POEMAS DEL SALVADOREÑO LUIS BORJA. XXII ENCUENTRO DE POETAS IBEROAMERICANOS

 

 

El poeta Luis Borja, retratado por Miguel Elías

 

 

 

 

Crear en Salamanca tiene  el privilegio de publicar una muestra poética de Luis Borja (Ahuachapán, El Salvador, 1985). Poeta y profesor del Departamento de Letras de la Universidad de El Salvador. En 2014 obtuvo el Accésit del XXIV Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma con su obra El Disparo. Cuentos del Barr(i)o, publicado en 2014 por la editorial Visor. Otros poemarios son: Letrosis (2013), Pus (2014), La herida del poema (2015), Mi hombro es una lágrima (2016), Un labial para las muertas (2017) y UMIT (Ediciones Diputación de Salamanca, 2019). También realizó la antología  Subterránea palabra (2016). Miembro fundador del Taller de poesía del Parque (Ahuachapán), en 2006 ganó el Certamen de Poesía Universitaria y, desde entonces, ha participado en diversos festivales celebrados en países centroamericanos. Poemas suyos se han difundido en revistas de España y México, y en las antologías Invisible. Antología de poesía joven salvadoreña (Venezuela); Las puertas de la madrugada. Antología poética Cuba-El Salvador (El Salvador-Cuba) y En el nombre de hoy (Visor, 2015). Con UMIT se alzó con la VI edición del prestigioso Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador.

 

 

 

Perfil de Salamanca (foto de José Amador Martín)

 

 

Luis Borja asistirá al XXII Encuentro de Poetas Iberoamericanos.

 

 

 

foto de José Amador Martín

 

 

HIJOS, TENGO UN GUSANO EN EL CORAZÓN

 

                                                                  Para Anne Sexton

 

He pensado en pronunciar toda palabra
Sangre
                     Ceniza 
                                            Y humo
Pronunciarla como una madrugada tortuosa
Pero hijos
Hoy por la tarde he arrugado todas las caricias de mis años
Le he cantado a mi almohada todos los versos fúnebres
Como se le canta a la sangre cuando conoce la agonía
Cariños
Cariñitos de melancolía
Pájaros del viento y de la piedra
Sangre de la herida y la plegaria
Huesos del vientre y de las penas
Al final he querido decirles lo mucho que los quiero pero no he terminado el poema
Sin embargo ustedes sabrán entender que
“Los suicidas poseen un lenguaje especial”

 

 

 

foto de José Amador Martín

 

 

PÁJARO Y ARENA

Sé que es muy difícil pensarte con las manos heridas por la nostalgia 
aún así me imagino cómo cantan tus palabras a la ternura
La regocijada voz sangrada con que imitas a los pájaros
Los latidos de tus dedos desgranando la distancia
—Creo que en ese arpegio resumes toda tu tristeza—
A veces creo que sos una melancólica palabra que se le pierde a las tardes 
¿Te parece extraño pensarte así? 
Y es que en vos a veces también es fácil percibir la soledad moderna con que maldices las calles
El terrible golpe con el que rompes los vacíos. 
Quizá te preocupe la mediación que existe en el muerto y el arma 
Quizá te preocupe la cariada sonrisa de los niños perdidos 
Quizá te preocupe la delineada frontera apilada de muertos 
Por eso me encuentro en vos 
Porque es fácil ver en tus ojos la desbordada ternura de la que hablamos 
Y eso es lo único que nos salva de la muerte
Tengo que terminar diciéndote 
Que a veces cuando te pienso 
Te imagino pájaro y arena
Y vieras qué tierno me imagino en tus manos.

 

                                                                  (Del libro inédito Elogio del niño delirante.)

