POEMAS DE LA ECUATORIANA ANA CECILIA BLUM. XVII ENCUENTRO DE POETAS IBEROAMERICANOS. PINTURAS DE MIGUEL ELÍAS

 

Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar algunos de los poemas que, durante el XVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, leerá en Salamanca Ana Cecilia Blum (Ecuador, 1972). Poeta, ensayista y narradora. Licenciatura en Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Laica Vicente Rocafuerte de Guayaquil. Posgrado en la Enseñanza del Español como Lengua Extranjera, Universidad Estatal de Colorado, USA.

 

1 Ana Cecilia Blum (Miguel Elías)Ana Cecilia Blum (Miguel Elías)

 

 

Sus libros de poesía son: Descanso sobre mi sombra (1995); Donde duerme el sueño (2005); La que se fue (2008); La voz habitada (Co-autora, 2008); Libre de espanto (Poesía y Prosa, 2012) y Todos los éxodos (Antología Personal, 2012). También Poetas de la Mitad del Mundo. Antología de Poesía escrita por Mujeres Ecuatorianas (Co-Antóloga, 2013). Su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano y portugués; consta además en numerosas antologías ecuatorianas y extranjeras. Actualmente ejerce la enseñanza del idioma español a nivel superior; es directora de talleres literarios y editora de la gaceta literaria Metaforología.

Estos poemas forman parte de la antología “Palabras del Inocente”, coordinada por Alfredo Pérez Alencart para Editorial Edifsa y la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes.

 

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CIUDAD

 

“Yo te amo ciudad…
aunque soy en tu olvido
una isla invisible…”

(Gastón Baquero)

Me diste un rostro ciudad.
Me amasaste de la sombra.
Me hiciste verso de calle
en los fogones del asfalto.

Ninguno de mis pasos atiza hoy tus bordes, ciudad,
ya no soy el pan bueno de tus manos, ese crío fiel
que ofrecías a los parques, las estrellas, las esquinas.

Mi nombre es ahora tronco abierto irreparable, ciudad,
prolija en chupar desde la amnesia los huesos del peregrino,
ligera en atravesar con los dientes a quien no ancla.

Yo, que canté sobre las blanquísimas criptas de tus bardos.
Yo, que cuidé del moho los ojos tu masa cotidiana.
Yo, que anduve recogiendo entre mis voces a tus vástagos.

Quisiera ser otra vez la casita colorida que cuelga de tus peñas,
la balsa de acuáticos jacintos sobre el manso río,
el manglar que se estira resuelto en tus pantanos.

Y solo soy en tu boca
los despojos del apóstata, ciudad,
en tus registros un poema ya borrado
y solo soy en tu olvido una isla invisible
que te mira
y te extraña
desde lo acre
de todas las distancias
esas
que en el zócalo del ausente
son siempre
agujas tan cercanas.

 

 

MÍSTER MERLOT

 

 

Inúndame de levedad. Acuéstate, estírate, riégate.

Contigo no importa de dónde vengo, hacia dónde voy
o de las hojas secas que están hechos los huesos.

Camino en el silencio del hielo,
nada hiere, nada molesta,
nada acusa, nada quema, nada persigue.

Casi no siento mi cuerpo y me encanta.
Todo es etéreo y no arrastro
atrofias de acero.

 

3

 

 

ROAD TRIPS

 

 

El viento, viene corriendo entre los árboles.

Valles gigantescos, autopistas larguísimas.
Rocas fálicas, rocas suaves, rocas brutales,
rocas osadas balanceándose en otras rocas.

Millas de cielos inmensos,
cañones errantes,
monolitos de arena roja,
alturas graníticas, esculturas suicidas,
glaciares milenarios,
islas de pinos, jardines silvestres,
rutas amadas por el sol.

Presencia indómita
diminuta, enorme,
reverente, peligrosa.
La ardilla, el puma, el oso,
el ciervo, el búfalo,
el propósito del pájaro carpintero.

Imperios que ya no existen,
ciudades vivas, otras ya muertas.
Lugares que nunca antes vimos
y que tal vez no volveremos a ver.

