POEMAS DEL BOLIVIANO HOMERO CARVALHO OLIVA, FINALISTA DEL VI PREMIO PILAR FERNÁNDEZ LABRADOR 2019

 

 

El poeta Homero Carvalho Oliva

 

 

Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar estos textos del poeta y narrador boliviano Homero Carvalho Oliva (Santa Ana del Yacuma, Departamento de Beni, 1957), escritor y poeta. En poesía está incluido en Nueva Poesía Hispanoamericana, España; Memoria del XX Festival Internacional de Poesía de Medellín y Festival de Poesía de Lima. Entre sus poemarios se destacan Las puertas, Diario de los caminos, Los Reinos Dorados, Quipus y Bautizar la ausencia. El año 2012 obtuvo el Premio Nacional de Poesía con Inventario Nocturno y es autor de la Antología de poesía del siglo XX en Bolivia, publicada por la prestigiosa editorial Visor de España. Premio Feria Internacional del Libro 2016 de Santa Cruz, Bolivia. En el 2017, Editorial El ángel, de Ecuador, publicó su poemario ¿De qué día es esta noche?, Antología de poesía boliviana contemporánea, publicada por Amargord editores, de España y Antología de la poesía amazónica de Bolivia, publicada por Ediciones Sur, de Cuba.

 

 

 

En narrativa ha obtenido varios premios de cuento a nivel nacional e internacional como el Premio latinoamericano de cuento en México, 1981 y el Latin American Writer’s de New York, 1998; dos veces el Premio Nacional de Novela con Memoria de los espejos (1995) y La maquinaria de los secretos (2008). Su obra literaria ha sido publicada en otros países, traducida a otros idiomas y figura en más de treinta antologías nacionales e internacionales como Antología del cuento boliviano contemporáneo e internacionales como El nuevo cuento latinoamericano, de Julio Ortega, México; Profundidad de la memoria de Monte Ávila, Venezuela; Antología del microrelato, España y Se habla español, México.

 

Plaza Mayor de Salamanca. Foto de José Amador Martín

 

 

Carvalho quedó entre los finalistas de la VI edición del prestigioso Premio Internacional de Literatura ‘Pilar Fernández Labrador’ (2019), concedido en Salamanca. Recordemos que a dicha convocatoria se presentaron 915 trabajos procedentes de todos los países iberoamericanos, incluidos España y Portugal, además de poemarios enviados desde Estados Unidos, Alemania, Suiza, Canadá, Israel, Francia, Suecia, Italia y Líbano.

 

 

Los poemas aquí seleccionados se presentaron al concurso de 2019 bajo el título de “Ornito/Sofía”, el cual posteriormente fue publicado en Argentina con el nombre de RECONSTRUCCIÓN DEL VUELO.

 

 

 

PÁJAROS Y VERSOS

 

El poeta Nuno Judice

afirma que cuando quiso

escribir sobre un pájaro,

este huyó del verso.

Lo intenté de otra manera:

sembré semillas en los versos

y los pájaros vinieron al poema.

 

 

 Fotografía de José Amador Martín

 

EL MILAGRO

 

 

Pasada la esperada lluvia que humedecía la tierra,

las manos de los niños moldeaban la arcilla;

entre ellos estaba Jesús de Nazaret, hijo de María,

que había aprendido de su padre eterno a modelar el barro;

hábil con las manos, dos semillas serían ojos

así su tordo de barro vería el mundo;

sus amigos insertaron ramas/piernas,

para que las aves no olvidaran la tierra.

Eran doce, como los futuros apóstoles,

Jesús, que aún no era el Cristo, miró su creación y dijo:

“Abrid vuestras alas y volad, id por el mundo cantando”,

les dio el soplo de vida que luego los magos imitarían.

A su señal los niños los lanzaron al cielo para que vuelen,

soplaron tan fuerte que a las alas de barro les crecieron plumas

y todos los niños, como siempre sucede,

fueron cómplices del milagro…

 

 

 

NIÑEZ

 

 

La voz de mi madre

está preñada de recuerdos.

Se anida en sí misma

para hablar de sus padres y abuelos,

sus hijos somos como pequeños polluelos

que alimenta con imágenes nostálgicas;

nos enseña el valor del vuelo.