 

 

 

foto de José Amador Martín

 

 

EL BELLO LEGADO

 

Soy un país moribundo

Me nació el hijo entre la pólvora

me nació en la trinchera escondida en el beso de la muerte

Me nació el hijo en el escondite

en la alambrada inerte que tejimos como barricadas

Me nacieron los hijos muertos

estrellados

mutilados

Corriendo hacia el abismo que les ofrece el nuevo siglo

Me nacieron los hijos sueltos

volátiles como el suspiro de un disparo

Me nacieron los hijos desaparecidos como el pulso de un latido tuerto

Como la práctica onanista de un país que se pudre

De un país que se queda mudo

con la garganta cercenada de disparos

Me nacieron los hijos ciegos

Me nacieron los hijos mudos

Agonizantes

cabizbajos

cohibidos

Me nació el eructo de un beso prohibido en la frontera de  los sueños

Los hijos junto a los sueños se me pudrieron

Me nacieron inmigrantes con la plegaria del sueño americano

Con la agonizante ceguera de convertirse en lavaplatos

en constructores

En mendigos colectores de sueños

En limpia mierda sin temblarle el pulso ante la injuria del yanqui

en venado escapista de trenes

en alma nostálgica ante el himno nacional

Y sin embargo la plegaria insiste en convertirlos

en prostitutas en plena frontera

en el alma del coyote

ese mismo coyote que ahoga los sueños entre sus colmillos

dicen que el mar se ha vuelto más violento

dicen que el  mar está a punto de vomitarlos

dicen que el mar esconde la palpitación imbécil de sus sueños

dicen, a mi no me lo crean

ni a este país que parió los hijos desaparecidos

prostituidos

secuestrados

abandonados en el desierto con la frente sudorosa

con la boca muda sin pronunciar su nombre

con la garganta agónica en busca del sueño

con la adeudada caricia de las madres invocando su angustia

rogándole a los santos que intercedan en su ascenso a los infiernos

me nacieron los hijos hambrientos del sueño americano

me nacieron  analfabetos

caóticos

delincuentes

me nacieron roedores habitantes de una ciudad testaruda

me nació la ciudad agobiada transpirando el olor de las cloacas

las calles y su aturdida manera de mostrar el sarro de los orines

me nacieron los somnolientos bostezos de un niño huele-pega

del niño habitante mudo abstraído en su sueño urbano

del niño adorado rey de alcantarillas

me nació la suplicada nariz llena de coca

me nacieron los niños dibujando los sangrados círculos de sus vidas

me nacieron aspirando  la inclinada línea de los años

me nacieron galopantes los gritos por el crack

por la temblorosa agonía de escaparse un rato

por la temblorosa sonrisa perdida

por la temblorosa mirada que cicatrizan las heridas

temblorosas también las piernas líquidas de una niña en las calles

de la niña vendiéndose ante la fría liturgia del sexo

me  nacieron las  niñas raptadas

la decapitación  incesante de sus senos

la mutilada forma de abotonar las noches

el laberinto carnal de construir los cuerpos

el asolapado misterio del sexo

Me nacieron los cansados días en el mercado

la agobiante tarde en busca de un muerto

la oxidada rutina de verme desnudo y sin cinco

me nació la hipotecada ilusión de una  casa

la deuda externa facturada con mi nombre

la cansada tradición de hilvanar los sueños en una maquila

Me nacieron los hijos traficantes

Me nació el lavado de dinero

Me nació la corroída mueca del narco

El diplomático parpadeo de los políticos

La inflamable historia de los corridos

La triste canción de  un tiro

La estoica versión de raptarse a los niños

La detonada travesía de traficar con el hambre

Me nacieron las temblorosas manos del sicario

El ajuste de cuentas tiñendo las calles

La bala perdida

Cae

La bala perdida te busca

La bala perdida tiene tu nombre

La adjetivada muerte de los niños

El desaforado destino de la muerte

Me nacieron las pandillas

La pactada muerte entre sus dedos

La tatuada cicatriz de un país sin memoria

La agobiada mutilación de los días

Los cementerios clandestinos

Y la agonía de salir a las calles

Las apiladas caricias de los cráneos sueltos

La decapitada mueca de los muertos

Me nacieron cansados los parpados

Los crucificados brazos  del silencio

la agonía de pegarme un tiro y entrar como un dios a los despojos que me dejó las postguerra

 

 

 

foto de José Amador Martín

 

 

LA TRISTEZA SE COMPRENDE EN LOS PARQUES

 

I

 

La línea del tiempo es una cicatriz en la cara

En ella se impregna toda la tristeza por la tardes

¿Hoy es lunes o domingo?

es el día de la tristeza en los parques

No

Hoy es el día que la amargura se queda atada a las bancas

El día en que los huesos se vuelven más cansados

El día que mis ojos se tragan el mundo

No

La tristeza no está en los parques

Son los años sedientos de la nada

Sedientos del sinsabor de los días

 

II

 

El parque es un ataúd a las cinco de la tarde

Veamos a todos sus muertos contemplar  la agonía del día.

