POEMAS DEL COLOMBIANO ALEJANDRO GARCÍA GÓMEZ. ILUSTRACIONES DE EMILIO SÁNCHEZ

 

 

1

Regreso a Ítaca

 

 

Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar una serie de poemas de Alejandro García Gómez (Sandoná, Nariño, 1952). Ha publicado los poemarios Transparencias (Medellín, 1991), Cartas de Odiseo (Medellín, 1996) y Alfabeto de Sombras (Medellín, 2003). También el libro de cuentos No Es Por Azar que Nacemos (Medellín, 2004) y la novela El Tango del Profe (Pasto, 2007). Es miembro fundador y pertenece al Consejo de Redacción de la Revista Mascaluna. Ha publicado ensayo, cuento, poesía y crónica en algunas revistas y periódicos del país. Ha sido ganador de algunos concursos de poesía y cuento en su país. Escribe la columna de opinión ‘Desde Nod’ en El Mundo de Medellín y Diario Del Sur de Pasto. Ha sido columnista de Pagina10, La Patria de Manizales, El Meridiano de Córdoba de Montería y de otros periódicos regionales del país. Es Licenciado en Química y Biología de la Universidad de Nariño (Pasto) y Magíster en Educación de la Universidad de Antioquia. Trabajó como docente de Química y Biología en el colegio San Luis Gonzaga de Túquerres (Nariño) y en el Departamento de Ciencias Naturales del INEM José Félix de Restrepo de Medellín.

 

1A

 

 

Los poemas han sido seleccionados de su libro Alfabeto de Sombras, editado por el Fondo Editorial Universidad EAFIT (Medellín, 2003). Fue enviado por nuestro colaborador Juan Mares. Las ilustraciones son obras del artista abulense Emilio Sánchez

 

 

 

2 Nave de Argos

Nave de Argos

 

CAMINOS DEL SUEÑO

1
ODISEO, viejo viajero de los oscuros caminos del sueño:
¿demoras la angustiosa partida
o temes el incierto retorno?

 

 

4

 

Vigila que tus palabras no nazcan muertas:

sería señal de que perdiste el camino

o el viaje.

 

Si lo primero:

vuelve a alumbrarte con la estrella

que guardaste en tus alforjas,

al salir de la casa de los tuyos.

 

Si lo segundo:

recuerda que cada viaje tiene su propio riesgo.

 

 

 

3 Oráculo

 Oráculo

 

5

 

Puede que alguno de tus naufragios

desvíe tu proa hacia el país de Nod.

No desdeñes las enseñanzas ni los frutos

del hombre que allí vive:

por su mano y con dolor,

descubrió que el sufrimiento

es el mejor remedio contra el orgullo

o el mejor elíxir para avivar la envidia.

Hoy vive solitario,

maldecido de los suyos y de sus descendientes.

14
Únicamente cuando la bestia duerma,
amolarás el cuchillo;
así, al despertar, sólo encontrará sus ojos.

 

 

16

 

Recuerda

que tan viajero es quien se va

como quien se queda;

y que los caminos que se vuelven costumbre

son los peligrosos.

 

 

17

 

No olvides

que la falta de oro

te hace esclavo de quienes lo poseen;

el exceso

te hace esclavo del oro.

 

4 Oráculo

Naufragio

 

24
No desconfíes de tu mujer;
trabajo le costó tejer, tejer y tejer;
trabajo le costó destejer, destejer y destejer;
trabajo le costó desdeñar, desdeñar y desdeñar;
trabajo le costó recordar, recordar y recordar;
trabajo le costó esperar, esperar y esperar.
Pero tampoco te fíes de ella.

 

 

29

 

Aprende a leer entre líneas

las palabras de los sabios:

enséñate a jugar con fuego,

a juntarte con lobos,

y llegado el caso,

ejercítate también en aullar.

Acostúmbrate a andar solo

o acompañado sin preguntar con quién:

ya descubriste que tus caminos

reposan en tu mirada.

Aprende a soñar viendo pasar cien pájaros

y abandona tus manos en sus alas.

 

Aprende a leer entre líneas.

 

5 Acantilado de las sirenas, de Emilio Sánchez

Acantilado de las sirenas, de Emilio Sánchez

32
Ante la juventud de Calypso o los embrujos de Circe,
lleva siempre presente que el amor
es esa ebriedad que por encima

de la justicia o de la sabiduría
nos aproxima a la necedad.

34
El hastío de esperar
la ilusión de embarcar
la angustia de zarpar
el temor de navegar
la incertidumbre de volver
las ansias por llegar

¿Cuál es el verdadero obsequio de nuestros dioses?

 

 

6 El pozo del tiempo

El pozo del tiempo

 

35

 

En Ítaca, rodea a tu padre, a tu madre y al resto de los tuyos,

porque siempre a los muertos,

cuando son nuestros propios muertos,

les queda faltando un poco de vida inútil

para asegurarnos de que sepan

cuánto los habíamos amado.

 

 

41

 

El viejo aeda ciego despidió sus últimas palabras.

Su discípulo, el astuto guerrero,

como siempre, no las escuchó.

 

Sólo grabó su caminar

y, como siempre, sólo eso aprendió.

 

 

7 Ulises

  Ulises

8 El poeta Alejandro García Gómez

El poeta Alejandro García Gómez

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