POEMAS DE SALEH ZAMANAN. TRADUCCIÓN DE MOHAMED AHMED BENNIS

 

 

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El poeta saudita Saleh Zamanan

 

 

Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar, por vez primera en español, estos poemas de Saleh Zamanan (Nagran, Arabia Saudí, 1985). Poeta y dramaturgo saudí. Trabaja como director de redacción en la agencia de noticias saudí (SPA). Jefe de redacción de la revista cultural «Ragamat» publicada por el Ateneo literario de Nagran. Mantiene una columna en el periódico saudí «Al Watan». Miembro de consejo de administración del Ateneo literario de Nagran.  Ha publicado: Al Bashkanyiyá (Poesía), Londres, 2010. La tristeza de las embarazadas (Teatro), 2011. La última fiesta (Teatro), 2012. El guardián en el agujero (Poesía), Beirut, 2014. Cabeza en desgracia (Poesía), 2014. Cabeza en desgracia (la versión española), Colección Casa de Poesía del Festival de Poesía de Costa Rica, San José, 2014. Volviendo de su padre (Poesía), 2015. Una noche con Caín (Teatro), 2015. Caballeros de la adultez (Teatro), 2015. Cada vez que me lavo las manos, se hundan en el diluvio (Poesía), 2016. Ha participado en diversas actividades literarias dentro de Arabia Saudí y en otros países como Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Bahrein, Túnez, Líbano, Marruecos, Argelia, Egipto, Costa Rica y España.

 

 

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  Habitante del desierto, de Miguel Elías

ÚLTIMO LLAMAMIENTO

 

 

¡Todos dioses del sur!

Tenéis lo sagrado de arena y hierba,

la súplica sublime

de los viejos y maduros

y tengo lo que tengo de la angustia 

y de las inyecciones de recuerdos. 

Tenéis lo que tenéis, dioses del sur

 y tengo esta inmensa nada,

ya no te alcanzo,

Soy el camino inundado

Soy el encendedor del fuego

en las noches de luna y costas..

Pero no aprendí  prever el clima.

¡Soy desgraciado

porque no bailé alrededor de él!

 

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Mujer árabe, de Miguel Elías

 

 

 

SOLO A TI TE ESCRIBO

 

 

 

Solo a ti te escribo

en el momento de la metáfora de un poeta,

con el impulso azul de una llama

y el flujo de las heridas

causadas por una daga curvada.

Me encarno en ti en el inicio,

Me convierto en rejas sucesivas que surgen de ti,

busco todo lo que tocaste,

las rosas que recogiste,

los pozos que cavaste,

las prostitutas que amaste,

las aves que cazaste

con un largo fusil

y las bombas que lanzaste.

Ando por los cementerios

donde moran tus antepasados y tus muertos,

pero ya estoy cansado,

no alcancé la puerta de tu infierno

en el que se queman

los poemas y las mariposas.

Sí …

Querida ausente nada que no conozco,

Solo a ti escribo!

 

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Obra de Miguel Elías

 

 

EL TRIUNFO DE LA NADA

 

 

Amaneció el espectro de la nada

en el alba de la derrota infantil

cuando perdieron a una  niña

que respiraba con dificultad

 y nunca volverá a jugar otra vez.

 

Cuando crecieron

concibieron la nada sin conocerla,

pero sabían que el cielo

había inventado la gravedad

con el fin de evitar la lapidación.

 

Y venció la nada

cuando dejó su olor en la música

y ocultó el diario de la adustez del ser.

 

Venció antes de que visitáramos sus jardines

que nos  prometiera la imaginación el escapar.

 

Desde el inicio venció la nada

mientras nuestros queridos  muertos

se pusieron al lado de su parte majestuosa.

 

 

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Pájaro, de Miguel Elías

 

 

 

HÁLLAME, LUNA

 

 

 

En lo más profundo de mí,

hay un viejo lugar pagano

donde se celebran los ritos de la fábula

y vive el hombre primitivo

que me golpeó con su martillo de piedra.

 

Cada vez que la noche cae en mi ciudad,

oigo el eco de su ira en mis huesos:

«Vuelve a la infancia de la selva,

dame las verdes canciones,

vuelve a las muchachas y bromea».

 

Cada noche salgo casi como un lobo,

cruzo esta oscuridad seductora,

circulo desnudo por el cuerpo de la ilusión,

dejo un trozo mío a una gata hambrienta,

y oigo como lo mastica bien,

y en cada momento miro hacia el cielo:

“¡Hállame, luna

 Hállame, luna!»

 

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Flor, de Miguel Elías

 

¡QUÉ TRENES!

 

 

Pobres son los trenes

porque la tierra no se ajusta a sus dedos.

En el inicio cortaron sus pies, 

los hicieron correr sobre el vientre, 

y cada vez que quieren parar,

se queman por el fuego del hierro.

 

 

*           *           *

 

Un maduro jorobado

guarda la estación de un viejo tren

que un día se asomó

por detrás del humo y exclamó:

¡Qué crueldad!

Cientos de personas lo cogen cada día.

Nadie piensa en frotar su espalda,

tal vez lo haga una nube.

 

 

*           *           *

 

No hay trenes felices,

pero el más afortunado de ellos 

es el que lleva los amantes

a las campiñas lejanas.

Por eso,

se desmantela el tren de mercancías

y en el desierto se convierte en habitaciones.

 

 

*       *        *

 

 

Cada vez que escucho los trenes,

me hago el sordo.

No me molesta su ruido,

pero aquellos

que se suicidaron en sus vías

todavía están gritando.

 

 

 

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 Mar seco, de Miguel Elías

 

AGUAS TRISTES

 

 

Cada vez que miro una fuente

me pongo triste,

¡Qué pobre esta agua,

siempre aburrida!

 

Pero me siento sofocado

cada vez que miro al valle…

¡Qué pobre este río, nacido boca arriba! 

después de su largo viaje,

¡le va a doler tanto la sal!

 

 

 

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 Poeta, de Miguel Elías

 

EL  POETA

 

 

Cada poeta en el mundo

cree que miles de locos que no duermen

están golpeando su sombra

y masticando su ropa que se desgasta.

 

Cada vez  que se pierda en los callejones,

ponen un gusano sobre las huellas

de sus pasos.

 

 

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Córcel, de Miguel Elías

 

 

Un comentario
  • Marifeli Domínguez
    octubre 7, 2016

    Hermosa contemplación del viajero en estos versos . Es una delicia su lectura.

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