POEMAS DE LA VENEZOLANA EDDA ARMAS, LEÍDOS EN SALAMANCA DURANTE EL XII ENCUENTRO DE POETAS IBEROAMERICANOS (2009)

 

 

Edda Armas leyendo sus versos en el Salón de Recepciones del Ayuntamiento de Salamanca (foto de Jacqueline Alencar)

 

Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar la muestra poética que en Salamanca leyó Edda Armas (Caracas, Venezuela, 1955). Estudio psicología social de la Universidad Central de Venezuela. Dicta talleres de creación poética. Creó en 2015 el sello de poesía venezolana Dcir ediciones en alianza con Carlos Cruz-Diez y Annella Armas. Ha publicado los poemarios: Roto todo silencio (1975); Contra el aire (1976); Cuerdas de serpiente (1985); Rojo circular (1992); Sable (1995); El reino sin fin (1996); La otra orilla (1999); La mujer que nos mira (2000); En bicicleta (2003); Armadura de piedra (2005); Dagas y otras flores / Antología personal (2007); Casa y arcángel (2008); Toma lo simple por el tallo (2009), Corona mar (2011); Sin negativo ni estaciones (2012); Alas de navío (2016), A la hora del grillo (2016), Manos (2019) y Fruta hendida (2019). También el libro de relatos: Alguna vez el corazón aprendió de la rosa/ Relatos sobre mi padre (2005).

 

Manuscrito publicado en la antología salmantina.

 

 Es co-autora, con Lihie Talmor, de Fe de errantes/ 17 poetas del mundo (2006) y de dos Libros de Artista, con grabados de Talmor: Aguariacuar – La partida y La creatividad del mal o el círculo de las flores. Presidió PEN Venezuela entre 2005 y 2009. Su obra ha sido premiada con el Premio Municipal de Poesía de Caracas, en 1995; el Premio Internacional de la Bienal de Poesía “J.A. Ramos Sucre”, en 2002 y el Premio de Honor Naji Naaman’s Literary Prizes, en 2014. En 2013 recibió la Orden Alejo Zuloaga en su Tercera Clase de la Universidad de Carabobo, conferida en 2013 por su Obra Poética y su aporte como gestora cultural.

 

 

 

 

Todos los poemas ahora publicados, en 2009 estaban inéditos y se incluyeron en la antología  “Adónde irán mis nuevos sueños” (Edifsa, Salamanca), coordinada por el poeta peruano-salmantino Alfredo Pérez Alencart.

 

 

 

Que sea la almendra

el sabor desnudo de los días

así agite en ti

los grises perturbados

ese doblez de la hoja

que inevitablemente

cae.

 

E. A.

 

(“Sea”, 2009)

 

 

 

 

 

EL DEDO DE ORO

 

 

El dedo de oro señala la costilla que me duele,

agujero por el que has salido de mi vida.

También la zanja donde habremos de enterrar

algunas cosas, esas que quedan rezagadas

dispersas errantes silentes a la espera,

sin lugar quizás donde desatar la furia

aguardan diminutas algunas veces atadas a

la espalda. Cabrían allí mismo, digo ahora,

las cartas escritas nunca enviadas. Bellas

durmientes trajeadas con espinas de lo espeso.

El dedo de oro no lleva anillo, desmiente o

afirma, testigo inclemente como es de

la canción desafinada.     

 

 

Con su libro Manos

 

CUENCO SAGRADO

 

 

La madre hace con el arca de sus manos

un cuenco a lo sagrado

amasa agrias o dulces palabras

haciendo alto o bajo el barro bruñido

para el que lleva en el vientre

y para el que cría

 

ardiente brasa del destello y la mordida

donde también

la carne del ciervo

transforma en manjar compartido

 

la tribu no sabe del inquisitivo mirar

del dardo previamente envenenado

del nómada que arma la casa

con el tapiz en el que duerme

y el hijo siembra

 

piedra tras piedra, piedra

incandescente, orilla

en el resguardo del afecto

 

El manto del cielo nos hace familia.

 

 

 

 

 

 

DANZA DE LOBOS

 

 

 

Que el viento deshaga lo que otros arman con rencor

entre silencios que no son tuyos,

los magos encienden antorchas para salvarnos

cuando noche y rojo eternizan,

 

sufre la anciana madre cuando lo sabe

nos llama y nos lo cuenta con apenada voz

la mano que da de comer también la quita,

cosa cruel para quien ya no controla su cuerpo.

