POEMAS DE LA ABULENSE MARÍA ÁNGELES ÁLVAREZ. XXII ENCUENTRO DE POETAS IBEROAMERICANOS

 

 

 

María Ángeles Álvarez

 

 

Crear en Salamanca se complace en publicar unos textos inéditos de María Ángeles Álvarez (Ávila, 1964), poeta y escritora. Arqueóloga y prehistoriadora por la Universidad de Salamanca, empresaria en el sector del arte floral y la jardinería, florista. Colaboradora en la Universidad de la Mística CITeS de Ávila,  donde dirige la Casa de la Poesía Juan de la Cruz. Su poesía se encuentra publicada en revistas, antologías y en el poemario “Y el aire alrededor” (Cuadernos del Laberinto). Escritora en temas de arte floral y mística, con sus dos libros sobre Santa Teresa de Jesús, “31 meditaciones con flores sobre los textos de Teresa de Jesús” y  “Un Castillo lleno de flores”. 

 

 

 

 

 

María Ángeles Álvarez participará como invitada en el XXII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, a celebrarse del 14 al 17 de octubre, bajo la dirección de A. P. Alencart.

 

 

 

Foto de José Amador Martín

 

 

“Rompe la tela de este dulce encuentro”

    Llama de Amor Viva. San Juan de la Cruz

 

 

Llamean los árboles

y fundiéndose

sus líneas pintan

de colores

el cielo.

 

Lo que vivía

ahora se eleva.

Aire que vas sintiendo

el movimiento acompasado

de cada Hora,

en fuego devorador.

 

Lo que soñaba

se va arrastrando,

buscando el surco

de una pisada húmeda,

en una vaguada

que no es la mía.

 

Y todo lo levantas

quemando cada pensamiento

que voy entretejiendo

entre las ramas de unos árboles

que ahora veo

que no me pertenecen.

 

 Hay árboles de aire

abrasados,

mientras vas cosiendo

un traje a medida,

hecho de humo,

que en este momento

se eleva

entre nosotros.

 

Fina muselina incendiada

entre tú y yo.

 

 

 

Foto de José Amador Martín

 

 

“Es, pues, de notar que el amor es la inclinación

del alma y la fuerza y virtud que tiene para ir a Dios”

   Llama de Amor viva. San Juan de la Cruz

Hay un pueblo

que a cada poco

se despierta

sobre una colina.

 

Las mariposas de las matas

se suelen quemar.

El fuego

va comiéndose a mordiscos

cada ventana,

la línea quebrada sobre le cielo del roble

la respiración que emocionada

se desata

entre matas,

sobre mi.

 

Calor y quemazón

cal y arena

vida en medio del sueño,

perros aullando hacia el sol,

regueros llenos de amapolas

que se tienden

quemadas en su propia

piel.

 

Hay un pueblo

que cada día construye

un dintel de piedra

para que entres y arrases,

construyendo una línea

que se funda con tu infinito.

 

Un lugar tan pétreo

como mis ojos llenos de mica.

 

Y me visto así,

con alas impregnadas

de tu aliento explosivo,

sintiendo como nace

de cada ampolla

el campo abierto

y la vaguada donde

descansas,

reptando en bocas de fuego.

 

Mariposas de luz,

sonidos de aguas incendiadas,

sol y árboles quemados

caminando

tan cerca de mi.

 

Hay un pueblo

que se come tu luz

algunas mañanas.

 

 

 

 Foto de José Amador Martín

 

 

POEMAS

 

I

 

Bajaba el manantial

del deshielo

como una manada de caballos

trotando sobre el agua.

 

Y yo poniendo compuertas,

armando pequeños montones

de piedras de rio

llenas de mi.

 

Y arrastraste con todo.

Y comenzaste a cantar

sobre mi garganta

sin saber si en tu remolino de agua,

bajo cientos de metros de profundidad

era yo la que rodaba.

 

Era mi rio

y era tu voz,

tu melodía de alga

entre mis dientes.

 

Y toda la carga de tus rocas

moliendo por dentro

arenas,

pececitos

y mar.

 

 

 

Foto de José Amador Martín

 

 

 

II

 

Tan dormido

y toda esta basura

alrededor.

Como puntas de estacas

afiladas

en tantas noches

de frío.

 

Tan dormido,

como si el paisaje

fuera la pradera húmeda

que tu ves,

donde yo solo

voy vagando

entre túneles de barro.

 

Como si no hubiera mareas

y el terreno

se transformara en huerto

donde recrear tanto amor.

 

Como si no fuera tu compañera,

tu casa,

la sirena del fondo del mar

vestida de sal,

con estrellas viva

en los ojos

abiertos,

esqueletos de mi propia

voz.

 

Como si no fuera mi dolor

el que a ti te abrasa.

Y el abismo que me empuja,

la tristeza mas honda

de tu corazón.

 

Tan dormido

entre los dedos

manchados de ceniza,

en la hoguera que consume

mi canción.

 

 

 

 

Foto de José Amador Martín

 

 

III

 

Al levantar los ríos

los enredaste

en el cielo.

 

Las algas

se confundían

con las estrellas,

y todo el reflejo

de la luz obre el agua

se hizo nube.

 

Y paseaban

sobre mi

que miraba su fuga

en tu ascender

entre los árboles.

 

 

 

 Foto de José Amador Martín

 

 

 

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