POEMAS FAMILIARES DEL PERUANO WINSTON ORRILLO

 

 

El poeta Winston Orrillo

 

 

Crear en Salamanca se complace en publicar estos poemas de Winston Orrillo (Lima, 1941), quien estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), donde obtuvo el grado de doctor y fue director de la Escuela Académico-Profesional de Comunicación Social de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas. Ha publicado La memoria del aire (1965), Travesía tenaz (1965), Crónicas (1967), Orden del día (1968), Nueve poemas (1969), 14 y un sonetos (1971), Calendario (1972) en colaboración con Nana Gutiérrez, A la altura del hombre (1971, antología de sus poemas políticos), Sus mejores poemas de amor (1971), Autoelegía (1971), Nuevos poemas de amor (1971), Telegramas (1971), Admonición(1977), Sobre los ojos (Ediciones Capulí, Lima, 1981), Elegía (1981; poemario dedicado a su padre muerto), 40 poemas de años (1981), Animal de amor (1981), La capital del corazón (1988), 50 poemas de años (1991), Homenaje a Mozart y al cine (1991), Hacer el amor (y otros poemas) (1997), Poemas de amor (miniantología seleccionada y publicada por César Toro Montalvo, 1998), Manual de poesía amorosa (1998), Poemas para un gato (204), Monumento del cuerpo (2006) y El libro de Benita (2011) Ha sido jurado en el Concurso Internacional de Literatura “Casa de las Américas” (Cuba), y ha viajado por casi todo el mundo en misiones culturales y de política cultural. Ganó el Premio Poeta Joven del Perú en 1965 y obtuvo el Premio Nacional de Cultura (Periodismo) en 1969. Su obra está parcialmente traducida al inglés, francés, italiano, búlgaro, ruso y coreano. Hasta su jubilación, fue catedrático principal de la UNMSM.

 

Estos poemas, escritos en tiempos distintos y distantes, como bien lo señala el poeta en la nota enviada a Crear en Salamanca: “He querido rescatar estos poemas vitales, como una suerte de exorcismo más contra la pandemia que nos sigue agobiando. ¡Así sea!”.

           

Foto de José Amador Martín

 

MI CARRO DE BOMBEROS

(A mi hijo Fidel)

 

En Pascua, lo recuerdo,

Papá me regaló

Un carro de bomberos.

 

Los bomberos, de negro,

Mas rojo era el color

Del carro regalado.

 

¡Infundio de la infancia!

Todo llega a su fin:

Y el carro se ha perdido.

(Pero allí, en un armario,

Acaso pueda estar

Mi carro de bomberos).

 

Y pienso en mi pequeño

Que pronto nacerá

En medio del incendio.

 

Y voy a regalarle

Aunque sea el color

Del carro de bomberos.

 

Y estaremos alegres

Pues sé que aqueste incendio

No se apaga jamás.

 

 (escrito poco antes que él naciera).

 

 

Foto de José Amador Martín

 

ÉL VINO DE TAN LEJOS

(A mi segundo hijo, José Carlos)

 

Él vino de tan lejos

A inaugurar un orden

De hurañas medianoches

Y leches y desvelos.

 

Él vino de tan lejos

Para que yo le ofrezca

Una casa de fieltro

Y un pan intermitente.

 

Él vino de tan lejos

Y supo anticiparse

Al canto, a los zumbidos

De mi animal de turno.

 

Él vino de tan lejos

Y con él han llegado

Los grumos de mi infancia

Y el pantalón bombacho.

 

Y el ancla de mi calle

Y el llanto de franela

Que mamá, parpadeante,

Guardaba en los baúles.

 

Él vino de tan lejos

Y giraron los goznes

¡Y el día es un granero!

 

Foto de José Amador Martín

 

 

CANCIÓN

(A mi hija Micaela)

 

 

Por el momento, niña,

La vida es un muñeco

Muy feo, y como el ogro

De los cuentos que ahora

Me niego a relatarte,

Devora a muchos hombres

Y, en especial, a niños.

 

Pero mira, adorada, esto es

Por el momento. ¡Hay

Que cuidarse mucho!

(Es cierto, no lo olvides).

 

Mas el trasgo ya tiene

Sus horas muy contadas:

Le hemos salido al frente.

Todavía -esto es cierto- con

La cola asesina; y, además,

Tú lo sabes, no hay nada

Más artero que un animal herido.

 

Sin embargo, te afirmo: un día

Tu sonrisa será la de la vida;

Y tu boca de pronto, podrá

Besar sin miedo

Lo que te plazca, entero.

 

Y, entonces, todo aquello

Que hoy día te da miedo

Será una pesadilla, un

Mal sueño que, claro,

Nosotros borraremos.

 

 

Foto de José Amador Martín

 

 

ANDREA

(A mi primera nieta)

 

Pura

  Como la

     Música

         De Mozart.

 

Frágil

  Leve

    Dulcísima

       Y aérea.

 

Llegaste

   Al fin

     Del siglo

       A prolongarlo.

 

Eres la

  Aurora

     Misma

        Recién hecha.

 

Milagro

  Prodigiosa

     Criatura.

 

Miras

  Detrás

     De mí:

        Me recuperas:

           Me inventas

             Renovado

               Rosmarino.

 

Y ríes

  Como ríen

     Los capullos.

 

Rutilante

  Recibo tu mirada:

    Tus ojos,

       Golondrinas,

          Mi verano.

 

Y aun

  Cuando

    Tú lloras

      No hay tristeza

        Sino el justo

          Desboque

            De un torrente

               Do puedo

                     Rescatar

                        Las energías:

                          Sentirme

                             Enhiesto

                               Ser irreversible.

 

Exorcizas

  La sombra

     Que me cerca.

 

Reinauguras

  El canto:

    ¡Lo haces

       Vida!

 

Trujillo 11-2-1997

 

 

Foto de José Amador Martín

 

 

NIÑO DE DIECINUEVE

(A Carlos)

 

Hoy día, sorprendido, he descubierto,

Al buen hermano mío que viviera

Junto a mi lejanía y que buscara

-niño de diecinueve o más o menos-

 

Siempre calor y sombra en nuestra casa:

Bajo el árbol atroz de la familia.

Párvulo siempre fue, ¡tan sensitivo!,

Este tierno heredero de una estirpe

 

Que la tierra pobló con su vesania.

¡Cuántas veces su sombra solamente

Yo sentí tropezando con la mía!

 

Porque mi casa estuvo casi siempre

Poblada y despoblada al mismo tiempo.

Y mi hermano era un pozo nunca lleno.

 

 

(Texto en homenaje a mi hermano muerto el 28-3-221, con la reproducción de un poema para él, escrito hace casi 50 años).

 

Foto de José Amador Martín

 

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