sobre los campos se oye el evangelio

que enmudeció la nieve.

 

***

 

 

Bienaventurado sea quien entiende

la palabra menuda de la lluvia

y el hervor de conciencia que arrastran los ganados.

 

Bienaventurado sea quien atiende

las confidencias de los manantiales

y el celo con que el viento trastorna a los olivos.

 

Bienaventurado sea quien acoge

en su pecho la voz de la campana

cuando ella pasa página a la razón de un día.

 

Bienaventurado sea quien comprende

al comulgar con la naturaleza

que dentro de lo mínimo está el máximo

 

 

  Marquina y su esposa con el poeta salvadoreño Tony Peña

 

***

 

 

Hoy le he dado a mi perro una ración de Dios

en un papel que pone:

 

2 x 2 = 36

 

Lo ha olido atentamente y le ha sabido a nada,

aunque las matemáticas le andan por todo el cuerpo

y hasta su último pelo pende de una ecuación

 

Luego ha alzado los ojos hasta encontrar los míos

y, para sacudirse sus dudas de intemperie,

ha movido la cola lleno de confianza

 

Este puro animal es un perro de fe

que me ama más allá y más firme y más luego

de la desolación que le dictaba el viento.

 

Gerardo Rodríguez

 

 

 

INMACULADA IADICICCO SOBRE GERARDO RODRÍGUEZ

 

 

Buonasera, Gentile pubblico, poeti. In nome della scuola Adelaide Ristori, ringrazio il professore Alfredo Perez Alencart che spero di avere l’ onore di ricevere da noi, grazie per averci permesso di essere qui, e grazie per la divulgazione del Premio Francisco de Aldana.

 

L’ altro libro premiato del messicano Gerardo Rodriguez al quale ho l’ onore di consegnare il Premio. Gerardo Rodriguez è forse il poeta messicano più grande che ha partecipato alle edizioni del premio Francisco de Aldana, il poeta della decenza e del rigore. La sua poesia, lontana da qualsiasi  astrazione ideologica, riesce a mostrare, nella complessità della sua ricerca espressiva, il senso di autenticità umana che sa resistere a tutto, a patto di rifiutare qualsiasi enfasi, qualsiasi facile gioco di vanità. Il nucleo della lirica di Gerardo Rodriguez è pertanto un’immagine tipica, un’immagine essenzialmente non irrelata: sia pure poi di difficile o disperata interpretazione; nell’alone poetico di quell’immagine è involto il possibile significato, tutto il travaglio esegetico.

 

Nell’ultima testimonianza-limite codesta forma eccezionale di conoscenza è accettata, si può dire, quasi una nuova convenzione». Rodriguez infatti nelle sue poesie interpreta il modo di essere degli uomini. Cerca dunque di carpire la vera essenza dell’essere umano, non condizionata da un avvenimento storico in particolare, prendendo in considerazione le nostre emozioni e i nostri sentimenti. La poesia nasce da un’insoddisfazione, sentimento che proviamo tutti, è per questo che il componimento poetico ci appassiona, perché ci riconosciamo in ciò che leggiamo, in quel sentimento che prova il poeta e che ha provato chiunque abbia letto quel testo e abbia vissuto quell’esperienza. È su questo che si basa la sua lirica, sulle esperienze, e se non le abbiamo vissute,

non la capiremo mai. I sentimenti Rodriguez si rivolge ad un tu, che è rappresentato da varie figure.

 

Il significato che Rodriguez dà alla poesia non è però solo sentimentale, infatti dietro ogni singola

parola si cela l’etica che egli le conferisce: il male di vivere. Questo è il messaggio che il poeta infonde in ogni sua opera. La nostalgia di vivere di Rodriguez si manifesta in tutte le sue poesie. Un

altro tema toccato in questa poesia è la terra. Per Rodriguez la terra è talmente importante da dedicare ad essa una intera metafora dell’ esistenza. Questo libro si presenta subito in un ambiente

dal paesaggio immaginato un paesaggio mitico marino , contemplato e desiderato. Vivo nella memoria del poeta.

 

 

  Di Leo, Iadicicco y Rodríguez

 

Buenas tardes amable público, poetas. En nombre de la escuela Adelaide Ristori, agradezco al profesor Alfredo Pérez Alencart, a quien les doy las gracias por permitirnos estar aquí y gracias por difundir el Premio Francisco de Aldana.