 

Ardillas entre los árboles

asoman su pequeño hocico

y crees que es ella [la maga que se fue] haciendo señas

despidiéndose como se despiden las almas poéticas.

 

Nadie duerme mientras afuera danzan los lobos.

Penacho armado con plumas para quien domina la naturaleza,

sobre mi cabeza lo estaciono,

la fuerza de los elementos parece conjurarlo.

 

Míralo; mírate. Aullido de lobo.

 

Sol di, y sea.

 

Elicura Chiahuailaf, Edda Armas, Albano martíns y A. P. Alencart

(foto de Jacqueline Alencar)

 

 

ZAPATO

 

 

quien se quita el zapato no es el mismo

del que por la mañana lo colocó en su pie

 

la tensa nitidez de lo vivido suma los fragmentos

imborrables avisos para otros

 

quien dijo venir viene pero quedas vacío 

si aquel aliento que anhelabas no trae

 

quien mitiga la tarde con la luz lenta

al voltear el rostro se despide cual girasol

 

en la hora minúscula del té no fue sincero nadie

órficamente ansiabas que alguien lo fuese

 

darás palabras a la vida que ante ti pasa

y humo se hagan las cosas que también pasarán. 

 

 

 

 

ENGASTADO

 

 

Quedarte en silencio,

absoluto

penetrado,

 

o mirar al otro lado

y arrancarle sonidos

a lo oscuro,

 

calar en la palabra.

 

Se mira a sí mismo

más allá

hace de sí

un sonido inquietante,

 

quedarte volteado,

en des-concierto

engastado, tal vez,

 

aquel puente

que intentas a pie

sea arco tendido

a la esperanza.

 

 

Poetas del XII Encuentro en la Plaza Mayor de Salamanca

(foto de Jacqueline Alencar)

 

 

MELANCOLÍA

 

 

A veces, es verdad, regresa a mí.

La nostalgia le llamo.

Roja como la flor, la misma forma.

En el árbol la veo colgar,

y del cielo llover.

Hacerse entre los dedos nube.

A veces no se va.

Esos días tu nombre se hace rojo

entre mis labios.

 

 

 

 

 

 

MOROSIDAD

 

 

¿Quién soy al despertar?

 

Qué parte de mí era ésa del sueño

que apenas recuerdo

Fugacidad que no puedo nombrar,

todo precipitadamente huye 

Van quedando pocos lugares

alterados los recuerdos

en un hoy como hoy descarnado.

 

 

 

 

FILO

 

 

Sobre la ola del tiempo somos cada vez más torpes

sin divisar el filo que cuece el horizonte de los días

creíamos haberle ganado la partida, pero no es así,

lleva el rostro demacrado y despacio nos interroga

traga el mismo polvo, ese que fue polvo de estrellas

pero, ¿quién lo reconocerá? Así de barbas blancas,

sin lentes ni fragancias ni letreros de neón ni velas

que lo alumbren tejiendo la manta para cubrirnos

¿quién?

 

 

Albano Martins, Edda Armas y Juan Antonio Massone (Chile)

 

 

COLMADA

 

 

Tómate algún tiempo

para pasar los cerrojos

calmar a la virgen

espiarlos sin mirar

hervir en la misma sal

tomar caldo tibio

soltar toda ancla

para dar cuenta de ti.

 

 

 

 

LA DANZA DEL DRAGÓN

 

 

El espíritu que sabotea también espanta

dulce voz al oído

estoy en la vida –dice–

y danza de amarillo y rojo

con larga cola de dragón

entre los que ya no están,

 

afilado, avanza hacia nosotros

arranca de raíz la mala hierba

que abrupta florece y expande

te aísla de la oscura soledad,

 

surge de la nada y tienta con su látigo

            transparente y opaco

cambia sus formas al penetrarlo el deseo

al iniciar su viaje: el primer día

de cada nuevo año,

 

y algo reclama para sí

 

en la torre a la que regresa,

donde le escuchas deletrear tu nombre…

y con gozo decirle a la doncella:

            -el Emperador traerá la suerte

que le pidas.

 

 

Piera, Alencart, Armas, Iglesias y Pérez

(Salamanca, 2019. Foto de Jacqueline Alencar)

 

Foto de familia de los participantes en el XII Encuentro de Poetas Iberoamericanos (foto de Jacqueline Alencar)

 

 

 

 

 

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