POEMAS INÉDITOS DE LA URUGUAYA SILVIA GOLDMAN. XXII ENCUENTRO DE POETAS IBEROAMERICANOS

 

 

Silvia Goldman

 

 

 

Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar cinco poema inéditos de la uruguaya Silvia Goldman (Montevideo, 1977). Vive en Estados Unidos desde hace diecisiete años. Poemas y artículos académicos suyos han sido publicados en revistas literarias de Latinoamérica, Estados Unidos y Europa. En el 2008 publicó su primer libro de poemas titulado ‘Cinco movimientos del llanto’ (Ediciones de Hermes Criollo). En el 2016, la editorial Cardboardhouse Press publicó ‘No-one Rises Indifferent to Sorrow’, una selección de dicho libro traducida al inglés por Charlotte Whittle. De los peces la sed, que se encuentra entre los finalistas de los premios ILBA (International Latino Book Awards), fue publicado en el 2018 por la editorial Pandora Lobo Estepario. Su manuscrito inédito, ‘miedo’, fue finalista del VI Premio Internacional de poesía “Pilar Fernández Labrador”. Tiene finalizados cuatro manuscritos: ‘árbol y otras ansiedades’, ‘linaje’, ‘miedo’ y un ensayo académico titulado ‘Un nuevo contrato dialógico. La recuperación de la palabra en la poesía latinoamericana contemporánea’. Es doctora en Estudios hispánicos por la Universidad de Brown y enseña en la Universidad de DePaul.

 

 

 

 

El primer poema de esta muestra saldrá publicado en la antología ‘Llama de Amor Viva’, homenaje a San Juan de la Cruz dentro del XXII Encuentro de Poetas Iberoamericanos que se celebrará en Salamanca entre el 14 y el 17 de octubre, dirigido por el poeta por A. P. Alencart, profesor de la Universidad de Salamanca

 

 

 

  Foto de José Amador Martín

 

sin retorno

 

                                               “[…] a oscuras y en celada,/estando ya mi casa sosegada.”

                                                           (San Juan de la Cruz, “Noche oscura”)

 

este verso no puede volver a casa

porque si lo hace se pueden romper los cajones puestos en él
este verso puede entrar en el pasillo y en la cocina

hacerse de un llanto que lo ponga de pie

este verso va a dedicarse a la noche y volverla aguda

como la palabra humanidad
¿es la ida al analista un lugar para analizar

la idea del analista lo que deposita en nosotros antes de la huida?

se pregunta este verso que piensa en Yepes y no lo detiene

en las sensaciones tenemos piernas que están ahí para esperarnos

a veces se arrodillan frente a una casa y es como rezar 

a veces articulan una familia lejos de la superficie exacta

o cóncava de los platos y es el hogar

tenedores que tienen a la altura de las bocas de los comensales

una ocasión para el cambio
otras son una noche oscura que se espera no como impersonal

(alguien que no importa espera)
sino como reflexiva porque se espera a sí misma la noche

noche que corre hacia la noche que huye

de la noche que espera la idea de la espera de la

noche y que estudia la palabra oscuridad dentro

del estudio que hay en esa oscuridad
este verso habla de esta noche

para hacerla un vaivén duro de carne

un pedazo de lo que no necesita o quiere lastimar

¿quién dijo por primera vez la noche y le puso una herida?

¿con qué sonidos le aviso eso a esa voz?

¿y ahora qué va a hacer él con toda la extensión de

la palabra oscuridad?

¿en qué hueco de la infancia va a poner sus rodillas para rezar?

 

 

  Foto de José Amador Martín

 

 

ternura

 

para llevarme tu habitación podría esperar

que las paredes hicieran tierra con mi miedo
o ablandaran el lugar tan inseguro que hay en la noche

por alguna de sus bocas
este balde derrama el agua que juntamos

las manos que nos dieron el pan

parecen atadas

yo vi sus verdes blancas uñas de pasto
y puse en ellas el animal

 

una madre

son procesos indecibles
y no podemos decidirnos por una palabra

porque decirla es como derramarla

o entrar en ella sin rastro de él

si no me llevo tu habitación podrías traérmela
mostrarme sus muros
la altura de ciertos sobresaltos
ante la palabra padre
no había antes que nosotros ninguna hostilidad
ni siquiera en el vocabulario
ternura también era una palabra

no no era sólo una palabra

era una posición frente al lenguaje

que no supimos reducir

 

tomaste esa decisión y te tocaste ambos hombros
no me opongo y sin embargo

¿tengo otra opción?

 

 

Foto de José Amador Martín

 

 

hechos naturales

 

entre los hechos naturales discutíamos la muerte

el tiempo y su relación con el andar de los gatos

las patas delanteras en relación con las traseras

la forma en que diferenciaban la caza de la huida

la forma en que la huida se hacía miedo cerca de los perros

lo intrínseco como una intrusión

 

la carretera se hacía profunda ante este hecho

un trago agridulce colgaba de tu glotis

si tu garganta resistía era porque parecía ése

el modo de retener a los gatos

la economía del grito los habría llevado lejos

tenerlos sobre los hombros era lo mejor

temíamos el agujero

la incertidumbre de las patas cuando tocan lo verde

 

disponíamos de todo el amanecer que encontrábamos

lo acumulábamos a nuestros pies

luego lo pisábamos

todavía en la carretera

adentro de ese profundo hecho

el auto era una montaña 

estábamos sedientos y con frío abajo

la cintura se nos hacía un nudo de pis

al fondo nos hacíamos pedazos

nos pisábamos

cuando ese pedazo tuyo cayó en mi cabeza

tuve que volver en la noche y no dejarte dormir

para eso te lo dije 

para no dejarte dormir

yo te dije eso y vos supiste que esa noche te iba a caer

lo inalienable

 

 

  Foto de José Amador Martín

 

 

la voz

 

 

la voz tenía buenos momentos
tenía malos
tenía a mi madre muerta
y a mi padre lo tenía observando
los elementos
de los pómulos le colgaban obtusas conmiseraciones
que aguardaban afuera de su boca

una casa para entrar

 

siempre hacía frío ahí

entre su boca y la casa

 

entonces nos ponía de frente a mi madre muerta y a mí

para que nos miráramos

pero yo miraba hacia la ventana

el desgaste de una luz oblicua

sentía en la yema de los dedos

los vidrios que adornan y luego

rompen las plegarias

 

tenía esas heridas

 

  Foto de José Amador Martín

 

 

Hansel y Gretel

 

a Daniel

 

 

de los pretiles rotos de la infancia

al que más subíamos era aquel que conducía al camino

clavábamos nuestros pies en los pedales

y buscábamos el equilibrio
que nos llevara hasta una playa
pero justo ahí algo se trancaba

o se caía

y lo único que quedaba
era un hilo de sangre

que nos nacía en las rodillas

avanzaba con nosotros

conocía también el camino

porque había estado ahí  

pero ese recuerdo era móvil

y no lo teníamos

lo que teníamos era el camino

nos seguía como un perro

nosotros le tirábamos

algo de esa sangre

no para que supiera volver

sino para deshacernos

 

 

  Foto de José Amador Martín

 

 

 

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