 

El otro libro galardonado hoy, es del mexicano Gerardo Rodríguez, a quien tengo el honor de presentar. Gerardo Rodríguez es quizás el poeta mexicano más conocido que participó en las ediciones del Premio finalista en tres ediciones. Rodríguez es poeta de la decencia y del rigor. Su poesía, lejos de cualquier abstracción ideológica, logra mostrar, en la complejidad de su investigación expresiva, el sentido de autenticidad humana que sabe resistirlo todo, siempre que uno rechace cualquier énfasis, cualquiera fácil juego de vanidad. El núcleo de la letra de Gerardo Rodríguez es, por lo tanto, una imagen típica, una imagen esencialmente sin vínculos: aunque sea una interpretación difícil o desesperada; en el aura poética de esa imagen está implicado el posible significado, todo el trabajo exegético.

 

Rodríguez, de hecho, interpreta en sus poemas la forma de ser de los hombres. Por lo tanto, trata de comprender la verdadera esencia del ser humano, no condicionado por un evento histórico en particular, teniendo en cuenta nuestras emociones y sentimientos. Su poesía nace de una insatisfacción, un sentimiento que todos sentimos, por eso su composición poética nos emociona, porque nos reconocemos en lo que leemos, el poeta siente y  ha intentado transmitir a cualquier lector haya vivido esa experiencia. Rodríguez habla de un tú, que está representado por varias figuras.

 

El significado que Rodríguez le da a la poesía no solo es sentimental. La palabra oculta la ética que le confiere: el mal de vivir. Este es el mensaje que el poeta infunde en todo su trabajo. La nostalgia de Rodríguez por vivir se manifiesta en todos sus poemas. Otro tema mencionado en este poema es la tierra. Para Rodríguez, la tierra es tan importante para dedicarle toda una metáfora de la existencia. Este libro aparece inmediatamente en un entorno. del paisaje imaginado un paisaje marino mítico, contemplado y deseado. Vivo en el memoria del poeta.

 

 

  Iadicicco y Rodríguez

 

POEMAS DEL LIBRO PREMIADO

 

 

Y los labios probaron la luz primera, en ausencia de palabras.

El silencio ha salido de las venas.

Eternamente la higuera con frutos como senos desnudos,

parece espuma creciendo lentamente hacia el cielo

en los huertos del sueño.

Júbilo de plumas es el tiempo su aroma vértigo de rosas,

la mirada como piedra.

El grito de los pájaros sigue colgado de las ramas del árbol

que bajo la lluvia blanda se balancea

para que finalmente todo tenga sentido.

 

 

  Iván Oñate y Gerardo Rodríguez

 

 

***

 

 

Calmo, de pie en soledad de piedra

envuelto estoy por un lamento animal

y una voz ligera,

me visita un pensamiento por sorpresa

y me libera del pesar cotidiano,

de lo escrito con letra antigua.

Sufro una herida tímida,

alejo mi presencia en una ruta azul.

 

Todo me sobrepasa, estremece mi corazón.

Arde sin cesar la yerba dentro de mí

y la compasión se extiende en mi cuerpo.

 

 

Gerardo Rodríguez

 

***

Lo ocurrido me toca a través de la existencia de otros.

Es unido en el sueño aquello que el rayo quiebra.

Los instantes engrandecidos abandonan el agua,

la sombra de la higuera se hace huerto.

Recuerdo un cuerpo desnudo, a él me entrelazo,

siento ser acariciado profundamente,

un velo dormido me cubre.

 

Sigue solitaria la llama de la noche,

no hay sitio donde poner el pensamiento

y los pájaros con intensa agitación predicen tormenta.

Polen de mal-tiempo cruza los márgenes de un edén

que tiene la forma del sueño,

mariposas avanzan en el rojo cielo por la parte más fría.

Apoyado contra el lodo se amontonan

mi saco descolorido, la tenue brasa del tabaco,

migajas del otoño

y la indolente voracidad que sé que no es mía.

Un lienzo me cubre temor y sombra

 

 

Aparto los ojos de lo vivo,

de las señales de partida en las paredes que esperan la demolición,

sueño la sed, el sexo, el mar.

Vestido de otra manera me arrodillo

al centro de un cuarto de madera muy vieja.

Clavo en la luz los violentos gestos heredados.

Escucho el tañido de campanas que el río se bebe

y las llaves rompiendo cerraduras.

De la fragilidad del ayer

pasa el aire y altera el orden:

regreso al barro,

voy por sitios que desaparecen a mi paso,

sobre el piso un reguero de voces,

todas las flores rotas y la canción de nadie.

Si la mano no tiembla

levanto pétalo tras pétalo hasta pasar a otra orilla.

Todo vuelve a quedar desierto,

nadie puede prever la muerte de un árbol en la madrugada,

no sé en qué dirección crece el letargo,

aquí todo se repite, dura para siempre.

 

 

 

Lectura de Gerardo Rodríguez en el instituto Fray Luis de León

 

Aún no hay ningún comentario.

Deja un comentario