¿Cuántos años tiene usted Don Rubén?

Tengo 75 golpes en la cara

El sueño de la palabra en mi lengua

Tengo,  jovencito,  las manos abiertas  para el poema

Para que encuentre en ellas el ritmo del agobio

Porque no es fácil, niño

No es fácil  ser el cemento

o la carne postrada para el paisaje.

Yo tuve la fuerza  del verso en mis puños

Lo amargo del verbo vivir

Sí lo tuve

Lo tuve como se tiene una esperanza

Ahora véame

Vea mi aliento al filo de un café

Vea mi cara cortada por las agujas del reloj

Tengo 75 golpes en la cara

Tengo la edad del tedio y las ganas de morirme ya.

 

 

 

foto de José Amador Martín

 

 

DESIERTO

 

Para los niños migrantes

 

 

LA OSAMENTA ES  UNA PROLONGACIÓN DEL DESIERTO

la cruz de hueso que se pierde en el exilio

En el desierto se muere con el nombre tatuado de todos los hijos que quedan atrás

con la embarazada agonía de descubrirse incierto

con la lengua seca abrazando la saliva

En el desierto los muertos son una arena esparcida

duelen como una espina deslizándose  en la carne

duelen como la tumba en la que nadie se persigna

Es que no es fácil ver la arena como un veneno suave

cuando el sol se vuelve una ruina sobre la espalda

cuando la garganta es un pájaro apagado

no es fácil con la esperanza de toda una  familia

En el desierto se muere a los de pies del nopal con el corazón putrefacto

los cráneos ruedan como tren perdido

las piernas son rieles mudos que no encuentran el camino

las vísceras son una  cadena de flores de sangre

flores de muerto mostrando sus dientes

la lengua como un tajo de carne podrida se hace pesada

pesado también el andar ecuestre de todas las fronteras

de todas las carnes desgarradas en Tecun, Chiapas, Coahuila

En el desierto los muertos son un muro de huesos que se quiebra

Un río de sangre que se seca en cada manotada

Una bandera tejida con todos los dedos de Centroamérica

En el desierto

sólo en  la piedra  el cerebro destila lo amargo de los sueños

sólo la piedra se apiada de la carne

sólo la piedra es el epitafio de todos los migrantes

 

 

 

foto de José Amador Martín

 

 

MAQUILA

 

Soy la mujer con el pulmón agujereado

Con mis manos  hilvano los cuatro puntos cardinales

Soy la madre sosteniendo el humo con la angustia

Soy  la artritis   gastada en la madrugada

soy yo

la madre de la maquila

la madre de todos los trapos

con mis ojos gastados voy buscando la luz en este camino

encadenada sobre la banca soy el despojo de mi carne

Soy todas las mujeres con  los vientres rotos

Soy todas las mujeres podridas que adornan las maquilas

Clotilde ha quebrado sus brazos  a la hora del fastidio

Sus dedos son hebras para tejerles pupilas a los niños

A todos los niños muertos que se van acumulando en este paisaje

A los niños que desprenden  la sangre de nuestras faldas

Angélica fue una

Con el rencor  mascado  vomitó toda la sangre

Abrió sus piernas como una flor marchita

Y rodó el niño alborotando todos los violines

¡Ay!  el retrato estremecido de todos los días

¡Ay!  la emoción amarga del descanso

¡Ay!  la angustia a la hora del receso

soy yo

¡la madre de la maquila!

¡la madre de todos los trapos!

Con mis manos sangradas estoy tejiéndole a la luna todo el silencio

 

foto de José Amador Martín

 

 

 

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