De niño le pedí una jaula con pájaros,

me respondió que era igual

a un ramo de flores en las manos de un muerto.

 

Fotografía de José Amador Martín

 

 

 

pALAbra

 

 

 

¿Quieres escribir un poema?

No esperes que una musa te embarace,

piénsalo, suéñalo, concíbelo;

siéntelo crecer en tu vientre,

y, cuando sus torpes movimientos

te cojan de sorpresa

en el micro

o mientras lees tus mensajes,

acarícialo, reconócelo,

que sepa estás ahí para él.

Hazlo tuyo antes de que nazca,

adivina su nombre en el viento,

entre los ruidos de la calle,

imagina los versos yendo

al encuentro de Calíope.

Al llegar las contracciones

de tu aún extraña creación,

alúmbralo en la soledad,

se tú mismo la partera;

cuídalo como una madre,

dale de beber de tu sangre,

enséñale la Rosa de los vientos,

el lenguaje de las estrellas.

Con el “Adagio” de Albinoni,

de fondo musical,

léele a Adela Zamudio,

la poeta heresiarca;

recítale “Ítaca” de Kavafis

y algún verso de la Dickinson.

Que escuche los noticieros,

no olvides leerle cuentos,

háblale de los filósofos,

así como de tus antepasados;

debe saber que la vida

es la metáfora de la muerte.

Cuando el poema esté listo,

tu cuerpo entero lo sabrá,

las yemas de tus dedos lo sabrán,

los versos querrán irse,

entonces, solo entonces, escríbelo,

déjalo volar en cada pALAbra 

 

 

PALABRA SAGRADA

 

Una palabra para devolvernos lo sagrado: Ave/Eva

 

 

 

APOCALIPSIS

 

El sol es una sombra

el agua se retira de la tierra

la noche ya no extraña al día

un pescador se aburre en un lago

el invierno es una estación de tren

los paisajes están en la televisión

los pájaros se ocultan en los poemas.

Fotografía de José Amador Martín

 

 

ESCRIBIR

 

 

Escribir ave/vuelo/cielo y sentir que tus manos son alas. Escribir que cuando los ríos dejen de respirar, morirán las aves porque no tendrán peces. Escribir amor y no tener a nadie en tu mente. Escribir vacío y saber que es un espacio para ser llenado por la soledad o las palabras.

 

 

 

MARIPOSAS DE PAPEL

 

Agosto, mes de los vientos.

Decidimos fabricarnos alas

con papel celofán,

pajitas, hilo y pegamento;

hicimos nuestro volantín,

papalote o cometa,

salimos a la altiplanicie

a cazar buenos vientos

para darles vida

a las mariposas de papel;

corrimos con ellas

unidos por un cordel,

cuerda de bramante,

enrollada en un palo,

los pajareros volantines

se elevaron al cosmos;

en la larga cola del dragón del aire

escribimos nuestros nombres

para llegar al cielo

sin desprendernos de la Tierra.

 

Fotografía de José Amador Martín

 

LEYENDA

 

En mi pueblo

los peces viven

en los ojos de los pájaros;

cuando tienen hambre

van a la laguna y lagrimean,

cada lágrima contiene un pez;

luego juegan a pescarlos.

 

 

Fotografía de José Amador Martín

 

EL IBIS

 

Navegamos abubuya,

por las márgenes del río,

el caudaloso Ena Beni,

río de la claridad.

La corriente nos lleva,

despacio, en silencio,

las hojas secas caen

desde árboles ribereños;

mariposas vegetales,

descienden en la canoa.

Mi tío Pilo sonríe,

un ibis, ave sagrada,

se posa en la popa de la nao,

no está con nosotros;

es soberbia, nos mira de reojo,

se come los pescados.

Sonreímos

 

Homero Carvalho Oliva

 

 

BÚHO

 

Mi amiga Fanthy Velarde

–Selva la nombró su padre,

poeta de la Amazonía–

sostiene que soy un búho,

ave lucífuga como ninguna,

escarbador de sueños,

entre nidos extraños,

en la transparencia del silencio,

mirándolo todo

desde el árbol más viejo del monte…

desde el recuerdo.

¡Ahí estás!, me susurra.

Fotografía de José Amador Martín

 

 

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