Cronistas de kilómetros,
acampamos
sobre la huella del dinosaurio,
escalamos
nevados con los ojos,
entramos
a ese nudo de abedules, sauces, robles que es el bosque
pero que también es uno mismo
y entonces al tocar la tundra,
el paisaje como siempre, nos hizo
tragar las palabras.

 

 

4

 

 

DEL RETORNO

 

Hay calles que te llaman,
vidas que te llaman,
metáforas que quieren coagular tu nombre,
y una casa, en ruinas, pero tu casa.

Ya es hora de ordenar los versos,
desempolvar la biblioteca,
devolverte a la quietud de la palabra.

No temas, que el retorno
jamás te quitará los elefantes,
la ballena, el oso pardo,
la montaña, el tornado, los saguaros.
Ellos, serán siempre en la memoria.

 

 

5

 

 

EL INDIGENTE ALLÁ AFUERA

 
Aquel hombre
le exige un milagro a la noche
mientras lleva su casa a cuestas
en un carrito de supermercado.

Largo, descuidado, sucio,
con el mismo suéter verde desde hace un siglo,
verde-desteñido, verde-quebrado, verde-triste.

Hasta acá puedo olerlo.
Hiede a desconsuelo,
a calle pa’ arriba y pa’ abajo,
a centavo tirado en el piso,
a noche sin techo,
a basura vieja de país rico.

Maldice una botella, luego la besa.
Se escucha una carcajada, después un gemido.

 

 

LA QUE SE FUE

 

 

Camina en otras calles.
Sucumbe en otra lengua.

Lejos de su casa,
escoltada por el anonimato,
con la alforja vacía de país y herencia
asiste
al velatorio del espejismo.

Entre los monumentos de la muerte
ha olvidado:
de qué savia está hecha su sangre,
de qué oficio se yerguen sus huesos.

No quiso retornar cuando pudo,
es tarde
para alcanzar las carabelas.

Lo que dejó
se lo comió el apetito de la ausencia.

Volver al mismo mar
es volver al desencuentro.

 

6

 

 

 

DESPUÉS DEL VERANO

 

 

Agosto: los arces -resignados-
empiezan a perder sus verdes.

Septiembre: del verde ha nacido el fuego.
Desfile de rojos en las ramas.

Octubre: el viento se viste de hojas secas
-camisa y pantalones de hojarasca-.

Noviembre: en la desnudez del bosque
el frío establece sus moradas.

Diciembre: la muerte es blanca.

 

 

TODOS INVENTAMOS MADRUGADAS

 
Las olas
como mujeres excitadas
golpean la roca.

¿Qué gotas de tiempo se llevan las estrellas?

Hemos bebido todas las aguas,
ya no hay sonrisa de corales
ni espacio en el ojo de la ballena,
de la cima a la sima
solo queda
el fuerte abrazo del arrecife.

 
7

 

 

RENUENTES

 

 

Ellos conservan
el rumbo de la costumbre.

Me han contado que salen
a las horas de siempre.

Por las mañanas al trabajo,
retornan, hacen la siesta
y se apuran a buscar atardeceres.

Suben,
bajan de los buses,
atienden conciertos,
cines, recitales.

Se sientan en algún café,
sacan la pluma,
conciben los hijos de las calles.

Pobrecitos mis zapatos viejos

ellos aún no entienden
que me he marchado.

 

LA ETERNIDAD DE LA TINTA

 

 
Todo lo diluye la tinta:
la zozobra, el futuro,
el otro que habita adentro.

La tinta te eleva, te suaviza
te hace pluma de pajarito
pelusita de gato en el aire de la mañana
realidad sin sentencia
manos que conversan
espantos que se extinguen.
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2 comentarios
  • antony Barry
    diciembre 5, 2016

    soy un gran admirador de Ana Cecilia Blum, ojala algun dia viniera a Mexico
    y poder conocerla en persona.

  • Edmundo Vélez Alcívar Vélez Alcívar
    octubre 18, 2017

    Que hermoso escribe

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