POEMAS DE LA ARGENTINA AMELIA ARELLANO. TEXTO DE EDUARDO DALTER Y APUNTES DE MIGUEL ELÍAS

 

 

1 La poeta argentina Amelia Arellano

La poeta Amelia Arellano

Crear en Salamanca tiene el placer de publicar cinco poemas de la argentina Amelia Arellano, nacida en la segunda mitad de la década del ’40 en la provincia de San Luis, Argentina. Es poeta, psicóloga social e investigadora cultural. Publicó varios libros de investigación y de narrativa, que obtuvieron premios y distinciones provinciales. Además de “Desvelos de triángulos”, de próxima aparición, es autora del poemario “Teorema de Pitágoras”, editado en la ciudad de San Luis en 2012. Destacados periódicos y publicaciones de Argentina y Chile fueron incluyendo en sus ediciones poemas de su autoría: Pampa Diario, Inventiva Social y El Nuevo Cántaro, entre otros. Vive en su provincia natal, donde participa activamente del quehacer literario y cultural.


También publicamos, en la parte final,
el texto de Eduardo Dalter que sirve de prólogo al libro “Desvelos de triángulos”, de muy próxima aparición, en edición de San Luis Libros, provincia de San Luis, Argentina.

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RECUÉRDAME CÓMO ERA

Recuérdame cómo era, amor.
Antes del barro compartido.
Cómo era, lo que ya no soy.
Cómo era lo que sigo siendo.
La que acercaba su voz de hierba a tu silencio.
Pigmalión no ha encontrado a Galatea.
La estatuilla yace fragmentada. Ya no está.
Tampoco está el hombre de los ojos tristes.
El amor ha pasado como pasa la infancia.
El viento, los naufragios, el temblor de los astros.
Ha callado el crepitar sonoro del brocal de greda.
Me han llamado otras voces, otros viajes.
Me entregado y he sido prisionera.
Errante, amante, prisionera.
He elegido la voz que no me llama. 
Se me ha dado lo que se me ha quitado.
Más, lo que se me ha quitado es lo que se me ha dado.
Tierra se me ha quitado. Tierra se me ha dado.
Y aquí me tienes, de vuelta, amor.
Fatigado corazón de tierra, aún palpitante.
(de Inventiva Social)

 

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CUADRATURA DE LA CRUCIFIXIÓN

 

                                          “Te amo más que mi propia piel” 
                                                                                            FRIDA KAHLO

A esa mujer la han crucificado a besos.
La han cubierto con la vía láctea.
Con sagrada saliva la han ungido.
Le han puesto alas en la cabeza.
En la frente, un paraguas. Un pararrayos.
Han seguido la flecha de los besos en sus pies.
Han penetrado por su ombligo.
Piel, debajo de su piel.
En su vientre un pez tornasolado nada.
Han borrado sus huellas dactilares.
Sólo un punto. Vida. Desatino. Amor.
En su hipocampo mar solo cabalga un nombre.
Todos los hombres, menos uno, extintos.
Posesión. Agujas. Lobizón. Noche de luna.
La muerte está colgada en un tendal de seda.
Y la tristeza y el olvido y el pan duro.
Zozobran las ancas de un potro negro, sin domar.
Monta en pelo y florece la rosa de los vientos.
Y la llaman loca. Sacrílega. Impía.
Pero le han brotado bocas en sus ojos.
En sus riveras. En sus bordes de agua.
En sus caderas. En sus manos, bocas.
Bocas. Bocas. Bocas.
(de Desvelos de triángulos)

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CUADRATURA DE LA BOCA

Antes de la blasfemia.
Dardos. Bifurcaciones. Cruces.
Habría que mencionarlo, amor.
Nuestros cuerpos desnudos rodando.
Portones de pedregales ciegos.
Única ley: la gravedad.
Vértigo de los líquidos.
Líquida rosa brotando del andamiaje fosco.
Única barrera: el sonido.
Problema triangular. Tierra. Luna. Sol.
Los maderos vibran. Temblor de la botella.
Mordedoras en la carne.
Cuadratura de la deseante boca.
Un rostro inserto en otro rostro.
Boca seca. Lengua bífida.
Espejo destellando saliva.
Hoja de té. Vaticinios.
Polillas en las cavilaciones de la arcilla.
Habría que mencionarlo, amor.
Una duda. Una voz. Un naufragio.
Un presagio. Amor mío. Tabla agujereada.
Pechos. Pechos. Pechos.
El hueco. Otra vez el hueco.
Y las manos. Tan lánguidas. Tan tenues.
Mar patético. Oscuro. No te vayas amor.
El puñal incrustado hasta los huesos.
Bébeme. Devórame. Disípame.
Conchas marinas y rechinar de dientes.
Habría que mencionarlo, amor.
(de Desvelos de triángulos)

 

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ESA MUJER

Esa mujer es mía.
Absoluta. Totalmente mía.
Jugamos a las escondidas.
Ella siempre me encuentra. Yo, a veces no.
Tiene una cueva de cristal de murano.
Solo Alí Babá entra.

Conozco sus  disfraces más secretos.
Sus horas más tardías. Sus íconos de cera.
He llegado a la profundidad de sus marmitas.
He rescatado sus muertos más amados. Sus maromas.
Los caminos. Las rondas y las cruces. Las amo.
Conozco los pecados veniales de sus pechos.
Sus termitas. Sus adormideras.
La he leído letra a letra a letra, al revés y al derecho.
Encontré palabras que solo yo conozco.
He andado y desandado las profundidades de su boca.
He batallado fieramente con sus impiedades
Me ha aturdido el concierto de cigarras en su vientre.
He llorado sobre su hambre madre.
Tatuadas mis serpientes en sus brazos.
Obsesivamente. Hemos luchado cuerpo a cuerpo.
Conozco sus empalmes y sus bardas.
Sus axilas dolientes. La tristeza entre los dedos de sus pies

A veces, en las noches, me quedo despierta hasta el alba.
Miro sus sueños agazapados entre los leños.
Los miedos de sus miedos. Roedores hambrientos.
La he acompañado en sus entierros y  resurrecciones
En  la violencia de sus fuegos fatuos.
Las normas tiritan de pasión. Bengalas.

Me he dado tan profundamente a esa mujer tan mía.
Se me ha dado tanto.
Ya no quedan arterías que no haya recorrido.
Todo me ha permitido.
Menos acceder a su calvario. A su altar. A su sagrario.

 (de Desvelos de triángulos)

 

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ADIOSES

 

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                              “Disfruté tanto, tanto, cada parte, y gocé tanto, tanto, cada todo…”

                                                                                                 SILVIO RODRÍGUEZ


Basta ya, amor. Enterremos nuestros muertos.
Dejemos de horadar en cementerios.
Mira, rotas nuestras uñas, nuestras pausas.
Ya fue, amor, ya fue.
Conjuguemos el verbo amar en pretérito perfecto.
El amor se va. Como se va la vida. Como se va la noche.
El deseo animal. La ternura.
Esperma derramada, solitaria.

Espantemos los búhos para que lleguen las primeras luces.
Ya está. El amor es finito. Efímero. Fugaz.
Breve alondra que parte a otros mundos.
Te amé. Me amaste. ¿O fue el hombre del gallo?
¿Se criaban gallos en Jerusalén?
O la mujer con pechos insepultos, rosas de Luxemburgo.
Quizás fue la avidez. O la leche agria.
Nos mandan a degollar a Dios, y no me animo, ni tú.
Náufragos miserables y sedientos.
Leche. Flor de cannabis. Alcohol. Vómitos atajados.
 ̶ No lucho con molinos de viento, no. No más ̶
Todo en la tierra es una despedida.
El árbol se ha secado. ¿La negación es patrimonio del hombre?
Sabes, soy yegua chúcara que no se doma.
Monedas de dos caras. Cara y seca. Seca.
No hay culpas, corazón, es la vida tirando, siempre.

Hoy fui al barrio del sur, al sur del sur. Pobreza.
¿Qué es el olvido frente al hambre?
¿Qué es el olvido frente al hambre? Pregunto.
Lloremos un poco amor, para ablandar al mundo.
Sólo un poco, amor, sólo un poco.

 

 (Poema no incluido en libro)

 

7 Eduardo Dalter y Amelia Arellano, en la estación de San Luis

Eduardo Dalter y Amelia Arellano, en la estación de San Luis

                                                        

AMELIA ARELLANO, UNA PASIÓN QUE NO CESA

Eduardo Dalter

 

UN HORIZONTE, UNA NOTICIA

Sin dudas, la poesía de Amelia Arellano se cuenta entre las mejores noticias de la poesía argentina desde hace algún tiempo. Nacida y formada en la provincia de San Luis, autora también de obras de narrativa y de investigación en torno de la identidad de su pueblo, la poeta supo perfilar con firmeza la continuidad de sus versos en un febril in crescendo, tanto en lo cualitativo como en sus vetas existenciales y dramáticas.

Lectora entusiasta de la poeta Olga Orozco, también del bardo turco Nazim Hikmet y de la diversa y referencial poesía del continente, como ella misma suele referirlo, extendió esta década y en esas compañías un arco creativo que adquirió con el presente libro una plenitud substancial, además de la confirmación de una poética tan incisivamente grave y singular como afinada.

Libro, entendemos, que por su peso y gravitación no podía ser sino premiado, cuanto más o cuanto menos por la visita de los lectores, aunque en este caso un tanto más, al recibir las preferencias de una institución básica de su provincia, que entendió las páginas de “Desvelos de triángulos” de lectura recomendada para la población lectora puntana y para el acervo cultural provincial.

Libro, también entendemos, que sitúa a la poeta, en términos de justeza, intensidad y revelación poética, en cercanía de las más destacadas e inspiradas poetas nacionales de su generación. Un libro, advertimos, que por su extensión y modulación, y en sus numerosos poemas, ilustra sobradamente lo que estamos señalando, y que el jurado, en esta instancia, supo destacar y proponer.

 

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UNA PULSIÓN, UNA POÉTICA

Una poesía, y a eso vamos, de una patenticidad inusitada, que la poeta traza en la mayoría de los casos en una primera persona capaz de expresar y accionar desde lo medular hasta la desnudez más desembrozada, y cuyos tonos implican una tensión mayor y una mano, o un espíritu, capaz de contenerlos y guiarlos en las planicies generalmente breves y en los terrenos escabrosos.

“Las cachetadas de la vida”, me dije cierta vez mientras releía un conjunto de poemas de esta pasional poeta, que no esconde ni endulza ni imposta nada, sino que por el contrario habla desde el lugar de los sucesos con una naturalidad capaz de dejar la evidencia de su pecho estremecido y de sus heridas al descubierto. En otro momento, junto a sus versos, me dije: “Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé”.

Y en no pocas oportunidades, a lo largo del libro, recurrí, o traje, en búsqueda de cercanías, o de cielos humanos semejantes, al gran poeta peruano, quien, y en torno de lo que estamos hablando, también había escrito: “son las crepitaciones de algún pan que en la puerta del horno se nos quema…”, y lo copié para dejarlo junto a los poemas y al horno encendido de la poeta Amelia Arellano.

Una existencia palpitante y abierta en un hábitat, un mundo, sacudido de diversidades, claroscuros, abismos y controversias, advertimos en los primeros planos de esta poética que se ha venido substanciando y desgranando en defensa propia y en códigos humanísticos, que de hecho hermanan a la poeta con las tradiciones poéticas más genuinas y más acá o más allá de sus tiempos.

El amor, la sensualidad, la febrilidad elocuente, el encuentro, la soledad, el desamor, integran, algunas veces de modo estructurante, el universo poético al que nos estamos remitiendo, y cuyos ritmos incesantes y sorprendentes, graves a menudo, van acuñando los sabores página tras página, donde fluyen y refluyen los perfumes envolventes de una mujer que respira, exuda y protagoniza su tiempo.

Por momentos diario de pasiones, por momentos testimonio de vida, o de búsqueda de equilibrio o bien de aire, la poesía de Amelia Arellano se ha ido constituyendo de modo innegable en una instancia que entiendo insoslayable y a la vez vital de la poesía de este sur y de estos tiempos, para los cuales, en ocasiones, los poetas suelen sentir la necesidad de nuevas claves y nuevas miradas.

Un nuevo libro ha dado a luz una hija del pueblo de San Luis, un nuevo libro ha dado la poesía argentina, que bien percibo no pasará inadvertido, como sus versos libres, coloridos o sombríos, tensos y altivos, desbordantes o desafiantes por momentos, y como esta entrañable poeta sabe hacerlos. Llegó la hora de descorrer el telón y comenzar a transitar por sus calles, sus atajos y sus páramos.

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5 comentarios
  • daniel arias
    diciembre 7, 2017

    Excelentes poetas!!! muchas gracias a ambos.
    daniel arias

  • María Luz Fernández
    diciembre 7, 2017

    Excelentes poemas, para releer en todo momento. Los disfruté mucho.

  • Amelia Arellano
    diciembre 8, 2017

    Gracias a los que comentaron. Mi obligado agradecimiento a Eduardo Dalter, para quien la poesía no solo es escuela estética sino una actitud vital de situarse en el mundo y ante él , situarse.
    También con profunda emoción saludo y agradezco a»Crear en Salamanca»dado que me remite a mis ancestros. Las ilustraciones acompañan y creo que reflejan , desdes distintos lugares quienes somos las mujeres, en particular y el ser , en un escenario universal. Felicitaciones Daniel Arias por las palabras en movimiento
    Mis saludos al equipo de producción , reciban un abrazo argentino y quedo a vuestra disposición..

  • Ana María López
    diciembre 12, 2017

    Amelia Arellano sabe llegar al corazón de las mujeres, porque es una mujer de pie y una poeta de profundos sentimientos. Su poema Adioses es maravilloso.

  • Amelia Arellano
    diciembre 15, 2017

    Muchas gracias por el comentario. Ana Marìa Lopez.

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